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español, nombre bajo el cual se comprendian tambien los criollos, pudiese internarse en el territorio araucano; y Guill y Gonzaga, persuadido de sus razones y de las ventajas obtenidas desde que se habian entablado las ferias para impedir la entrada de los comerciantes, la aprobó (1), prohibiendo que ninguno entrara, y aún con más rigor el que se estableciera en la tierra.

31. Los indios no aborrecian los pueblos por sí mismos, sino por el peligro de que ellos facilitasen al gobierno español la conquista de su territorio, y á los particulares la adquisicion de sus terrenos; los cuales amaban casi á la par que su independencia nacional. Quien repruebe en ellos su acendrado amor á estas dos cosas cubra su rostro, para que no se vea en él la bajeza de su espíritu. Y si era reprensible el abuso que à las veces hacian de tan nobles sentimientos, no lo era menor el de los que pretendian usurparles sus terrenos y quitarles su justa y natural libertad, bajo el sonoro pretexto de civilizacion. Los araucanos, por bárbaros que fuesen, penetraban las diversas intenciones de las personas con quienes trataban; y tenian valor para resistir á los que las tenian siniestras, al mismo tiempo que respetaban á los que las tenian rectas y benévolas; y amando á los que buscaban su bien, se rendian á su prudente direccion y desinteresados consejos. He aquí porqué miraban comunmente con recelo, ó huian de los comerciantes y militares; mientras tenian una plena confianza con los PP. misioneros, oian sus consejos y los seguian casi siempre.

32. Esta seria la razon porque el Gobernador, en saliendo del parlamento, decretó la fundacion de nuevas misiones al cargo de la Compañía; dando curso á los expedientes que en el año anterior le habia presentado el P. Walker, y adoptando sus planes, de que hemos hablado en el núm. 26, dirigidos á la total y pacífica reduccion de todos los indios. En efecto; á 8 de Enero de 1765 decretó se fundase la mision de Rio-Bueno, ordenando al gobernador de la plaza de Valdivia facilitase á los PP. de la Compañía todos los medios y arbitrios que se juzgasen necesarios para su fundacion y conservacion; y permitió que alguno de dichos PP. pasase á Nuhuelhuapi, para tratar con los poyas sobre el establecimiento de una mision en su tierra; advirtiendo que si ninguno de los PP. se ofreciese gustoso á ir prontamente á dicha mision, el gobernador de Chiloé llamase á los caciques de aquellas naciones, para tratar de este asunto. Mucho complacieron á los jesuitas estos decretos; mas, por ser entonces tiempo de chichas, que los indios acostumbraban pasar entregados á la borrachera, el P. Simó con su compañero creyeron prudente diferir algun tanto la apertura de la mision de Rio-Bueno. Despues sobrevinieron los graves disgustos que los obligaron á dejar las misiones; por lo cual no es de extrañar no se hallen datos de esta, que dejarian los jesuitas al año de su fundacion. En órden à la de Nahuelhuapi se estableció una mision en Ralun, en el fondo de la ensenada de Reloncavi (+), donde comienza el camino que al través de la cordillera pasa á Nahuelhuapi; para desde allí iniciar los trabajos

(1) Carvallo.-(+) Consérvanse todavía los restos de ella.

apostólicos en favor de aquellas tribus, sin exponerse á los peligros que la destruyeron cincuenta años atrás.

