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gran fervor, y proponia dos veces à la semana los puntos para la meditacion; promoviendo eficazmente sus progresos en las vias del espíritu, como lo habia hecho en las de la ciencia. Deseosos los superiores de que su magisterio espiritual fuese útil á mayor número de personas, lo nombraron director de la casa de ejercicios.

7. A juicio del escritor de su vida, de los seis celosos PP. que obtuvieron sucesivamente este cargo en la nueva casa llamada de Loreto, el fué el que mejor lo desempeñó. Cuantos hicieron los ejercicios bajo su direccion ponderaban el singular fruto que de ellos habian sacado; y las mudanzas de sus vidas daban testimonio de esta verdad. La mayor parte, ó á lo menos muchísimos de ellos, llevaron por largo tiempo una vida ajustada y santa; sin contar las conversiones extraordinarias de hombres entregados al mundo y á sus placeres, y del todo olvidados de Dios. No le servia de embarazo para ello el ser italiano de nacion; á causa de haber aprendido la lengua castellana con perfeccion, y hablarla mejor que muchos de los naturales del país. Hábil poseedor del arte de retórica, sabia usar de sus figuras y diversas elocuciones, segun el caso lo requeria; y concurriendo en él la elocuencia, la dulzura, la erudicion y la eficacia, no es de extrañar se pudiera decir de él, como del P. S. Bernardo, que «en hablando del estado religioso, lo abrazaban muchos de sus oyen«tes; fuesen hombres duros ó mujeres delicadas.» Por ser tantos los que, convertidos en sus ejercicios, entraron en religion, fué proclamado, «bien hechor «de las sagradas órdenes religiosas.» Mucho pudo contribuir á tan buenos resultados la forma con que estaba edificada aquella casa, el método con que se daban los santos ejercicios, y el buen órden observado constantemente en ella.

8. La fama de sus acciones y virtudes llegó á oidos del P. General; quien lo nombró rector y maestro del noviciado de S. Borja; esperando que sabria enfervorizar y llevar por el camino de la perfeccion á los nuestros quien lo hacia tan acertadamente con los seglares. Grande fué el esmero con que crió aquellas plantas, y no fué menos el fruto que dieron ellas á su tiempo.

9. Ni desempeñó, desde el año 1753 al 1757, con menos aplicacion y acierto el grave oficio de Provincial, que enseguida le fué dado; explayando su celo, caridad y religiosidad en la direccion así de los sujetos, como tambien de todas las casas y misiones; las cuales en el período de su gobierno hicieron los rápidos progresos atrás referidos. El fué quien reprimió cierto espíritu de ambicion ó emulacion, con que el demonio pretendia perturbar el buen órden y la caridad fraterna, florecientes en esta Provincia; y lo supo hacer con gran suavidad y discrecion, colocando en los cargos y oficios de sus diversas casas à los sujetos más capaces, virtuosos y de mérito; y dando, ya con sus instrucciones privadas, ya con las públicas, una direccion recta y uniforme en todas ellas.

10. Bien persuadido el P. General del singular tino del P. Contucci para cortar disensiones y conciliar las voluntades, no creyó hallar medio más oportuno, suave y eficaz para cortar los disturbios suscitados en la vecina Provincia del Paraguay, con ocasion de las pretensiones contrarias de las cortes de

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España y Portugal, que enviarlo allá, con el nombramiento de Visitador general. Y en efecto; pasó el P. Contucci à la otra banda de los Andes al desempeño de esta grave y difícil comision. Su biógrafo se abstiene de referir lo que allí hizo, diciendo ser cosa muy sabida.

