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eso se le ve casi siempre dispuesto á complacerla. La corte de Roma por su parte sostiene al clero con todo su poder, le ayuda con su política y su crédito, le protege contra sus enemigos, contra los que quisieran limitar su poder, y muchas veces aun contra la justa indignacion del soberano, y con esta política se le va haciendo cada dia mas adicto. Ahora bien: sufrir que un gran número de súbditos, y de súbditos en dignidad, dependan de una potestad estrangera y se consagren á ella, ¿no es vulnerar los derechos de la sociedad y chocar con los primeros elementos del arte de reinar? Un soberano pru dente ¿protegerá la predicacion de semejantes máximas? No fue necesario mas para arrojar del imperio de la China á todos los misioneros.

149. El celibato de los clérigos se inventó para asegurar mucho mejor la adhesion del clero (1). Un sacerdote, un prelado, ligado ya á la silla de Roma por sus funciones y por sus esperanzas, se halla tambien desligado de su patria en razon del celibato que tiene que observar. Como que sus mayores intereses están en la Iglesia, no depende de la sociedad civil por una familia; y con tal que goce el favor de su gefe, nada le importa haya nacido en el pais que quie

ra; Roma es su refugio y el centro de su patria de eleccion. Cada uno sabe que las órdenes religiosas son otras tantas milicias papales diseminadas sobre la faz de la tierra para sostener y adelantar los intereses de su monarca. He aquí

(1) El Real decreto de 22 de Abril de 1834, debido á la piedad de la Reina Gobernadora y de su ilustrado Gobierno, producirá el mayor efecto en tan saluduble, tan necesaria Ꭹ tan deseada reforma.

sin duda un abuso estraño y un trastorno de las primeras leyes de la sociedad (1). Pero no es

(1) Cuando se leen las leyes insertas en los títulos 26, 27 y 28 del libro 1. de la Novísima Recopilacion, ¿quién no se admira y se indigna al ver la solapa y malicia con que han sabido eludirse? Lo mas escandaloso es que hayan apadrinado su inobservancia, y aun hayan ido contra ellas ministros de execrable memoria, y magistrados que como sacerdotes de la justicia y sostenedores de las leyes vigentes se sentaban á infringirlas en el escaño de la justicia. Inmortal Cárlos III, Monarca sábio, justo, lustre y honor de los tronos, ¡ qué de veces en la mansion eterna, do radiante gozas del premio de tus augustas virtudes, te habrás indignado contra tanto monstruo de iniquidad cubierto bajo el manto de redomada hipocresia! Quizá la Divinidad, gozándose ya en la ventura que á los españoles preparaba en sus inescrutables designios, te ha dirigido estas consoladoras palabras: «No está lejos la época de la felicidad de tus amados españoles: Tú dejando el Trono de Nápoles viniste á ser el Padre y la delicia de la Iberia: echaste con sabiduría las semillas á su regeneracion, y si acaecimientos debidos á los defectos de los hombres la han retardado, una gloriosa nieta tuya, honor de su sexo, dará gloriosa cima á tu bien premeditada empresa. Las revoluciones que se sucedieron á sus dias han amaestrado á los mortales, y han dispuesto á los pueblos para abrazar ávidamente las reformas, que no retrocederán, y antes bien irán progresivamente mejorando para bien de lá especie humana. Tanta gloria está reservada á Cristina de Borbon: yo dirigiré sus pasos hácia el bien, yo bendeciré á su legítima prole en cuya sucesion se restablecerá la ley fundamental del reino, y será merecedora de que le den el regalado nombre de madre de los españoles, y restauradora de sus justas y mal perdidas libertades. No conseguirá el triunfo sin combate; porque se rebelarán contra ella los que profanando mi sagrado nombre, y conculcando sacrílegos los deberes de un ministerio de paz y de mansedumbre, quieren perpetuar sus comodidades á costa de leyes de escepcion, y del sudor y peculio de sus conciudadanos. Pero todo esto desaparecerá á la voz de este vástago pri vilegiado, y á las acertadas disposiciones de los ilustrados Ministros que la preparo. »

esto solo: si los prelados estuviesen casados podrian enriquecer al Estado con muchos buenos ciudadanos, porque los pingües beneficios que gozan les ofrecian medios de dar á sus hijos una conveniente educacion. Pero qué multitud de hombres en esos conventos consagrados á la ociosidad bajo la capa de devocion (1)! Tan inútiles á la sociedad en tiempo de paz como en tiempo de guerra, ni la sirven por su trabajo en las profesiones necesarias, ni por su valor en los ejércitos; y sin embargo están gozando sumas inmen sas, y es necesario que los sudores del pueblo sostengan estos enjambres de holgazanes.¿Qué se diria de un colono que protegiese inútiles zánganos para hacerles devorar la miel de sus abel jas? (2). No culpemos á esos fanáticos que en

