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dacion del colegio requeria la real cédula de 1697; y en su virtud dieron órden de que se procediese á su construccion. Y habiendo representado el Padre procurador que el local donado por el cura Moncada y Gonzalez era demasiadamente húmedo y expuesto á las inundaciones del rio, ofreció para el nuevo colegio una cuadra de terreno mejor situada, que en la misma ciudad poseia la Compañía, y pidió que se le permitiese trasladarlo allí. La real junta, al otorgar este permiso, concedió á la misma los indios del pueblo de Guambalí por el término de ocho años, para que tuviese el cargo espiritual y temporal de ellos; es decir, para que los doctrinase y los ocupase en la construccion del colegio y demás trabajos que se ofreciesen, pagándoles el salario correspondiente á su servicio. En virtud de este decreto comenzóse su fábrica en una forma acomodada á su destino, y en adelante logró mayores progresos en la educacion de los indiecitos, hasta el año 1723, en que fracasó por el alzamiento general. Decretóse tambien por la misma real junta que fuese pagado exactamente el sinodo á dicho colegio; mas esto no se verificó. Y para que nos resignemos á los designios de la providencia divina, queremos advertir aquí cómo esta falta de los ministros de la real hacienda dió ocasion al importante desarrollo y á la estabilidad de aquella casa. Poseia algunas tierras, hasta entonces baldías; y á fin de remediar su miseria, tomaron los PP. el prudente arbitrio de sembrarlas (1). Dios bendijo sus sementeras; y con sus abundantes frutos pudieron sustentarse cómodamente ellos y sus alumnos. Y cuando faltó la asistencia de los indiecitos, á causa del alzamiento, aquel colegio se encontró con recursos propios para mantenerse, como á su tiempo referiremos.

36. Otro memorial presentó el mismo dia el P. procurador de esta Provincia á la misma junta de misiones, solicitando se fundase una en Villarrica, para subvenir al grave abandono en que se hallaban los indios avecindados en el gran valle que corre por la falda de los Andes, desde los afluentes del rio Biobio al de Valdivia, y satisfacer al deseo que mostraban los más de ellos de tener misioneros en sus tierras. No solo cuando el P. Covarrubias pasó por ellas, sino cuando pasaba cualquier español, salian las indias con sus hijos en los brazos, á suplicarles se los bautizaran (2). ¡Oh! ¡qué emocion tan consoladora le causó á este P. el celo de estas cariñosas madres por la salvacion de sus hijos! Al momento se resolvió á hacer todo lo posible, para conseguirles una mision. Confirmáronle en este su propósito dos mensajeros que à su tránsito le despacharon los caciques de Villarrica, suplicándole les mandase dos misioneros. He aquí porqué lo propuso á la real junta en el año 1708; y viendo que nada se habia hecho, dispuso que el P. procurador repitiese este año la instancia. Mas, poco conmovidos los vocales de ella, ó temerosos de empobrecer al real erario, no se atrevieron á agravarlo con algunas pensiones más. Empero Dios, cuya gloria tanto se interesaba en esto, permitió que algunos sucesos desagradables, y serios amagos de un nuevo levantamiento (3)

(1) P. Olivares, cap. xvii, § 4.—(2) P. Olivares, cap. xvп, § 5, pag. 491.—(3) P. Vidaurre, Historia de Chile MS.

viniesen á despertarlos, ó á inspirarles la resolucion que el P. Provincial les sugeria. En efecto; cuando el obispo Montero volvia de visitar á Chiloé, el batallon de Calbuco y Carelmapú se vino acompañando á su Sria. Ilma.; y los indios de Cunco y Osorno, aprovechando sagazmente esta oportunidad, se levantaron y mataron á algunos encomenderos (1). Por el lado de la cordillera los pehuenches andaban tambien orgullosos; y por otro costado Vilumilla, cacique de Maquehua y toquí general, inspiraba graves recelos. Al ver esto los Sres. de la junta, se resolvieron á poner una mision en el corazon de la tierra, que suavemente la mantuviese en órden; y así, sin mayores gastos, ni derramamiento de sangre, se conservase la paz y la tranquilidad del país. Cabalmente el mismo P. Covarrubias, hecho ya Provincial, volvió á visitar las misiones; y llegado á Valdivia, se lamentó con el gobernador de aquella plaza, Juan Cardoso Verbetero, de que las gentes de Doquetutue y Villarrica, las cuales más parecian europeos que indios, por los muchos españoles y españolas que habian tenido cautivos, y con quienes se habian casado, no tuviesen quien los doctrinase; y el bondadoso gobernador, que favorecia las misiones, por el gran celo que tenia de la propagacion de la fe y salvacion de los pobres indios, entró en su planes enteramente.