11. Allí le cogió el decreto de Cárlos III; en virtud del cual fué arrestado en el colegio de Buenos-Aires, y embarcado en la ensenada de Barragan, á bordo del navío S. Esteban, que lo sacó en alta mar. ¿Dirémos que para el destierro? No; pues que lo volvia, aunque violentamente, hácia su patria. Bien que tampoco lograron los hombres llevarlo á Italia; pues Dios lo llevó, antes de que á ella llegara, à la patria celestial. Y ¿quién pensara que un sujeto de tanto mérito y tan estimado en todas partes viniese á morir de hambre? Pues ello fué así; porque los alimentos faltaron en el S. Estéban, y el venerable anciano no tuvo fuerzas para sufrir la falta de ellos, por todos los dias que se tardó todavía en llegar á tierra; viniendo por esta causa á fallecer de inanicion. El mar fué su sepulcro. Nada más sabemos de su muerte. El Señor recibiria su alma, la llevaria al eterno descanso, y la remuneraria con la abundancia de gloria que sus padecimientos, hechos y virtudes merecian (1).

12. El P. Lorenzo Romo, nacido en España por el año de 1708, vino á Chile con una de las expediciones de misioneros de la Compañía, que de vez en cuando venian de allá. Fué hombre de baja estatura, pero de altos pensamientos; de pocas palabras, pero de mucha sabiduría: la cual no sabia ostentar en las conversaciones, pero sí en la cátedra; que fué su principal ministerio. Puesto en ella, con los ojos cerrados, como si durmiera, dictaba las lecciones de teología á sus discípulos, sin más papel que algunas citas de los autores más afamados. Solo hablaba con los seglares cuando lo requeria la direccion espiritual de sus penitentes; en los cuales resplandecia comunmente su espíritu. De esta manera tenia más tiempo para tratar con Dios. Muchas horas empleaba cada dia en la oracion; y decia la misa con tanta pausa, que excedia de media hora.

13. Constituido maestro de novicios, comenzó su gobierno con tanto celo de la observancia regular y de la disciplina religiosa, y con tanta severidad, que disgustó á algunos; mas, en sabiéndolo, se moderó; adoptando un sistema de dulzura y afabilidad, con que hacia llevadera la vida religiosa; sin dejar por esto de corregir á sus novicios, pero con el espíritu de mansedumbre propio de la Compañía; sobre todo, cuando los defectos no eran públicos, ó contra las órdenes de los superiores mayores. Con todo, decia con sinceridad, ó más bien con humildad. «Yo antes no temia el purgatorio; pero ahora lo temo ya, desde que los superiores me pusieron de rector.» Habria llegado á ser Provincial, si hubiese tenido un genio algo más abierto y tratable, y no hubiese sido tan enemigo de cargos honrosos segun el mundo; por lo cual, aborrecia hasta las prelacías, aun en la misma religion. Su corazon estaba totalmente puesto

(1) He extractado esta Necrología y la siguiente del Documento citado en la nota anterior, modificando el estilo.

en Dios; y así, no queria cuidados que pudieran distraerle. Todo su cuidado era la fiel observancia de las santas reglas.

14. Para purificar más y más su alma, ó para darle ocasion de merecer, permitió el Señor le sobreviniera una grave y duradera enfermedad de asma, que por muchos años no le permitió dormir en la cama; porque, si se recostaba en ella, la sofocacion del pecho casi lo ahogaba. Pasaba las noches vestido y sentado en una silla, sin poder apenas tomar el sueño. Con todo, jamás quiso se molestase ninguno de los H., durmiendo en su aposento, para mejor asistirlo; con ser él rector del noviciado.

15. La gravedad de sus achaques era tan conocida, que el Sr. Gobernador de este Reino, al ejecutar la expulsion de los jesuitas, le dijo: «P. Lorenzo; la «real órden no le comprende á V. R.'» A lo que el P. contestó: «Exmo. Señor; «su Majestad nos expulsa de sus dominios. Quiero seguir á mis hermanos y <«morir en su compañía. No admito la indulgencia de vuestra Excelencia.»> Admirado y edificado el Sr. Gobernador de su constancia, le permitió emprendiese su viaje para España. Agravándose sus achaques ordinarios con la navegacion, y agregándose á ellos el mal estado de los víveres, su escasez, y la sed que se padeció en su nave, vino à expirar en alta mar, sin recibir los santos sacramentos, ni tener quien le auxiliase en la última hora; por no haber notado que iba a morirse persona alguna. Cuando su venerable cuerpo fué arrojado al mar, este, que estaba á la sazon grandemente embravecido, se calmó al momento; de suerte que, á la horrorosa tormenta, que amenazaba sepultarlos á todos en los abismos, sucedió instantáneamente la bonanza, y se le siguieron veinte y dos dias de viento suave y favorable. La tripulacion y hasta su capitan, creian y publicaban ser aquello una gracia obtenida de Dios por los méritos é intercesion del P. Lorenzo Romo; y no se les hacia esto difícil de creer á los que tenian claro conocimiento de sus eminentes virtudes.

