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CAPÍTULO IX

1. Cuán sensible fué para los jesuitas chilenos la extincion de la Compañía.—2. Bienes de que les privaba.-3. Se dedican al estudio.-4. Molina escribe su Historia de Chile.-5. Su aceptacion pública.-6. Otras obras suyas.—7. Historia de Chile por el P. Vidaurre.-8. Vida del P. Olivares.-9. Escribió la Historia civil de Chile.— 10. Se imprime.-11. Critica de la misma.-12. Los PP. Garrote y Febrés escriben sus gramáticas chilenas.-13. El P. Bachiller se hace eminente en la literatura italiana, y el P. Bas en la turca.-14. Traducciones en verso castellano por el P. Palazuelos.-15. Obras piadosas por el P. Boza.-16. El P. Lacunza escribe la Venida del Mesías.-17. Se conserva su obra en Chile.-18. Es impugnada y denunciada á la sagrada Congregacion.-19. Defiéndela su segundo censor.-20. El P. Zechinelli confirma las censuras del primer censor.-21. Sobre catorce puntos principales. -22. Razones para no condenarla.-23. Su prohibicion.-24. A qué se atiende.25. Mérito de Lacunza.-26. El P. Fuensalida es catedrático de moral en Ímola.— 27. Sus obras de controversia.-28. Es teólogo de Pio VII.-29. Otras obras suyas.

1. Y mientras el gobierno de este Reino cubria con los bienes de la Compañía las urgencias del Estado así en la guerra de Arauco, como en la construccion del magnífico palacio de la moneda; la real junta de temporalidades fundaba, con parte de su capital, útiles establecimientos de educacion y beneficencia; el obispo convertia en parroquias algunas de sus iglesias; los religiosos de estas provincias tomaban posesion de varios colegios, para nuevos conventos de sus órdenes; los franciscanos de la Propaganda llevaban adelante sus misiones entre los indígenas; los particulares mejoraban de fortuna con la adquisicion de sus haciendas, y el real erario enriquecia con la venta de ellas, ¿qué suerte corrian sus hijos? Muy triste ciertamente; porque estos hombres ilustrados, virtuosos y benéficos pasaban una vida humilde y retirada en país extranjero, sindicados con la doble nota de la proscripcion y de la extincion. Si les fué llevadero cargar con la primera, no les seria igualmente fácil soportar la segunda. A aquella la veian brillar con los caracteres del martirio; á esta no les permitiria su piedad mirarla bajo el mismo concepto, por habérsela impreso el Vicario de Cristo. En la primera hallaban algo de dulce y honroso; en la segunda todo les era amargo y vergonzoso. ¡Qué lágrimas les bastarian para llorar el fallecimiento de su amada madre la Compañía de Jesús! ¡Qué acerbo dolor les causaria recordar los tiros envenenados que se dispararon contra ella, contemplar la mano sagrada que le habia dado el último golpe, y reflexionar sobre las fatales consecuencias que produciria su extincion à la Iglesia y al Estado! Y si volvian los ojos hácia la misma Iglesia ¡cuántos motivos de pena y confusion no descubririan!

2. Disueltos sus votos religiosos, se veian depuestos del sublime estado á que en la Iglesia los habia elevado la bondad divina, y confundidos con el comun de los fieles. Disuelto habia sido, y á pesar suyo, aquel sublime y miste

rioso desposorio, que habian contraido al pronunciar su voto de castidad; borrados habian sido del número de los pobres voluntarios de Cristo, aunque sentian los efectos de la pobreza, como no podia menos de suceder estando en tierra extraña, y con bien pocos arbitrios, para remediar sus necesidades y acomodarse en el siglo; no estaban sujetos á sus prelados, que eran sus amorosos padres segun el espíritu, y no les era permitido volver á los que lo eran segun la carne; se veian, por fin, arrancados del seno de sus comunidades, sin serles dado retirarse al seno de sus familias. ¿Qué harian los pobres Hermanos coadjutores? ¿Cómo continuarian los estudios los H. escolares? A los PP. se les daba permiso para recibir beneficios eclesiásticos; pero, no pudiéndoseles dar, segun la encíclica que se siguió al breve de su extincion, licencia de confesar y predicar, ¿á qué beneficios podrian optar? Todo parecia haberse conjurado contra ellos. Sin embargo, á todo supo sobreponerse su virtud; y todos en general adoptaron un sistema de vida el más análogo á su antigua profesion.