37. Cuando el Gobernador del Reino deliberaba con dicho Cardoso sobre los medios de mantener la paz, y tener à raya á los indios malcontentos, este le propuso como el más eficaz el fundar una mision en Villarrica, comprometiéndose á trabajar de su cuenta y con su atencion la casa é iglesia (2). Igual ó mayor empeño para el establecimiento de esta mision tuvo el Ilmo. Sr. Montero, quien en su informe relativo á ella, hizo un magnífico elogio de los misioneros de la Compañía, á quienes acababa de visitar; y por ser de tal personaje, y hablar este, no de oidas, sino por lo que habia visto, causó un poderoso efecto en la real junta. Accedió á su propuesta el Gobernador; y con acuerdo de esta fundó aquella mision á la orilla del rio Tolten, en el territorio de la antigua Villarrica, no lejos de Rongel: por lo cual se llamó indistintamente de Tolten, de Villarrica ó de Rongel; aunque más frecuentemente se llamaba de Tolten, y así la llamaremos en adelante. Acto continuo Verbetero hizo cortar las maderas por sus indios; y desde Valdivia envió carpinteros, y demás oficiales en tal número, que en un año levantaron la iglesia, y la casa más cómoda y mejor dispuesta de todas las misiones. El dia 13 de Noviembre de aquel mismo año 1714, consagrado á S. Estanislao de Kostka, llegaron los PP. Juan de Rabanal y Pedro de Aguilar, á quien el P. Olivares titula «el sier«vo de Dios venerable Padre,» y con razon; pues la octava Congregacion Provincial pidió que se pusiese en el Menologio: honor que solo da la Compañía á los que juzga dignos de ser canonizados. Al cargo de tales sujetos no pudo dejar de ser sumamente provechosa esta mision.

38. Otra fundó la real junta en el mismo dia para los chonos trasladados á la isla de Guar, como llevamos dicho, asignándole los quinientos pesos para

(1) Córdoba y Figueroa, lib. VI, cap. xv.—(2) P. Olivares, cap. xvi, § 5.

cada uno de los misioneros, que de la caja de Chile se pagaban á los de Nahuelhuapi; á quienes, por nueva cédula de su real Majestad, se les mandó pagar de las cajas de Lima, en el ramo destinado para Valdivia (1). A 20 de Marzo de 1717 aprobó el Rey de España la fundacion de estas dos misiones de Tolten y de los chonos; así como habia aprobado la de Nahuelhuapi, bajo la advocacion de Ntra. Señora de la Asuncion, el 23 de Febrero de 1713.

39. En el 1714 volvió á esta con el cargo de superior el P. Juan José Guillermo; cuyo primer cuidado fué concluir la iglesia y la casa para los cuatro sujetos de que estaba dotada, á saber, tres PP. y un H. coadjutor; y terminada esta obra, emprendió de nuevo el descubrimiento del camino de Buriloche. Con la ciencia cierta de que realmente existia, redobló esta vez sus esfuerzos; é insistiendo en el derrotero antiguo, y marchando por la senda descubierta tres años atrás, logró su intento al cabo de tres meses, á 15 de Diciembre de 1715. Él iba al frente de los trabajadores, sin separarse de ellos; sufriendo privaciones excesivas y gravísimos trabajos, por tener que dormir á la inclemencia, sin el menor abrigo, en cordilleras ásperas y elevadas, en que las lluvias y nevadas son frecuentes, y los pantanos casi intransitables. Mas su constancia le dió el necesario sufrimiento y resignacion para no desistir de la empresa, hasta dejar el camino practicable con mulas cargadas; que por allí hacian cómodamente el viaje en tres dias, cuando por el anterior se necesitaban por lo menos ocho, siendo preciso andar largo trecho á pié, y otros en lanchas; cosa de suma molestia, y que demandaba el auxilio de muchos brazos y diversos arbitrios. Lleno de satisfaccion el intrépido é incansable misionero, contando más segura por este medio su subsistencia, y con mayor facilidad para comunicarse con los superiores, y recibir el auxilio de sus hermanos, redobló su celo en predicar á los puelches y poyas. Para interesar al Gobernador de Chile y á los superiores de la Compañía á favor de aquella su mision, comunicó á estos y á aquel cómo habia descubierto felizmente el camino de Buriloche, y lo habia dejado tan expedito, que habia despachado ya tres veces por él las mulas cargadas para Ralun, con la mayor facilidad. No eran de satisfaccion como los suyos los sentimientos de los puelches y poyas; antes bien estaban muy irritados, temiendo que por allá fuesen los españoles á conquistarlos ó maloquearlos.