16. Este P. miró siempre la pobreza como madre, regocijándose con sufrir algunos efectos de ella; y jamás tuvo alguna cosa de comodidad, ni regalo. Hasta del tabaco se privó por el amor de esta virtud. Si los padres de sus alumnos le hacian algun regalo, lo repartia gustosamente entre los más pobres de estos mismos. Su semblante y comportamiento exterior manifestaban la pureza angelical que reinaba allá en su interior; conservando todavía cuando anciano el candor de la niñez. Su obediencia era verdaderamente ciega; sin excusarse jamás, ni siquiera con su ceguera, ni con los demás achaques; cuyo peso le tenia casi agobiado. Todo él era como un libro abierto, en que todos podian estudiar la observancia de las santas reglas, perfectamente detalladas en su conducta. Por lo tanto, con razon esperaron en el Señor sus compañeros de infortunio, y testigos presenciales de sus virtudes, que su alma volaria al cielo, apenas salió de su cuerpo, y que entraria en posesion del alto trono de gloria, que Dios tendria preparado desde la eternidad á sus insignes méritos y extraordinarios sufrimientos.

CAPÍTULO VI

1. Los filósofos echan de Parma la Compañia.-2. Clemente XIII los intimida.—3. Se une con ellos la emperatriz de Austria.-4. Algunas cortes solicitan la extincion.— 5. Clemente XIV cede á sus amenazas.—6. Informalidades de su breve.-7. Con qué intencion.-8. Varias cortes lo rechazan.-9. Heróica sumision de los jesuitas.— 10. Quedan minados los tronos.-11. Extincion de la Provincia de Chile.—12. Nómina de sus Provinciales y Visitadores.

1. Los triunfos que los filósofos impíos, mancomunados con los francmasones y los hipócritas jansenistas habian conseguido en Portugal, Francia y España sobre la Compañía de Jesús, no alcanzaron á satisfacer su furor contra ella; por no parecerles bastantes todavía para la consumacion de sus planes de iniquidad, trazados contra la Iglesia y los Estados. Pero, animados con el resultado que les habian dado sus insidiosas negociaciones en aquellas tres cortes, las entablaron en el Reino de las dos Sicilias y en el Ducado de Parma. Conocido les era el mal ánimo de Tanucci, ministro de aquel Reino, para con la Compañía, como que participaba las ideas antireligiosas y antisociales de los novadores, y habia sido además criatura de Cárlos III; por lo cual se valieron de él, y con buen resultado, para conseguir en el reino de Nápoles y Sicilia su maligno intento. En efecto; el 3 de Noviembre del año 1767 Tanucci reprodujo en las dos Sicilias el extrañamiento de los jesuitas, en la misma forma y manera que se habia ejecutado en España. Alcanzado este nuevo triunfo, no les fué difícil á los enemigos de la Compañía el conseguir que fuera expulsada tambien de Parma y de Placencia; gobernadas à la sazon por un infante de España, que lo era á su vez por Du-Tillot, marqués de Felino, conocido agente de la secta filosófica. He aquí porqué el conde de Aranda y el duque de Choiseul lo invitaron confiadamente á que entrase en su coalicion contra los jesuitas (1); los cuales, sin proceso ni formalidad alguna de derecho, fueron arrojados de aquel Ducado y del de Placencia á principios de 1768.

