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Recelos y desconfianzas entre el virey español de Nápoles, los suizos y los generales de las tropas del papa, entorpecieron y frustraron las combinaciones que hubieran podido dar una victoria segura á los ejércitos de la liga. Por último se resolvieron los suizos á dar ellos solos la batalla á franceses y venecianos en Marignano. Fué esta una de las mas reñidas y sangrientas y de las mas famosas y memorables batallas que se han dado en los bellos campos de Italia. Duró el primer combate desde las tres de la tarde sin interrupcion (13 de setiembre, 1515) hasta las dos de la mañana del siguiente dia, para renovarle luego con mas furor (1). El rey Francisco de Francia se jactaba de haber estado veintisiete horas á caballo, sin comer ni beber, y sin aliviarse la cabeza del peso del almete. Es cierto que aquel dia se señaló el jóven monarca francés como hombre de grande ánimo y valor, y á él solo se atribuyó la gloria del vencimiento. Los suizos, despues de haber hecho esfuerzos prodigiosos, se retiraron vencidos á Milan; mas no atreviéndose á permanecer allí, salieron con pretexto de no dárseles la paga que querian, dejando abandonado al duque. Los franceses entonces se apoderaron de Milan, rindieron el castillo, minándole y combatiéndole el español Pedro Navarro, y hecho el duque prisionero fué enviado á Francia.

Llegado que hubo á noticia del papa tan señalada victoria de los franceses, teniendo en cuenta la dolencia que aquejaba al Rey Católico y lo poco que podia ya vivir, calculó que le era mas ventajoso para el engrandecimiento de la casa de los Médicis la amistad con Francia que con España, y trató de concertarse con el monarca francés. Acordaron, pues, verse en Bolonia, y de aquellas vistas resultó una confederacion entre el papa Leon X, el rey Francisco I de Francia y la república de Venecia, que fué el principio de las nuevas guerras que quedaban preparadas para despues de la muerte del Rey Católico entre su sucesor Cárlos de Austria y Francisco de Francia, que tantas páginas ocuparon luego en las historias de Europa (2).

Pero el Rey Católico, cuyo vigoroso espíritu no desfallecia con los padecimientos y la flaqueza del cuerpo, todavía encontró medio de compensar en parte las contrariedades de Italia y la defeccion del pontífice, negociando nueva alianza con su yerno Enrique VIII de Inglaterra, al parecer con mas solidez que las anteriores, segun declaracion que ante todo el consejo de Inglaterra hizo el cardenal arzobispo de York, el gran privado de Enrique VIII. Este tratado de paz y estrecha amistad entre las dos naciones se firmó en Lóndres en octubre, y se publicó en Castilla á mediados de diciembre (1515).

El rey, con deseo de alargar cuanto pudiese los dias que le restaban de vida, habia salido de Madrid dirigiéndose por Plasencia á Sevilla y Granada, esperando hallar algun alivio en los países meridionales, pero pareciendo que mas iba buscando el lugar de su sepultura. Detúvose unos dias en la Abadía, pequeño lugar del duque de Alba, sitio apacible y delicioso y á propósito para la caza, para la cual contaba con mas aficion que aptitud física, y allí firmó y juró el tratado de alianza que sus embajadores acababan de hacer con Inglater

Cárlos V.-Brantome, Vies des Hommes Illustres.-Giovio, Vitæ Illustr. Viror.-Gomez, De Rebus gestis.-Zurita, Rey don Hernando, lib. X, capítulo 95.

(1) Se dió á esta batalla el nombre de Combate de los Gigantes. (2) Zurita, Rey don Hernando, lib. X, c. 9.

