Imágenes de páginas
PDF
EPUB
[graphic][merged small][merged small]

Pasaron todavía los cristianos grandes fatigas y penalidades en los dias siguientes. Los ardientes calores del suelo africano en la rigorosa estacion del mes de julio, la sed abrasadora, la falta de agua y de alimentos sanos, los trabajos de las obras de ataque, las escaramuzas y rebatos diarios, el continuo cañoneo de una y otra parte, las enfermedades que se desarrollaban, todo hacia desear que se pusiera término á aquella situacion lo mas brevemente posible, y el emperador así lo procuró disponiendo un ataque general por mar y tierra á aquella fortaleza formidable. La noche antes de la batalla (13 de julio) la pasó visitando en persona, acompañado como siempre de su cuñado el infante de Portugal, todos los reparos y bastiones, baterías y trincheras, animando con alegre semblante á capitanes y soldados, recordándoles sus antiguas victorias y principalmente el haber espantado con solo su nombre en Hungría y hecho retirar á quinientos mil turcos, y prometiendo recompensar largamente á cada uno segun lo que en aquella jornada mereciese, con lo cual todos ardian en deseos de que llegara la hora del combate.

Las fuerzas así de tierra como de mar se habian dividido en tres tercios y puesto en la colocacion conveniente para el ataque simultáneo. El príncipe Andrés Doria, general de la armada, mandaba las galeras que habian de batir la torre de la Goleta, el muro nuevo y el bastion de la marina. Ayudábale con las galeras del papa, con las de Rodas, Malta y Portugal, el caballero romano conde de Anguilara. Capitaneaba las galeras de Nápoles don García de Toledo marqués de Villafranca. Don Alvaro de Bazan era el jefe de la flota española. El ejército de tierra estaba igualmente partido en tres tercios: Santiago, San Jorge y San Martin eran los nombres de la vanguardia, del centro y de la retaguardia. Habia en el campo de los españoles veinte piezas de batir, con una culebrina de mas de veinte piés de largo: los italianos tenian en su cuartel diez y seis piezas.

Al romper el alba (14 de julio) el emperador oyó misa y comulgó con los de su corte. Al ser de dia se dió la señal y comenzó el estruendo de la artillería de los cristianos, y á contestar los moros y turcos con la suya desde la Goleta. El cañoneo duró unas seis horas: el humo quitaba la vista, los estampidos ensordecian, el agua hervia debajo de las naves, y parecia que retemblaba la tierra y que se rompia y desgajaba el cielo. Comunicáronse los dos generales de tierra y de mar, el marqués del Vasto y el príncipe Doria; y el emperador tan pronto estaba en las baterías como cogia un arcabuz para disparar á los alárabes y moros de la parte de los olivares. Brava y heróica era la resistencia de los mahometanos. Al fin se desplomó la torre de la Goleta con su barbacana aplanando á los artilleros turcos, y desportillados los lienzos y bastiones por varias partes, se ordenó el asalto general. A los disparos que hacian todavía los turcos, se detuvieron y arremolinaron los italianos y españoles, y al verlo el emperador: ¡Oh mis soldados! exclamó á gritos: ¡aquí mis leones de España! Y encendidos en coraje arremetieron á porfía sin acordarse ya nadie de la muerte. Parece que los primeros que entraron en la Goleta fueron los soldados Miguel de Salas y Andrés Toro, ambos toledanos: de la gente de las galeras fué el primero don Alvaro de Bazan, y de los caballeros el príncipe de Salerno.

Muertos y ahuyentados los turcos y moros, hízose general la entrada de los imperiales en la Goleta. Halláronse sobre cuatrocientas piezas de artillería, algunas muy gruesas y con flores de lis é inscripciones que denotaban haber sido llevadas de Francia. Se cogió gran cantidad de municiones y armas, y un número de flechas increible; se apresaron en el canal cua

escribió á la emperatriz y á algunos grandes y señores de España, entre ellos al virey de Navarra, con quien se comunicaba siempre que podia, fechadas: «De nuestro campo sobre la Goleta de Túnez, á 30 de junio del año de 1535.-Yo el rey.-Cobos, Comendador mayor.» En ellas da cuenta de lo que le habia acaecido desde su salida de Barcelona hasta aquella fecha. Nuestros antiguos historiadores insertan algunas de ellas. Otras hay inéditas, que la naturaleza de nuestra obra no nos permite detenernos á copiar.-El inglés Robertson dedica solo unas breves páginas á la relacion del importante sitio y conquista de la Goleta y de Túnez, y omite todos los incidentes. Sandoval, por el contrario, trata este suceso con tanta prolijidad, que le consagra multitud de páginas en folio.

