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curaba cuanto antes. En vano les protestaba el P. que él solo tenia remedios eficaces para curar las almas, á saber, los sacramentos; pero que no estaba en su mano curar los cuerpos. El motin se aumentaba por momentos; crecia el furor de aquellos barbáros; y el inocente jesuita, resignándose á la muerte, se hincaba ya para recibirla. Felizmente otros indios trajeron en aquel instante la lanza y el caballo del agresor, atestiguando con estas prendas haberlo ya asesinado; con lo cual se calmó la irritacion, y prosiguieron su camino.

23. En otra ocasion los mismos indios estuvieron por matarlo á él y á otros dos PP. sus compañeros. ¡Tres PP. en aquel lugar tan retirado! ¡Cuántas esperanzas habria concebido la Compañía de convertir aquellas naciones! Pero vengamos al caso. Felizmente dispuso el Señor que en aquel conflicto se hallase allí la mujer del cacique Talian, la cual, revistiéndose de una energía superior á su sexo, y tomando un tono varonil, los riñó ásperamente, amenazándolos con las fuerzas de su marido ; quien á los dos dias vino efectivamente á defenderlos. ¡Tan vendida llevaban la vida aquellos celosos misioneros! Porque, si bien es verdad que poca ó ninguna seguridad personal puede darse entre bárbaros, pero menos la habia entre estos, que, por vivir á tanta distancia de los españoles, poco ó nada tenian que temerlos. No obstante todos estos riesgos, y las gravísimas privaciones que en aquel desierto sufrian, los PP. vivian contentos, prosiguiendo sus tareas; y cada dia se las imponian más pesadas, recorriendo aquellas dilatadas regiones, con ánimo resuelto á sufrir la muerte por Aquel que primero murió por todos. No tardó mucho en sufrirla el P. Felipe de la Laguna; y el modo como esto sucedió lo referiremos aquí, para que cada uno juzgue si merece ó no el apreciable título de mártir.

24. Habiendo él resuelto ir à Pénco, à fin de tratar algunos asuntos relativos á su amada mision con el P. Provincial, que iba allá de visita, púsose alegremente en camino bueno y sano, acompañado del alferez D. Lorenzo de Molina y de otros tres indios chilotes, por Octubre de 1707. Al llegar al distrito de Callihuaca, donde, por muerte de este, era cacique Tedihuen, brindole el taimado indio con un vaso de chicha, que el P. tomó incautamente; y al momento comenzó á sentir un gran dolor de cabeza, que en llegando á Rucachoroy se agravó de suerte, que no pudo proseguir su viaje. Acogióse à un toldo; recostóse en su cama, es decir, sobre un cuero de vaca; y estuvo tres dias con ardiente calentura, que sufrió con admirable paz y sosiego, ocupado solamente en el trato íntimo con Dios. Viendo á sus compañeros que lloraban, les preguntó: ¿porqué llorais? Y al oir que lloraban por verlo morir en aquel desamparo: Consolaos, les dijo, que así murió S. Francisco Javier. Y en fervorosos coloquios con Jesucristo y su Madre Santísima entregó tranquilamente su alma al Criador el 29 de Octubre de 1707. El alferez enterró allí mismo aquel santo cuerpo, y se volvió á Nahuelhuapi á dar aviso á los otros Padres, que sintieron vivamente la muerte de su superior; la cual juzgaron haber sido efecto de algun oculto veneno. El P. Felipe era robusto y estaba acostumbrado à aquella bebida; ¿cómo, pues, le causó ahora tan funesto resultado?

Además, un mes despues, al pasar por allá otro de los PP., lo detuvieron tambien so pretexto de comedimiento; y entretanto le prepararon una bebida, que él rehusó tomar por recelo; pero fueron tales las instancias que le hizo otro cacique, que, por no quedar mal, tomó cuanto cupiera en media cáscara de huevo; y tan pequeña cantidad le causó tales dolores y bascas, que, á no haber logrado purgarse con yerbas medicinales, no habria tardado en morir. Sin embargo, los PP. callaron estas graves sospechas, por no inquietar á los indios, ni dar ocasion à los españoles de vengarlos: con lo cual se habria destruido aquella mision, que por otra parte producia tan felices resultados y mayores los prometia. El P. Provincial nombró por superior de ella al Padre Juan José Guillermo, quien no tardó en volver allà; como diremos, despues de haber referido otros sucesos de estos últimos años.