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3. La oracion, el estudio y la educacion de la juventud fueron sus ocupaciones favoritas. Los PP. ancianos en especial, y los H. coadjutores se consagraron á la primera; y el Padre celestial, que oye gustoso á sus hijos en el retiro, se complaceria en oirlos, aceptaria con placer los afectos de sus corazones, á su tiempo se los remuneraria generosamente. La mayoría de los PP. jóvenes y de los H. escolares se dedicó al estudio; continuando los trabajos literarios comenzados en Chile, ó emprendiendo otros nuevos, que por acá ni aun habrian conocido. Por estrictas que hubiesen sido las órdenes de Carlos III y severas las instrucciones del conde de Aranda, para que se les quitasen todos sus manuscritos, al tiempo del imprevisto arresto, y de que fuesen remitidos todos á España, los jesuitas de Chile salvaron no pocos del secuestro general; los cuales explotaron sabiamente en el destierro sus propios autores, ó sus compañeros. En el primer caso se halló el P. José Morales, natural de S. Juan de Cuyo, que allí perfeccionaria sus Observaciones sobre la cordillera de los Andes y llanuras de Cuyo; pero ni él tuvo la satisfaccion de darlas á luz pública, ni la tenemos nosotros de servirnos de ellas, por ignorar su paradero. En el segundo caso se hallaron los PP. Vidaurre y Molina; quienes, sirviéndose de las recien indicadas Observaciones, del Viaje del P. José García al archipiélago de Guayaneco, del primer tomo de la Historia civil, escrita por el P. Miguel de Olivares, de otros documentos, que algunos salvaron del secuestro, y de las noticias orales de otros PP. curiosos y experimentados, lograron escribir sus importantes Historias; pero solo el P. Molina tuvo la buena suerte de dar á luz la suya (1).

4. Mas este no dió desde luego á luz los dos tomos, que por acá poseemos; sino que de antemano, y como para tentar el terreno, publicó en Bolonia en el año de 1776 un Compendio de la Historia geográfica, natural y civil del Reino de Chile, ocultando su nombre por una prudente cautela. Es verdad que el

(1) Abate Molina en el prólogo de su Historia civil de Chile.

Papa Clemente XIV habia fallecido el 22 de Setiembre de 1774, precisamente al año justo y cabal de haber encarcelado en el castillo de S. Angelo al Padre General Lorenzo Ricci, con sus cuatro Asistentes; lo es tambien que el cardenal Angel Braschi babia sido elegido Papa á 15 de Febrero del año 1775 con el nombre de Pio VI; y que, debiendo este á los jesuitas su primera educacion, y estando convencido de su inocencia, y previendo los daños que su extincion causaria á la Iglesia, estaba determinado á favorecerlos cuanto las circunstancias lo permitieran: con todo, nuestro P. Molina no osó publicar dicho Compendio bajo su propio nombre. La aceptacion que este tuvo entre los sabios lo animó á continuar su tarea, y á escribir su Saggio sulla Storia naturale di Chile, que por el año 1782 publicó en un tomo en 8.°, prometiendo para dentro poco el otro sobre la Historia civil; mas no pudo cumplirlo hasta el año 1787, por no haber conseguido el tomo 2.° de la escrita por el P. Olivares, que esperaba se lo remitirian á tiempo desde el Perú. Frustradas estas sus esperanzas, se resolvió á completar la suya con los recuerdos y apuntes que él y otros PP. conservaban, y con algunos otros documentos, que logró consultar.

