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las largas guerras se hacia sentir. Sucedió lo que en tales casos acontece siempre; subieron de precio last mercancías, y encarecieron, dice su crónica, las cosas á tal punto, que fué menester acudir á otro peor remedio, el de la tasa ó máximum de los valores. El resultado fué el que siempre tales espedientes producen retrajéronse los mercaderes y vendedores, las plazas y mercados se hallaban vacíos de los más necesarios artículos, que á medida que escaseaban subian de valor, y afligia al reino una penuria facticia mucho más insoportable que la del dinero (1). Fuéle, pues, preciso á Alfonso revocar el edicto de la tasa, y dejar que las cosas se vendiesen libremente y á precios convencionales, como antes; pero ya lo inconveniente de las providencias habia producido uno de sus más perniciosos efectos, el de desautorizar al monarca para con su pueblo y sus vasallos.

La alianza con el rey moro de Granada fuéle útil á Alfonso en la guerra que luego tuvo que emprender contra los sarracenos de Jerez, Arcos, Medina Sidonia y Lebrija. Estas plazas, ó porque no hubiesen quedado bien sujetas á San Fernando, ó porque de nuevo sacudieran la dominacion de Castilla, fueron sucesivamente acometidas y tomadas por Alfonso X., con asistencia y auxilio de Ben Alhamar, que de mala gana le prestaba contra los hombres de su misma fé,

(1) Todas las gentes se vieron don Alfonso el Sabio, cap. 5. en gran afincamiento.» Chron. de

pero cuyo disgusto ó repugnancia le convenia por entonces disimular (1254). El gobierno de Arcos se dió al infante don Enrique, hermano del rey, á quien se habia entregado. Todavía tres años despues de esta guerra contaba don Alfonso con la alianza de Ben Alhamar, y sirvióse de ella con fruto para otra conquista que emprendió contra los moros del Algarbe, y principalmente contra la fuerte plaza de Niebla, que era como la cabeza del reino de aquel nombre, donde se mantenian y se habian fortificado los Almohades. Enemigo Ben Alhamar de esta raza, entraba más en su interés y prestaba con más gusto su ayuda al castellano para acabar de arrojarla del suelo español, y así puso á disposicion de Alfonso las tribus de Málaga para el sitio que este determinó poner sobre Nicbla. Estaba la ciudad defendida con muros y torres de piedra bien labrada, y á los ataques de los cristianos respondian los moros con dardos y piedras lanzadas con máquinas, y con tiros de trueno con fuego, al decir de la crónica árabe (1). Tal resistencia hizo durar el sitio más de nueve meses, al cabo de los cuales, tan faltos los sitiados de mantenimientos como de esperanza de socorro, solicitó el walí de la ciudad (á quien nuestros cronistas nombran Aben Mafod, y los árabes Ebn

(1) Conde, parte IV. cap. 7.Si estas palabras no están adulteradas ó mal traducidas, tendriamos ya en estos tiros de trueno con fuego el uso y empleo de la pól

vora por los sarracenos de España, à mediados del siglo XIII. No conocemos la historia de donde lo haya sacado el académico español.

Obeid) hablar con el rey Alfonso, y quedó concertada la entrega de la ciudad, así como la rendicion de otras varias villas del Algarbe (1257), dando en recompensa el soberano de Castilla al walí de los Almohades la posesion de grandes dominios, entre ellos la Algaba de Sevilla, la huerta del rey con sus torres, y el diezmo del aceite de su alxarafe, que producia una cuantiosa renta (1).

la

Hemos anticipado estos sucesos para mostrar lo que duró y lo que sirvió á Alfonso su alianza y amistad con el rey de Granada. Pero antes, y muy en los principios de su reinado, habia querido el nuevo soberano de Castilla realizar el pensamiento de su padre de llevar la guerra al Africa, á cuyo efecto hizo construir una suntuosa Atarazana en Sevilla para fabricacion de bageles, y obtuvo un breve de aprobacion del papa Inocencio IV. aplaudiendo la empresa y exhortando á los clérigos á que le acompañasen en ella y le sirviesen. De la ejecucion de este designio le distrajo por entonces la reclamacion que con las armas hizo al rey Alfonso III. de Portugal (1252) de las plazas del Algarbe, de que decia haberle hecho donacion su hermano Sancho II., llamado Capelo, en agradecimiento de haberle ayudado el de Castilla, siendo príncipe, cuando intentó recobrar sus estados de que le tenia desposeido el infante don Alfonso,

