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DEFENSA DEL PUERTO

Mientras que el Callao no estuvo amenazado, no se pensó en artillarlo; y á pesar de que, desde 1579 pudo comprenderse esa necesidad, por el intempestivo ataque que hizo el pirata sir Franc Drake el 13 de febrero de dicho año, ocasionando graves daños á las naves ancladas á la sazón en el puerto, el entonces Virrey don Francisco de Toledo se conformó con hacer una débil defensa, pues el Virrey Don Francisco de Borja y Aragon, Principe de Esquilache, que llegó en 1615, só o halló como elementos de defensa en tierra, un cañòn reforzado, dos cañones pequeños de fierro colado y uno recien fundido en Lima que después reventó á la prueba.

En el mar sólo existía utilizable el navío <Jesus María» que hacía de capitana, y el “San José» que necesitaba algunas reparaciones. Además habían el galeon "Nuestra Señora» viejo é inservible y el "Visitación» que era buena presa.

Este Virrey se preocupó del asunto, y fortificó el puerto haciéndolo Presidio (1), lo que era una necesidad, para evitar las sorpresas que los piratas

(1) Guarnición de soldados que se pone en en las plazas y fortalezas

para su custodia.

podìan hacer nuevamente, aprovechando de la salida de la armada, ya en busca de ellos mismos ó llevando el tesoro á Panamá.

Mandó, pues, construir en sitios convenientes, dos plataformas con 6 y 7 cañones, respectivamente, y estableció una guarnición constante de 1,500 hombres, dividida en cinco compañías.

Puede decirse, pues, que la fortificación del Callao data desde esa época.

Cuando dejó el gobierno en 1621, quedaban en la mar, los siguientes navíos: «Nuestra Señora de Loreto», de 700 toneladas que hacia de Capitana, con 44 piezas, é igual número de artilleros, 60 marineros y 16 grumetes; el «San José», de 32 piezas, 50 marineros, 12 grumetes y sus respectivos artilleros; el «Jesús María», de 30 piezas; el «San Felipe y Santiago de 16 piezas con sus artilleros, 24 marineros y 10 grumetes; el Patache «San Bartolomé» con 8 piezas, 8 artilleros 10 marineros y 8 grumetes, y además dos lanchas con dos piezas cada una.

El gasto que ocasionaban las fuerzas de mar y tierra, entonces, era de 390,000 pesos de á 8 reales al año, y hace notar en su memoria que el Virrey Marqués, de Cañete, su antecesor, gastaba 409,000, sólo en sostener 5 galeones.

Se explica el abandono en que estuvo la armada, antes de 1615, por la declaración que le hizo al Príncipe de Esquilache, su antecesor, el Marqués de Montes Claros, de que «no había podido «conseguir gente para la defensa del puerto, y que «dudaba, haber conseguido cien hombres que se atre«vieran á morir por él.»

Esta declaración hacía poco honor, al Marqués de Montes Claros; pero no es nuestra misión juzgar del mal ó buen gobierno que hizo.

El Marqués de Guadalcazar (1622-1629.,) mejoró la fortificación del puerto, y dejó tres plataformas y otras defensas en la playa, que se extendía hasta La Punta, en las que habían 40 piezas de artillería, todas de bronce, fundidas en Lima, entre las cuales se contaban ocho culebrinas reales. Hizo levantar un castillo á un cuarto de legua del pueblo, en el que se colocaron doce piezas, que las guarnecía una compañia de cien hombres.

El historiador Bernabé Cobo, dice en 1639, que el puerto estaba defendido en esa época, por tres galeras pequeñas, ocho grandes lanchas y una chata, tan grande, agrega, que es un castillo portátil, artillado de culebrines reales y cañones de batir.

No debe extrañarse la diferencia que se nota entre la afirmación de los virreyes, respecto á la armada, y lo que dice Cobo, tanto por el tiempo trascurrido, cuanto por las eventualidades á que obli gadamente están sujetas las naves y la defensa de los puertos.