(1) El respeto que debemos á las decisiones de los Concilios, ata nuestra lengua para hablar sobre este punto, si bien no encontramos en el Evangelio prohibido qué los clérigos se casen. Pero no se falta al respeto en decir que si fueran padres de familia cumplirian con deberes de que ahora se desentienden, y no veriamos, como vemos, si hemos de dar crédito á la voz públi ca la facilidad con que se infringe el voto de castidad que hicieron El matrimonio de los clérigos seculares hubiera impedido quizá la creacion variada de innumerables huestes de regulares que son la segunda milicîa del Papa,

(2) Esta reflexion nada tiene que ver con las casas religiosas, en las cuales se cultivan las letras; porque son siempre loables, y pueden ser muy útiles al Esta do los establecimientos que ofrecen á los sábios un retiro pacífico, y todo aquel recreo y tranquilidad que exige el estudio profundo de las ciencias (a)

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(a) En buen hora que haya estas casas religiosas; pero no tengo por acertado que los individuos vivan en comu nidad de modo que formen un cuerpo colectivo bajo las mismas formas que en tantas y tan diferentes órdenes religiosas han vivido hasta el dia, sustraidos a la autoridad del Príncipe y aun á la episcopal.

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sus predicaciones ponen entre los bienaventurados a los devotos que imitan el celibato de los frailes: la culpa es de los Príncipes que han podido sufrir que se exaltase públicamente como virtud sublime un uso igualmente contrario á la naturaleza, que pernicioso á la sociedad. Entre los Romanos se dirigian las leyes á disminuir el número de los celibatarios y favorecer el matrimonio (1); pero la supersticion no tardó en atacar disposiciones tan justas y sábias, y los Emperadores cristianos persuadidos por los clérigos, se creyeron obligados á abrogarlas (2). Diversos Padres de la Iglesia han censurado estas leyes, hechas sin duda, dice un grande hombre, (3) con un celo laudable por las cosas de la otra vida, pero con muy poco conocimiento de los negocios de esta. Este grande hombre vivia en la Iglesia romana, y no se ha atrevido á decir con claridad que el celibato voluntario es condenable aun con relacion á la conciencia ya los intereses de la otra vida. Conformarse con la naturaleza, llenar las miras del Criador y trabajar por el bien de la sociedad, es ciertamente una conducta digna de la verdadera piedad. Cuando uno se halla en estado de mantener una familia, debe casarse y aplicarse á dar buena educación á sus hijos; pues de este modo cumplirá con su deber y habrá tomado el verdadero camino de su salvación.

150! Las enormes y peligrosas pretensiones del Clero son tambien consecuencia de ese sis

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(1) La ley Papia Poppea.

(2) En el Código Teodosiano.

(3) El presidente de Montesquieu en su Espíritu de las leyes.

tema que substrae de la potestad civil todo lo perteneciente á la religion. Los eclesiásticos, en primer lugar, so color de la santidad de sus funciones, han querido hacerse superiores á los demas ciudadanos, inclusos los principales magistrados, y contra la espresa prohibicion de su divino Maestro que decia á sus discípulos: No aspireis á los primeros asientos en los festines; se han arrogado casi por todas partes el primer rango. Su gefe en la Iglesia romana hace besar sus pies á los Soberanos, y hubo Emperadores que han tirado de la brida de su caballo. Si en el dia los obispos ó los mismos simples sacerdotes no se atreven a hacerse superiores á su Príncipe, con, siste en que los tiempos les son contrarios, no en que siempre han sido modestos; y uno de sus escritores se ha propasado á decir, que un sacerdote escede á un Rey en superioridad, tanto cuanto el hombre escede á las bestias. (1). ¡Cuantos autores, mas conocidos y estimados que éste, se han empeñado en dar importancia y alabar aquel dicho imbécil que se atribuye al emperador Teodioso 1: Ambrosio me ha enseñado la enorme distancia que hay del imperio al sacerdocio!

Ya hemos dicho que se debe honrar á los eclesiásticos; pero á estos sientan bien la modestia y la humildad. ¿Y les está bien olvidarlas તા ellos mismos cuando tanto las recomiendan á los demas? No hablaria de un vano ceremonial, si no tuviese consecuencias demasiado reales, tanto por el orgullo que inspira á muchos clérigos,

(1) Tantùm sacerdos præstat regi, quantum homo bestia. Stanislao Orichovio. Véase Trebbicchov. Exerc. 1.ad Baron. Annal. sect. 2. Thomas. Not, ad Lancellot.

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