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es considerado este orden más bien como una preparación para el diaconado que como un oficio permanente, estando reducidas sus funciones á servir en el altar en las Misas solemnes y á cantar la Epístola. Habiéndoseles impuesto por San Gregorio el Grande la ley de la continencia en el siglo vi, principiaron algunas iglesias más adelante á considerarlo como orden mayor, llegando á ser disciplina general en el siglo xi por decreto del Papa Urbano II (1).

(1) Cuando fué elevado á la Silla pontificia Urbano II en 1088, el subdiaconado era todavía orden menor, como consta de su decreto, dist. 60, can. 4, en el que se dice: Nullus in episcopum eligatur nisi in sacris ordinibus religiose vivens inventus fuerit: sacros ordines dicimus diaconatum et presbyteratum, hos siquidem solos primitiva Ecclesia legitur habuisse. En una decretal de Inocencio III, cap. 9.o, de ætate et qualit, ordinand., aparece que ya era orden sagrado por estas palabras: Cum hodie subdiaconatus inter sacros ordines computetur sicut Urbanus II Papa expresit, etc. Habiendo, según lo que se acaba de exponer, dos decretos contradictorios del Papa Urbano II, el uno en Graciano y el otro de que se hace referencia en la decretal de Inocencio III, es prueba de que era el subdiaconado órden menor en los primeros años de su Pontificado y que el mismo Urbano lo elevó después á orden sagrado en razón á la continencia que hacía largo tiempo llevaba aneja.

$ 181.-Oficios de los Acólitos, Exorcistas, Lectores y Ostiarios

En la antigua disciplina cada una de estas órdenes menores tenía un cargo especial, ó creado nuevamente, como el de exorcizar, ó que había correspondido antes á los Diáconos, como el de Ostiarios. Los Acólitos fueron constituídos para ayudar á los Diáconos y Subdiáconos fuera del altar; los Ecorcistas para conjurar á los endemoniados; los Lectores para conservar y leer en la iglesia las Escrituras, y los Ostiarios para cuidar de las puertas del templo y no permitir la entrada á los infieles, catecúmenos y penitentes sino cuando llegase aquella parte de la liturgia à que respectivamente pudiesen asistir. Todos estos oficios en la actual disciplina, ó están suprimidos,

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como el de Lectores, ó son ejercidos por personas legas, como el de Ostiarios y Acólitos, ó bien corresponde su desempeño á los Presbíteros, como el de Exorcistas. Y aunque el Concilio de Trento mandó que se restableciesen, destinando á su sostenimiento una parte de las rentas, aunque fuesen de la fábrica de la iglesia, ni se ha verificado, ni podrá conseguirse nunca mientras subsistan las actuales costumbres y disciplina (1).

(1) Conc. Trid., ses. 23, de Reform., cap. 17. En la antigua disciplina no conferían á un mismo sujeto todas las órdenes menores, por la confusión é incompatibilidad de oficios que necesariamente tendría que resultar, y sucedía también que algunos clérigos permanecían toda su vida en el orden de Lectores, Acólitos ó Subdiáconos, etc., con la cóngrua suficiente para su sostenimiento. No queriendo en el día permanecer largo tiempo ó toda su vida en los órdenes inferiores, por aspirar todos al Presbiterado, y reservados también los beneficios á los clérigos de orden sagrado por la ley ó por fundación, naturalmente ha venido á resultar en esta parte el abandono de la antigua disciplina.

$182.-Diferencia entre las órdenes mayores y menores

Las diferencias entre las órdenes mayores y menores son: 1.a, los clérigos ordenados de orden sagrado están obligados á la ley de la continencia, y su matrimonio es nulo; 2.a, están obligados también al rezo de las horas canónicas privadamente ó en comunidad; 3.a, no pueden ser ordenados sin título, es decir, si no se les ha conferido antes un beneficio, ó se les ha formado un patrimonio en la forma que prescribe el Derecho; 4. y última, que los clérigos de orden sagrado están adscriptos perpetuamente al servicio de la Iglesia, y no pueden abandonar impunemente la vida clerical, lo cual no sucede en la actual disciplina respecto á los ordenados de menores.

§ 183.-Clérigos de tonsura

Cuando no había otras órdenes que las de Derecho divino, la vida clerical se iniciaba por el diaconado; pero instituídas después por la Iglesia las órdenes menores, era consiguien

te el principiar por recibir algunas de éstas. Era un distintivo de la vida clerical el traje y llevar cortados los cabellos; distintivo que resaltó más después de la destrucción del Imperio romano por los bárbaros. Como los impúberos no podían ser ordenados por falta de edad, y podían por otra parte encontrarse con vocación al estado eclesiástico, se principió por permitirles usar el traje de los clérigos, cortándoles al mismo tiempo los cabellos, pero sin que por esto se les considerase como clérigos, ni se les diese derecho á ejercer cargo alguno en la Iglesia, sino como una prueba anticipada de su vocación. Este acto, que hasta podía ser privado y asunto exclusivo de los padres, después, hacia el siglo vin (1), llegó á ser una ceremonia por la cual el Obispo confería solemnemente al candidato el traje eclesiástico, tonsurándole al mismo tiempo, por cuyo acto salía de la clase de los legos, se inscribía en la matrícula de la Iglesia, y principiaba á gozar de los derechos y privilegios clericales de la misma manera que los ordenados de orden sagrado (2).

