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de leer y escribir para ellos y para el público, y tambien de gramática latina, cuando supieron lo primero; por ser uno de los principales objetos de esta fundacion el instruirlos y educarlos de modo que pudieran ordenarse; esperando que, despues de sacerdotes, serian instrumentos adaptados para la total y sincera conversion de aquellas gentes.

24. En la lectura y escritura hicieron grandes y rápidos progresos; no así en la gramática latina. Ninguno tuvo paciencia para estudiar más allá del libro primero del Nebrija. Se les enseñó la doctrina cristiana, y se les instruyó en los misterios de nuestra santa fe; oian misa todos los dias, practicaban varias devociones, y en todo se procuraba que fueran buenos cristianos, bien instruidos y sólidamente fundados en el santo temor de Dios. A su tiempo se les hizo confesar y comulgar; y se logró felizmente que se aficionasen á la frecuencia de los santos sacramentos y á otros ejercicios de piedad. En otro lugar daremos razon de los ópimos frutos de este colegio (1). A más de estos bienes logró con esto la Compañía tener casa en Chillan, como lo deseaba de muchos años atrás; y por este medio quedó libre el colegio de Concepcion del cargo, que voluntariamente se habia impuesto, de despachar casi anualmente misioneros á aquella ciudad y su distrito; porque los PP. del colegio, sin desatender las principales obligaciones que este les imponia, servian fervorosamente al público; y á sus tiempos salian tambien à predicar y confesar por el campo.

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25. La misma real junta, por acuerdo del 20 de Octubre de este año 1700, fundó la mision de Culé, anteriormente mencionada, á cargo de la Compañía; confirmándole el nombre de Ntra. Señora del Carmen, que le habia impuesto Moncada, ó su compañero, cuando la inauguraron y administraron por poco tiempo. Pobeda, viendo los progresos que hacian las cuatro misiones que bia encargado á los jesuitas, y cuánto contribuian á mantener á los indios en paz, y á contenerlos en su deber, sin que molestaran á los españoles con sus entradas y correrías, fundó jurídicamente, de acuerdo con la real junta, esta otra mision á cargo de los mismos (2). Cabalmente Culé se halla situado á orillas del rio Regaico, uno de los tributarios del Biobio, en un valle de la cordillera, donde moraban los pehuenches y los puelches, naciones bárbaras y más o menos belicosas, á los cuales jamás habian podido sujetar del todo los españoles, ni aun reducirlos á la paz por medio de las armas; aunque sí se habian reducido casi del todo á ella por la intervencion de un jesuita, cuando la muerte de Pedreros, y en épocas anteriores por la de los PP. Rosales, Moscoso y Valdivia. Por arriesgado que fuese establecerse entre gentes tan indómitas, lo aceptaron con gusto los superiores de la Compañía; así por los motivos indicados, como para irse acercando hacia los poyas; preparando de esta manera el camino para pasar despues à Nahuelhuapi, y restablecer allí la que regó con su sangre el P. Mascardí.

26. Acto continuo nombraron por superior de la nueva mision al P. Nicolás

(1) P. Olivares, cap. xvi, § 4.—(2) P. Olivares, cap. xvп, § 5.

Kleffer; hombre de grande espíritu y carácter emprendedor, que la planteó bajo muy buen pié. Al principio del año 1702 le dieron por compañero al celoso P. Juan José Guillermo, que nos dejó los siguientes detalles de ella. «En el distrito propio de Culé vivian unos doscientos indios; seguíase el de Picapicú con ciento cincuenta; luego Koleo con quinientos; en Pinca habia doscientos; otros tantos en Bilicura; dos mil en las márgenes del Biobio; y muchísimos más entre las cordilleras; por las cuales se internaban los intrépidos misioneros, solos, sin más salvaguardia que su confianza en Dios, por si acaso lograban convertir alguna de aquellas almas. Decimos por si acaso, porque la bravura, obstinacion y rebeldía de aquellas gentes daban bien poca esperanza de que habian de convertirse; sin embargo, la paciencia, la mansedumbre y el trabajo constante de los PP. los fué poniendo más dóciles y suaves; y con el tiempo no dejaron de conseguir la conversion de algunos adultos, á más de los párvulos que murieron recien bautizados; los cuales fueron la principal cosecha de aquellos años; y por cierto no despreciable, por ser ellos criados tambien para el cielo, donde alabaran á Dios eternamente. >>

CAPÍTULO IV

1. Vuelve de Europa el P. Viñas con muchos sujetos.-2. Prendas de uno de ellos, llamado el P. Guillermo.-3. Este acompaña al obispo en la visita.-4. Se le agrega el P. Viñas.-5. Segunda Congregacion Provincial.-6. Contestacion á sus postulados. -7. El General mira por el honor de los suyos.-8. Catálogo de esta Provincia.9. Adquisicion de las Palmas.-10. Se principia la casa de ejercicios de la Olleria. -11. El P. Olivares da las misiones de Promocaes.-12. Y las de Quillota.-13. Tranquilidad del Reino.-14. Progresos de los araucanos.-15. Pobeda deja el mando.-16. Malos principios de su sucesor.-17. La sinodo de Concepcion aprueba los bautismos de los párvulos.-18. Razones directas que los justifican.—19. Razones indirectas.—20. El ejemplo de los apóstoles.-21. Porqué no dieron razon de los bautismos.-22. Revolucion del ejército español.-23. El P. Burges la apacigua.— 24. Enorme cantidad defraudada á los misioneros.-25. Solicitan nuevas misiones. -26. Biografia del P. Viñas.

