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26. Un cuarto de hora duró escena tan lastimosa; al fin del cual un silencio sepulcral indicó que allá dentro no quedaba persona con vida. Dos mil mujeres, la mayor parte señoritas jóvenes, y cincuenta hombres, unos quemados, otros aplastados, y los demás asfixiados, acababan de fallecer. ¡Que sus almas hayan volado al descanso del Señor! ¡Que allí rueguen á Dios por los que demolieron las paredes y sacaron los cimientos, que habian perdonado las llamas! Las escenas que con esta ocasion pasaron son demasiado tristes; y así, mejor será que las releguemos al silencio.

27. Los cadáveres fueron despues conducidos al cementerio, y enterrados en departamento especial. La mayor parte de ellos se hallaron horriblemente mutilados, chamuscados ó carbonizados por aquellas llamas; cuya voracidad podrán comprender los lectores por los datos siguientes.

28. De la inmensa cantidad de madera que formaba la bóveda y la gran cúpula, apenas quedaron algunos tizones; lo más se habia volatizado, convertido en cenizas. El bronce de las arañas se fundió; una de las campanas estaria tan candente al caer de la torre, que por un costado se aplastó, sin romperse; la otra se hizo pedazos; los cuales derretidos, corrieron por el suelo, y formaron grupos bien caprichosos con los alambres de las crinolinas, ú otros hierros. Uno de estos tenia engastado un puñado de cabellos. La campana mayor, del peso de noventa y tres quintales, solo se hizo en su borde una bendidura de media pulgada, y una rajadura de unas siete pulgadas; porque cayó precisamente sobre el monton de cadáveres hacinados en la puerta principal. Hasta los cristales de las arañas se corrieron (+). El estar los cuerpos unos encima de otros, y el agua, que sobre ellos echaron las bombas, impediria que se consumieran sus carnes. Con todo, las de uno se consumieron completamente, sin que se deshiciera, ni dislocara uno solo de sus huesos. Se le encontró hecho un puro esqueleto, hincado de rodillas, con las manos en la frente, que tenia apoyada contra la pared del crucero, cerca de un boquete que se abrió á barretazos, donde estuvo la puerta antiguamente. Adoremos los arcanos del Altísimo, que ha permitido fin tan desastroso á aquel templo, en que tanta gloria se le habia dado y se le estaba dando todavía. No es dado al hombre el penetrarlos; y aun las pías y respetuosas investigaciones pudieran ser equivocadas y peligrosas. Si al devoto contemplativo, y á todo cristiano de buena fe y recto corazon, le es dado hacerlas humildemente en la presencia del Señor, para confirmarse en su santo temor y excitarse á dar un culto cada vez más puro y sincero á la Majestad divina, á su Madre santísima y á los santos, no es propio del historiador avanzarse á arriesgadas conjeturas. Por lo tanto, cortaremos aquí este capítulo, para que nuestros lectores puedan hacerlas, si quieren, por sí mismos; pero no se olviden de rogar por las almas de los que allí fallecieron, y tambien por los que pidieron y han consumado la completa demolicion del mejor templo que nuestros PP. antiguos habian edificado en el territorio de Chile (++).

(+) Conservo uno para demostracion del hecho.-(++) No he puesto citas; por ser lo aquí referido cosa que he visto, ó averiguado diligentemente de abonados testigos de vista.

CAPÍTULO VIII

1. Destinanse al culto divino los vasos sagrados de la extincta Compañía.—2. Los franciscanos van de misioneros á Chiloé.-3. Su número y fruto.-4. Van tambien á la Araucania.-5. Se equivocan al censurar el sistema de los jesuitas.-6. Sus disposiciones lo comprueban.-7. Desengañados, lo adoptan en parte.-8. Para cumplirlo multiplican sus misiones.-9. En la conversion de los cuncos qué parte tendrian los jesuitas.-10. Intentan restablecer las misiones circulares.—11. Los indios se acuerdan de los jesuitas.-12. No subsisten ya las misiones de Chiloé.-13. El procurador del Reino pide se den las misiones de Promocaes.-14. Se mandan dar.-15. El Rey lo aprueba, y la República lo acata.-16. Se interrumpen.-17. Se restablecen.18. Ya no se dan.-19. Parte que tuvo la Compañía en las demás.-20. Prosiguió la casa de ejercicios de Loreto.-21. Dónde se dan ahora.-22. Las otras casas continuaron por mucho tiempo.-23. En vez de la nuestra de Quillota se abre la de Concagua.-24. Influyeron los antiguos jesuitas en la fundacion de las otras.—25. Cuánto les debe el buen órden social de este país.