Notamos, en verdad con no poca extrañeza, que el ilustrado William Prescott, que de propósito escribió la historia del reinado de los Reyes Católicos, cuya buena ordenacion nos hemos complacido en reconocer, y cuyo buen juicio y criterio hemos adoptado en varios puntos, incurre en omisiones sustanciales, muy especialmente desde la muerte de la reina Isabel. Nada dice de los últimos sucesos y de los últimos actos del reinado de don Fernando, así fuera como dentro del reino, siendo como fueron de tanta importancia y trascendencia, y desde la muerte del Gran Capitan pasa á referir las circunstancias de la del Rey Católico, sin hacer una sola indicacion de las grandes novedades políticas que en este tiempo ocurrieron en Europa, que tanto afectaban á España y á la seguridad de sus posesiones de Italia, y en que tuvo Fernando tanta parte. Nosotros hemos creido que no podia dejarse de hacer siquiera algunas indicaciones en una Historia general, y no sabemos á qué atribuir tal omision en tan entendido escritor, tratándose de la historia particular de un reinado.

ra. En aquella ocasion y por la fiesta de Navidad (1516) vino. á buscarle el dean de Lovaina, Adriano de Utrech, ayo y maestro del archiduque Cárlos su nieto, con poderes del príncipe expedidos en Bruselas, para tratar por última vez acerca del gobierno de Castilla y de la sucesion de estos reinos. Concertóse, pues, lo mismo poco mas o menos que ya antes estaba capitulado, á saber; que el rey gobernaria los reinos de Castilla y de Leon todo el tiempo que viviese, aunque falleciera en tanto su hija doña Juana, y despues de su muerte comenzaria á gobernar su nieto el príncipe Cárlos: que entre tanto se le darian al príncipe cincuenta mil ducados cada año en Amberes, y cuando viniese á España se le asignarian las rentas y derechos de príncipe de Asturias: que para el mes de mayo próximo por lo menos seria enviado á Flandes el infante don Fernando, y con la misma flota vendria Cárlos á España sin gente de guerra: que el rey procuraria con el papa la incorporacion perpetua de los maestrazgos á la corona, y el príncipe se obligaria á señalar al infante su hermano una renta igual al menor de los maestrazgos: que á este se le daria el gobierno de los Estados de Flandes bajo la direccion de la princesa Margarita y de su consejo: que el rey nombraria las personas para los principales cargos y oficios del servicio del archiduque Cárlos su nieto, las cuales tomarian posesion despues que el príncipe estuviese en España: que el rey tomaba de su cuenta convocar las córtes del reino para que declarasen que muerta la reina doña Juana se reconoceria por rey al príncipe Cárlos de Austria su hijo; y que esto lo habian de jurar en Flandes el príncipe, la princesa Margarita y todos los del consejo ante el embajador de España Juan de Lanuza, así como el rey haria el propio juramento á presencia de los grandes y de los embajadores del príncipe, y haria que lo juraran el cardenal, el obispo de Burgos, el duque de Alba y el condestable de Castilla (3).

Es admirable la entereza de ánimo y el vigor de espíritu que conservó este monarca hasta que materialmente le faltó el aliento. Sin esperanza ya de vida se hallaba cuando llegó á Madrigalejo, pequeño lugar de Extremadura en la provincia de Cáceres, y todavía pensaba en hacer que Inglaterra rompiese la guerra con Francia, y aun entendia en las cosas de gobierno, y aun se acordaba de la caza de cetrería, que era su favorito pasatiempo. Y como el dean de Lovaina, sabiendo que estaba á la muerte, se fuese desde Guadalupe á Madrigalejo, el rey, noticioso de su visita, «ha venido á verme morir, dijo, y le mandó que se volviese á Guadalupe, donde él pensaba ir pronto á celebrar capítulo de la Orden de Calatrava. Cuando se convenció de que se acercaba su última hora, recibió muy devotamente los sacramentos como católico príncipe, y á muy poco llegó la reina, que habia estado en Lérida celebrando córtes de catalanes, pero no le permitieron hablar particularmente con su marido hasta que este tuvo otorgado su testamento. Fernando llamó poco antes de morir á los de su consejo para consultarles en el asunto de la gobernacion de los reinos de Castilla y Aragon; deseaba el rey, y así se lo manifestó reservadamente á sus consejeros, que la obtuviese en ausencia del príncipe Cárlos su hermano Fernando, el nieto predilecto suyo, nacido y criado en Castilla con él (4); pero expusiéronle aquellos los peligros que este nombramiento traeria, así por la corta edad del infante, como por los celos que se suscitarian entre los dos hermanos, y los bandos, discordias y ambiciones que podrian moverse entre los nobles y caballeros castellanos, como en otros tiempos no muy remotos habia acontecido: y como les preguntase á quién habia de nombrar, contestáronle que á Cisneros, arzobispo de Toledo. Era esto muy conforme á lo que él mismo habia ya ordenado en otro testamento (y era el segundo) hecho el año anterior (26 de abril, 1515) en Aranda de Duero (5).