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5. Recelando, sin duda, que Cárlos III no permitiria imprimir, ni circular por sus dominios aquella obra, por ser trabajo de un jesuita proscrito, la escribió en idioma italiano; del cual bien pronto fué traducida al francés por Mr. Grivel (1), y tambien al aleman. El conde del Maule, Nicolás de la Cruz y Bahamonde, tradujo y anotó el segundo tomo, y lo publicó en Madrid, año 1795, por la imprenta de D. Sancha, junto con el primero, que habia traducido Domingo de Arquellada. En el 1810 reimprimió el autor en Bolonia este primer tomo, algun tanto aumentado. Estas publicaciones le merecieron á él y á la Compañía la estimacion de la gente ilustrada y del público en general. Los estudios históricos estaban en boga en aquella época. Hasta entonces poco se habia escrito sobre la historia de Chile, y casi nada se habia publicado, fuera de los poemas de Ercilla y Oña, y de las noticias de este Reino escritas por el P. Ovalle. Perez y Carvallo escribieron á fines del siglo próximo pasado. No sabemos que ninguno de los ramos de la historia natural hubiese sido estudiado, á no ser por el P. Fr. N. Freuville y por los jesuitas; y ahora vino á resumir, perfeccionar y publicar sus investigaciones el P. Molina. La Europa, ávida de adquirir conocimientos sobre la naturaleza de las diversas regiones del mundo, recibió con mucho gusto las que este le comunicaba con tanta exactitud, precision y claridad. Su obra no era completa; pero no era por esto menos apreciable. El primer paso en un ramo del saber será siempre muy estimado; mucho más siendo tan adelantado como el de nuestro autor, á pesar de escribir á tres mil leguas lejos del Reino que describia; del cual habia sido arrojado cuando jóven, siendo H. estudiante todavía.

6. La bien merecida fama de hombre sabio, que le adquirieron sus publicaciones, le mereció las clases de historia natural y de botánica en el institu

(1) P. Diosdado Caballero, en su Suplemento à la Bibliografía de la Compañía de Jesús. 29 TOMO 11

to (1) de aquella ilustrada ciudad; y además, el ser contado entre sus miembros. Los principales discursos que al incorporarse á dicho instituto, y en otros actos solemnes pronunció, los conservaba manuscritos monseñor Spinelli. No fué tan aplaudida su obra posterior, ó sea, la Analogía de los tres reinos de la naturaleza. Esta obra fué remitida, por órden del vicario eclesiástico de Bolonia, á la revision de monseñor José Mezzofanti; y solo en 1820 se permitió su impresion, agregándole ciertas notas, segun dice Eyzaguirre. Mucho antes habia dado á la prensa unos elegantes Elogios, en verso latino, sobre el restablecimiento de su salud; como tambien el Juvenado, abundante en hermosura y conceptos elevados, en que refiere la infancia, entrada en la Compañía y carrera escolástica de su maestro el P. Miguel de Olivares. Para completar la noticia de las producciones literarias del P. Molina hemos hablado aquí de estas dos postreras; aunque no las escribiria en Italia, sino en Chile antes de la expulsion, pues fueron impresas en Lima. Eyzaguirre asegura que un trozo del Juvenado se conserva en Chile. Por ventura se refiere à una coleccion de poesías, escritas por el mismo P. Molina, que poseia manuscritas Diego Barros Arana, quien nos las prestó. Empero ninguna de estas habla del P. Olivares. Esta coleccion contiene tres odas en griego, y catorce en latin de diversos metros; una égloga, dos poemas épicos aunque cortos; uno genetliaco, y diez acrósticos, de formas muy variadas é ingeniosas; el uno de los cuales expresa, con la suma de letras que entre los romanos tenian alguna significacion numérica, haber sido escrito en Bucalemu en el año 1759. La fluidez de la mayor parte de los mil seiscientos versos contenidos en dicha coleccion, revela que Molina, á la edad de diez y nueve años, poseia bien ambos idiomas, y que era de muy agudo ingenio. ¡Ojalá que no se resintiera tanto del mal gusto de su siglo! El lenguaje mitológico campea en todas sus composiciones, hasta al extremo de ser muy difícil de comprender el sentido de ellas. Despues de sus dias publicaron sus discípulos en dos volúmenes en 4.° la Memoria di Storia naturale (2), que él habia escrito en el año 1821.