25. Comenzemos, pues, por uno en que tuvo buena parte el mismo P. José Guillermo, á saber, la mision de Culé; desde la cual à 7 de Julio de 1702 él mismo escribió al P. Machoni la carta, de que vamos á copiar el párrafo siguiente (1), con que pondremos fin á este capítulo. «Tocante al fruto que se hace «por acá, digo que es grande, porque muchos se convierten, y nuestro Señor <«<con sueños santos convida á estos indios al cielo; que es modo conforme à lo «que la sagrada Escritura refiere en muchas partes. Hay bautizadas más de «ochocientas almas; y muchos se confiesan voluntariamente, y vienen á rezar «el rosario de la santísima Virgen, y á oir misa. Muchos han muerto, dejando <«<prendas muy ciertas de su predestinacion; y vuelan al cielo muchas docenas «de niños; que solo esta cosecha es ocupacion apreciable para los que venimos «de tan distantes regiones á estas últimas del mundo, olvidadas en todo él.»> Cuatro meses y dias hacia que el P. Guillermo estaba en aquella mision; y como era el alma de ella el P. Kleffer, su fundador, continuarian aquellos opímos frutos, aunque aquel fuese llamado á Santiago, antes de cumplir un año en Culé. Por la misericordia de Dios, casi otro tanto pasaba en las demás misiones, especialmente en las internadas dentro de la Araucania. Las rurales, ó sea, las que se daban por el territorio español, se continuaban asimismo con buen resultado.

(1) Vida del P. Guillermo en las Siete estrellas, escritas por el mismo P. Machoni.

CAPÍTULO VI

1. Fúndase la casa de ejercicios de la Olleria.-2. Con qué condiciones.—3. Los da el P. Alciato.-4. El P. Covarrubias procurador á Roma.-5. Su memorial á la junta de misiones.-6. Lamenta el poco número de misioneros.-7. Frutos de las misiones. -8. Se les debia la tranquilidad del país.-9. Esperanza de reducir los indios á formar pueblos.-10. Créditos de las misiones contra el real erario.-11. Insta para que se funde formalmente el colegio de indios.-12. Pide nuevas misiones y un colegio central.-13. Ibañez termina su gobierno.-14. Muere jesuita.-15. La audiencia desaira á Uztariz.-16. Inaugurase el templo del colegio máximo.-17. Su costo. -18. Sus proporciones y extructura.-19. El P. Guillermo superior en Nahuelhuapi.-20. Su vigilancia en proveer la casa, y en buscar á los enfermos.-21. El camino de Buriloche.-22. Los indios queman la mision.-23. Muerte del P. Gaspar Lopez.-24. Levantan nueva iglesia.-25. Los chonos se trasladan á Guar.—26. El Ilmo. Sr. Montero visita á Chiloé.-27. Su testimonio á favor de los jesuitas.-28. Llegada del P. Covarrubias y su mision.-29. Fundase la tercera probacion en San Pablo.-30. El colegio de humanistas se pasa á Bucalemu.-31. Con qué ventajas. -32. Ábrese la residencia de S. Juan.-33. Fúndase la residencia de Quillota.34. Sus progresos.-35. Trabajase de un modo estable en el colegio de Chillan.—36. Los jesuitas piden una mision para Villarrica.—37. Se funda en Tolten.-38. Fúndase la de los chonos en Guar.-39. El P. Guillermo abre el camino de Buriloche.40. Muere envenenado.