renta y dos galeras, entre ellas la capitana que Barbaroja habia traido de Constantinopla, con mas otras cuarenta y cuatro galeotas, fustas y bergantines, y otras pequeñas naves hasta ochenta y seis de varias formas. El mismo dia entró el emperador en la Goleta con el infante de Portugal su cuñado, y con el rey Muley Hacen, á quien dijo con risueño semblante: Esta será la puerta por donde entrareis en vuestro reino. Muley Hacen bajó los ojos, le dió las gracias, y dijo rogaba á Dios le diese cumplida victoria. Aquel mismo dia escribió Cárlos á la emperatriz, y á los grandes y vireyes de España noticiándoles su glorioso triunfo (1).

El pensamiento del emperador era marchar aquella misma noche sobre Túnez, y así lo escribia á España. Mas en el campo imperial se levantó una fuerte oposicion á este proyecto, fundada en no leves razones, cuales eran, el corto número de gente para tomar una ciudad populosa y vasta, defendida por cien mil ó mas combatientes con que contaba Barbaroja; la escasez de caballería para pelear contra veinte mil alárabes, diestros jinetes y con buenos caballos; los muchos soldados que se hallaban ya enfermos, y sobre todo el calor abrasador, y la falta de agua que los ahogaria en el camino. Pero Cárlos, que tenia empeño en arrojar de allí á Barbaroja, y que habia prometido el reino á Muley Hacen, convocó todos los caballeros y capitanes, les expuso con energía sus razones, les habló al alma, interesó su amor propio, y adhiriéndose á él el infante don Luis de Portugal y el duque de Alba, quedó resuelta la jornada á Túnez, si bien se difirió unos dias.

Barbaroja, aun perdidas la Goleta y la flota, que eran sus dos grandes elementos de resistencia y de fuerza, resolvió tambien defender á todo trance su capital. Contaba con mas de cien mil soldados, y si tenia muchos desafectos, procuraba ganarlos con dádivas ó aterrarlos con ejemplares de castigos crueles, y fiaba en que faltaria sustento á los cristianos, y principalmente el agua, y se moririan de sed. Apercibió su gente, velaba todas las noches, tomó todas las medidas para esperar á los cristianos, y para estar mas libre de zozobra encerró los cautivos, que eran mas de doce mil, en la alcazaba, y gracias que no los hizo quemar, como fué su primer impulso y pensamiento.

Determinada la partida del ejército imperial, dispuso el emperador que quedara en la Goleta Andrés Doria con algunas compañías italianas y españolas, con los enfermos, las mujeres, los mercaderes y gente de oficio; y dejándole las convenientes instrucciones, y armándose él de punta en blanco, despues de recorrer todos los escuadrones, se puso en marcha la mañana del 20 de julio con los veinte mil hombres de todas armas que formaban el ejército expedicionario, cuyo órden quiso dirigir él mismo en persona, no obstante que llevaba generales tan entendidos como el marqués del Vasto, el príncipe de Salerno, Fernando de Alarcon, el duque de Alba, el marqués de Mondejar y otros buenos caudillos. El rey Muley Hacen le sirvió mucho para informarle de la posicion de la ciudad, de sus contornos, de las costumbres y manera de pelear de los tunecinos y alárabes.

La marcha fué tan penosa como muchos habian previsto. A falta de bestias de tiro, tenian los hombres que arrastrar á brazo la artillería por un suelo de movediza y menuda arena. Habian andado dos millas cuando llegándose Muley Hacen á Cárlos V le dijo: Señor, los piés teneis do nunca llegó ejército cristiano. cristiano. Adelante los pornemos, le respondió el rey, placiendo á Dios (2). Aunque cada soldado llevaba sobre sí la provision para tres ó cuatro dias, y alguna agua en una pequeña bota, era tan recio el sol, y aquella tan escasa, y calentóse tanto en siete horas de marcha por aquellos abrasados arenales, que se morian de sed y rompian las filas desmandándose

(1) Sandoval cita varios hechos de armas heróicos, y particulares rasgos de valor que ocurrieron en el sitio y toma de la Goleta, de esos que siempre acontecen en tan largos y serios combates.-De las cartas del emperador solo cita las que dirigia al marqués de Cañete, virey de Navarra, las cuales pudo sin duda conocer mas fácilmente, y se le franquearian del archivo de aquel reino, como obispo de Pamplona que era.