40. Como el nuevo camino era un bien real para sus neófitos, creia él que todos se alegraban de su apertura; y muy ajeno de sus resentimientos, vivia enteramente descuidado, y entregado más que nunca á los ministerios, sobre todo á la asistencia de los enfermos. El dia que escribió las cartas recien indicadas, sabiendo que en el distrito de Manqueunai, cacique principal y toquí de Nahuelhuapi, habia un enfermo, se fué á visitarlo, junto con el correo ó propio que llevaba las cartas. Al llegar allá le ofrecieron un vaso de chicha como en obsequio, segun su costumbre, y el P. lo tomó sin el menor recelo; y despues de haber confesado al enfermo regresó á su mision, que distaba menos

(1) Archivo del ministerio del interior.

de tres leguas. En ella le dieron unos vómitos tan fuertes, que fué imposible cortarlos con ningun remedio; y así murió al tercer dia, á 17 de Mayo de 1716. Este P. era muy robusto; jamás habia tenido enfermedad grave despues que llegó á Chile, á pesar de haber sufrido tantos trabajos, y hecho tantos viajes á pié para entrar y salir de su mision. Ni puede atribuirse esta desgracia á las excesivas fatigas de la apertura del camino, pues que habia cinco meses estaba abierto; ni tampoco á la simple chicha, por estar acostumbrado á tomarla, y ser él de tan buen estómago, que no le repugnaba la carne de caballo, ni de otros animales que comian los poyas. Con gran probabilidad, pues, el Padre Olivares (1) atribuye su muerte al rencor de aquellos naturales, que le darian veneno en aquel vaso de chicha. Dios, que penetra la malicia de los hombres, sabrá si fué ó no santo mártir; pero, aunque no lo hubiese sido, tendrá una gloria especial, por el celo con que trabajó por la conversion de los puelches y poyas, y por el empeño que puso en facilitar los medios para que estos y las demás naciones de aquellos lados se civilizasen y pudiesen recibir más fácilmente los auxilios de la religion; y nosotros tendremos siempre un héroe que admirar, y muchos ejemplos de caridad, fortaleza, constancia y otras virtudes, que venerar é imitar.

(1) Historia de la Compañía, cap. xvII, § 9.

CAPITULO VII

1. Infancia y entrada en la Compañía del P. Juan José Guillermo.—2. Triunfa de una calumnia en Chile.-3. Pasa á la mision de Nahuelhuapi.-4. Sus escritos.-5. Su celo por la conversion de los indios.-6. Su diligencia.-7. Su espiritu de oracion. -8. Y de penitencia.-9. Inocencia del H. Alonso Lopez en el siglo.-10. Su entrada en la Compañía.—11. Viene á Mendoza.-12. Pasa á Bucalemu.—13. Admi– nistra las haciendas de Rancagua y de la Punta.-14. Su devocion al Santisimo y á Maria santisima.-15. Su contemplacion.-16. Su celo.-17. Sus devociones.-18. Su muerte.

1. El P. Juan José Guillermo nació en la ciudad de Tempio, en la isla de Cerdeña, de padres honrados, que desde la infancia lo dedicaron al estudio; y correspondiendo ya desde niño exactamente á sus deseos, salió muy aplicado y aventajado en letras humanas. Esta aplicacion al estudio le sirvió grandemente para conservar intacta su inocencia, á despecho de los gravísimos peligros en que se encontró de perderla. Llamóle el Señor à la Compañía por un medio singular; pues antes de conocerla, un hermano suyo, discípulo de las Escuelas pias, pretendió que entrase en esta religion. Mas rehusándolo él, vino á informarse de nuestro instituto; y aficionóse á él tanto, que lo abrazó, entrando en la Provincia de Cerdeña; y despues de haberse perfeccionado en la filosofía y teología, pidió pasar á Chile.

2. Ya dijimos lo que hizo en la navegacion, en Buenos-Aires y en S. Juan de Cuyo, acompañando en la visita al Ilmo. la Puebla; á quien dedicó el acto general de teología, que sustentó con universal aplauso al llegar á Santiago. Hecha enseguida su tercera probacion, fué nombrado profesor de filosofía, y lo fué bien poco tiempo; porque, habiéndolo acusado al tribunal de la santa Inquisicion, tuvo que andar como desterrado de un colegio á otro, mientras se le sustanciaba la causa y daba la sentencia; que fué absolutoria, por haber depuesto sus oyentes de más categoría que en el sermon, por el cual se le habia acusado, no le habian oido ninguna expresion digna de censura. Una vez absuelto, renunció la cátedra para dedicarse á las misiones. Habiendo probado sus aptitudes para ellas, acompañando en la visita de esta diócesis á su Señoría Ilma., luego lo destinaron á los pehuenches con el P. Kleffer; y despues pasó, como hemos visto, á Nahuelhuapi con el P. de la Laguna. No tenemos porqué repetir aquí el infatigable celo que tuvo este P. por la conversion de los poyas y demás naciones, que vivian en aquellas regiones al naciente de los Andes; ni el incansable teson con que se empeñó en buscar y abrir una comunicacion fácil y expedita al través de esta áspera y encumbrada cordillera; ni la extraordinaria diligencia con que proveyó á aquella aislada mision de cuanto convenia para su progreso, para la conversion y civilizacion de aquellas bárbaras gentes, y para el esplendor del culto divino. Hasta

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