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mano de Alejandro Selkirk, verdadero héroe del nuevo Robinson; como si las cabras pudieran trasmitir á sus crias la cisura que se les hubiese hecho en sus orejas, ó vivir más de treinta años; pues que él mismo asegura que otros tantos habian pasado desde la permanencia de este náufrago en aquella isla desierta. Sea lo que fuere de esta anécdota, preguntará tal vez alguno: ¿quién introdujo las cabras en aquellas islas tan remotas? Carvallo dice haber sido los jesuitas, para poblar allí una estancia; la cual abandonaron así que adquirieron buenas haciendas en el continente; y que al abandonarla habian muerto, segun decian algunos, el ganado, hasta las cabras, para aprovecharse cuando menos de sus pieles: advierte, sin embargo, que no las matarian todas; pues que el vice-almirante Anson halló abundancia de ellas. En qué tiempo los jesuitas poblaron y despoblaron aquella remota isla, él no lo dice; pero es probable que la poblarian por el año 1664, cuando Juan Fernandez les hizo cesion de ella; y despues la despoblarian, por la dificultad de atender al ganado á tanta distancia.

15. Al primer aviso de haber zarpado Anson de Inglaterra, se apresuró Manso á reparar, aumentar y pertrechar las fortificaciones de la costa ; y lo hizo con tal acierto, y las tropas de línea, los voluntarios y todo el pueblo estaban tan decididos á la pelea, que los ingleses habrian sido vencidos, si hubiesen osado saltar en tierra. No habiendo aparecido ningun buque inglés en todo el año 1740, y corriéndose la voz de andar uno de ellos por el archipiélago de los Chonos, enviaron de Chiloé á reconocer aquellas costas un buquecito, en el cual fué el P. Pedro Flores (1). Pasando por Obquí, llamado comunmente península de los tres montes, se internaron en el golfo de las Penas, hasta la isla de Guayaneco, y el archipiélago de este nombre; donde descubrieron la nacion de los caucahues. Reconociendo dicho P. que estos eran dóciles, sencillos y de buen natural, con bellas disposiciones para abrazar el cristianismo, deseó ocuparse en su conversion; lo que no pudo hacer en aquel viaje.

16. De ellos supieron el naufragio sufrido allí por el Wager, uno de los navíos ó fragatas de Anson, y varias de sus circunstancias; que averiguaron con toda certidumbre en Castro, á donde fué á parar Cheap su comandante, con doce de sus subalternos los únicos que le fueron fieles, cuando se le rebeló toda la tripulacian, y se volvió para Europa en una goleta formada con los despojos del Wager (2). Estos naúfragos, uno de los cuales fué el célebre navegante Juan Byron, entonces de diez y ocho años de edad, fueron alojados en el colegio de la Compañía todo el tiempo que estuvieron detenidos en Castro. El mismo Byron recuerda (3) con gratitud el buen modo con que fueron tratados por los jesuitas, y pondera el profundo silencio, exacta disciplina, y fervorosa piedad que reinaba en aquel colegio. El pueblo los trató asimismo con lástima como náufragos, y con más consideracion que la que ellos esperaban, por haber venido á estas costas para hostilizarlas y conquistarlas, á

(1) Informe jurídico: y Carvallo.-(2) P. José García en la relacion de su viaje al sur.— (3) Viaje del comandante Byron al rededor del mundo.

serles posible. Reconocidos á tanta hospitalidad y buen tratamiento, comunicaron á las autoridades españolas las averías y mal estado de la escuadra inglesa; por lo cual se tranquilizaron los ánimos de aquellos vecinos, antes tan consternados, que los veinte mil habitantes de Chiloé habian solicitado del Rey de España les permitiese trasladarse al continente, y establecerse en la costa de los Cuncos: y por lo mismo, aun cuando consiguieron el real permiso, no quisieron aprovecharse de él.

17. Resolvióse con esta buena nueva el Gobernador á realizar su plan de poblaciones; y al volver de la frontera á Santiago en Abril de 1742, echó los cimientos de la villa de los Angeles, á orillas del rio de la Laja, afluente del Biobio (1). En Santiago renovó la ardua empresa de traer las aguas del Maipú. El 28 de Setiembre pasó á reconocer por sí mismo el buen estado de las fortificaciones de Valparaiso; y á su regreso por el camino de carretas, fundó la ciudad de S. José de Logroño en el valle de Melipilla, único nombre que ella actualmente tiene; y el 7 de Enero del 1743 ya se hallaba otra vez en Santiago, cuyos vecinos estaban consternados con una terrible epidemia, llamada bola de fuego, en razon de su actividad casi irresistible; la cual en poco tiempo llevó sus estragos por todo esté Reino. Mas aquel Señor, que fácilmente se aplaca con las oraciones de los suyos, oyó el clamor de los chilenos, que, con lágrimas en sus ojos y compuncion en sus corazones, le pedian con rogativas privadas y públicas el término de sus justos castigos; é hizo que cesaran la epidemia en tierra y los temores por el lado del mar.

