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orden y de paz. Costeadas antes por los concejos, desde el año 1492 las tomó á su cargo el Erario Público, con lo cual vinieron à depender directamente de la corona. Las Hermandades fueron sustituídas por un cuerpo de ejército permanente, llamado la Santa Hermandad. "Esto, no obstante, alentaba aún, veinte años después, el espíritu que les había dado vida durante más de dos siglos, y todavía tentaron un esfuerzo supremo en 1520. La venida de los flamencos á España con el emperador Carlos V dió entonces motivo al levantamiento de las Comunidades de Castilla, que así se denominó en aquel tiempo á las Hermandades, y á los lamentables sucesos de todos conocidos, última página de la historia de aquellas asociaciones, que tan célebres llegaron á hacerse en los siglos XIV y XV, 1.

En tiempo de Carlos I de España y V de Alemania, la guerra de las Comunidades de Castilla, por codicia de los cesarianos y por torpeza de los comuneros, trajo consigo la ruina de la industria, la paralización de las fábricas, y en general, la pobreza del país. Felipe II, hijo ingrato de Valladolid, trasladó la corte à Madrid; y Felipe III, por poco tiempo, la volvió á la ciudad del conde Ansúrez. En los primeros días del reinado del tercer Felipe, la situación de los pueblos de Castilla era sumamente lastimosa. En las cortes de Madrid de 1598

1 O. C., pág. 381.

á 1601 se hizo una pintura fiel del estado de Castilla. Á los más acomodados no les alcanzaba su hacienda para vivir; los labradores comunes se habían convertido en mendigos; el hambre, la desnudez y las enfermedades, consecuencias naturales de la pobreza, daban un aspecto triste á las poblaciones; la necesidad ponía á muchos hombres en el caso de darse al robo, y á muchas mujeres en el de sacrificar su virtud y vender su honestidad. Las causas de estos males las señalaban también los procuradores, á saber: la esterilidad de algunos años, la malicia de los vendedores, y principalmente la insoportable carga de los tributos reales 1; pero lo que más contribuyó al estado ruinoso de Castilla, fué la peste que se desarrolló en el año 1599. “En los Estados de Flandes, sujetos al dominio español, había una malignísima peste que devoraba á sus habitantes. La ambición del comercio hizo llegar al puerto de Santander unas naves cargadas de mercaderías y ropas, y en ellas vino el contagio con que aquella provincia se abrasaba,,. Añade el mismo escritor, que el contagio se propagó desde Santander á toda Castilla, y de ciudad en ciudad, de provincia en provincia, casi no hubo pueblo en España que no sufriese las calamidades del azote. Mientras que los médicos cuestionaban sobre si era ó no verdadera peste, y en qué se distinguía la peste del contagio, escribía el crítico Gracián: En que mientras los médicos andan en sus disputas y controversias, se lleva toda una ciudad y se extiende á todo un reino 2.

1 Petición 24. Véase Lafuente, Hist. de España, t. XV, p. 286. 2 Joaquín de Villalba, Epidemiología española, t. I, págs. 226 y 227. Véase la Real Pragmática, fecha en Martorell á 14 de Junio de 1599. "Doctor Luis Mercado, médico de mi cámara, y uno de mis protomédicos, por la necesidad precisa que se entiende hay en los mis reynos de Castilla de ocurrir á esta manera de peste tan general y perniciosa, pareció ser cosa necesaria se hiciese de

Felipe IV, hijo también de Valladolid, y Carlos II, nada hicieron que sea digno de contarse.

En la guerra de sucesión, Valladolid y sus pueblos se declararon por los Borbones; y Felipe V, Fernando VI, Carlos III y Carlos IV fueron simpáticos à la región castellana.