7. El P. Vidaurre no fué tan feliz en su trabajo histórico; con haber escrito sobre les mismos documentos que el P. Molina. Divide su obra en once libros, no muy extensos. Los seis primeros los emplea en la historia natural, expresando en el primero la parte geográfica, y en el sexto lo perteneciente a los indígenas; cuya naturaleza, idioma, leyes y costumbres describe con bastante precision. En los libros séptimo, octavo y noveno refiere la historia civil, desde la conquista intentada por Almagro hasta el gobierno del Sr. Mujica. En el décimo se extiende hasta la expulsion de los jesuitas exclusive; pero tan á la lijera, que solo empleó veinte y tres fojas en este importante período de ciento veinte años. Seria, sin duda, por falta de documentos, y por tener que escribir con solas noticias verbales, que le comunicarian el P. Olivares y los otros doscientos y más jesuitas chilenos, que sobrevivian aún en Imola. En el un

(1) Eyzaguirre, Historia de Chile, tomo II, cap. x1.-(2) Bibliografía chilena, por D. Ramon Briseño.

décimo y último libro describe el estado del país en dicha época; y aunque tambien se resiente de la falta de datos, no deja de tener algun interés, sobretodo la division política de este Reino, con la descripcion de sus provincias. A su obra agregó el autor el mapa, llamado comunmente Poncho chileno, con algunas correcciones; otro de todo Chile, junto con la provincia de Cuyo; y otro del archipiélago de Chiloé, arreglado de manera, que pueda servir de carta náutica. Puso tambien (1) la planta de esta capital y un dibujo de los animales, árboles y otros objetos propios de Chile. Poco satisfecho el buen P. de su propio trabajo, no pensó publicarlo, hasta tanto que se lo exigió para examinarlo el Sr. D. Antonio Poitier, secretario de Carlos III en el ministerio de gracia y justicia de Indias. Dándole entonces la última mano, se lo remitió á 28 de Enero de 1789. Cabalmente se habia impreso ya la Historia del abate Molina; y tal vez esto influiria en que la suya no se diera á luz. En la historia natural poco ó nada avanza sobre él; y en la civil no le aventaja; aunque discrepa bastante en el modo de referir y apreciar ciertos sucesos. Frecuentemente hace mencion de los jesuitas; de lo que se abstiene casi totalmente el abate Molina.

8. Supuesto que acabamos de hablar de la Historia escrita por el P. Miguel Olivares, queremos dar aquí razon de ella y de su autor. Este nació en Chillan, á 26 de Setiembre del año 1672, de D. Juan de Olivares y de D." Isabel Gonzalez; quienes lo llevaron á Lima en el 1684, y lo colocaron, como alumno de beca, en el colegio de S. Martin, en que continuó sus estudios por tres años. Entonces fué admitido en la Compañía en el noviciado de S. Antonio de la Provincia del Perú. En el 1690 pasó al colegio de S. Pablo, donde concluyó sus estudios y recibió las sagradas órdenes (2). En 1699 se le mandó á Chile, y se le destinó al colegio de Bucalemu; en cuyo nombre dió las misiones del distrito de Promocaes. Tan bien se portaria Olivares en esta su primera excursion apostólica, que enseguida lo enviaron los superiores à Quillota, para que con otro P. recorriese aquel partido. En efecto; en el 1700 dió el P. Olivares misiones por Quillota, Catapirco, la Ligua y demás lugares de la costa, hasta venirse á Valparaiso; con tanto celo y buen resultado, que fué destinado á las penosas, pero interesantes misiones del archipiélago de Chiloé; de donde pasó á la de Nahuelhuapi. En esta se formó bajo la disciplina de los experimentados misioneros y varones verdaderamente apostólicos los PP. Felipe de la Laguna y José Guillermo. A nuestro juicio fué el P. Olivares (3) el mismo, á quien los poyas dieron veneno en Calihuaca en el año 1707; un mes despues de haber fallecido envenenado, segun todas las probabilidades, el citado Padre Felipe. Allí alcanzó viva aún á la famosa cacica, á quien los españoles en el año 1667 daban el título de reina, como dijimos en su lugar; y con ocasion de ejercitar su propio ministerio, adquirió el suficiente conocimiento de aque

(1) Las copias que se han traido no tienen ninguno de estos dibujos, por lo cual no los calificamos.-(2) Archivo nacional del Perú.-(3) En su Historia de la Compañía narra el hecho, sin mentar el sujeto.

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