18. Tres navíos bien equipados fondearon en Concepcion en los primeros meses de 1743: la Esperanza, Ntra. Señora de Belen y la Rosa, mandados por Mendinueta, Jorje Juan y Antonio de Ulloa (2); los cuales, habiendo reconocido estas costas y las islas de Juan Fernandez, bajo las órdenes del almirante Pizarro, sin haber encontrado ni un solo navío enemigo, afianzaban la seguridad de estos mares, para el caso en que los ingleses se atrevieran á volver á ellos. Contando Manso con esta seguridad, se aplicó con el mayor teson á completar su plan de poblaciones; y al dar la vuelta á Santiago, así que se hizo á la vela la escuadra española, acabó de cimentar la villa de S. Felipe el Real, que (3) habia comenzado en el año 1741, á veinte leguas al norte de Santiago, en la márgen septentrional del rio Aconcagua en el valle de esta nombre; por lo cual, elevada ya al rango de ciudad, llámase ahora simplemente S. Felipe, ó S. Felipe de Aconcagua.

19. Ya antes de este tiempo, á saber, en el mismo año de 1741 habia fundado la de Ntra. Sra. de las Mercedes en el partido de Cauquenes, la de Santa Cruz de Triana en Rancagua, la de S. Francisco de la Selva en Copiapó, y restablecido las de S. Agustin de Talca entre el rio Claro y el Maule, y la de S. Fernando al sur del Tinguiririca; trasladando estas dos postreras á otro lugar no muy distante, por no haber tenido buen resultado en los lugares de su primitiva fundacion (4). Necesaria fué toda la energía, constancia y destreza de

(1) Perez García. (2) Relacion de su viaje.-(3) Jorje Juan en sus viajes.-(4) Perez García.

este excelente Gobernador, junto con el prestigio que por sus obras se habia granjeado sobre el pueblo, para lograr la realizacion de tan vasto plan. Es cierto que su real Majestad le habia concedido vendiese los seis títulos de Castilla arriba indicados (1); pero, à causa de los atrasos de los vecinos, ni uno pudo vender en todo el año 1744; aunque al fin se vendieron en el 1746. De los ciento veinte mil pesos, que solo produjeron, ochenta mil se invirtieron en construir las iglesias parroquiales y otros edificios públicos de las nuevas poblaciones; y los cuarenta mil pesos restantes en otros objetos en favor de los mismos pueblos, entonces ya fundados y algun tanto habitados, á pesar de no haber conseguido, por falta de recursos, terrenos para ejidos, y para repartir á los nuevos pobladores á título de chacras; con las que se habia pensado estimularlos y premiarlos á ellos, al mismo tiempo que se fomentara el bienestar y desarrollo de los pueblos recien fundados.

(1) Villarreal en su informe al Rey.

CAPÍTULO XV

1. Se pone residencia en Copiapó.-2. Comienzase la de Melipilla.-3. Prosiguela el P. Diaz.-4. Fundase residencia en Talca.-5. En S. Felipe.-6. Y en S. Fernando.-7. A solicitud del P. Ignacio Garcia.-8. Ministerios en nuestra hacienda de Rancagua.-9. Y en las nuevas residencias.-10. Bautismos en Quilchilca.-11. Distribucion de las misiones rurales.-12. Nueva iglesia en Pudahuel.—13. El ilustrisimo Azúa en Chiloé.-14. Elogia aquellas misiones.-15. El P. Flores visita á los indios de Guayaneco.-16. Lo llevan preso á Castro.-17. Lo ponen en libertad. -18. El P. Esquivel continua sus expediciones en Guayaneco.-19. Cuestion sobre el sinodo de los misioneros.-20. Estado de las iglesias misionales.-21. Cuestion sobre transformar las misiones en doctrinas.-22. Visita del Sr. Azúa.-23. Elogia las misiones de la Araucania.-24. PP. que asisten á la sinodo de Concepcion.-25. Algunas de sus constituciones.-26. Estado del convictorio y colegio de Penco, y del de Chillan.