33. El mismo Gobernador fundó tambien la mision de Rucalhue á la orilla del Biobio en la entrada de la cordillera, y las de Repocura y Maquehua sobre los escombros de las que habian sido arruinadas en el alzamiento del 1723. El decreto de su restauracion (1) es del año 1764. Empero no podremos dar razon del resultado de estas, por no hallarlo ni en Carvallo, quien hace mencion de la primera y última, ni en el archivo del ministerio del interior de este gobierno, que la hace de las dos postreras. Allí se lee que por Febrero de 1765 estaban acomodados en ambas el sitio, la capilla y casa misional; y que estando para partir, por órden de su Provincial, á instalarse de fijo el P. Diego de Alguisa en Repocura y el P. Juan de Hoffman en Maquehua, se lo embarazó el comisario de naciones, hasta obtenerse un buen arreglo con los indios; no precisamente con los de aquellas parcialidades, sino con los que se habian amotinado. Sabiendo los huiliches de los Andes que los pehuenches habian convenido en la formacion de pueblos, les declararon la guerra, como si fueran traidores á su patria. Estos pidieron acto continuo, en virtud de los tratados de alianza estipulados con Amat, auxilio al Gobernador; quien les mandó doscientos españoles (2). Marcharon estos en compañía de los pehuenches contra los huiliches, y aunque los encontraron bien atrincherados en una loma, no vinieron á las manos. Sin embargo, los huiliches desistieron de perseguir á los pehuenches; que no tardaron en unirse con ellos para volver las armas contra los españoles. No los traten por esto nuestros lectores imparciales de traidores, ni inconstantes; consulten á Carvallo, testigo y actor en la nueva guerra, antes que den su fallo en la cuestion.

(1) Storia delli Misioni, lib. III, cap. iv, § 8 y 9, por José Sallusti, refiriéndose á los datos que halló en el archivo del colegio de los PP. franciscanos de Chillan.—(2) Carvallo.

CAPÍTULO XXII

1. Resuélvense los indios á no levantar pueblos.-2. Avance del Gobernador y de algunos españoles.—3. El P. José García se embarca para Guayaneco.-4. Diario de su navegacion.-5. Llega allá.-6. Regresa con quince indigenas.-7. Celebra la pascua de Navidad y vuelve á Kaylin.-8. Escribe su Diario.-9. Estado de la mision de Chiloé.-10. Y de su poblacion.-11. La de todo Chile.-12. Cómo los jesuitas contribuyeron á su aumento.-13. Libertaron á los indigenas de la esclavitud.—14. Y al araucano del exterminio.-15. Fomentaron la moralidad.-16. No lo desmiente el mal éxito de las poblaciones.-17. Comienzan á trabajarlas.-18. Inaugúrase la iglesia de Angol.-19. Conságrase la del colegio máximo.-20. Sus altares.-21. Cajonera de su sacristía y sus ornamentos.-22. Sus vasos sagrados y adornos de plata y oro.-23. Su campana mayor.-24. Su reloj.-25. Necrologia del P. Haymhausen.

1. Grande alarma causó entre los españoles el movimiento armado de los huiliches, á pesar de haber sido tan pronto disipado por los pehuenches; pues que tras él excitóse otro, que tambien fué sofocado á sus principios. Con lo cual se reconoció que los araucanos no querian pueblos, y que su aceptacion en el parlamento del Nacimiento habia sido una mera aquiescencia, por no hallarse en disposicion de resistirse á ello abiertamente. En efecto; antes de dicho parlamento, informados del plan del Gobernador, tuvieron con gran disimulo una junta, allá en lugar retirado, en la cual resolvieron de comun acuerdo (1): «1.° Llevar á la larga este negocio, respondiendo siempre de un modo «<equívoco.-2.° Pedir, cuando ya fuesen constreñidos, los instrumentos y uten<«<silios necesarios.-3.° Recurrir á las armas cuando por fuerza fuesen compe<<lidos al trabajo; pero de modo que tan solo las provincias forzadas declara«<sen la guerra: los otros entre tanto debian mantenerse afectando neutralidad, << para tener lugar de mediar por la paz, y solo entrar abiertamente en guerra «cuando su mediacion fuese rechazada.-4.° Dejar partir los misioneros sin <<molestarlos. >> Concluidas estas convenciones eligieron por su toquí á Cariñancu, hermano del ulmen de Encol. He aquí la causa de sus reticencias en el parlamento, y de las demoras y subterfugios posteriores á él, para no llevar á efecto el artículo primero, que allí se habia estipulado.

