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Fabricaban algunas piezas de plateria. La agricultura era muy honrada entre ellos, y formaba entre sus pueblas los lazos de interes comun. Las habitaciones eran cómodas: el vestido comun del pueblo era decente y mas rico el de los magistrados.

Estos indigenas tan dignos de observacion, tenian varias leyes orales que se trasmitian y se respetaban de familia en familia. Adoraban tambien los astros, pero representados por una grande divinidad llamada bochica, la cual tenia templos y sacerdotes. La suavidad de sus costumbres les habia hecho tomar horror á los sacrificios humanos, y sus sacerdotes para conciliar esta justa repugnancia con el rigor del culto, habian siquiera discurrido una engañifa verdaderamente filosófica; enseñaban á ciertos pájaros á que repitiesen algunas palabras de la lengua del pais, y despues los destinaban al sacrificio de los altares; con esto los Moscas se persuadian de que sus divinidades los aceptaban como víctimas humanas.

Los Muzos, otra nacion de Cundinamarca, estaban en continua guerra con los Moscas, y se diferenciaban de estos en un solo punto; esto es que no tenian ni dioses ni culto. Su unica tradicion era la de que un ser llamado Ari, habitante de una de las orillas de la Magdelena, se

habia divertido en formar varias figuras humanas de madera, y que habiéndolas echado en el rio, habian salido de él convertidas en hombres ó mugeres con libre albedrio, y que de allí habia venido la poblacion del pais. Entre los Muzos era donde habia el estraño uso, cuyo orígen no explicaban, segun el cual estaba la muger obligada á dar de golpes á su marido durante la primera luna de su union.

Siguiendo los Andes ácia el sur, y hasta pasada la linea, se dejaba ver el origen de las luces que penetraban en estos paises : venian del Perú, caminando ácia el cual se advertia una civilizacion, interrumpida muchas veces por algunos territorios todavia desiertos, pero que iba en aumento á cada paso que se las iba encontrando. Por lo demas estos pueblos estaban en guerra con los Incas que ya eran dueños de Quito, y al parecer Cundinamarca hubiera caido bajo la dominacion peruana, de la cual hablaremos mas particularmente en otro lugar, puesto que esta dominacion se habia hecho allí tan formidable, que ni aun despues de la de los españoles se habia pasado de la memoria de los naturales. Lo mismo sucedió en Mégico; pero en todas las otras partes donde penetraron los españoles en los primeros años de sus descubrimientos y especialmente en Colom

bia, llorará la historia eternamente el sistema de destruccion que adoptaron.

Es cierto que hallándose pocos en número en un mundo enteramente nuevo y tan extraordinario, y rodeados de una immensa poblacion salvage, debieron creer que su salvacion pendía del aniquilamiento de aquellas vandadas feroces que defendian las costas. Como soldados intrépidos obtuvieron la victoria cuerpo á cuerpo con sus enemigos; pero como vándalos del otro emisferio, deshonraron su conquista.

En vano los naturales vencidos, aun los mas suspicaces, se presentaban fieles á la palabra jurada; cuando el español cesaba de matar, faltaba á sus mas sagradas palabras, por satisfacer todavia su estúpida pasion á la carniceria. Prometia la vida en cambio de tesoros, y los indígenas se apresuraban á llevar todo el oro que poseian; fingia entonces creer que habian ocultado alguna porcion, y aquellos infelices eran entregados á los tormentos mas espantosamente convinados. Así pereció el rey Bogotá despues de haber puesto juntas en mano del vencedor todas las riquezas de sus estados: pero ¿como habia de llevar una casa de oro que se decia haber prometido?

Si un indio era acusado de rebelion, toda la

tribu era sacrificada. Aunque poblaciones enteras viniesen á implorar la paz, eran tratadas como si hubiesen venido armadas en rebelion; y solo habia la diferencia que entónces la ausencia del peligro daba mas bageza á los verdugos, los cuales ordenando en filas por centenares sus víctimas, las pasaban por las armas ó las precipitaban de los mas altos peñascos. Los españoles habian buscado por auxiliares perros que adiestraban á la caza de hombres, y algunos historiadores contando las hazañas de estos animales, dicen que hacian mas servicio que los soldados. Tambien los perros servian de guardia á las manadas de indígenas que acompañaban á los vencedores en sus excursiones llevando sus bagages. Cuando alguno de ellos caia rendido de fatiga, ó maltratado por los perros, se le dejaba morir en el camino, y así en los descansos que hacian, como en medio de las poblaciones, estuvo en práctica por algun tiempo el uso horrible de matar los indígenas para servir de alimento á los per

ros.

Todavia vino un nuevo azote á precipitar la ruina de esta poblacion. Se separó violentamente á aquellos naturales de sus familias, y entresacando los mas útiles y encerrándolos en establos como bestias, se los distribuian por

lotes entre los colonos, y estos los empleaban en arrancar el oro de las entrañas de la tierra, ó en sumergirse al fondo del mar para pescar perlas. Y como los Indios salian de una larga ociosidad, y ademas habian perdido su energía con su libertad y con sus afecciones, no pudieron suportar trabajos tan penosos, complicados con el mas duro trato y mas dolorosas privaciones. A la vuelta de seis meses hubo que hacer nuevos lotes, y mui luego hubiera sido imposible repetirlos. Conociéndolo así los colonos, y teniendo à la vista el egemplo de Santo Domingo que habia hecho ya los mismos ensayos, empezaron á traer negros á la Nueva Granada y Venezuela. Parecío bien á su avaricia esta nueva violacion del derecho natural, porque un negro solo valia por cuatro indios en el trabajo de las minas. Es cierto que la humanidad no podrá quedar satisfecha; pero en el supuesto de necesitar los vencedores tesoros á costa de sangre, eran menos los ultrages que aquella recibia. Porque el Africano hallándose dotado de una fuerza, y de un hábito á la sumision que le permitian arrostrar el clima, la fatiga y la esclavitud, no venia á Colombia á buscar su muerte, y salvaba las reliquias de aquella poblacion ya entónces reducida á la décima parte de lo que parecia ser á la época del

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