1. Al paso que se iban aumentando los compromisos de la Compañía de Jesús en bien de los españoles é indios en este Reino de Chile, se iban tambien aumentando los individuos de ella, así por los que tomaban la sotana en el noviciado de S. Borja, como por los que venian de Europa. De allá llegaron (1) á Santiago el 24 de Febrero (+) del año 1699, con el P. procurador Miguel de Viñas, veinte y cuatro españoles y diez extranjeros (++), que habian zarpado de Cádiz à 21 de Abril del año anterior; haciendo los gastos de su viaje el real erario, los cuales ascendieron por todo à once mil doscientos y tres pesos (2). Diez meses de tiempo empleados para esta travesía, que ahora se hace en poco más de uno, merecen una explicacion. He aquí, en resúmen, cómo la describe el P. Antonio M. Fanelli, que vino en esta expedicion. A los cincuenta y tres dias avistaron la costa de Guinea; y á los noventa, hallándose ya en la del Brasil, tuvieron una horrible tempestad. Al principio de ella se comprometieron á cantar cada dia al amanecer un rosario á Ntra. Sra. del Alba, á más del que rezaban con la tripulacion al anochecer. Arreciando la tormenta, hicieron una novena á nuestro Sto. P. Ignacio, patron de aquel buque; y como al fin de ella no calmase, se limitaron las raciones, reduciendo la de cada individuo à dos onzas de bizcocho, tres idem de legumbres, y cuatro aceitunas, con un vasito pequeño de vino, y medio de agua. Todos, hasta los marineros, temieron perecer, si no promediaba algun auxilio extraordinario del cielo. A fin de impetrarlo, el capitan ofreció ciento cincuenta misas en sufragio de las almas del purgatorio; los marineros muchos ayunos y limosnas;

(1) P. Machoni en sus «Siete estrellas;» Vida del P. Serra.—(+) Así lo dice el P. Fanelli en una carta que escribió de este viaje á sus padres; y se publicó en Venecia el año 1710; y la tiene en esta D. José Toribio Medina.−(÷÷) El P. Suppecio en el New-Welbot expresa que tres eran holandeses, cinco italianos y dos sardos.-(2) Biblioteca nacional, entre los documentos que fueron del archivo de esta Provincia.

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los jesuitas prometieron ir en procesion á pié descalzo, al saltar en tierra en Buenos-Aires, desde el puerto á nuestra iglesia. Parece que el Señor aceptó propicio estos sus votos y oraciones; pues que à 4 de Julio, el dia centésimo de aquella navegacion, amainó la tempestad. El dia de nuestro Sto. P. Ignacio se dijo con mayor solemnidad una de las diez misas que se celebraban cada dia; comulgaron cuantos iban á bordo; y uno de los PP. hizo el panegírico del santo. En la comida se añadió una poca de mantequilla á la racion mencionada. Edificante fué la resignacion y paciencia con que todos sufrieron estos trabajos; y de admirar el que no muriera ninguno, aunque todos quedaron cadavéricos. El capitan se enfermó de suerte, que se le administraron los santos sacramentos. El P. Viñas Iloraba al ver á sus hijos en tanta miseria. A 17 de Agosto se les aumentó la racion de agua y de víveres, por hallarse ya dentro del rio de la Plata, frente de Maldonado. Sin embargo, hasta el 30 de Agosto, á los ciento y treinta de navegacion, no aportaron en Buenos-Aires. Allí descansaron hasta el 24 de Noviembre, en que partieron para Mendoza en treinta carretas, para las cuales arreaban trescientos treinta bueyes; y además doscientos caballos y mulas para los peones y los PP., que algun dia quisieran montarlos. Al mes llegaron à S. Luis de la Punta, donde hallaron haciendo su visita al obispo de Santiago; quien facultó á los PP. para predicar y confesar, como lo hicieron los cuatro dias que con este objeto se quedaron allí. Su Ilma. se fué con ellos á Mendoza; à donde llegaron á los cuarenta y siete dias de su salida de Buenos-Aires, y permanecieron por un mes en nuestro colegio. Por ocho dias dieron una fervorosa mision; despues de la cual predicó muchas noches en nuestra capilla del Buenviaje uno de los tres Padres flamencos. Entre tanto llegaron las ciento y cincuenta mulas, que el P. Provincial les envió desde Chile, para ellos y su equipaje; y despues de otros quince dias, empleados en pasar la cordillera, llegaron á Santiago el primer dia de cuaresma del año 1699. Esta ciudad ya tenia entonces unas cuarenta mil almas, segun escribió el P. Fanelli; que entonces era aún H. estudiante, y á poco de su llegada dió con felicidad su exámen de los tratados de prædestinatione y de fide, que estudió en este largo viaje. En verdad que, como este, eran jóvenes los más de los recien llegados; sin embargo, fueron todos de gran consuelo, por la esperanza que daban de que muy pronto podrian ayudar á los antiguos en sus tareas apostólicas. A más de que en la Compañía los H.3 estudiantes ayudan á salvar almas, no solo con sus oraciones y virtudes, sino con las doctrinas á pobres y niños, con sus visitas á las cárceles y hospitales, y con otras santas ocupaciones, que se les dan de vez en cuando; es decir, cuando se puede, sin perjudicar notablemente á sus estudios.