(2) Relacion de lo que sucedió, etc. Biblioteca del Escorial, estante jj.—núm. 3.

en busca de agua, teniendo el marqués del Vasto, y el emperador mismo, que andar á cuchilladas con los soldados para ponerlos en órden. Algunos caian muertos y otros desmayados, como le aconteció al conde de la Coruña don Alonso de Mendoza, y habia quien por beber se ahogaba en las cisternas. Así anduvieron las cinco millas desde la Goleta á Túnez, en cuyas inmediaciones encontraron á Barbaroja esperándolos con su numerosa morisma. Asustáronse muchos al ver tan espesa masa de enemigos, y como alguno lo manifestase así al marqués de Aguilar: «Mejor, contestó este, así venceremos á mas y será mayor el despojo: á mas moros mas ganancia.» Frase que desde entonces quedó en España como adagio popular. Frente ya uno de otro, Cárlos V y Barbaroja, cada cual ordenó sus haces y arengó á los suyos. Fiado Barbaroja en la superioridad numérica de su gente, y en el cansancio, la fatiga y la sed de los imperiales, dió el primero la señal de acometer, y arrojáronse sus moros con descompasados gritos sobre los cristianos; mas á pesar de su fuerza numérica, de la ventaja de sus posiciones, y del arrojo y esfuerzo del antiguo jefe de piratas, todo se estrelló contra la disciplina, la serenidad, el valor y los certeros tiros de las regladas tropas del imperio, dirigidas por tan expertos y entendidos capitanes; y despues de algunas horas de recio y general combate, volvieron los mahometanos las espaldas al enemigo y los rostros hácia Túnez, arrastrando en su fuga al mismo Barbaroja, y quedando los cristianos en el campo, donde se hartaban en las cisternas y pozos de agua y de sangre, todo revuelto. La confusion y el espanto se difundieron por la ciudad, y muchos la desampararon despavoridos. Barbaroja habia vuelto decidido á defenderla, pero un suceso en que él no habia pensado le puso en la desesperacion, y dió al traste con sus planes. Los cristianos cautivos encerrados en las mazmorras de la alcazaba, aquellos á quienes habia tenido tentacion de hacer degollar, y cuyo acto de barbarie suspendió por habérsele afeado el judío Sinan, durante la ausencia de Barbaroja habian logrado ganar á dos guardas del fuerte, que eran españoles renegados, se hicieron dueños de las llaves, rompieron las cadenas, arrollaron la guardia turca, se apoderaron de la artillería, y la volvieron contra sus propios verdugos. Cuando lo supo Barbaroja, maldijo al hebreo que le habia quitado del pensamiento degollar y quemar los cautivos, decayó de ánimo viendo la alcazaba perdida, desfallecieron tambien la mayor parte de los suyos, y lleno de rabia y de melancolía, huyó de Túnez con los que quisieron seguirle camino de Bona.

Entre tanto el victorioso emperador marchaba con su ejército hacia la ciudad con grandes precauciones por temor de alguna emboscada. En esto divisaron una bandera blanca en la torre de la alcazaba. El emperador, que ignoraba el suceso de los cautivos cristianos, no sabia á qué atribuir aquella señal; mas no tardó en ser informado de todo lo ocurrido por algunos moros del arrabal que se adelantaron á ofrecérsele de rodillas, besándole los piés y proclamando Imperio. Acercóse entonces á la poblacion, y encontróse con comisionados de la ciudad que salian á hacerle entrega de las llaves, y al ver á su antiguo rey Muley Hacen, mostraron ó verdadera ó fingida alegría con lengua, gestos y ademanes exagerados segun su estilo. Bien hubiera querido Muley Hacen evitar el saqueo de la ciudad, y así se lo suplicó al emperador, hasta ofrecerle quinientas doblas con tal que en las dos primeras horas lo impidiese. ¿Pero podian ni el César ni los capitanes tener enfrenada la soldadesca una vez dentro en la ciudad? Así fué que no hubo medio de contener la matanza y el pillaje, en que se cebaron los soldados grandemente, siendo una de las cosas que sintió mas Muley Hacen el destrozo de la magnífica librería, cuyas encuadernaciones é iluminaciones en oro y azul valian una suma inmensa.

