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idiomas antiguos y modernos, y al sentir del P. Larramendi de otros escritores, el uso del vascuence es antiquísimo, aunque no se le remonte á la época de la confusion de lenguas. Obsérvase tambien, que entre los monumentos literarios escritos por españoles en las épocas romana y gótica, no hay ninguno vascongado, lo cual indica falta de literatura indígena que no seria tan absoluta como aparece, si las relaciones de los invasores con los españoles originarios hubiesen sido tan frecuentes entre godos y romanos con vascongados, como con los demas españoles.

La tradicion conserva en las tres provincias ciertos usos y costumbres políticas y aun domésticas, elevadas mas tarde á leyes, que parecen ingénitas de aquel país, y conservadas al través de los tiempos y de las edades. Aun los cánticos mas usuales entre los vascongados, conservan un ritmo extraño que se aparta de las reglas ordinarias y generales de la música y de los aires populares. Y por último, en cuanto á la raza, si seguimos á un autor no muy conocido, pero de no escaso mérito, como el marqués de Vallesantoro, que ha hecho interesantísimos y muy sutiles trabajos sobre las razas de España, tendremos que segun él, los andaluces y valencianos, altos, esbeltos y ágiles, tienen las cualidades de la raza árabe: que los leoneses, asturianos y gallegos de ancha espalda y fornida musculatura, indican el origen gótico; y que la actual raza vascongada, imposible de confundir con ninguna otra de las provincias de España, conserva á pesar del trascurso de tantos siglos, los mismos caractéres fisonómicos y constitutivos que los antiguos historiadores atribuyen á los primeros iberos.

No son, pues, tan insignificantes las razones anteriores para que nosotros dejásemos de indicarlas ligeramente, guiándonos en todo la mas estricta imparcialidad, y en la conviccion íntima de que todas las dificultades, dudas y nubes que en cuanto al territorio vascongado se presentan anteriores al siglo VIII, desaparecen desde entonces, siendo este el cimiento funda

mental histórico del sistema foral de las provincias en todas sus ramificaciones.

Destruida la monarquía gótica nada quedó de ella en pié, el alfange nivelador nada preexistente respetó, estableciendo la igualdad del Koran ó el tributo. Puede decirse de España en aquella época, lo que de la creacion del mundo dice Ovidio: Unus erat toto naturæ vultus in orbe.

Consecuencia general de semejante estado, sin reyes cristianos, sin gobierno, sin capital, sin cohesion ni armonía, con odio profundo á los invasores y su religion, vuelta instantáneamente de su sorpresa la poblacion cristiana, se entabló por todo el Pirineo lucha tenaz, acaeciendo lo que debia acaecer. En la parte occidental quedó fraccionada la antigua Vasconia, y de aquí nacieron las provincias y nombres de Vizcaya, Guipúzcoa y Navarra, con parte de Aragon; puesto que ya hemos dicho que conforme á la geografía de Ptolomeo, Huesca y Jaca componian el límite oriental de aquella antigua provincia. Por entonces surgieron del caos mahometano los reinos de Sobrarve, Navarra, Aragon, Asturias y condados de Cataluña. La misma independencia política que respecto de unos á otros tuvieron estos reinos y condado, la misma tuvieron las provincias vascongadas unas de otras y con relacion tambien á los estados vecinos. Estas comarcas septentrionales que como todas las del Pirineo ganaron en la pérdida general de España, plena libertad é independencia para elegirse la forma de gobierno que quisiesen y reyes, condes ó señores que los capitaneasen y gobernasen, tuvieron además la ventaja de no quedar sujetas en totalidad por poco ni mucho tiempo al yugo musulman despues de la invasion. Sin negar que durante los dos primeros siglos de la reconquista hayan podido existir correrías ó cabalgadas de los extranjeros por una parte del suelo vascongado, nos creemos autorizados para asegurar que no lo ocuparon tranquilamente por mucho tiempo.

En efecto, despues de la derrota de los moros en Francia por Carlos Martel, fué tan efímera la dominacion de los árabes

en la parte norte de España, que ya desde los siglos VIII ỏ IX salen á la historia Vizcaya y Guipúzcoa, como totalmente libres de la tiranía de los conquistadores; á lo cual favorecieron notablemente las circunstancias topográficas del país, su inmediacion al imperio franco y los esfuerzos y triunfos de los cristianos reunidos en Uruel y Borunda. No es por tanto exajerada la pretension de algunos escritores al suponer que el país vascongado gozase de cierta independencia, y aun en algunas localidades de absoluta independencia, antes que otras comarcas de España durante el siglo VIII. Para adoptar esta opinion no nos hemos dejado llevar de las entusiastas apologías de unos, ni de las apasionadas censuras de otros. En la carencia casi absoluta de datos para consignar los hechos históricos de aquella época, hemos reunido todos los antecedentes de los estados inmediatos; consultado los progresos de la reconquista; calculado lo mas probable en atencion à la topografía del país invadido, y adquirido la conviccion, de que la parte mas occidental de la antigua Vasconia, no era un punto estratégico militar que debiese estar constantemente ocupado por el invasor para adelantar ó asegurar sus conquistas, y hacer grandes sacrificios por retenerle como base de operaciones.