Durante la guerra de la independencia, la provincia de Valladolid luchó con entusiasmo por la libertad de la patria; y más tarde, derramó sangre generosa defendiendo la constitución y la justicia.

ello un tratado para que en todas las provincias, ciudades, villas y lugares de ellos se entienda y sepa con certidumbre qué enfermedad es, y qué orden se debe tener en la guarda y providencia de los lugares sanos, cómo se atajará en los que ya están tocados, y lo que cada uno debe hacer en guarda y defensa de su salud, y con qué remedios se curarán los que ya estuviesen heridos. Y confiado de vuestras letras, prudencia y experiencia que le sabréis hacer y disponer como la necesidad lo pide, os lo he querido cometer y encargar, como por la presente lo hago, para que hecho se imprima, como lo he mandado, y distribuya luego por los procuradores de cortes de los dichos mis reynos, sin que haya dilación, ni sea necesaria otra diligencia; pues lo habéis comunicado con los demás médicos de cámara,,.

V.

VALLADOLID.

Se halla situada á los 41° y 42m de latitud N. y 42m de longitud O. de Madrid, en un valle, à 694 m. de elevación sobre el nivel del mar, y regada por el Pisuerga que corre de N. á M., y por el Esgueva que cruza de E. á O. formando dos brazos.

Los muchos sepulcros romanos que se han encontrado en diferentes épocas, monedas de emperadores y otros objetos, indican que en el suelo de Valladolid. existió una población romana, cuyo nombre se ignora. No fué Pincia, como afirmó el erudito humanista Fernando Núñez de Guzmán; ni Pisóraca, como ha creído el académico é historiador D. Aureliano Fernández-Guerra. Pincia, según se dijo en otro lugar, se hallaba cerca de Peñafiel, y Pisóraca indica únicamente el nombre del río Pisuerga.

Nada se sabe de Valladolid durante la dominación visigoda, conservándose recuerdos de inapreciable valor en San Román de la Hornija, y en Bamba, partido judicial de Tordesillas.

Dueños los árabes de España, Vilad-Olid, tierras de Olid, ó Valad-Olid, ciudad de Olid, formó parte del patrimonio de Walid II (705-715), califa de Damasco, como antes fué también propiedad de la corona de los visigo

dos. "Cuando quedó despoblada Valladolid, había en las riberas del río, cerca de aquella parte por donde Esgueva entra en Pisuerga, ciertas caserias que servían de albergue à los vecinos del lugar de Cabezón que venían á labrar las tierras por ser las mejores de toda esta comarca. Fueron creciendo estas caserías, y llamáronse la villa de Resa, por ser éste el apellido de una mujer, señora de muchas heredades, para cuyas labores venían los hijos de Cabezón: este fué el principio y la causa de la fábula introducida de que Valladolid habia sido aldea de Cabezón,, 1.

Valladolid, antes del año 1073, ó cuando todavía D. Pedro Ansúrez no era alcalde ó gobernador de la ciudad, tenía apenas dos mil doscientos pies de circuito. "Arrancaba la muralla, decíamos en nuestra Historia de Valladolid, desde el antiguo alcazar, después monasterio de San Benito, y seguía por las calles de Santa Isabel y San Ignacio, por delante del real palacio, plaza de San Pablo, Corredera, tocaba en la calle del Bao y bajando por la plazuela de las Angustias, y pasando contigua á la calle de las Damas, entraba en la de Cantarranas, Platería, conde Don Pedro Ansúrez y siguiendo la dirección del río Esgueva, que quedaba entonces fuera de la población, se hallaba con un puente de este río, denominado puentecilla de la Rinconada, volviendo á unirse por esta parte con el alcazar. Ocho eran las puertas que daban cómodo y fácil ingreso á la villa: frente à San Agustin, la de Nuestra Señora, que después se llamó de los Aguadores 2; en la esquina del

1 Antolinez de Burgos, Hist. de Valladolid, págs. 21 y 22. En el siglo XI había un lugar, cerca del río Esgueva, que se llamaba Villateresa. Véase P. Berganza, Antigüedades de España, parte I, pág. 367.

2 Se denominó de Nuestra Señora por una imagen que sobre ella había, y que hoy se venera en la iglesia de San Lorenzo.

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