(1) Conde, ibid. —Chron. de don Alfonso el Sabio, cap. 6.

conde de Bolonia, su hermano. Entablada con energía la reclamacion, y seguidas las negociaciones, convínose el de Portugal en hacer al castellano la entrega del Algarbe (1253), ajustándose además el matrimonio del monarca portugués con una hija bastarda del de Castilla llamada Beatriz, habida en doña Mayor Guillen de Guzman. enlace que movió grave escándalo, así por el orígen bastardo de la princesa, como por estar á la sazon legítimamente casado el de Portugal con Matilde, condesa de Bolonia (1). Reina ya de Portugal doña Beatriz, y habido de su matrimonio el infante don Dionisio, acordaron ambos esposos solicitar de su padre y suegro el de Castilla les cediese en feudo los lugares del Algarbe que tenia ya ganados y los que le faltaba conquistar, para ellos, sus hijos y sucesores. Alfonso X., que amaba en estremo á su hija, no le negó la merced que pedia y les hizo donacion á ellos y á sus descendientes del dominio y jurisdiccion del Algarbe, con sola la obligacion de que

(1) Este fué uno de los muchos matrimonios de los reyes cristianos de la edad media que produjeron disturbios en lo político y escándalos en la moral. Declarado legíti mo por el papa á instancia de la condesa Matilde su matrimonio con Alfonso de Portugal, y notificado éste para que se apartase de Beatriz, como se negasen los dos á obedecer el mandamiento pontificio, fueron excomulgados y puesto entredicho en cualquier lugar en que se hallasen. En tal estado permanecieron, hasta que muerta la

condesa (1262), suplicaron los prelados de Portugal al papa Urbano IV. se condoliese de la miserable situacion de aquel reino, y que se dignase dispensar los impedimentos y nulidades del segundo matrimonio, confirmándole y declarando legítimos los hijos que de él habian nacido y naciesen, absolviendo de la excomunion y entredicho así á los príncipes como á los vasallos.-Duarte Nuñez, Brandaon, Faria y Sousa, en las Historias de Portugal. Hercul. id. tomo III.

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le hubiesen de servir con cincuenta hombres de á caballo cuando les requiriese; obligacion y feudo de que, como veremos, los relevó tambien despues (1)

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Terminado este negocio, volvió otra vez Alfonso X. á preparar su proyectada espedicion á Africa, para la cual hacia construir naves, no solo en las Atarazanas de Sevilla, sino tambien en las costas de Vizcaya. El pontífice Inocencio, á quien se conoce halagaba esta empresa, espedia nuevos breves destinando á este objeto una parte de los diezmos y rentas eclesiásticas, y mandando á los frailes dominicos y franciscanos que predicasen la guerra santa, y escitasen á la juventud española á tomar la cruz. Mas otro suceso vino tambien esta vez á contrariar este designio. El rey Teobaldo I. de Navarra habia muerto, (julio, 1253), dejando de su tercera esposa doña Margarita, dos hijos varones, Teobaldo y Enrique, el mayor de quince años, bajo la tutela de su madre (2). Temiendo la reina

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San Luis, se habia unico en 1239 á la cruzada que partió de Francia para rescatar el Santo Sepulcro, de cuya espedicion fué nombrado gefe. Aquella empresa se malogró por las disensiones de los cruzados, que se volvieron á Francia en 1240. Despues Teobaldo tuvo varias diferencias con el obispo de Pamplona, que apoyado por la Santa Sede, le excomulgó á él y á su reino. El rey hubo de ceder, y se le alzó el anatema para cuando diese satisfaccion al prelado ofendido; pero el monarca, no satisfecho con esto, hizo un viage á Roma pa

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