2. Con esto comprendieron sus intentos los españoles; y corriendo la voz de que los indios no querian cumplir lo pactado, al momento mandó Guill y Gonzaga, con un arrebato muy ajeno de su habitual moderacion, prender á los caciques Cunñancu y Duguygala, que la fama designaba como los más culpados; y en un consejo de guerra condenó á la horca al primero y á destierro á la isla de Juan Fernandez al segundo. Es verdad que ni una ni otra condena se ejecutó, habiéndoseles perdonado por intercesion del famoso cacique Llanca

(1) P. Vidaurre, lib. X, § 8 de su Historia de Chile.

huenu; mas esto no bastó para calmar los ánimos de los araucanos, irritados gravemente por esta arbitrariedad. Reuniéronse en una junta general, y de comun acuerdo enviaron á Concepcion cuatro caciques, pidiendo á su Excelencia desistiese del plan de poblaciones, por el bien de la paz. Mas estos caciques no pudieron cumplir con su comision, à causa de haber sido alevosamente asesinados en el camino por unos ladrones (1). ¡Fatal desgracia! ¿Qué habrian dicho los españoles, si cuatro de sus emisarios oficiales hubiesen sido asaltados y muertos por los indios? ¿Qué era de temer hicieran estos, siendo realmente unos bárbaros? No obstante, como si hubiesen olvidado su barbarie, y fuesen ya una nacion civilizada, no trataron desde luego de vengarse, sino que pidieron un nuevo parlamento en Angol, para exigir en él explicaciones de aquellos asesinatos. Otorgóselo el Gobernador, aplazándolo para el 19 de Marzo de 1766; pero no se verificó, por saberse que los indios acudirian bien armados. He aquí cómo se iban aglomerando los elementos de que habia de surgir antes de acabar aquel año una gran conflagracion. Terminado el primero, ó el segundo de estos movimientos, se instalaron el P. Alguisa en Repocura (2), en que trabajó con gran fruto hasta su expulsion, y el P. Hoffman en Maquehua, la que tuvo que dejar en el año 1766.

3. Entre tanto los misioneros de Chiloé continuaban sus excursiones apostólicas con noble entusiasmo y bellos resultados. Separados del continente aquellos archipiélagos, no solian afectarse con las conmociones políticas y militares que en él se verificaban. Por lo mismo, no tuvo el Sr. Gobernador la menor dificultad en conceder su licencia á los PP. misioneros de Kaylin para que hicieran una entrada hacia el estrecho de Magallanes; y la dió con mucho gusto, por saber existian en aquellas regiones muchos salvajes, cuya reduccion se podia prudentemente esperar. Con este permiso y el de los superiores equipó el P. José García cinco piraguas; y embarcándose en Octubre de 1766 con cinco españoles y treinta y cuatro indios caucahues, entre los cuales iban los del viaje anterior, se hizo á la vela en busca de las naciones ya reconocidas, y tambien con ánimo de explorar si habia algunas otras más. Desde la iglesia bajaron á la playa en procesion, con la imágen de Nuestra Señora del Cármen, titular de la mision, y otra de S. Francisco Javier, que el P. Javier Kislig, rector de Castro, habia regalado para estas empresas.

4. Apenas se hicieron á la vela, cuando sopló un viento contrario, seguido de copiosos aguaceros; por lo cual no entraron en el archipiélago de Guaitecas hasta el 27. En este se proveyeron de mariscos, de once lobos marinos y algunos pájaros lilis, que son grandes y de buenas carnes. El 29 arribaron á la isla de Piguayu, despues de haber sufrido una gran tormenta, que maltrató todas las piraguas. El 6 de Noviembre, despues de mil peligros y otra tormenta mucho mayor, llegaron á la boca del canal Tuaquencayec, el más avanzado al sur, por donde se puede pasar á Aau; ignorando si era estero (+) ó canal, que