1. Despues de haber referido el destino dado á los colegios y residencias de esta Provincia, justo es consignar en estas páginas la suerte que corrieron sus misiones y casas de ejercicios: sin detenernos á expresar circunstanciadamente el uso que se hizo de todos y cada uno de los ornamentos, vasos sagrados, preseas y adornos de sus iglesias. Bástanos decir sobre este punto, para consuelo de los piadosos lectores, que no fué profanado, ni convertido en moneda ninguno de ellos. Todos fueron aplicados por las autoridades competentes de este Reino á diversas iglesias ó corporaciones religiosas, para que continuaran con el sagrado destino para que habian sido trabajados por nuestros PP. y H. Tan solo el gobierno del Perú, á quien Chiloé estaba civilmente sujeto desde el año anterior á la expulsion, no pensó en hacerlo así con la plata labrada de nuestras iglesias de aquel archipiélago. Por lo contrario; la mandó recoger de todos ellas, y llevarla á Lima; para desde allí trasmitirla á España, segun decian. Mas el Señor no permitió que salieran con su intento; porque al pasar por el escollo de Pygui, en la entrada del canal de Puguñam, que separa del continente la isla grande de Chiloé, el buque que la llevaba se estrelló contra él (1) y naufragó, sin poder salvar la menor parte de aquel tesoro; aunque el tal escollo solo dista una milla de la costa.

2. No por esto quedaron aquellas iglesias sin culto. Los PP. franciscanos, á quienes se encargaron el 2 de Julio de 1768 las cuatro misiones, que allí dejaban mal de su grado los jesuitas, lo continuaron; como tambien la cultura espiritual de los isleños. Y nos complacemos en decir que emularon (2), si no

(1) Los vecinos de Ancud recuerdan hasta el nombre del buque. Los documentos perecieron en el incendio que sufrió aquella ciudad en el año 1859.—(2) Fr. Pedro Gonzalez de Agueros, Descripcion de Chiloé.

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aventajaron el santo celo de los antiguos misioneros, conservando las mismas prácticas por aquellos establecidas; como fueron los fiscales, patronos, rezos, cánticos y otras muchas. No contentos con recorrer anualmente las capillas de aquel archipiélago, hicieron tambien sus viajes hasta el de Guayaneco, en busca de los indios salvajes que habitaban en él, en las islas intermedias, y en aquellas costas. En el año 1862 el hijo de uno de los bogadores, que dos veces los condujeron hasta aquellas remotas tierras, nos contó varios de los pasajes y anécdotas, que su padre le habia referido sobre estos viajes, y que aquí omitimos por brevedad. Kaylin continuó siendo la mision especial de los miserables indios traidos de aquel archipiélago, hasta el año 1796, en que todos se fugaron, yéndose los más á la tierra del Fuego (1); y no por culpa de los PP. misioneros, sino del administrador (2) que allí les habia puesto el Gobierno.

3. Por el mismo año habia en Chiloé quince misioneros, y otros tantos en el 1776; á cada uno de los cuales se le pagaban (3) doscientos y cincuenta pesos al año, sacándolos de las temporalidades de los jesuitas. En tiempo de estos jamás el gobierno habia rentado otros tantos; y apenas alcanzó á pagar el sínodo á ocho de ellos en los años postreros de su existencia. Los mismos llevaban adelante la escuela de primeras letras, abierta en Chonchi por nuestros PP., y otras dos más. Algunos de estos misioneros franciscanos se establecieron en nuestro colegio de Castro; lo cual fué de grande ventaja para aquel pueblo, por haber los religiosos mercedarios y los franciscanos trasladado sus conventos de allí à la naciente ciudad de S. Carlos de Ancud. Estos PP. de Castro, así como los de Chonchi, Achao y Kaylin, trabajaban sin cesar en bien de las almas. ¡Ojalá que nunca hubiesen faltado de aquel archipiélago tan celosos operarios! Mas ellos faltaron, con ocasion de las guerras de la independencia; quedando aquellos pobres indios en el mayor abandono. Por muchos años no hubo en todo él más que tres ó cuatro sacerdotes, que los auxiliasen. Y con todo, no perdieron ni la fe, ni la piedad cristiana. ¡Tan arraigadas habian dejado en sus corazones una y otra los misioneros jesuitas y sus inmediatos sucesores!