(3) Carvajal, Anales, Año 1516.-Mártir, epist. 560 á 64.-Zurita, Rey don Hernando, lib. V, c. 98.-El primero de estos escritores acompañaba al rey en aquella ocasion, y era de su consejo y de la cámara. (4) Así lo tenia dispuesto en otro testamento que habia otorgado en Burgos en 1512.-Zurita, Rey don Hernando, lib. X, c. 99.

(5) Carvajal, Anales, 1516, c. 2, y Zurita en el lugar arriba citado difieren algo en este punto. Carvajal indica que el nombramiento de Cisneros se debió á los del consejo del rey, de los cuales era él uno, pero Zurita

Declaró, pues, definitivamente en este último testamento | juicio, conforme al de escritores contemporáneos de tan rescomo en los anteriores, por heredera universal de los reinos de Castilla, de Aragon, de Navarra, de Nápoles, de Sicilia, y de las posesiones de Africa y de Indias, á su hija la reina doña Juana, y á sus hijos y nietos de legítimo matrimonio, varones ó hembras. Atendido el estado intelectual de su hija, nombró gobernador general de los reinos á su nieto el príncipe Cárlos, para que los rigiese á nombre de la reina su madre; durante la ausencia del príncipe quedaba confiado el gobierno de Castilla al cardenal de España Jimenez de Cisneros, y el de Aragon al arzobispo de Zaragoza, hijo natural del rey (1). Encargaba muy encarecidamente al príncipe heredero que no hiciese mudanza en las provisiones de oficios que tenia hechas en los reinos de la corona de Aragon, y que ni en el gobierno ni en el consejo admitiese extranjeros, sino naturales del país. Resignaba la administracion de los maestrazgos de las órdenes en el príncipe su nieto. Dejó al infante don Fernando el principado de Tarento en Nápoles, y varias ciuda des en la provincia de Calabria, con cincuenta mil ducados anuales, hasta que su hermano le asignase una renta equivalente en el reino. Señaló á la reina doña Germana treinta mil escudos de oro al año, y cinco mil mas durante su viudedad: y hacia diversos legados para objetos piadosos (2).

Apenas firmado el testamento, exhaló su último aliento el Rey Católico entre una y dos de la tarde del 23 de enero de 1516, á los sesenta y cuatro años de su edad, á los cuarenta y uno de haber entrado á regir con Isabel el cetro de Castilla, y á los treinta y siete de haber heredado el de Aragon (3). «El señor de tantos reinos, exclama Mártir de Angleria, el que habia ganado tantas palmas, el que tanto habia difundido la religion cristiana y humillado tantos enemigos, este rey murió en una casa rústica, y murió pobre contra la opinion de los hombres (4).» En efecto, al decir de los historiadores aragoneses, este rey, á quien tanto se ha notado de mezquino, de avaro y de codicioso, murió tan pobre que apenas se halló lo necesario para hacer los gastos de sus funerales (5). Y este

prueba con el testamento de Aranda de Duero que ya habia sido esta misma la intencion de Fernando.

