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CENTRO DE LA MESA EN EL CONVITE DEL DIA 17 DE ABRIL 1904.

y todas las profesiones y todas las escuelas y todos los partidos. A pesar de lo cual á todos animaba el mismo sentimiento: el de la gratitud...>>

«Basta consignar, y lo consignamos con gusto, que la mayor parte de las personas que forman el mundo intelectual cubano, se encontraban en aquel lugar. Faltaban algunas ¡lógico es que tal sucediese! pero la principalía de los que se distinguen, en cuanto hay de ilustrado entre nosotros, fué comensal de los PP. Jesuitas, en el día de ayer. Unos más antiguos, otros mas modernos: todos discípulos de la casa y todos cariñosos y agradecidos. ¡Eran de ver aquellos grupos de confraternidad! ¡Eran de oir aquellos recuerdos evocados por todos, por maestros y discípulos! ¡Eran de admirar aquellas manifestaciones de afecto que en cada mesa se levantaban como un himno en honor del Colegio de Belén! >>

Y para transmitir algunas frases más íntimas, queden también aquí, aunque sueltas é incompletas, las que de un antiguo alumno textualmente refería un periódico: «Ayer hemos pasado los antiguos alumnos del Colegio de Belén un día verdaderamente hermoso, y eso que siendo domingo nos quedamos sin salida; yo al menos desde las seis y media de la mañana que llegué al Colegio, no salí hasta cumplidas doce horas, y no por cierto á la pared, como pasé algunas cuando en ese excelente plantel me educaba... Al ver reunidos á tantos viejos compañeros, que hoy ocupan puesto distinguido en todas las esferas de nuestra sociedad; á tantos que por años había dejado de tratar; al estrechar tanta mano amiga, me sentí verdaderamente emocionado y rejuvenecido, puesto que mi mente, evocando recuerdos pasados, me transportaba á aquellas épocas felices de mi niñez... Agradecido por la honra que me han hecho los PP. Jesuitas al invitarme para las fiestas, siendo como soy el más insignificante de sus antiguos alumnos, abrazo estrechamente á todos los padres, al abrazar con verdadero gusto al veterano Hermano Sugasti.»

El momento más esperado y que prometía ser el más solemne del banquete, era el de los brindis. Se había anunciado en el programa que sólo podrían hacer uso de la palabra los previamente designados por la Junta Directiva; y después de señalados los oradores había verdadera expectación para oirlos: ¡como que eran en Cuba los reyes del foro y de la tribuna: Montoro, Bustamante y Fernández de Castro! Particulares circunstancias hacían desear con especial interés el discurso de este último; pero una repentina indisposición

vino á impedirle á última hora, la asistencia al banquete, y á defraudar las esperanzas de todos.

Después de breves y oportunas frases del Presidente de la comisión organizadora, Sr. René Berndes, el secretario de la misma, Sr. Armenteros, dió lectura á varios telegramas de la Isla y del Extranjero. El del Sr. Fernández de Castro decía así: «Jaruco 16 Abril 8 p. m. R. P. Vicente Leza, Rector Colegio Belén. Habana. Por encontrarme indispuesto no puedo asistir al banquete como era mi mayor deseo, según manifesté al Sr. Carlos Armenteros, para tener el placer de acompañar en la fiesta á mis condiscípulos y el honor de saludar á mis antiguos maestros. De todo corazón me asocio al júbilo general en estos días, y elevo al cielo mis votos más fervorosos por la prosperidad y ventura de ese establecimiento de enseñanza, que ha contribuído con eficacia á formar la conciencia cubana, y que debe ser considerado por todos los hijos del país como institución benemérita de la patria.-RAFAEL FERNÁNDEZ DE CASTRO.>>