A fines de 1640, el virrey Marqués de Mancera, principió á construir nuevas fortificaciones, amurallando sòlidamente la ciudad y reemplazando la antigua trinchera y cerco de adobes, con verdaderas fortalezas. Al respecto dice el Historiador fray Bernardo Torres, en las crónicas agustinas (1642):

«Sus fortificaciones en distintos tiempos han tenido formas diferentes: castillos, fuertes, plataformas y trincheras, hasta que el magnífico señor don Pedro de foledo y Leiva marqués de Mancera, Virrey de estos reinos, las redujo todas al mejor arte y á mayor virilidad y fortaleza, coronando el pueblo con una inexpugnable muralla de terraplen. con su camisa de piedra y cal, parapeto y banqueta según el arte de fortificación más moderno, que

sirve de reparo á las inundaciones del mar y de terror á las armadas enemigas.

<La frente de la muralla á la marina se compone de 5 baluartes guarnecidos de reforzada artillería de bronce, culebrinas reales, cañones de batir y medios cañones, según los parages y distancias, con sus traveses que se resguardan unos á otros y á las cortinas que los dividen y todos los demás adherentes necesarios para una fuerza real bien municionada y proveida. En medio de la cortina principal de la marina con hermosa proporción, se muestra una puerta Real magnificamente labrada de sillares de piedra berro-pequeña, cuya elegante fábrica en la muralla airosamente se descuella. El recinto de tierra tiene ocho baluartes capaces, de co piezas cada uno y una grande puerta en un través que sale á la boca del camino real, coronado de un homenaje, y otras dos puertas menores en medio de dos cortinas defendidas de dos traveses, que todo junto unido y trabado con el recinto de la marina, rodea poco menos de una legua española. No tiene foso porque no lo sufre la tierra que en partes, á poco trecho da en agua, pero puede suplirle su falta con la entrada encubierta».

M. Frezier, Ingeniero francés, enviado por su Gobierno para estudiar los puertos, poblaciones, costumbres y productos de estos países, en su obra Relation du voyage de la mer du sud aux côte de chily et du Perú 1712/14 edición de 1716 -dice respecto á esta fortificación lo siguiente: pag. 175.

«El ancho de la muralla es de dos perfiles diferentes, las cortinas no tienen por encima sino ocho pies de ancho, dos y medio de terraplén, tro tanto de banqueta y tres camisas de cascajo, mezcla de cal y arena, lo demás del espesor es de ladrillos cru

dos con un pequeño muro de cascajo (morrillo) adentro.

«El muro de los balurtes tiene cinco toezas de terraplèn pavimentado de adoquin mal juntos, para servir de plataforma á los cañones. El todo de albañilería es poco sólido por lo mal hecho.

<Cada baluarte está abovedado y tiene su polvorin, balas y todo lo necesario para la artillería. »

Continúa el padre Torres:

«No son menores las fuerzas que dentro del mar aseguran el puerto: porque para su defensa y para llevar el real tesoro á Panamá, tiene tres galeones guerreros sin otros bajeles menores, dos galeras de á 25 remos por banda que se guardan en el obrador, para cuando la ocasión las pidiere, obra insigne del prudentísimo Señor Conde de Chinchón; algunas lanchas armadas y una grande chata que es una especie de embarcación perezosa à manera de un fuerte portátil, con seis piezas de artillería y dos culebrinas reales, y es de grande efecto para infestar al enemigo que intentare invadir el puerto.

«La capitana Real, es la Reina de la mar del Sur y pudiera sérlo de la del Norte, por su hermosura y grandeza; es de 1150 toneladas y capáz de 60 piezas de artillería. La «Almiranta» es de 1000 toneladas y de pocas menos piezas; ambas se deben á la Providencia e incansable actividad del famoso Marqués de Mancera».

En 1682, vemos ya que los buques de la armada están poco menos que abandonados, porque al dar cuenta el Virrey, duque de la Palata, de la orden que dió con motivo de estar plagado este mar de piratas, para «que ningún navío saliera á nave«gar sin que vaya bien artillado y armado, y lleve

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