Ensayo de una biblioteca española de libros raros y curiosos, Volumen4

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M. Rivadeneyra, 1889

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Página 715 - Yo no conocí, ni vi, a la madre TERESA DE JESÚS mientras estuvo en la tierra; mas agora, que vive en el cielo, la conozco y veo casi siempre en dos imágenes vivas que nos dejó de sí, que son sus hijas, y sus libros, que, a mi juicio, son también testigos fieles y mayores de toda excepción de su grande virtud.
Página 965 - Algunos quieren que sean la cartilla de los poetas; yo no lo siento así, antes bien los hallo capaces, no sólo de exprimir y declarar cualquier concepto con fácil dulzura, pero de proseguir toda grave acción de numeroso poema. Y soy tan de veras español, que por ser en nuestro idioma natural este género, no me puedo persuadir que no sea digno de toda estimación.
Página 119 - Muestra de su sepulcro algunas señas y cavaré con lágrimas las peñas que ocultan su sarcófago sagrado. Pero mal pido el único consuelo de todo el bien que airado quitó el cielo. 100 ¡Goza en las tuyas sus reliquias bellas para invidia del mundo y las estrellas!
Página 201 - El Marañón y Amazonas. Historia de los descubrimientos, entradas y reducción de naciones. Trabajos malogrados de algunos Conquistadores, y dichosos de otros, así temporales, como espirituales, en las dilatadas montañas y mayores ríos de América, Escrita por el Padre Manuel Rodríguez, de la Compañía de Jesús, Procurador General de las provincias de Indias, en la Corte de Madrid.
Página 75 - Sabed que en tiempo pasado yo amé a quien bien servía, la cual era la infanta. Por desdicha vuestra y mía prometí casar con ella; ya ella que le placía, demándame por marido por la fe que me tenía. Puédelo muy bien hacer por razón y por justicia: díjomelo el rey su padre porque d'ella lo sabía.
Página 73 - Buen rey, si me dais licencia, yo luego me partiría. — Vayáis con Dios, el buen conde, ordenad vuestra partida.
Página 1207 - Es la muerte un antídoto dudoso al veneno del mísero rendido, que de propias desdichas sacudido, libra en eterno sueño su reposo. Puerto donde la nave combatida de la saña del mar contrario y fuerte, piensa tener propicia la acogida. Es un bien no estimado, de tal suerte, que todo lo que vale nuestra vida es porque tiene necesaria muerte.
Página 77 - Cuando ya la vido el conde traspasada y fallecida, desnudóle los vestidos y las ropas que...
Página 965 - Aquí tienes, lector, dos centurias de «Sonetos», aunque impresos otra vez en mi «Angélica»: pero van acompañados de las «Rimas», que entonces no salieron a luz, porque excedía el número a lo que permite un libro en octavo folio.
Página 841 - Cuando la tierra da hierba y los árboles dan flores; cuando aves hacen nidos y cantan los ruiseñores; cuando en la mar sosegada entran los navegadores, cuando los lirios y rosas nos dan los buenos olores; y cuando toda la gente, ocupados de calores, van aliviando la ropa y buscando los frescores; do son las mejores horas las noches y los albores, en este tiempo que digo comenzaron mis amores de una dama que yo vi, dama de tantos primores: de cuantos es conoscida, de tantos tiene loores.

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