Hizo pues Cárlos V su entrada en Túnez el miércoles 21 de julio de 1535 (1). Hallaron allí muchas armas de las que los españoles habian perdido en la desastrosa jornada de los Gelbes,

(1) Sandoval ha tenido la curiosidad de observar la rara coincidencia, que el 16 de junio en que desembarcó el emperador en Africa, fué miércoles, que el 14 de julio, en que tomó la Goleta, fué miércoles tambien, y el 21, en que hizo su entrada en Túnez, fué igualmente miércoles.

juntamente con el rico arnés dorado que fué del desgraciado don García de Toledo. Hiciéronse sobre diez y ocho mil esclavos, que se vendian á los mas ínfimos precios. En cambio recobraron su libertad los doce ó diez y seis mil cautivos cristianos que allí tenia Barbaroja, muchos de ellos desde el tiempo de sus piraterías. Despachó el emperador pliegos á todas las naciones de la cristiandad participándoles su triunfo, y envió á España con cartas para la emperatriz al caballero portugués Jorge de Melo. Permaneció algunos dias en Túnez para tratar con Muley Hacen las condiciones con que habia de entregarle su antiguo reino, que fueron las siguientes:

1.a Muley Hacen se obligaba á dar libertad á todos los cautivos cristianos que existiesen en su reino, y á no consentir que nunca ni por nadie fuesen maltratados.

2.a Ni él ni sus sucesores cautivarian jamás, ni consentirian cautivar cristianos de ninguno de los dominios del emperador, ni de los de su hermano don Fernando.

3. El rey de Túnez permitiria en su reino iglesias cristianas, sin que se estorbara la celebracion de los oficios y culto católico.

4. No consentiria vivir en sus tierras ningun moro de los nuevamente convertidos en Valencia y Granada.

5. Cedia Muley Hacen al emperador y reyes de España las ciudades de Bona, Biserta y otras fuerzas marítimas que Barbaroja tenia usurpadas al reino de Túnez.

a

6.a Dejaba á Cárlos y sus sucesores la posesion de la Goleta con dos millas de terreno en circunferencia, con la sola condicion de que permitieran á los vecinos de Cartago sacar agua de los pozos de la torre llamada del Agua.

7.a Libre trato y circulacion por todo el reino á los cristianos que guarneciesen la Goleta.

8. El rey de Túnez pagaria para el sostenimiento de la fortaleza doce mil ducados de oro anuales.

9. Todos los súbditos del emperador podrian comerciar libremente en el reino, teniendo un juez imperial para sus

causas.

a

10. Muley Hacen y sus sucesores pagarian al rey de España y los suyos todos los años perpetuamente el dia 25 de julio en reconocimiento de vasallaje seis buenos caballos moriscos y doce halcones, bajo las penas que de no cumplirlo se establecieron.

11.a Mutua y perpetua amistad entre el emperador y sus sucesores y el rey de Túnez y los suyos, y libre negociacion y comercio entre sus vasallos.

12. El de Túnez no recogeria, antes se obligaba á echar de sus reinos todos los corsarios y piratas que anduviesen por el mar y fuesen enemigos del César (2).

Bajo estas condiciones, que firmaron los dos monarcas, con sus correspondientes testigos, y que se escribieron en español y en arábigo, dió Cárlos posesion de su antiguo reino á Muley Hacen, que subiendo otra vez al trono por entre torrentes de sangre no podia prometerse ser mejor quisto que antes de sus vasallos, por mas que el emperador le dijera al despedirse estas nobles palabras: «Yo gané este reino derramando la sangre de los mios; tú le has de conservar ganando el corazon de los tuyos: no olvides los beneficios que has recibido, y trabaja por olvidar las injurias que te han hecho.»>

En persecucion de Barbaroja habia enviado Cárlos á Adan Centurion con algunas galeras, el cual se volvió sin atreverse á llegar á Bona. Avergonzóse Andrés Doria de aquella cobardía, y marchó él mismo con cuarenta galeras; mas cuando llegó á las aguas de Bona, ya Barbaroja se habia fugado: tomó la ciudad y el castillo, y regresó dejando en él á Alvar Gomez con una compañía de españoles. De buena gana hubiera ido el emperador en seguimiento del famoso corsario hasta arrojarle tambien de Argel, pero hubo de desistir ante las consideraciones que le expusieron. Logrado, pues, el objeto de su expedicion, despidió las flotas de Portugal y Castilla, y dejando por alcaide y gobernador de la Goleta á don Bernardino de Mendoza con mil veteranos españoles, dióse á la vela con el resto de las naves la vía de Italia, arribó á Trápani, ciudad

(2) Dumont, Corps. Diplomat. tom. II.-Sandoval, Hist. del Emperador, lib. XXII.

de Sicilia (20 de agosto), y de allí á Monreal y Palermo, donde fué recibido con las demostraciones mas solemnes de público regocijo.