(1) Morinus, parte 3.3, de Sac. ordinat. exercit., cap. 3.

(2) Es una cuestión de puro nombre y de ninguna importancia la que tiene por objeto averiguar si la tonsura es orden, ó únicamente una disposición para recibirlas, puesto que el tonsurado puede obtener beneficios, ejercer la jurisdicción eclesiástica, predicar con licencia del Obispo, y ejercer todos los oficios de los ordenados de menores, excepto el de exorcista, no significando nada, por consiguiente, que se llame orden ó no.

CAPÍTULO IX

Auxiliares del Obispo en el desempeño de su ministerio

S 184.-Introducción

Hecha la división del territorio como una medida indispensable para el mejor gobierno de la Iglesia, y encargada al Obispo una parte de él con el nombre de diócesis en la forma

que arriba hemos expuesto, es consiguiente el principio de considerarle como el único jefe responsable à Dios de la buena dirección espiritual de aquella parte del pueblo cristiano. Pero la diócesis no puede ser tan limitada que no comprenda un grande número de fieles, distribuídos en aldeas, villas ó ciudades, y no pudiendo el Obispo estar personalmente en todas partes, de aquí la necesidad de encargar á los Presbíteros el cuidado de las iglesias que allí se fuesen estableciendo. En las miras de la Iglesia jamás entró la idea de los poderes arbitrarios, procediendo en los negocios graves sin consejo ni meditación, como lo prueban sus Concilios, la organización de las metrópolis, y hasta el mismo Presbiterio romano y Colegio de Cardenales; de aquí la creación del cabildo de la Iglesia catedral, considerado siempre como el senado del Obispo, encargado además de dar solemnidad al culto y esplendor á las ceremonias de la religión. En atención á la alta dignidad episcopal, y á los muchos y muy graves cargos que lleva anejos, el Obispo no podría ocuparse con decoro en todos los pormenores de la administración, y particularmente en el ejercicio de la potestad judicial, y fué preciso el nombramiento de delegados, que lo fueron un tiempo los Arcedianos, y en la actual disciplina los Vicarios generales ó Provisores. No pudiendo por fin el Obispo ejercer su ministerio, impedido por ancianidad ó por enfermedad, y no siendo justo por otra parte privarle de su Obispado, la Iglesia atendió á este inconveniente por medio de los Coadjutores, que se encargasen del gobierno de la diócesis temporal ó perpetuamente, según lo exigiesen la necesidad ó la conveniencia.

$ 185.-Los Párrocos no son de institución divina

No se han de confundir los Párrocos con los Presbíteros; éstos son de institución divina, aquéllos de institución eclesiástica. A la idea de Párroco ha sido siempre aneja la consideración de pastor propio, el cual, en virtud de su oficio, ejerce perpetuamente la cura de almas en un pequeño territorio

que toma el nombre de parroquia por razón del Párroco, ó de feligresía por razón de los fieles que le están encomendados. En este sentido los Párrocos no fueron conocidos en los primeros siglos de la Iglesia, ni es posible concebir la organización de las iglesias rurales de una manera regular y permanente durante la persecución. Aun después del edicto de paz y de erigirse iglesias en los campos para el culto de sus habitantes, no hubo tampoco Presbíteros fijos y perpetuos, sino que el Obispo los mandaba por un tiempo limitado, y volvían á la iglesia catedral concluído éste, para ser sustituídos por otros también amovibles (1).

(1) Opinan algunos teólogos y canonistas que los Párrocos son sucesores de los 72 discípulos nombrados por Jesucristo: Quos missit binos ante faciem suam in omnem civitatem et locum, quo erat ipse venturus. Lucæ, cap. 10, v. 1; pero suponiendo que esto pudiera decirse respecto de los Presbíteros, no lo sería en cuanto á los Párrocos. Por eso hemos dicho en el texto que no deben confundirse los unos con los otros. porque es un punto dogmático que los primeros son de origen divino y no los segundos. Opinan otros, por el contrario, que los siete Diáconos fueron elegidos entre los 72 discípulos, en cuyo caso ni aun éstos estaban todavía en la clase de Presbíteros. Sirve de fundamento á esta opinión, además de la de otros escritores, la autoridad de San Epifanio, Hæres 20, núm. 4, lib. 1.o, donde dice: Præter hos (Apostolos) sepluaginta duo alios ad eadem functionem allegat, e quibus septem illi fuere qui ad viduarum obsequium delecti sunt Stephanus, Philipus, etc: El estado calamitoso de la Iglesia en los tres primeros siglos no era ciertamente el más á propósito para la organización de las parroquias, porque en lo más recio de la persecución no había templos, ni había otro culto que el que se daba en el santuario del hogar doméstico, en la obscuridad de las catacumbas ó en los sitios solitarios que no estuviesen al alcance de los tiranos. En tiempos de alguna tolerancia los fieles de las cercanías venían á la Iglesia episcopal los domingos para recibir la Eucaristía, y á los ausentes se les distribuía por medio de los Diáconos. S. Justinus, M. Apol., 1.a, núm. 67.

$186.-Origen de los Párrocos

Dada la paz á la Iglesia, y aumentando el número de fieles, fué indispensable que los Obispos procediesen à la fundación

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