Demostrado en lo posible que la mayor parte del territorio vascongado no estuvo sujeto á la dominacion sarracena, se presenta inmediatamente la cuestion de si permaneció independiente de otro estado cristiano, ó si estuvo sujeto á él. Aranguren cree que el país vasco, principalmente Vizcaya, se rigió por la forma republicana durante el tiempo inmediatamente posterior á la invasion sarracena. Sin embargo, esta opinion no tiene otra base que la conjetura, ni existe documento alguno de aquella época que pueda dar la menor luz acerca de la forma de gobierno que adoptaron los vascongados. D. Juan Antonio Llorente que se ocupó con preferencia en los asuntos y antigüedades de las provincias vascongadas, y los escritores que le han seguido, supone, tambien por conjetura, que los habitantes de aquellas provincias seguirian obedeciendo

á los gobernadores allí establecidos por la organizacion política de los godos, y que estos gobernadores serian los primeros que inaugurasen con los naturales la defensa del país. Cree, además, que se elegiria un solo jefe, y aunque no sea posible afirmar con seguridad quién fuese el tal jefe, los sucesos posteriores indican claramente, en concepto de este escritor, que debió ser persona afecta al rey D. Pelayo; deduciendo de esta conjetura, que desde los primeros tiempos de la reconquista, las provincias vascongadas pertenecieron al reino de Asturias. En la mision que, segun se dice, tuvo Llorente de flanquear la situacion escepcional de las provincias para destruir mas tarde el edificio de sus fueros y antiguos usos y costumbres, era muy esencial esta premisa, porque suponiendo á los vascongados súbditos, ó como entonces se decia, vasallos de los reyes de Asturias, y habiendo sido con el tiempo los de Castilla sucesores de aquellos, lógicamente se deducia el vasallaje de guipuzcoanos y alaveses, y hasta de los mismos señores de Vizcaya, negando de esta manera fundamental el carácter de internacionales que pudiesen tener los pactos y contratos de los vascongados con los reyes de Castilla ó Navarra, arran— cando el fundamento de sus libertades del terreno del derecho público para traerle al del derecho civil.

Otra de las conjeturas (no de Llorente, sino de otros que con menos talento que ese autor, pero con el mismo propósito) que se han aducido para probar la dependencia originaria de los vascongados á los reyes de Asturias ha sido, que perteneciendo el territorio de las provincias á la antigua Cantabria, y habiendo sido gobernador de esta gran provincia del imperio gótico el padre de D. Pelayo durante los primeros años del reinado de Witiza, recordarian el dia de la desgracia universal, haberle obedecido anteriormente y proclamarian rey á D. Pelayo, despues que supiesen haberle sublimado al trono los asturianos. Pero esta razon, de gran peso, si fuera exacta la causa en que se funda, es completamente valdía, toda vez que, como he mos visto por testimonio del mismo Llorente, que apreciaba

mas su nombre literario que el deseo de dañar á las provincias, nunca estas pertenecieron á Cantabria, ni en tiempo de los romanos, ni en tiempo de los godos, y sí á la Vasconia. De modo que el padre de D. Pelayo, ni su mismo hijo, pudieron ser gobernadores del territorio vascongado en los últimos años de la monarquía gótica, sí lo fueron, como parece lo fueron de la provincia de Cantabria.

Debemos, pues, considerar como conjeturas mas o menos eruditas, pero siempre inciertas, cuantas se hayan propuesto y propongan respecto á la dependencia primitiva de las provincias vascongadas y señoríos sobre ellas, de los primeros monarcas de Asturias ó Navarra; porque el hecho positivo es, que no existe documento alguno, ni escritor mas o menos inmediato á la época que nos ocupa, que haga la menor indicacion acerca de haber dependido las provincias de ningun monarca, ni perdido la independencia que como el resto de las monarquías del Pirineo ganaron todas las comarcas libres de moros, despues de aniquilada la monarquía gótica, y roto el vínculo de obediencia Y relacion comun con las demas partes que componian aquel todo.

Por el contrario, los que sostienen la independencia absoluta de las provincias desde el principio de la reconquista, aparecen mas lógicos con los datos al menos geográficos de los autores antiguos; porque declarando el territorio vascongado como parte de la Vasconia occidental y aislado, durante al menos el siglo VIII, de la pequeña monarquía asturiana separada de las provincias por las Encartaciones en poder de los moros; no habiéndose aun formado la monarquía de Pamplona, y completamente apartado de otro territorio y de todos los monarcas cristianos, excepto el imperio franco, suponen gobernadas las provincias por señores independientes llamados alli Jaunac, de eleccion popular, y sometidos á las decisiones de las juntas de ancianos ó seniores. En esta opinion hay muchas probabilidades de verdad. Es para nosotros evidente el aislamiento geográfico y político en que durante todo el si

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