1. Un nuevo y bien variado campo se abre al celo de los hijos de la Compañía de Jesús, por estar íntimamente persuadido el gobierno de España de que la felicidad de las poblaciones depende especialmente de la buena educacion de la juventud y de la ilustracion religiosa, moralidad y piedad de sus habitantes. Deseoso de desarrollar en Chile estos importantes principios de vida y progreso, al recomendar Felipe V à su Gobernador José Manso fundase nuevos pueblos en este Reino, le ordenó que para su verdadera y sólida prosperidad, procurase ante todo fundar en cada uno de ellos casa de la Compañía, «á fin de que, decia el Soberano, sus nuevos habitantes tuviesen el socor<<ro espiritual de sus almas, y se animasen más á vivir en poblado, sabiendo «que en él hallarian quien les diese la educacion y enseñanza á sus hijos, que <<antes no tenian.» Así lo procuró su Excelencia, asignando en la planta de cada uno de ellos una cuadra cuadrada de terreno con este destino, y solicitando del P. Provincial tuviese á bien de aceptarlas y fundar en ellas. Con gusto habria este accedido á sus insinuaciones, ¿pero de dónde sacar sujetos para tantas fundaciones? ¿de dónde los recursos para trabajar primero las casas é iglesias, y mantener enseguida los sujetos? En Copiapó movió Dios el corazon de un piadoso caballero; y merced á su generosidad, no fué difícil hacerlo. La .manzana del norte de la plaza fué la donada por el gobierno, y en la que se edificó la casa é iglesia; que está en la esquina del naciente, con la puerta principal sobre dicha plaza, como tambien la del colegio.

2. Una ilusion, hija de un piadoso entusiasmo, sufrida por el rector de Bucalemu, echó los cimientos del de Melipilla en el mismo año de 1743. Contando aquel colegio con abundantes entradas, y viendo que con el sobrante de ellas podria edificar y mantener el proyectado en aquella nueva villa, se resolvió y comprometió á hacerlo (1). Al efecto envió cuanto antes á ella doce

(1) Archivo de la tesorería, leg. 26.

negros esclavos de aquella casa, algunos de los cuales eran hábiles maestros de carpintería y albañilería, con su competente mayordomo, provistos de herramientas y manutencion; y entregó, además, unos quinientos pesos al superior de la nueva casa para los otros gastos; ofreciéndose á darle nuevos socorros, segun las necesidades lo exigiesen. A los pocos meses cayó en la cuenta el generoso rector de Bucalemu, de que él no era propietario, sino administrador de los bienes de su colegio; y temiendo con razon que el P. General no aprobaria su conducta, por laudable que fuese en sí misma, retiró sus ofertas, y tambien sus esclavos; con lo que el P. Javier Olivera, superior de la nueva casa, se quedó comprometido à una grande obra, superior à sus fuerzas, y sin recursos para llevarla adelante. Con las excesivas fatigas que se impuso para continuarla, se enfermó gravemente, y al año murió.

3. Sustituyóle el P. Diaz su compañero, jóven robusto y de extraordinaria actividad é inteligencia; en virtud de las cuales buscó y consiguió varias limosnas. El P. Provincial, Juan José Manseras, le agenció una considerable; y el mismo Manso le habia dado ya cuatrocientos pesos, que obtuvo de su real Majestad; con que prosiguió los trabajos. A los cinco años tuvo el consuelo de ver concluida una casa regular con su escuela y su iglesia, pequeña sí, pero decente (1), situada en la plaza, como la de Copiapó; y habiendo agregado á las tres cuadras de terreno que el gobierno le dió en los contornos de aquella villa, otras tres, con una viña de setecientas plantas, que él compró y luego aumentó hasta diez mil cepas, proporcionó al naciente establecimiento arbitrios suficientes para mantenerse. He aquí cómo esta villa, la más pobre y pequeña de las fundadas por Manso, fué la primera en que tuvieron los jesuitas casa cómoda en que vivir, escuela en que enseñar, iglesia en que ejercitar los ministerios y chacra con que sustentarse, por más que fuera pobremente. Previendo el Gobernador la dificultad de que la naciente residencia llegase á este grado de bienestar, y deseoso del progreso de esta villa, pretendió se trasladara á ella el colegio de Bucalemu, y recomendó á la junta de poblaciones tratase de conseguirlo (2). No sabrian probablemente ni él, ni los Sres. de la junta ser esto imposible, en razon de la cláusula impuesta por Sebastian Carreto en el acta de su fundacion, de que por ningun motivo pudiera ser trasladado á otra parte aquel colegio.

4. No se realizaron, por lo tanto, los deseos de su Excelencia en este punto; pero si los que expuso, con respecto á Talca, en el mismo dictámen dirigido á la dicha junta, diciendo así en el número 18.° «Que por el práctico conoci-. «miento y notoriedad de lo muy proficuos que son en ciudades y pueblos los «religiosos de la Compañía de Jesús (3), para la educacion de la puericia, é «<instruccion política y cristiana de adultos y párvulos, me intereso, con toda «la junta, con el R. P. Provincial de dicha sagrada religion al establecimiento «de una residencia en el de S. Agustin de Talca; por necesitarse allí mucho de «ella, segun su grande vecindario y gente de distincion, y estar clamando «por este consuelo sus habitantes.» Y por auto acordado por todos los miem

(1) Archivo de la tesorería.—(2) Informe del P. Villarreal.—(3) Villarreal.

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