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Belén tantas y tan reputadas Corporaciones y Empresas de la Isla y del Extranjero, Academia de Ciencias de la Habana, Cámara Oficial de Comercio, Industria y Navegación, Empresas de Vapores y de Seguros, Compañías de Cables y de Telégrafos, Casas de Banco, Prensa Habanera, etc., etc., quienes manifestaron siempre su aprecio de tantas maneras, ya proporcionando recursos para costear los cables de Barlovento, ya rebajando las tarifas de dichos cables y aun pasándolos enteramente gratis, ya confiando en sus numerosas consultas al juicio de este Observatorio la suerte de sus personas é intereses, ya en fin dando públicos y escritos testimonios de recomendación, aprecio y gratitud en términos altamente honoríficos para sus Directores.

Dígalo por fin el cuadro por demás interesante que ofrece el Observatorio al aproximarse ó durante el mismo paso de algún huracán por la Habana. Entonces las consultas en persona se suceden sin cesar, así de las Autoridades como de personas particulares, todos cuantos tienen intereses comprometidos ó están á punto de ponerse en peligro, ó que tal vez temen por la suerte de personas queridas que vienen surcando los mares, y quizá yendo al encuentro de tan formidable enemigo inconscientemente y sin poder recibir aviso alguno. Hay casos en que la afluencia de visitas es tal que el tiempo es corto para interpretar partes y responder á consultas, y más de una vez el Director ha tenido que dar orden de no permitir á ciertas horas la subida al Observatorio sino á personas de gran respeto ó que por algún concepto sean dignas de especial atención.

Y ahora, al llegar al término de esta relación, con el mayor placer aprovechamos la oportunidad, para enviar á cuantos se han asociado á esta obra humanitaria ó de cualquier modo nos han prestado su favor y ayuda, la expresión más viva y sincera del aprecio y gratitud de este Observatorio del Colegio de Belén; para dar aquí público testimonio de la constante benevolencia y caluroso aplauso con que han sido recibidos sus humildes trabajos; y para ofrecernos á continuar, en la medida de nuestras fuerzas, esa obra bien hechora en pro de la ciencia y en favor de la Navegación, del Comercio y del pueblo de Cuba en general y de la Habana en particular.

R. I. P.

A LA MEMORIA

DE LOS QUE HAN MUERTO

RECUERDO DEL DIA 22 DE FEBRERO DE 1898

M

ÁS PROPIO lugar que este, para consagrar á los que en servicio del Colegio han muerto, durante los cincuenta años que lleva de fundado, el recuerdo que aquí les consagramos, parecerán sin duda las páginas de la anterior reseña histórica que titulábamos Los JESUITAS EN LA HABANA. Hay sin embargo una razón para hacerlo aquí por separado: la de que este recuerdo debiera haber formado, él solo, no ya capítulo, sino libro aparte.

Preparado estaba, con la ocasión que luego diremos, para la impresión, en forma de álbum, con copiosa información fotográfica; reunida estaba, por voluntaria suscrición, la cantidad suficiente. para costearlo; y aun, porque la mano de obra saliese más acabada, enviado estuvo á una casa impresora de los Estados Unidos. Pero varios contratiempos y dificultades ajenos á nuestra previsión y buena voluntad, ocurridos unos antes de embarcarse para España el P. Palacio, cuyo era el proyecto, y otros después que se hizo cargo de él el P. Arrubla, á quien sorprendió la muerte antes de que hubiese podido realizarlo, fueron causa de que se demorase notablemente la publicación; y ya casi se había desistido de ella y aun se había empleado el dinero recogido, en comprar y traer de

Carrara el magnífico Crucifijo de mármol que corona ya el sepulcro de nuestros hermanos en el cementerio de Colón, cuando ocurrió al actual rector, R. P. Vicente Leza, incluir dicho álbum, para satisfacción de los que tenían derecho á esperarlo, en este otro, conmemorativo del quincuagésimo aniversario de la fundación del Colegio, y que hoy ofrecemos á nuestros amigos.

Perdida con el tiempo una parte del valor é interés que le daban las circunstancias, y como por otro lado, de incluirse aquí integro y tal como estaba preparado, aumentaría con exceso el volumen del presente libro, ha parecido mejor presentarlo compendiado y en extracto, reducido á los límites de un corto capítulo.

Dispersos aquí y allá, sin una losa común que los cobijase, dormían el sueño de la muerte los que la caridad había unido en vida con el nombre de hermanos en una misma familia y bajo un mismo techo, los treinta y tres Jesuitas fallecidos en el lapso de cuarenta y cuatro años que contaba de existencia el Colegio, cuando el entonces rector, R. P. José María Palacio, concibió la idea de reunirlos á todos en una misma tumba, á donde fueran también á juntárseles los que en lo sucesivo fuesen muriendo.

En terreno generosamente cedido por el Ilmo. Sr. Santander, obispo de la Habana, en la zona de construcciones monumentales de primera categoría, cuartel NO. y cerca de la capilla central, comenzóse el día 8 de Noviembre de 1897 á labrar el proyectado sepulcro, bajo la dirección del arquitecto del obispado Sr. D. Francisco J. Marcotegui. El panteón, sencillo pero digno, quedó muy pronto terminado: ocupa un espacio de 7x4 metros superficiales y consta de cinco bóvedas y un osario; su construcción es de mampostería, ladrillo y cantería, y toda la superficie exterior está revestida de mármol blanco. El fotograbado que lo representa nos dispensa de entrar en más pormenores.

El crucifijo de que antes hemos hecho mención, acaba de ser colocado el día en que tuvieron principio las fiestas del cincuentenario, el sábado 16 de abril, sobre la estela donde está fija la lápida que contiene los nombres de los Jesuitas allí sepultados. Es, á juicio de los inteligentes, una verdadera obra de arte: un ángel, posado en uno de los brazos de la cruz, conforta á Cristo en la agonía,

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