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estrujada con tantas otras contribuciones, se negó á someterse á esta, tomó las armas y marchó sobre la capital.

El haber llegado á las manos, aun saliendo bien las tropas de la metrópoli, hubiera siempre enseñado al pueblo á probar sus fuerzas. Conocióse este peligro y se recurrio al resorte mas poderoso que tenia á su disposicion la autoridad española. Las piadosas y elocuentes exhortaciones del arzobispo de Bogotá bastaron para disipar una insurreccion que parecia formidable. En premio de tan señalado servicio se nombró virey al arzobispo : y en cuanto à los rebeldes, se agradeció su sumision enviándolos á respirar el aire apestado de las sábanas, y diezmando la poblacion de Socorro que era de cerca de 150,000 habitantes.

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Creyó la metrópoli haber hecho así un escarmiento saludable; pero no hubiera sido sino un apellido á aumentar su esfuerzo, tratándose con pueblos menos enervados por el despotismo. Pasaron muchos años, en cuyo intermedio hizo su explosion la revolucion francesa. Unas de las primeras declaraciones que esta hizo de los derechos del hombre, arrojando luces como un relámpago en medio de aquella masa impenetrable á la libertad,

recibió reverentes homenages en la residencia misma del virey. Allí se tradujo, se multiplicó y se grabó en los ánimos junto con la memoria de la fermentacion y del rigor que se encendió con este motivo; pues muchos habitantes de Santa Fé, entre los cuales ya se distinguian Nariño y Zea, fueron enviados con grillos á los pies á la Peninsula ( año de 1794).

Nariño tuvo maña para engañar la vigilancia de la tropa que le escoltaba: se marchó á Inglaterra, donde los insurgentes españoles hallaban en Pitt proteccion secreta ó manifiesta. En 1796, concertado cierto plan con este ministro, bolvio Nariño à la Nueva-Granada para preparar la insurreccion; pero abortó su empresa, y fue segunda vez preso.

A este tiempo la España se habia visto aun mas amenazada que sus colonias por la explosion patriótica de los franceses, y al paso que sus gobernadores de Ultramar enviaban á ella las primeras víctimas de una libertad todavia tímida, ella confiaba al cuidado de aquellos los ciudadanos suyos que pretendian hacerla participar de los principios revolucionarios. Tres de ellos habian sido encerrados en La Guaira, militares jóvenes, llenos de valor v de elocuencia. Allí seducen y ponen de su

parte á los que los guardaban y hacen entre los habitantes muchos partidarios: su designio era vasto, nada menos que de proclamar inmediatamente la república. Su atrevida empresa se desgració y fue castigada, pero á ella se debe el haber quedado desde entónces (1797) esa opinion dominante en Venezuela. Los principales conjurados, á saber, Gual, Cortes Campomanes, y España habian logrado salvarse de los rigores del poder; pero habiendo el último de ellos tenido la imprudencia de dejarse ver en La Guaira dos años despues, murió en un patíbulo. Su muger que le habia ocultado fue tambien condenada á cárcel perpetua.

Los ciudadanos hacian aisladamente sus ensayos de virtudes cívicas, y el despotismo se atolondraba multiplicando los suplicios, cuando en 1803 hubo un momento en que se creyó que la metrópoli y los colonos se iban à ver enredados en una guerra comun contra los naturales del pais. En Guamote, aldea de Quito, los indios despertaron repentinamente sus venganzas contra los blancos, con ocasion tambien de otro nuevo impuesto. Entraron en esta conspiracion numerosas tribus de las montañas, teniéndola secreta mucho mas tiempo del que podia creerse en hombres tan estúpidos. Su proyecto era coger de impro

viso á los criollos y degollarlos. En efecto, á una señal convenida, se derraman como un torrente llevándolo todo á fuego y sangre; pero mui luego faltos de concierto, se dispersan ó piden perdon. Los rebelados fueron aniquilados así ellos como sus lugares. i

Es cierto que no podria condenarse una insurreccion de los naturales que tuviera por obgeto el volver à aposesionarse de su territorio; pero la independencia salvage que reclaman todos y que se ha conservado intacta en las tribus no reducidas, parece privarlos del interes que inspira la defensa de una patria. Fuera de esto, el alboroto de Guamote no tenia ninguna relacion con los sucesos que agitaban las colonias.

Miranda se preparaba à dar un nuevo impulso al partido republicano. Este general, natural de Caracas, habia salido de allí mui joven en busca de instruccion y de gloria. Defensor de la libertad en los Estados - Unidos, cortesano desinteresado cerca de Catalina de Rusia, soldado y aventurero político en Francia, se habia mostrado celoso patriota en Londres, en donde habia solicitado por mucho tiempo socorros para poner en libertad su pais. La retirada momentánea de Pitt, la paz de Amiens, la actitud de la Francia bajo

el consulado, y por ultimo varios intereses particulares en Europa desde el año de 1800 á 1805 habian sobrevenido y distraido la aficion

que habia mostrado el gabinete inglés acia los insurgentes españoles. Miranda, que habia visto ya irsele de entre las manos dos expediciones, recelaba nuevos obstáculos; reunió unos cortos recursos, y poniéndose de acuerdo con los colonos españoles que se habian refugiado á los Estados Unidos, acometió hacer un desembarco en las costas de Caracas.

que

Llevaba solo quinientos hombres, pero con, taba con los progresos de la opinion. Luego desembarcó en la Vela de Coro, puso en fuga 1200 soldados realistas, tomó por sorpresa varios puestos, é hizo un apellido á los republicanos. Estos titubean, piérdese el momento de la libertad; los insurgentes se retiran. Miranda y sus compañeros habian llenado su deber, mas el pueblo no compreindia todavia el suyo.

La idea de separarse de la madre patria excitaba en el alma de los colonos una inquietud igual à la de un niño que por primera vez se aleja de su familia. Esa idea les habia sugerido diversos proyectos de conciliacion que habian transmitido humildemente al poder, cuando se presentó Miranda con su ar

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