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descubrimiento. Mas adelante veremos sí esas reliquias, dignas siempre de una generosa compasion, han excitado mas y mas á su favor el interes que pudo inspirar su primer estado.

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Por fin, despues de tales calamidades, apareció el orden como consecuencia precisa del cansancio de destruir y de la necesidad de conservar. Ya no se alcanzaban las riquezas sino á costa de trabajo; la ambicion una vez satisfecha habia debilitado el arrojo guerrero, y hecho bastante comun el deseo de gozar con alguna tranquilidad: en fin era menester dar algunas leyes á la propiedad, y súbditos á los poseedores. Solo así se llego á apaciguar la América.

Apenas habia pasado un siglo desde el descubrimiento, cuando ya las provincias de Colombia dormian en esa profunda calma que no se ha visto turbada sino cuando han dado la señal de su independencia. La España habia prohibido severamente allí las artes que engrandecen las naciones, y las luces que hacen

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amar la libertad. El laborio de las minas, la conduccion y seguridad de sus productos, una agricultura reducida á ciertos límites por la política, en fin la sumision de los pueblos, y el triunfo de la cruz, he ai los móbiles que han dirigido el interés de la metrópoli.

Sus primeros establecimientos marítimos recibieron un aumento rápido: como escalones que eran del descubrimiento, y lazos de comunicacion entre las numerosas comarcas sugetas á una misma potencia, formaban el depósito y lasalvaguardia de todas sus riquezas. Los zelos, muchas veces hostiles, de las naciones europeas precisaron á fortificarlos. Santa Marta, Coro, Puerto Cabello, la Guaira, Cumaná defendian las costas septentrionales; y al oeste descollaba Cartagena, que mui en breve debia ser nombrada como uno de los mas seguros y bellos baluartes de mar. Porto Belo protegia el norte del isthmo, y Panamá el sur. Se abria otro puerto en el grande Occeano, y anunciaba á Guayaquil su floreciente destino.

Construianse tambien grandes ciudades. De un lado estaba Caracas, rodeada de soberbias campiñas, y á poca distancia Maracaibo, hermosa principalmente por su situacion sobre un lago cuya circunferencia pasa de 120 leguas. En el centro de la Nueva Granada se

presentaba Santa Fe de Bogotá dando principio á la opulencia de una ciudad capital. Tambien al abrigo de la Cordillera se formaban entre otras la populosa Quito, Popayan edificada con mas gusto, y Zipaquira notable por su aspecto mas animado. Todas en general se construian bajo un mismo plan: esto es, una cruz, en cuyo centro se colocaba la iglesia, en que siempre brillaban el oro y piedras preciosas; de allí partian ácia los extremos casas sombrias, y los edificios útiles se interrumpian con los cercados de los conventos. En todas partes se dejaba ver el caracter español; al lado de una piedad ostentosa miserias sociales, tentativas de grandes ideas é ignorancia de los medios para llevarlas á su cabo; en fin el triunfo de la desidia sobre el conocimiento imperfecto del bien estar.

Las ciudades de lo interior no disfrutaban, á causa de su situacion, de ciertos beneficios comerciales: pero la abundancia de sus minas las enriquecia con su laborio. Se estableció una casa de moneda en Santa Fe de Bogotá, y otra en Popayan. En todas ellas hacian progresos efectivos las especies de industria que se les permitia.

La agricultura se ocupaba comunmente en tres ramos, que la constituian europea, colonial ó indígena. El obgeto de la primera eran

nuestros frutos y nuestras cereales; la segunda

se hacia importante por el azucar el café ; y

y

las produccions principales de la tercera, eran el tabaco, el cacao, el añil y el algodon. Las bestias de cuerno, y todos los animales domésticos de Europa se multiplicaban en aquellos parages extraordinariamente, de modo que los menores benficios de su cria llegaron á ser mui pronto el servicio y el alimento del hombre, y su lana y sus cueros eran los que daban

notables utilidades.

Es indudable que las artes mecánicas hubieran aumentado la prosperidad de la agricultura, pero no se permitia hacer sino telas toscas, mostrándose la metrópoli inexorable contra todo producto de fábricas que pudiese ponerla en competencia con sus colonias. Entónces la España, con harta diferencia de lo que ha sido despues de Carlos V, tenia manufacturas que daban abasto á grandes exportaciones. Ademas de esto sus riquezas ultramarinas la proporcionaban un comercio de permutas con la Europa, con el cual se hallaba en estado de proveer á sus pueblos de América de todos los obgetos de utilidad y de lujo; y para tenerlos á un mismo tiempo aislados y dependientes, añadia á este monopolio el extenso sistema de prohibicion, que era una de las bases de

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