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á Roma, era prudente esta anticipacion; sobre todo pudiéndola hacer sin quebrantar ninguna de las constituciones de nuestro instituto, el cual ordena que cada tres años se tenga la Congregacion Provincial; mas al Brasil y á estas Provincias del Paraguay y Chile se las habia permitido diferirla hasta las seis, por causa de la distancia de Roma, y de las dificultades interiores que ofrecian estos países para reunirla. El P. Miguel de Viñas fué enviado por procurador, con los postulados de que daremos razon en el cap. IV, al darla tambien de las respuestas que dió á ellos el P. General.

26. A Garro llególe tambien su sucesor, cuando iban á cumplirse los diez años de su bastante feliz gobierno. Este buen Gobernador mantuvo la paz con los araucanos, con bien pocas escaramuzas; y estas no contra la nacion, sino contra algunos rateros, ó mal contentos, que no pueden faltar en unas tribus tan mal organizadas como las de estos naturales. Fuera de esto, vió Garro, con gran consuelo de su espíritu, à centenares, ó tal vez millares de ellos abrazar el cristianismo; y hasta tuvo la singular satisfaccion de ver á algunos de los mismos ordenarse de sacerdotes. Por su órden, se trasladó la mision de Cruces å Tolten el bajo; y él fué quien fundó, á cargo de los jesuitas, la de S. José de la Mocha, y al de los reverendos PP. franciscanos, la de Tucapel en 1691. Los indios de encomienda jamás habian disfrutado de una proteccion tan eficaz y tan benéfica, como la que él les dispensó. En su tiempo salieron escarmentados los piratas, que osaron entrar en Valparaiso, en el Papudo y en Coquimbo; quedando libres los demás lugares de la costa. Diversas calamidades afligieron este Reino en aquel decenio; mas la prudencia, constancia y liberalidad de Garro á todo proporcionaron el conveniente remedio. En la gran penuria ocasionada por la pérdida del real situado, él suplió el pré á los soldados con sus propios recursos; con los cuales socorrió tambien generosamente al pueblo mientras duró la peste y el hambre que se le siguió, é igualmente cuando el Mapocho inundó esta ciudad y sus contornos. Para evitar la repeticion de semejantes estragos, mandó construir en su márgen austral un fuerte malecon de cal y canto, de setecientas á ochocientas varas de largo. Excepto en estas circunstancias anómalas, era muy grande la abundancia de los frutos del país (+).

27. La mala inversion que se dijo haber tenido los fondos públicos en los años postreros de este gobierno, no parece que pudo ser por culpa de un Gobernador tan íntegro, generoso y moral en toda línea como Garro, que co

le, razon sobrada tenia el P. Donvidas para reunirla, aun cuando no hubiese existido el informe de Pobeda; porque, no seis, sino once años se habrian pasado, sin utilizar un medio, tan regular como eficaz, para el progreso en el bien de la nueva Provincia. (Nota del editor). -(--) En Concepcion, de donde escribió la mencionada carta el P. Lobet, un buen caballo costaba seis pesos, una mula dos pesos, un buey dos pesos, un ternero un peso, un cerdo cebon un peso, un carnero tres reales, una perdiz cincuenta centavos. Por el contrario; los efectos de Castilla eran muy caros: la vara de paño costaba de siete á nueve pesos, la de lienzo de lino à dos pesos cincuenta centavos, la libra de hierro unos cuarenta y cinco centavos, es decir, à unos cuarenta y cinco pesos el quintal. De las minas y lavaderos de oro se sacaban cuatrocientos mil pesos al año, segun los quintos que se pagaban al Rey.

munmente era llamado el santo. A 5 de Enero del año 1692 llegó á Santiago su sucesor; y sufrida la residencia legal, que para él fué no solo fácil, sino sumamente honrosa, partió para España, entre las lágrimas y aclamaciones del pueblo chileno; y en llegando allá, recibió el mando de Gibraltar, que permutó luego por el de Cantabria, y lo conservó hasta la muerte.