2. Pero entre estos jóvenes venia uno, que, ordenándose de sacerdote al pasar por Sevilla, quedó hecho un excelente operario, merced á su gran talento, á los adelantos que habia hecho en las letras, y al fervoroso espíritu de que estaba dotado, y que en él se habia robustecido con la constante práctica de sólidas virtudes. Este era el P. Juan José Guillermo, cuyas gloriosas empresas y dichosa muerte poco despues tendremos que referir. Durante la na

vegacion dió principio à su apostolado, en la pequeña escala que le proporcionaba el reducido número de compañeros y marineros que iban con él en el buque; lo continuó con feliz resultado el poco tiempo que demoraron en Buenos-Aires; y al llegar á la provincia de Cuyo se le ofreció una bella oportunidad, para ejercitarlo en escala mayor, y con abundante fruto.

3. En ella estaba, como hemos dicho, de visita D. Francisco Gonzalez de la Puebla, obispo de Santiago, y se le ordenó al P. Guillermo que lo acompañase; y aceptando con gusto esta disposicion, le prestó los más importantes servicios. Alguna parte recorrieron de las provincias de S. Luis de la Punta y de Mendoza, y toda la de S. Juan; que, por estar á trasmano, no habia sido visitada muchos años hacia por prelado alguno. En cada lugarcito predicaba el jóven misionero, y doctrinaba al pueblo; enseñaba el catecismo á los niños, y confesaba noche y dia; añadiendo á estas tareas, muy suficientes para ocupar á un antiguo operario, el trabajo de asentar las confirmaciones; las cuales ascendieron á muchos millares (1). Todos quedaron muy satisfechos y edificados de su caridad incansable y apostólico celo; y el Ilmo. prelado quedó tan prendado de él, que, en llegando á Santiago de Chile, lo recomendó á sus superiores, aplaudiéndolo sobre los demás.

4. Y tan pronto como su Ilma. se desocupó en Santiago de los asuntos que exigian imperiosamente su presencia, y arregló las cosas de su palacio, de la catedral y del cabildo, es decir, á fines del año 1699, ó á principios del 1700, continuó su visita por este lado de la cordillera, llevando consigo al P. Miguel de Viñas, su ordinario confesor, y al mismo P. Juan José Guillermo; por no haberse olvidado de las singulares dotes de virtud y letras, que en este jóven habia reconocido (2). Cuatro meses emplearon en ella, encargados los dos PP. especialmente del púlpito, que desempeñaron á satisfaccion del prelado y con notable aprovechamiento de los oyentes; sin olvidar las instrucciones que hacian fuera de él á los niños y gente ruda, para enseñarles lo más preciso de la doctrina cristiana. Entrambos fueron constantes en el confesonario; y con su amabilidad y paciencia se atraian aun á aquellos, que no habian logrado rendir con sus sólidos, enérgicos y patéticos sermones.

5. Por ventura la ausencia de estos dos PP. seria la causa por que se difirió un año la segunda Congregacion Provincial; que no se tuvo hasta el 23 de Agosto del 1700, con haber sido convocada para el 1699. El P. Viñas era persona demasiado importante, en razon del cargo que acababa de ejercer en Europa, para que no se le desease en ella. Presidióla y firmó sus postulados el P. Provincial José de Zúñiga; fué secretario el P. Andrés Alciato; y fué mandado de procurador á Roma el P. Ignacio de Aleman. Teniendo à la vista (3) los veinte postulados que se le encomendaron, vamos á extractar aquí los que nos parecen de mayor interés para la Historia; poniendo á continuacion la respuesta del P. General, que no la dió hasta el 27 de Diciembre de 1707 (+).

(1) P. Machoni en su Estrella 7.a—(2) P. Machoni en la Vida de este Padre.-(3) Se conservan en el archivo del Jesús de Roma; de donde me han enviado la copia, que conservo en mi poder.—(÷) En la época presente parecerá extraña esta demora; pero no lo era en

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