De tal-modo el resultado de esta ruidosa expedicion hizo subir de punto la fama de Cárlos V, que su gloria, como dice un entendido historiador, «eclipsó la de todos los soberanos de Europa, pues mientras los demás príncipes no pensaban sino en sí mismos y en sus particulares intereses, Cárlos se mostró digno de ocupar el primer puesto entre los reyes de la cristiandad, toda vez que aparecia cifrar todo su pensamiento en defender el honor del nombre cristiano, y en asegurar el sosiego y la prosperidad de Europa.»

CAPITULO XX

El emperador en Francia.-Nuevas guerras con Francisco I

DE 1529 Á 1538

Comportamiento de Francisco despues de la paz de Cambray.-Busca enemigos al emperador.-Desatentada política del francés.-Suplicio horrible de herejes: irrita á los príncipes reformistas á quienes habia halagado. Marcha contra Milan.-Despoja al duque de Saboya.Acógese este á la proteccion del emperador.-Pretende el francés suceder al duque Sforza en el Milanesado.-Solemnísima declaracion de guerra hecha á Francisco I por el emperador en Roma, en plena asamblea del papa, cardenales y embajadores: reto arrogante.-Entrada del emperador con grande ejército en Francia: imprudente confianza de Cárlos. Atinadas medidas de Francisco para la defensa de su reino.Comprometida situacion del ejército imperial.-Retirada deshonrosa. -Muerte del famoso capitan Antonio de Leiva.-Vuelve Cárlos V á España.-Guerras de franceses é imperiales en Flandes y Lombardía. Intervencion de dos reinas en favor de la paz-Treguas.-Alianza

de Francisco I con el sultan de Turquía contra el emperador.-Formidable armada turca en las costas de Italia.-Barbaroja y Andrés Doria.-Negóciase la paz entre Cárlos y Francisco.-Buenos oficios del papa y de las dos reinas.-Tratado de Niza.-Tregua de diez años. Célebre entrevista de Cárlos y Francisco en Aguas-Muertas. Se abrazan, y se separan amigos.-Resultado de estas guerras.

Un soberano habia tambien en Europa que en vez de alegrarse de los triunfos de Cárlos V, no solo los oia con envidia, sino con pena, y aun procuraba servirse de ellos como de arma para concitar los recelos y sospechas de las demás naciones sobre su desmedido engrandecimiento y sobre sus designios, como habia aprovechado su ausencia para trabajar en suscitarle compromisos y enemigos.

Este soberano era Francisco I de Francia, su eterno rival, que humillado y mortificado desde la paz de Cambray (1527), alimentaba en secreto su antiguo odio á Cárlos, y no habia cesado de buscar ocasiones y pretextos para ver de recobrar su perdida influencia y vengar las humillaciones recibidas del emperador. Un agravio que el duque de Milan Francisco Sforza le hizo en la persona de su embajador (1), le dió motivo para amenazar á Sforza, para quejarse agriamente al emperador, suponiéndole autor de aquel ultraje, y para apelar á todos los príncipes de Europa contra Cárlos, de quien no pudo alcanzar satisfaccion (1533). Pero sus gestiones fueron inútiles. El pontífice Paulo III que habia sucedido á Clemente VII quiso mantenerse neutral en las cuestiones de los dos monarcas, y Enrique VIII de Inglaterra no se prestaba á favorecer á Francisco, mientras este no se emancipara como él de la obediencia á la silla apostólica. Entonces el monarca francés en su ciega indignacion se precipitó en una marcha política incomprensible, contradictoria, y á todas luces desatentada. Quiso hacerse partido con los príncipes protestantes de la liga de Smalkalde (2), halagando sus doctrinas, y á este objeto envió á Alemania á Guillermo Du Bellay, y aun invitó á Melancton, el mas moderado y pacífico de los reformadores, á que pasase á Paris para tratar el medio de avenir las sectas reformistas que desgraciadamente desunian á la Iglesia. Y en los

(1) El caballero milanés Merveille, á quien el duque hizo condenar á pena capital por muerte dada en una disputa á un criado suyo.