2. La entereza y ternura con que el Papa Clemente XIII habia escrito á Carlos III echándole en cara el mal paso que habia dado contra una órden tan benemérita de la Iglesia y del Estado, y el valor con que le vieron ahora anular el decreto de Fernando de Parma, excomulgar á sus autores á 20 de Enero de este mismo año 1768 y promulgar enseguida una bula deponiendo al mismo Duque, feudatario de la Santa Sede, acobardaron algun tanto á los enemigos jurados de la Compañía, ó mejor diremos, los obligaron á detenerse un momento en la perpetracion de sus planes de iniquidad. Clemente XIII era ya anciano, y su vida habia de durar bien poco; creyeron, por lo tanto, ser prudente aguardar el dia fatal de su muerte, que llegó realmente el 2 de Ju

(1) Mr. Cretineau-Joli, Historia de la Compañía de Jesús, lib. VII, cap. iv.

nio de 1769, resueltos á exigir la total extincion de la Compañía á su inmediato sucesor; en cuya eleccion procurarian influir con todo el poder de las cuatro cortes reales, que ya tenian dominadas por completo.

3. No seria ajeno del objeto de esta Historia seguir los pasos que dieron los ministros de ellas, á saber, Choiseul, Aranda, Pombal y Tanucci, las tramas que urdieron y las intrigas que manejaron en órden al conclave, abierto el 15 del indicado mes, para la eleccion del Sumo Pontifice; con el designio de hacer fuera elegido alguno que estuviera dispuesto á extinguir la Compañía. Nada, sin embargo, diremos de todos estos trabajos de mina, dejando su narracion para el que escriba la Historia general de la Compañía. Algo han escrito de tan delicado y espinoso asunto Cretineau-Joli en la suya, y en su Clemente XIV y los Jesuitas; el P. Ravignan en su Clemente XIV; y el Padre Boero con el mismo título. Nos limitaremos nosotros á decir que fué elevado al trono pontificio el cardenal Ganganelli, religioso franciscano, con el nombre de Clemente XIV; quien resistió más de cuatro años á las instancias, reclamaciones y amenazas de las cortes mencionadas; así como de la de Austria, que se habia coadunado con ellas à principios del año 1773. La augusta señora D. María Teresa, madre del emperador José II, la cual hasta entonces habia defendido acérrimamente à la Compañía de Jesús, acababa de rendirse á las viles é insidiosas supercherías de los filósofos, segun algunos autores (1), y segun otros, á las ávidas importunidades de su hijo. Este, que no profesaba ni amor ni odio á los jesuitas, pero si codiciaba sus riquezas, prometió á los Borbones que se uniria con ellos, si se le aseguraba la propiedad de los bienes de la Compañía.

4. Los reyes de Polonia y de Cerdeña, los electores de Baviera, Tréveris, Colonia y Maguncia, el Palatinado, los Cantones Suizos y las repúblicas de Venecia y Génova, que con el Austria abogaban por la conservacion de la Compañía, una vez abandonados por María Teresa, nó bastaban para su defensa. Las cortes enemigas, cada una de las cuales tenia un agente especial en Roma para esta malhadada causa, redoblaron sus esfuerzos, y á cara descubierta. La de Madrid envió á Roma, por muerte de Azpuru, á Francisco Moñino, más tarde conde de Florida-Blanca; quien con su genio audaz y ánimo resuelto á consumar esta grande obra de iniquidad, á trueque de congraciarse con su soberano y de lograr, como los logró, nuevos ascensos, habia de arrebatar de Clemente XIV el breve, por que tanto trabajaban.

5. En efecto; rendido este á sus importunas instancias y bruscas amenazas, dió en Sta. María la Mayor, bajo la firma del cardenal Negroni, á 21 de Julio de 1773 el breve Dominus ac Redemptor Noster, que extinguia la Compañía de Jesús; pero no apareció al público, ni se intimó á los individuos de ella hasta el 16 de Agosto de aquel mismo año. Así como estos acataron humildemente, por el respeto debido á la Santa Sede, esta terrible sentencia, que los privaba de inmensos bienes espirituales, disolvia los sagrados vínculos que los unian

(1) El mismo autor, lib. VII, cap. IV.

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