(1) Carvallo.-(2) Tabla cronológica de las misiones y Carvallo, entre las que tenia la Compañía al tiempo de la expulsion.-(+) Los chilotes así llaman á las ensenadas largas y estrechas.

pasase á Guayaneco. Aquella noche les cayó una nevada, y las puntas de la cordillera y de la isla, que forman la canal, estaban cubiertas de nieve. Allí se proveyeron de huevos de piupigües, mayores que de pavo. El 11 entraron por la laguna (+) de S. Rafael hasta el deshecho (++) Ofqui; y dejando la piragua más pesada y parte del bastimento, subieron por una cuestecita de una media cuadra las otras tres piraguas, tirándolas con soga; y luego las bajaron à un plano pantanoso, para tirarlas de allí hasta el rio Lucac. Cuatro dias gastaron en esta operacion pesada y peligrosa; y el 15 vieron el sol por primera vez despues de su partida; con que pudieron secar el bastimento, casi perdido por las continuas lluvias. Hasta el 22 no lograron navegar por el Lucac abajo, que tiene allí mucho fondo, con diez y seis, ó diez y ocho brazadas de ancho. En Lucac quedaron dos españoles y tres indios enfermos, ó maltratados por las piraguas. Al otro dia llegaron á la boca de aquel rio, que tenia de cuatro á cinco cuadras de ancho; y antes de entrar en el mar de Guayaneco celebró el P. García la primera misa que se haya dicho en aquel lugar, para tomar posesion á nombre de Jesús de aquellas tribus gentílicas. Este mar se llama comunmente el golfo de las Penas, y Ofqui la península de los tres Montes; pero entendemos que en la actualidad es isla ó península, segun las altas mareas inundan su istmo, ó las bajas lo dejan en seco; aunque probablemente las mismas aguas habrán abierto un cauce, rebajando el terreno con su misma continuacion. Dicha la santa misa, vieron hacia el este gran número de gaviotas, de que recogieron más de quinientos huevos. El 27 alojaron en Iguilatu, puerto bastante seguro en la falda de la cordillera, donde plantaron una hermosa cruz: allí hay una buena mina de colo (+++). Despues de haber pasado otros cuatro buenos puertos en el espacio de unas seis leguas, arribaron al de Chanaquelya, estando el P. muy enfermo por las frecuentes mojaduras. Uno de los caucahues de la comitiva al llegar allí exclamó: «Gracias a Dios, que «me sacó de esta mi tierra; donde andaba desnudo en verano, y cubierta sola <«la espalda con una pequeña manta en invierno; comiendo mariscos, pájaros, <huevos y algun lobo marino, cuya pesca celebrábamos como un grande hallaz«go; y me llevó á la mision, donde tengo hacha, vestido y comida.» Con razon ponderaba el tener una hacha, porque en estas islas no las tienen; por lo cual hacen las embarcaciones vaciando los troncos con fuego y conchas, empleando en labrar una de dos brazadas un año, y á veces año y medio. El 10 de Diciembre llegaron à la boca del estero Mesier, célebre entre aquellos indios, por no haberle hallado fin; por lo cual sospechaba el P. no fuese un canal, que cruzase al mar del norte, por estar ya como á los 48° de lat. El 11 pasaron á la isla de Quetayulac, donde con un hachon de ramas secas y un palo delgado cazaron veinticuatro colmanes; pájaros mayores que gallinas, con que el Señor socorrió su necesidad.

(+) Así llaman á los pequeños golfos muy tranquilos.-(++) Deshecho. Esta palabra está aquí tomada en el sentido, que se le da en varios puntos de América, de salida precisa de un paraje. En el mismo sentido se usa en España, pero con la terminacion femenina. (Nota del editor).(+++) Sospechamos que colo querrá decir carbon de piedra; tomada esta palabra del inglés kole. (Nota del editor).

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