(1) Este nombramiento halló despues mucha contradiccion y resistencia en Aragon, cuyas leyes y fueros no admitian sino un solo gobernador, que era el príncipe primogénito: y aun despues de convenir en que el arzobispo no se nombrase gobernador sino curador, el Justicia del reino no quiso recibir el juramento, y se siguieron muchas turbaciones y bandos.

(2) El testamento se hizo tan extenso por sus fórmulas curiales, que apenas hubo tiempo para copiarle y que pudiera firmarle el rey. Carvajal le insertó en sus Anales, y posteriormente se imprimió en Apéndice al tomo IX de la Historia de Mariana, edicion de Valencia, á continuacion del de la reina Isabel.

(3) No murió precisamente en el pueblo de Madrigalejo, sino en una pequeña casa llamada de Santa María, situada á corta distancia en la Cruz de los Barreros, en cuya capilla existe una lápida con la inscripcion siguiente: Falleció el muy alto y muy poderoso y muy católico rey don Fernando V de gloriosa memoria en el aposento de esta casa, el viernes dia de San Ildefonso entre las 3 á las 4 de la mañana de enero 23 de 1516. Hay, como se ve, una variante entre esta inscripcion y los historiadores. (4) Mártir, epist. 566.

(5) «Puédese afirmar con toda verdad, dice Zurita (Rey don Hernando, lib. X, c. 100), que no fué amigo del dinero ageno, y de lo suyo era moderado, y del público muy avaro; tan diferente del rey don Enrique su antecesor, que sin modo ni juicio dió lo suyo y derramó lo ageno. De manera que los que le notan de codicioso, no entendieron quán gran alabanza fué conformarse con la Reyna Católica en lo que tocaba á la conservacion del patrimonio Real.»-«Y essa ni esperada ni imaginable virtud, dice Abarca hablando de la pobreza del rey (don Fernando el Católico, cap. 24), desmintió y condenó á quantos notaron á don Fernando de rey codicioso en retener y corto en distribuir.»>

Tal vez esta fama de mezquindad nació en parte de un dicho de Maquiavelo, que poniendo en caricatura los príncipes de su tiempo los describió así: «Un imperatore instabile e vario: un re di Francia sdegnoso e pauroso: un re de Inghilterra ricco, feroce, e cúpido di gloria: un re di Spagna taccagno e avaro.»

Tambien pudo contribuir la anécdota del jubon que de él se cuenta, á saber: que hablando un dia con un palaciego de los mas ostentosos y esmerados en vestir, le hizo tocar su jubon y le dijo: «¿Veis qué buena tela? Tres pares de mangas me lleva gastados.-El dicho, si es auténtico, pudo ser muy oportuno para reprender á los nobles de su tiempo su loca prodigalidad.

petable voto como el milanés Pedro Mártir, prueba que Fernando, aunque frugal, económico, y aun si se quiere, nimiamente parco, no era hombre que atesoraba, sino que conocia que era menester invertir con parsimonia las rentas de sus Estados si habia de atender á los gastos que tan vastas y numerosas empresas exigian. Acaso fué en esto algunas veces excesivamente cauto y tímido, y por eso escatimaba ó se detenia en enviar los recursos á los ejércitos de Italia que con disculpable y justa impaciencia le reclamaban el Gran Capitan y otros generales. Mas si la economía y la modestia de Fernando en su casa y persona pudo algunas veces dar ocasion á censura, tambien por otra parte era una leccion elocuente y una reconvencion tácita á la ostentosa y dispendiosa prodigalidad á que estaban acostumbrados los cortesanos de su tiempo. Y por último, como dice un escritor extranjero, «nadie le ha acusado de que intentara nunca llenar su tesoro por la venta de los empleos, como á Luis XII, ó por medios rapaces, como á otro rey contemporáneo suyo, Enrique VII.>> Su cuerpo fué llevado á Granada, donde se le hicieron solemnes exequias, y se le dió sepultura en la capilla real, al lado de la Reina Católica, su esposa. Su muerte fué muy sentida y llorada por los aragoneses, sus naturales súbditos, que le llamaron hasta cierto punto con verdad el último rey de Aragon muchos grandes y nobles de Castilla mostraron menos pesadumbre que satisfaccion por verse libres de la sujecion en que los tenia. Despues fueron conociendo los castellanos el rey que habian perdido, y no sin razon le llamó mas adelante un historiador de España: «príncipe el mas señalado en valor y justicia y prudencia que en muchos siglos España tuvo.»