4. Las misiones de la Araucania fueron confiadas á los PP. franciscanos de la Propaganda, que, segun llevamos dicho, despues del año 1751 habian fundado un colegio en Chillan, y abierto dos misiones entre los infieles. De admirar es la providencia divina, que los llevó á tiempo oportuno á aquella frontera, y los inició en este sagrado ministerio, para que más fácilmente pudieran hacerse cargo de las ovejas de Cristo, que vendrian á quedar sin pastor, con la expatriacion de la Compañía. Estando los araucanos, al tiempo de ella, en guerra con los españoles, no pudieron por de pronto instalarse entre ellos los nuevos misioneros; y así pudieron estos desempeñar las misiones de Chiloé, hasta que en 1785 las tomaron á su cargo los PP. de la misma órden

(1) Carvallo.-(2) Así nos lo refirió un religioso antiguo, que á principios de este siglo habia vivido en Chiloé.-(3) Archivo de la tesorería, leg. 29.

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del colegio (1) de Ocopa; y segun se lo iba permitiendo el estado de la guerra, fueron restaurando las de la Araucania; aunque no todas, por haberse erigido en doctrinas las de Sta. Fe, Sta. Juana, S. Cristóbal y S. José de la Mocha; y desaparecido las de Colué, Angol, Maquehua, Repocura, Boroa, Nahuel buapi y la Imperial. Al inaugurarlas, examinaron diligentemente á sus neófitos; y reconociendo cuán pocos sabian la doctrina cristiana, reprobaron el sistema de enseñanza adoptado por los jesuitas.

5. No creemos que ellos exageraran la ignorancia de los indios examinados; pero sí que se equivocaron al formular el juicio sobre ella, y sobre las causas que la producian. Los indios entonces examinados fueron los de Arauco y los de Valdivia. Entre aquellos hallaron bien pocos medianamente instruidos en los misterios de nuestra santa fe, y casi ninguno entre estos; pero ni unos ni otros podian servir de norma, para deducir los conocimientos religiosos y las costumbres de los demás indios, en razon de haberse criado los primeros en medio de la soldadesca, y haber sido los de Valdivia los que peor babian correspondido á los cuidados é instruccion de nuestros misioneros. Y que no fué por culpa de estos, lo prueba el que otro tanto hicieron con los franciscanos. En uno de los informes que estos pasaron al gobierno (2) se pondera la obsti⚫ nacion y mala correspondencia de estos indios de Valdivia; mientras se aplaude la docilidad y piedad de los demás de aquella provincia. Por cierto que cuando los mismos PP. franciscanos abrieron la mision de la costa de Niebla el año 1775, y la de Arique en 1779, hallaron á la mayor parte de sus indios, no solo bautizados, sino tambien muy bien instruidos en las cosas de la religion, y aficionados à la práctica de ella (3). Y esto que los jesuitas tan solo habian podido doctrinarlos en sus correrías, por vivir aquellos al poniente y estos al naciente de su mision de Valdivia. A más de que unos neófitos recien sacados de la barbarie fácilmente olvidan, con el bullicio de la guerra y la exaltacion de las pasiones, que le es consiguiente, las doctrinas y prácticas religiosas. ¿Qué mucho las hubiesen olvidado en seis ó más años que no tenian misiones? De resultas de estos primeros informes (4) prohibió el P. prefecto, de acuerdo con su definitorio: 1.° Que se bautizase ningun indiecito, fuera del caso de extrema necesidad, sin tener una certidumbre moral de su futura educacion religiosa. 2.° Que ningun misionero saliese á las misiones circulares, ni se alejase de la suya respectiva, á no ser para confesar á los moribundos, en caso de ser llamado. 3.° Mandó que se les convocase á mision, para predicarles y doctrinarlos en la capilla ó iglesia propia.