CAPÍTULO II

1. Pobeda se recibe del gobierno.-2. Su carácter precipitado.-3. Lo previenen contra nuestros misioneros.-4. Informa al Rey contra ellos.-5. Por qué motivos.-6. Estos habian extirpado la poligamia en Chiloé.-7. Y conseguido grandes ventajas en la Araucania.-8. Misiones de los presbiteros Moncada y Diaz.-9. No fueron más eficaces que las de los jesuitas.-10. Estos no eran culpables de su corto número.— 11. Su sinodo no era excesivo.-12. Nada prueba el de los franciscanos.-13. Enseñaban el araucano.-14. Pobeda reconoce su yerro y lo repara.-15. Parlamento de Toquechoque.-16. En él se acuerda abrir nuevas misiones.-17. Fúndase en la Imperial.-18. Y en Boroa.-19. Pobeda manda trasladar los indios de Maquehua.— 20. Estos matan á Pedreros.-21. Un jesuita los rinde.-22. La Compañía acepta la mision de Repocura.-23. Y la de Colué.-24. Dos clérigos imitaron á Moncada. -25. Los franciscanos tuvieron dos misiones.-26. Frutos de las de los jesuitas.— 27. Estos asisten á los apestados en Chiloé.-28. Y á los demás de Chile.-29. El colegio de S. Pablo adquiere dos haciendas.-30. Con obligacion de misionar por Colina y Aconcagua.-31. El noviciado compra la de Pitama.-32. Trabaja nueva iglesia.

1. El Sr. D. Tomás Marin de Pobeda, teniente general de caballería, habia venido á Chile en el año de 1671, acompañando al Sr. Henriquez; quien, despues de haberlo ascendido al grado de maestre de campo, lo despachó con una comision à la corte de España. Allí fué nombrado por su real Majestad, á 1.o de Julio de 1689, Gobernador de este Reino de Chile y presidente de su real audiencia; pero no habiéndose olvidado de las necesidades de este país, no quiso salir de España sin un refuerzo militar y buena provision de pertrechos de guerra; los que, con muchos atrasos, condujo en persona por la via de Buenos-Aires (1). Al pasar por Mendoza se hizo reconocer á 20 de Diciembre del año 1691; y en Santiago lo fué à 6 de Enero del año 1692 por el cabildo, y en seguida por la real audiencia. Al momento desplegó su carácter activo y emprendedor, su amor por el órden político y social, su decidido empeño por los progresos del país, y su buen gusto en las obras públicas.

2. Mas, por relevantes que fuesen sus prendas y sanas sus intenciones, sus obras posteriores nos descubren un genio arrebatado, un espíritu poco previsor, y demasiado fácil en dejarse impresionar de siniestros informes, ó de los defectos que descubria en sus subalternos, aunque no fuesen graves, y quizá ni culpables. Léase bien lo que de él nos refieren Mr. Gay y los historiadores más antiguos; pésese la conducta que observó con sus maestres de campo Quiroga y Figueroa, y con los araucanos en el delicado asunto de reducirlos á poblacion; y se verá si es cierto lo que de su carácter acabamos de asentar. El 26 de Febrero salió de Santiago con mil caballos para Concepcion, donde

(1) Córdoba y Figueroa, Historia de Chile.

fué festejada su llegada con ocho dias de fiestas y regocijos por el pueblo y el ejército; y poco despues por los mismos araucanos, que enviaron mensajeros á felicitarlo, y á pedirle un parlamento para ratificar la paz.

3. Seria probablemente en esta ocasion, cuando el presbítero Moncada presentó los indios de sus misiones al Gobernador; quien, como todo el pueblo, quedó gratamente sorprendido al oirlos rezar las oraciones y la doctrina con gran despejo y exactitud. Los émulos de la Compañía, que de ordinario eran muchos en aquella frontera, por las causales que no ignoran nuestros lectores, aprovecharon estos momentos de piadosa exaltacion para denigrar sus misiones, pintándole con tan vivos y exajerados colores la ineficacia de ellas, que su Excelencia, á 12 y á 26 de Setiembre de aquel mismo año, aun antes de pasar al Biobio, y por consiguiente antes de haberlas visto, escribió al Rev de España un informe poco favorable á la Compañía; como se deduce del primer artículo de la cédula con que su real Majestad (1) le contestó en 1697: artículo que insertamos aquí.