CAPITULO XXVIII
Cisneros regente

DE 1516 Á 1517

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Ocupaciones de Cisneros en el tiempo que precedió á la regencia.-Gobierno de su diócesis-Fundacion de la universidad de Alcalá.-Famosa edicion de la Biblia Polyglota.-Engaño que padeció el infante don Fernando respecto á la regencia.-Pretensiones del dean de Lovaina. Confirma Cárlos el título de regente al cardenal.-El príncipe Cárlos toma el de rey de España.--Proclámale Cisneros.-Disgusto del pueblo: oposicion de los grandes: energía del cardenal.-Dicho célebre de Cisneros. Política del regente. Ensanche de la autoridad real: abatimiento de la nobleza: creacion de una milicia.—Sublevacion de ciudades. Sosiéganse las rebeliones.-Reformas administrativas.Guerra en Navarra: guerra contra el turco: sus resultados.-Inmoralidad de la corte de Flandes: el ministro Chievres: riquezas que van allá de España: indignacion de los castellanos.-Regentes flamencos: superioridad del regente español.-Invita á Cárlos á venir á España.-Venida de Cárlos de Gante.-Cartas y consejos del cardenal al rey.-Célebre carta del rey al cardenal.-Insigne ingratitud del rey.-Cisneros muere poco de recibir esta carta.-Juicio del cardenal Cisneros: sus virtudes.-Paralelo entre Cisneros y Richelieu.-Superioridad del prelado español.-Anuncio de una nueva era para España.

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El ilustrado y virtuoso arzobispo de Toledo y cardenal de España, don Fr. Francisco Jimenez de Cisneros, desde su regreso de la gloriosa expedicion de Oran se habia ocupado principalmente en atender con el mas esmerado y apostólico celo á la direccion espiritual de su diócesis, en socorrer con mano liberal las necesidades de los fieles y de los pueblos sometidos á su jurisdiccion, empleando las cuantiosas rentas de la primera mitra de España en suplir las escaseces con que la esterilidad de algunos años castigaba á los labradores pobres en comarcas enteras, y en fomentar con incansable afan los estudios de su querida y naciente universidad de Alcalá, de la cual es ya tiempo de dar cuenta, como de una de las fundaciones que honran mas la memoria de aquel esclarecido prelado.

Desde antes de terminar el siglo XV habia ocupado al insigne primado de España el pensamiento de establecer en su predilecta ciudad de Alcalá de Henares una escuela general para la instruccion de la juventud, pensamiento que uno de sus antecesores habia tenido ya y no habia podido llevar á cabo. Cisneros, cuyo carácter era la constancia en todo lo que

MAUSOLEO DE LOS REYES CATÓLICOS D. FERNANDO Y D.A ISABEL EN LA

CAPILLA REAL DE LA CATEDRAL DE GRANADA

La soberbia mole arquitectónica que sostiene el lecho sepulcral de los dos régios consortes presenta en su conjunto la forma cuadrangular de una gran pira, la cual se compone de dos cuerpos, el sarcófago propiamente dicho y el fuste en que descansa. El sarcófago termina con un plano que sirve de lecho á los dos bustos reales, en que se figuran los cadáveres de los régios esposos: el fuste ó sea el cuerpo inferior del mausoleo, lleva en cada costado un medallon circular entre hornacinas ocupadas por estatuillas de los apóstoles, y en cada uno de sus ángulos un hermoso grifo de forma grandiosa con las alas abiertas y ceñidas á los lados de la esquina. El medallon circular del costado derecho tiene representado el Bautismo del Señor; el del izquierdo la Resurreccion; el de la cabecera á San Jorge y el de los piés á Santiago. En los costados mayores, á cada lado del medallon circular, hay dos hornacinas, siendo, por tanto, cuatro las estatuillas de los apóstoles que las ocupan: en los costados menores no hay mas que una hornacina y una estatuilla de apóstol á cada lado del medallon.