Aunque nuestro mayor gusto sería reproducir íntegros los discursos pronunciados, vamos á limitarnos á dar una breve idea de cada uno de ellos. Habló el primero, como miembro de la Comisión organizadora, el Dr. Manuel Secades. Su discurso fué un himno entusiasta de gratitud y de alabanza al Colegio de Belén, al que llamó «monumento de gloria verdaderamente nacional.» Parte fué culminante de su discurso aquella en que dijo cómo el Colegio había sido durante las pasadas contiendas campo neutral de la verdad y del bien, donde jamás por ningún caso se habían perseguido fines políticos ni hecho propaganda de ningún género en este sentido. Pero cuando el orador estuvo más elocuente y cuando conquistó más aplausos, fué al recordar las enseñanzas religiosas recibidas en aquellos claustros y en las que confesó haber encontrado fuerzas en los trances difíciles de la vida, y cuando como cubano y como revolucionario protestó contra los que al conseguir la independencia habían pensado romper con la Religión y con la Iglesia, y en hermosa profesión de fe declaró, entre los aplausos de todos, que juntos vivirían siempre en su conciencia y juntos brotarían de sus labios el amor de Dios y el de la Patria, sintetizados en esta frase y en esta confesión: Creo en mi patria y creo en Dios.

Y tocó la vez de hablar al antiguo alumno de Belén y hoy Senador ilustre el Dr. Antonio Sánchez Bustamante. Bien puesta tenía su fama como orador, pero esta vez se excedió á sí mismo, pues según por todos se decía, nunca había estado tan conmovedor, tan inspirado y tan elocuente. Apenas comenzó á hablar, vióse á todo

aquel auditorio levantándose de sus puestos, agolparse en torno del orador como sugestionado por su elocuencia, y corear los brillantes períodos de su peroración con aplausos de entusiasmo y exclamaciones de asentimiento, y, lo que es más, acompañarlos con lágrimas que corrieron por muchas mejillas. Y era que el Dr. Bustamante, dando en esta ocasión de mano á otros temas que había prevenido, dejó hablar á su corazón evocando los risueños recuerdos de la infancia, amargados al mismo tiempo por la memoria de los séres amados ya desaparecidos, alguno de ellos para el orador aún muy recientemente. Y luego, en períodos elocuentísimos, que eran la prueba más gallarda de las excelencias que ponderó de la lengua castellana, brindó entusiasta por la estabilidad y prosperidad de la obra del Colegio, que á su juicio estribaba, entre otras cosas, en sostener y asegurar en Cuba el predominio de la lengua que santificó y consagró San Ignacio de Loyola.

Después, entre una salva de aplausos y una ovación indescriptible, se levantó el que todos apellidan el gran Montoro, y entre aplausos también empezó y continuó su elocuente discurso en el que habló de la fiesta que se solemnizaba y de la obra del Colegio, que había ejercido durante cincuenta años poderoso influjo en la civilización del pueblo cubano, por ser sus alumnos pertenecientes á las clases de más arraigo en el país. E indagando las causas del prestigio de que goza Belén, señaló como tales, el plan y método de su enseñanza; porque además de inculcar la religión consagra preferente atención al estudio de las humanidades, y en cuanto á las ciencias experimentales, no solo las enseña en la clase, sino que las cultiva además en su observatorio, el cual por medio de sus observaciones y publicaciones periódicas toma activa y honrosa parte en la obra internacional colectiva de la ciencia contemporáComo mérito especial del Colegio, hizo constar además, que tanto ó más que á formar inteligencias, atiende á formar caracteres, inculcando el principio de la obediencia, pero despertando al mismo tiempo el sentido de la responsabilidad y templando el alma para las luchas de la vida. Atronadores aplausos, hicieron eco á las últimas elocuentísimas palabras de Montoro.

nea.

Cerró los brindis el R. P. Rector, quien, emocionado y conmovido, dió, con palabras á que su misma sencillez hacía elocuentes, las gracias a todos; dijo lo dulce que era trabajar entre corazones que tan bien saben agradecer como los cubanos, por lo que cuantos Jesuitas aquí han estado conservan gratísima impresión de esta tierra y con sumo gusto se dedican á trabajar en ella; recordó á tantos Jesuitas como por aquí han pasado, á los que aquí han muer

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