6. Nuestros prudentes lectores fácilmente deducirán de estas ordenanzas que los misioneros de la Compañía de Jesús habian despreocupado á los araucanos

(1) Así lo dice el P. Fr. Agueros; aunque José Sallusti en el tomo III, cap. In de su Storia delle Missioni di Chile dice que fué en el 1772.—(2) Se conserva autógrafo entre los papeles varios de esta biblioteca nacional.-(3) Informe del P. Fr. Miguel Ascandios, dirigido á Carlos III en 1784; y citado por Sallusti en el lib. IV, cap. I de su Storia delle Missioni Apostoliche dello Stato del Chile, impresa en Roma en 1827.-(4) Archivo de los PP. franciscanos del colegio de Chillan.

de las prevenciones contrarias al cristianismo, ilustrado sus entendimientos con las luces de la fe, impreso en ellos muchas ideas religiosas, é inoculado en sus corazones algun amor á las cosas santas, y eficaces aspiraciones à los bienes que la religion cristiana nos proporciona en esta vida y promete para la otra. A no haber sido así, no habrian sus inmediatos sucesores podido confiar que los indios irian á sus capillas al toque de la campana, les llevarian espontáneamente los párvulos para ser bautizados, y los llamarian á sus ranchos, para auxiliar á sus moribundos. ¿Y el resultado obtenido en sola la mision de Arauco durante los siete primeros años, á saber, desde el año 1768 al 1775, no nos ofrece otro comprobante de lo mismo? Los franciscanos hicieron en este tiempo ciento y tres bautismos, diez y siete entierros, y cuatro matrimonios. Prescindiendo ahora del número de bautismos, entierros y casamientos que habrian hecho los jesuitas en el mismo período, á haber continuado con aquella mision, preguntamos: ¿y este resultado, tan pequeño en realidad, seria debido á la instruccion religiosa de los jesuitas, ó á la predicacion de los nuevos misioneros? No puede presumirse que fuera á causa de esta, porque no la oian los indios.

7. Apenas treinta, entre caciques y conas, asistian á ella y á la santa misa los domingos y demás dias festivos (1); sin que asistiera ningun indio de menor cuenta, y ni una sola india, con pertenecer tres mil almas á aquella mision. Idénticas reflexiones pudiéramos hacer casi sobre todas las misiones. Este último hecho, público y patente á todos los misioneros, y el recien indicado censo, les hicieron conocer el error que habian cometido al abandonar el sistema de sus predecesores. Entonces fué cuando los PP. Fr. Ramon Pedrasa y Fr. Francisco Arroyos elevaron á su prefecto enérgicas representaciones, para que aquel sistema se restableciese, si no en todo, á lo menos en parte; y su Paternidad muy reverenda, en vista de sus razones, decretó que en cada mision uno de los PP. saliese cada semana á alguna de las parcialidades, con tal que no distase más de cinco leguas, para pasar en ella tres ó cuatro dias instruyendo á sus individuos. Que cada semana variasen de rumbo, para repartir sucesivamente á todos el pan de la divina palabra, y llevarles los consuelos de la religion à sus casas. Grande fué el fruto que consiguieron por este medio; pero este no se extendia más allá de un radio de cinco leguas, cuando el de los jesuitas se extendia á diez, quince y aun veinte leguas. Léanse los prolijos estados de sus misiones, conservados en el archivo del colegio de Chillan, y no se hallará en ellos un solo año en que sus misioneros enviaran al cielo mil párvulos, cuando los jesuitas solian enviar allá de tres á cuatro mil anualmente. ¡Y qué podríamos decir de los adultos moribundos!

8. No dejaron de reconocer los PP. franciscanos y de lamentar que perecieran miserablemente tantos indios, por no haber quien les administrase el bautismo y la penitencia, únicas tablas de salvacion; y para obviarlo, deter

(1) Informe de los PP. Pedrasa y Arroyos, conservado en el archivo de los franciscanos de Chillan.

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