1. Un nuevo establecimiento iba á plantearse en Santiago; humilde en sus proporciones materiales y primeros principios, pero grande por su noble objeto, y por los inmensos bienes que habia de producir, no solo en esta ciudad, sino en todo Chile, en aquel siglo y en los subsiguientes, así en el órden religioso y espiritual, como en el civil y material. En efecto; comenzóse á trabajar en este año de 1704 de un modo ya formal la primera casa de ejercicios; la cual habia de ser como una mision permanente, así para los vecinos de la ciudad, como para los demás del Reino, que frecuentemente concurrian á Santiago, por ser la capital. Los edificios que se acomodaron en el año de 1701, y en que comenzó este importante ministerio con algunas personas escogidas el P. Alciato en 1702, serian provisorios, ó tal vez algunas piezas de la Ollería, que se habilitarian para albergar á los primeros ejercitandos; mas habiendo la experiencia comprobado la insuficiencia del local para los muchos que deseaban ejercitarse, se determinó hacer la casa de ejercicios con más formalidad, levantando desde los cimientos un edificio en todo acomodado á tan santo objeto. En la cabecera de dicha chacra de la Ollería, que comenzaba á poco más de una cuadra de la Cañada, el P. Simon de Leon como Visitador, y el P. Miguel de las Viñas como rector del colegio máximo, al que ella pertenecia, asignaron el terreno, para que D. Miguel de los Rios pudiera levantar la nueva fábrica.

2. Este piadoso caballero se ofreció á trabajarla de su cuenta, á proveerla de todos los útiles, y á dotarla con un capital de cinco mil pesos; con tal que la Compañía (1) se comprometiese: 1.° A mantener en ella dos PP. y un Hermano coadjutor; siendo el P. que fuese nombrado director de ella, distinto del que tuviese la administracion de la Ollería. 2.° A mirar esta casa como independiente del colegio máximo, y de cualquiera otra casa ó colegio, y sujeta inmediatamente al Provincial; à quien por lo mismo corresponderia nombrar el director, y visitarla cada año. 3.° Que sus bienes muebles é inmuebles no pudieran ser aplicados á otra casa ú objeto. 4.o A dar cada año tres tandas de ejercicios, admitiendo gratis en cada una de ellas cuarenta personas por lo menos. Aunque ni el P. Provincial ni el Visitador aceptaron formalmente por entonces esta donacion, ni podian aceptarla sin permiso del P. General, sin embargo, se comprometieron en cuanto era de su parte; y el Sr. Rios puso mano á la obra con tanta actividad, que á los dos años la tenia concluida; con un claustro para los ejercitantes, su buena capilla y demás oficinas. La casa con sus patios y huerta tenia ciento cincuenta y dos varas y media de frente sobre la dicha calle, y de fondo lo preciso para ocupar un área de tres cuartos de cuadra. De propósito hemos callado la cantidad de terreno que, fuera de este, le asignaron, por no constarnos de un modo positivo; aunque algunos datos tenemos para creer que fueron tres cuadras.

3. El mismo P. Alciato volvió de nuevo en 1706 á emprender su tarea de los santos ejercicios; y hasta el año 1708 por lo menos, los dió anualmente en las tres tandas de obligacion, y además á otros muchos seglares, clérigos y religiosos, que se recogian á hacerlos, con notorio aprovechamiento de sus almas. Entretanto continuaba el fundador con la administracion temporal de la casa; aliviando á los de la Compañía en esta ocupacion, y dejándolos más libres, para atender à los ministerios espirituales.

4. En el año 1707 vino del Perú el P. Manuel de Herla, eminente catedrático de teología, buen orador, y dotado de un especial don de gobierno. Habiendo nacido en Belmonte por Abril de 1645, entró en la Compañía por Mayo de 1668; y despues de algunos años de cátedra y púlpito, vino al Perú de rector del colegio del Cuzco; y sucesivamente lo fué de los de S. Martin, Cercado y S. Pablo (2). Siéndolo de este en 1703, gobernó por un año la Provincia del Perú como Vice-Provincial, por hallarse en el nuevo Reino el Padre Calderon, electo Provincial. Despues fué de nuevo rector del Cercado, hasta que en 1707 tuvo que venir de Provincial á Chile. Aquí tomó por socio y secretario al P. José Andía Irarrázabal, y convocó la Congregacion para el año próximo siguiente; y fué la 3.' de esta Provincia. En ella fué nombrado por procurador á Roma y España el P. Antonio Covarrubias, quien partió en efecto para su destino; y á su regreso, yendo á bordo del navío Príncipe de Asturias, encontróse á los 9 de Diciembre del año 1711 con el P. Labbé,