Sobre este riquísimo fuste descansa la urna propiamente dicha; el costado de la derecha ofrece en dos emblemas el tránsito del paganismo al cristianismo, figurado el primero en una sirena alada de bifurcada cola, símbolo de la falacia y el fraude, y el segundo en un pelícano que abre sus alas, símbolo de la caridad. El costado opuesto presenta, en forma emblemática tambien, el paso de la muerte á la vida y el testimonio de una esperanza consoladora, en los dos símbolos contrapuestos de la calavera y la historia de Jonás. En la zona superior de este sarcófago están dispuestos con tanta elegancia como acierto una porcion de trofeos donde se divisan, interpolados con el yugo y las flechas, emblema de los Reyes Católicos, los castillos, los leones con la granada, escudos, mazas, carcajes, el grifo coronado, la cruz de Jerusalen entre el leon y el grifo rampantes, etc.

En los ángulos del sarcófago vense representados los cuatro doctores de la Iglesia latina, que llaman la atencion por sus bellas proporciones y actitudes. Del mismo modo que en el fuste campea un medallon circular en cada costado, en el sarcófago resalta un gran escudo con las armas reales, encerrado en una corona sostenida por ángeles, excepto en el costado que mira al altar mayor, en el que hay en vez de escudo un tarjeton con la inscripcion siguiente:

MAHOMETICE. SECTE. PROSTRATORES. ET. HERETICE.
PERVICACIE. EXTINCTORES. FERNANDUS . ARAGONUM.

ET. HELISABETHA. CASTELLE. VIR. ET. UXOR. UNANIMES
CATHOLICI. APPELLATI. MARMOREO. CLAUDUNTUR.
HOC. TUMULO.

Lo mas bello y mas digno de alabanza de este monumento son las dos estatuas yacentes, que constituyen tambien. la parte principal. La figura del rey D. Fernando, varonilmente hermosa, le representa en el sueño de la muerte, ceñida la frente con una corona, con el manto real por el hombro izquierdo y dispuesto de modo que le cubre la parte inferior del cuerpo: sujeta al pecho con ambas manos la espada, siendo la forma de estas de exquisito sabor clásico. La cabeza y la parte de la espalda descansan sobre dos almohadas; una tercera cede á la presion de los piés que descubren la parte inferior del arnés de guerra. A los piés del difunto monarca está tendido un leon.

La figura de la reina Isabel tiene el rostro ligeramente vuelto hacia el hombro izquierdo; su manto ofrece una disposicion análoga á la del de su marido, solo que cubre tambien en parte el hombro derecho. Tiene las manos cruzadas una sobre otra; adorna su frente una corona, convertida á fuerza de roturas en sencilla diadema; el cabello baja en undosas masas hasta el pecho, el cual luce la caballeresca venera de Santiago; las almohadas en que reclina la cabeza y la espalda son iguales á las del rey, y tendida al pié descansa una leona emparejando con el leon que acompaña á D. Fernando.

El monumento tiene las dimensiones siguientes: planta: lado mayor, 37,92; lado menor, 3,36; elevacion del lecho sepulcral, 1",64. Fué construido en Carrara por el escultor Bartolomé Ordoñez, natural de Burgos, y colocado por sus discípulos Cogono, Domenico el Franzesin y Cristoforo en la Capilla real de Granada en el otoño de 1522.

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MAUSOLEO DE LOS REYES CATÓLICOS, EN LA CAPILLA REAL DE CRANADA.

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