4. «El Rey.-Presidente y oidores de mi audiencia de Santiago, ciudad «de la provincia de Chile: En carta de 12 y 26 de Setiembre de 1692 disteis <«cuenta, vos el presidente, que luego que entrasteis á ejercer los cargos de «Gobernador y capitan general de este Reino, pasasteis à la ciudad de Con«cepcion, plaza de armas principal del ejército de él; y que, habiéndoos in«formado del estado en que se hallaban las reducciones de los indios de paz, «que están poblados de la otra parte del rio Biobio, y de los medios que se <«<habian puesto a fin de que se mantuviesen y redujesen á nuestra santa fe, «hallasteis que, aunque en la paz no habian hecho dichos indios novedad en «el discurso de diez y siete años, en lo que tocaba á la religion, era muy poco «lo que se habia adelantado, sin embargo de que los PP. de la Compañía fre«cuentaban sus misiones; causándoos gran sentimiento, por perderse la mejor «disposicion, para lograr el fin deseado de introducir la religion católica: á «que habíase dado principio enviando dos sacerdotes misioneros, que iban «prosiguiendo en la predicacion del santo Evangelio con gran fruto, como se «reconocia de la carta que uno de ellos escribió; y que si se asiste con los «ministros eclesiásticos suficientes, se conseguirá una fertilisima conversion. «Y que os habia hecho gran reparo el que á cada misionero de la Compañía . «se le dé el estipendio de setecientos treinta y dos pesos; porque, siendo tan «crecido, no bastaria el situado, de que se satisface, para mantenerlos á lan «gran costa; pues à dos religiosos franciscanos, que están asistiendo à estas «conversiones, solo se dan quinientos á ambos. Concluyendo que se quedaba «solicitando se aplicasen á ellas, así otros de otras órdenes, como tambien «clérigos; aunque hacia gran falta para ello el haberse dejado de leer la cáte«dra del idioma indio en el colegio de los jesuitas de esa ciudad de Santiago. »> 5. Quien haya leido esta Historia, ó la general de Mr. Gay, sabrá cuán infundadas eran estas acusaciones. Si los indios no se convertian no era culpa

(1) P. Olivares, cap. xvi, § 2.

de los jesuitas, que con celo ardiente, valor heróico y abnegacion suma se consagraban á su servicio; sino de ellos mismos, contrariados por la costumbre y las circunstancias. Los araucanos, por falta de reflexion, habian extendido el ódio, que habian cobrado á los españoles sus conquistadores, á la religion por estos profesada; y aunque este ódio á la religion se iba debilitando, bastaba todavía para impedir su pronta y total conversion. Dominados de un amor excesivo á la independencia y de ciego entusiasmo por su libertad, odiaron por mucho tiempo el ser cristianos, por creer que el serlo importaba estar sujetos á los españoles. Cuando escribió Pobeda ya habian comprendido bastante esta distincion; por lo cual no rehusaban aprender los rezos, ni que se bautizasen sus hijos (1). Cuán difícil es desarraigar las supersticiones y hábitos viciosos de los pueblos díganlo los que han estudiado la historia eclesiástica, ó á los que en nuestro siglo se hayan dedicado á la conversion de las almas en cualquier parte del mundo. Sin embargo, mucho habian logrado los jesuitas en este punto; y si no habian conseguido desterrar de Chile la poligamia, era por hallarse cimentada sobre la pasion más fuerte en todos los hombres, por estar apoyada en las costumbres antiguas de los naturales, y por ser reputada entre ellos como necesaria al honor personal y al interés particular, al de las familias y tambien al de la nacion; como llevamos notado más de una vez en el curso de esta Historia.

6. Con todo, preciso es confesar que en este punto capital, y en los demás concernientes á la religion, habian hecho grandes progresos los indígenas bajo la direccion de los jesuitas. En Chiloé estaba abolida completamente la poligamia: los indígenas de aquel archipiélago eran cristianos y vivian como tales. Casi otro tanto podriamos decir de Buena-Esperanza, de S. Cristóbal y de gran parte de los que moraban cerca de Sta. Juana; y en S. José de la Mocha se comenzaba lo mismo con feliz resultado. La cristiandad de Arauco, que se habia perdido en el alzamiento del 1655, comenzaba á revivir; y no solo los españoles y mestizos, sino tambien muchos indigenas recobraban la piedad anterior, habiendo vuelto á tomar de buena fe el yugo de la ley de Cristo.

7. De Puren no podemos dar tan satisfactorias noticias; pero sí de Valdivia, en donde muchísimos yanaconas se habian hecho buenos cristianos; y en Tolten el bajo, habiendo levantado los mismos indios muchas capillas, las frecuentaban devotamente. Los caciques Palanamun y Ancamilla vivian ejemplarmente con la esposa que habian recibido segun el rito de la Iglesia; y otros muchos indios adultos se habian bautizado y practicaban algunos actos de religion: si, por desgracia, no todos llevaban una vida inculpable, los más se arrepentian y confesaban en el artículo de la muerte; lo que sucedia tambien en las otras misiones y sus dilatados distritos (2). Omitimos el bautismo de los párvulos, por ser general; y no era pequeña ganancia, porque dos terceras partes de los mil y más, que se bautizaban cada año en aquella época, se iban á la gloria, por morir en la infancia. Por cierto que los indios no estaban tan

(1) P. Olivares, cap. xvII, § 3.-(2) P. Olivares, cap. xvII, § 3.

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