(1) Escritura de donacion; consérvase en el archivo de la tesorería de este gobierno.(2) Catálogo de la Provincia del Perú en la biblioteca de Lima.

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TOMO 11

de nuestra Compañía (1), á este lado del estrecho de Magallanes, á los 50° de latitud sur; y mientras el capitan francés proveia al navío español de viveres, de que estaba enteramente falto, tuvieron el consuelo de hablarse los dos PP., viajando el uno para su mision de la China, y el otro para Chile; à donde volvia nombrado Provincial, despues de haber agenciado en Europa la numerosa mision, que, como á su tiempo diremos, llegó á esta á principios del año 1713, por la via de Buenos-Aires.

5. Antes de su partida presentó á la real junta de misiones, reunida á sus instancias, un memorial firmado el 21 de Setiembre de 1708, suplicándole tuviese á bien de resolver sobre los puntos más urgentes, contenidos en la real cédula fecha en Madrid el 11 de Mayo de 1697, de que hemos dado razon en el cap. III, núm. 12, para presentar á su real Majestad las resoluciones que ella tomase (2). Pasando aquí en silencio varios de sus artículos, por no hacer al caso, ó haberlos ya tocado anteriormente, solo extractaremos de este memorial lo que sigue. Empieza por quejarse de que dicha real junta no hubiese fundado nuevas misiones á cargo de clérigos seculares, ó religiosos, á los cuales habria la Compañía recibido con toda veneracion y aprecio por consortes de sus trabajos, y deseado alivio en tan penoso ministerio.

6. Vindica el celo de la Compañía, que, á pesar de la falta de recursos por el motivo que luego expresará, mantenia en él, desde el Biobio á Chiloé inclusive, á treinta de sus hijos. Hace presente cómo estos, menospreciando los peligros, á que los exponian la barbarie de los indios, los rigores de los climas, la aspereza de los montes y quebradas, la multitud de rios caudalosos, torrentes impetuosos, extensas ciénegas y grandes pantanos, lo inculto del país y la falta de casas y de las comodidades de la vida en que se habian criado, trabajaban sin çesar en la conversion de los naturales, no solo en sus capillas misionales, sino tambien en sus dilatados distritos, que abarcaban casi todo el territorio indicado. Advierte oportunamente que nadie podia reconvenirlos por el poco fruto que lograban, con tal que ellos hicieran lo que estaba á sus alcances; como en efecto lo hacian. Enseguida enumera algunos de los inconvenientes, que, sin culpa y á despecho de los misioneros, lo impedian; entre los cualos cuenta el corto número de estos, que debiera ser de ochenta por lo menos; porque, correspondiendo á cada una de las trece misiones más de ocho mil almas, repartidas en tan separados valles, montes y quebradas, no podian ser bien asistidos, por más que los treinta PP. se matasen.

7. «No obstante lo dicho, son sus textuales palabras, nunca la palabra de «Dios dejó de fructificar; y para que vuestra señoría esté informado, el fruto «espiritual que se recoge es que cada año se hacen sobre cinco y seis mil bau<«tismos entre adultos y párvulos; y de estos, segun la experiencia, mueren «la mayor parte, y van á gozar la eterna felicidad: y si por uno que se salve, «dijo el Sr. D. Felipe IV, con católico celo, que daria por bien gastado todo

(1) Carta de este P. en la coleccion de Cartas edificantes, tomo V.-(2) Documento 30 por Mr. Gay, tomo I.

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