(2) Para la mejor inteligencia de estos sucesos, conviene mucho recordar los capítulos XIV y XVI del presente libro.

momentos que Cárlos V proyectaba en favor de la cristiandad su expedicion contra Barbaroja (1534), Francisco daba audiencia pública á un enviado del Gran Turco, y manejábase de modo que llegó á entablar, en odio al emperador, inteligencias secretas con el sultan y con el famoso corsario.

Mas para desvanecer las vehementes sospechas que de poco afecto á la Iglesia católica daba con tan imprudentes pasos, determinó hacer un alarde público de celo religioso, pero llevándolo á tal extremo que le colocó en otra situacion no menos comprometida y grave. Unos protestantes franceses, sectarios de Zuinglio (que ya la reforma habia penetrado tambien en Francia), habian fijado en Paris á las puertas del palacio real y de otras casas principales unos carteles indecorosos, insultando los mas venerables dogmas y artículos de la religion. Aprovechó el rey aquella ocasion para dar un testimonio público de que era un celoso católico y un verdadero rey cristianísimo. Mandó hacer una procesion solemne, llevando al Santísimo Sacramento por las calles de Paris, en la cual iba toda la real familia, y marchaba él mismo á pié, con la cabeza descubierta y una hacha encendida en la mano (enero, 1535). Despues de la procesion exhortó al pueblo á permanecer en la fe católica, y añadió con enérgico lenguaje, que era tal su aborrecimiento á la herejía, que castigaria con la muerte á sus mismos hijos si de ella estuviesen infestados, y que si sintiese una de sus manos contaminada, se la cortaria con la otra. Y como se hubiese descubierto á seis de los autores de los pasquines, los hizo quemar pública y bárbaramente, mandando que se ejecutase lo mismo con todos los que hubiese en el reino (3).

Con esto irritó á los príncipes de la liga de Smalkalde, á quienes habia tratado de halagar, y que nunca tuvieron confianza en las declaraciones del monarca francés; de modo que no le fué posible ya hacerlos amigos, por mas artificios y por mas esfuerzos que para ello empleara el enviado Du Bellay. Aun el mismo elector de Sajonia, el mas acalorado reformista, no permitió ya á Melancton hacer el viaje á Francia, bien que le lisonjeara verse llamado por un soberano tan pode

roso.

Sin embargo de no hallar el rival de Cárlos apoyo alguno en los príncipes, no por eso renunció á su deseo de suscitar embarazos al emperador y á su afan de dominar en Italia, haciendo marchar su ejército á este país, primeramente contra el duque de Milan, cuyo ultraje no queria dejar sin venganza, y despues contra el duque de Saboya, cuñado y aliado íntimo del emperador, á quien comenzó á despojar de sus Estados, alegando el derecho que decia tener á ellos por su madre Luisa de Saboya, y renovando todas las antiguas reclamaciones de la corona de Francia. Débil como era el saboyano para resistir á tan poderoso monarca como el francés, tuvo que sufrir el despojo de la mayor parte de sus tierras, no quedándole otro recurso que acogerse á la proteccion de su deudo y amigo el emperador, que acabando de llegar de Africa no podia auxiliarle con la presteza que quisiera.

La muerte sin sucesion del duque Francisco Sforza acaecida por este tiempo (octubre, 1535), añadió nuevo y mas vivo fuego á las rivalidades entre el emperador y el monarca francés sobre la eterna cuestion del Milanesado, pretendiendo Francisco que volviese á la corona de Francia, por mas que ocho años antes hubiera renunciado solemnemente todo derecho á Milan y á Nápoles (4), y tomando Cárlos posesion del ducado vacante, como feudo del imperio, y alzándose por él pendones en Milan. Entretuvo no obstante el emperador al rey de Francia con astuta política, haciéndole concebir alternativamente esperanzas de dar la investidura de aquel ducado, ya al duque de Orleans, su segundo hijo, ya al de Angulema, su

(3) Decimos bárbaramente, pues segun Sandoval, los suplicios se ejecutaban atando á los sentenciados á una máquina que los levantaba en el aire: debajo se encendia un fuego vivo, en el cual se los dejaba caer para que se tostaran un poco: luego se los volvia á levantar, hasta que finalmente, el verdugo cortaba la soga y caian dentro del fuego hasta convertirse en ceniza. Hist. de Cárlos V, lib. XXII, núm. 49.—¡Y los franceses de aquel siglo proferian invectivas contra la Inquisicion española! (4) Documentos del Archivo de Simancas.-Tratado de Madrid de 1527.-Sandoval, Hist., lib. XXII, núm. 48.

« AnteriorContinuar »