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en otras las que guardaban mas analogía, de moralizarlas y emplear sus fondos en objetos verdaderamente útiles, principalmente en socorro y alivio de los pobres, con arreglo á un plan propuesto por el docto Campomanes.

Con mas razon todavía se fijó la atencion de los ministros de Cárlos III. en el desproporcionado número de eclesiásticos que á la sazon habia, la calidad y naturaleza de los beneficios, y la relajacion de la disciplina monéstica que se habia introducido en las comunidades religiosas de ambos sexos (1). A disminuir el número de los que no tenian cura de almas, á examinar la índole de los beneficios para juzgar de su utilidad ó inconveniencia, y á proponer y dictar medidas para la reforma de las órdenes de regulares, se consagraron con la mayor solicitud y celo, así el monarca como el Consejo y Cámara de Castilla.

Es difícil dar una idea exacta (á no leerlos íntegros) del mérito de los luminosísimos escritos que en forma de dictámenes ó consultas elevaron al soberano aquellas ilustradas corporaciones relativamente á estas

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materias; escritos llenos de crudicion histórica, nutridos de doctrina legal, así canónica como civil, sazonados con reflexiones filosóficas, y sembrados de observaciones económicas. políticas y morales. La decorosa dotacion de los párrocos, la union, incorporacion ó supresion de las capellanías ó beneficios incongruos, la asignacion de las obligaciones y cargas que habian de sujetarse los que subsistiesen, y su oportuna distribucion para el conveniente servicio de las parroquias; la prescripcion de edad y de otras condiciones para la toma de hábito y para la profesion en las órdenes claustrales; los medios de evitar la excesiva aglomeracion de indivíduos en los conventos con perjuicio de la poblacion, de la industria y de la agricultura; la manera de corregir los desarreglos y restablecer la antigua disciplina y la severidad de las primitivas constituciones en las comunidades de hombres y de mugeres; las precauciones para prevenir las profesiones violentas, probadas por las numerosas solicitudes. y espedientes de secularizacion; estas y otras semejantes medidas constituian el fondo de las reformas propuestas por aquellos insignes cuerpos del Estado (1). Merced á varias de estas providencia adoptadas por el rey, del estado comparativo de los dos censos de poblacion practicados en España en los años 1768

(1) Entre las varias consultas de este género que hemos leido hay algunas muy notables, tal como la de 3 de octubre de 1775,

que se halla en el tomo XIII. de Papeles varios de Estado de la Real Academia de la Historia, señalado B. 131.

y

1787, resulta haber disminuido de una á otra fecha la cifra de beneficiados y ordenados á título de patrimonio, en 8,341 indivíduos, la de religiosos en 7,938, y la de religiosas en 3.106 (1).

Estas medidas, unidas á las que en la historia hemos menciouado, referentes á las condiciones y reglas que se establecieron para la provision de obispados y de prebendas, especialmente de las llamadas de oficio, y mas particularmente todavía de las que tenian anexa jurisdiccion, puede decirse que constituian un sistema completo en el gobierno de Cárlos III. por lo tocante al régimen disciplinario exterior de la Iglesia española, en cuyo conjunto y en todas sus partes se ve dominar constantemente un mismo espíritu.

VII.

Lo que en los edificios materiales es la solidez de los cimientos, base en que descansa su grandeza y su duracion, lo son en los sistemas politicos de gobierno. ciertos principios generales que constituyen el c mien

(1) Censo español ejecutado de órden del rey por el conde de Floridablanca, primer secretario

de Estado y del Despacho, en el año 1787. Un volúmen folio, impreso.

to sólido de un gran edificio social. Nosotros, que tenemos la conviccion profunda de que las verdaderas bases de la prosperidad y de la felicidad de los pueblos son la aplicacion al trabajo y el empleo y ejerci cio de la caridad cristiana bien entendida, no podemos dejar de aplaudir de corazon, y hasta con entusiasmo, el afan y la solicitud con que Cárlos III. y sus ministros cuidaron de moralizar la sociedad española sobre la base de la organizacion de esos dos saludables principios, verdadero y sólido cimiento del bienestar de las naciones.

Confesamos haber visto con singular placer, y consignado con especial fruicion en nuestra historia, las muchas providencias dictadas en este reinado á propósito y fin de desterrar la ociosidad y la vagancia, manantiales corrompidos de vicios y de crímenes, y de inspirar apego al trabajo y promover la laboriosidad y la aplicacion, fuentes puras de moralidad y de virtud, y de órden y sosiego público. Y si en todos los paises es conveniente, y por desgracia necesaria la aplicacion de este principio de buen gobierno, atendi-da la humana naturaleza, lo es más por especiales circunstancias en unos que en otros. Tres son los principales medios que puede emplear un soberano con seguridad de buen éxito para lograr tan plausible fin, y todos los emplearon Cárlos III. y sus ministros, á saber; el ejemplo personal, el castigo de los ociosos, y el premio á los aplicados. La laboriosidad de aquellos

ministros era un espejo en que tenian ocasion contínua de mirarse los españoles de su tiempo; y el monarca mismo, aparte de las horas que tenia per costumbre dedicar al ejercicio de la caza y al recreo del campo, era una leccion asídua, que enseñaba la ventaja incalculable del método, y resolvía el problema de la conveniente distribucion del tiempo para que no sufrieran retraso los complicados negocios de la gobernacion de un grande Estado, como en la descripcion de su vida hemos visto. La famosa ordenanza de vagos, las levas, la aplicacion al servicio de las armas de los ociosos y mal entretenidos que eran capaces de llevarlas, la reclusion en cárceles, galeras y hospicios para los hombres y mugeres que no podian ser destinados al ser vicio militar, eran los castigos que se imponian á los ociosos. Decretábanse al propio tiempo y se conferian premios á los que sobresalian en laboriosidad y aprovechamiento, en las letras ó en las artes y oficios, en las escuelas y en los establecimientos industriales.

De esta manera fué disminuyendo y desapareciendo de la vista el repugnante espectáculo de las turbas de vagos y holgazanes, de pordioseros de oficio, de jugadores y petardistas, de mendigos por aficion, de estafadores industriosos, de fingidos estudiantes y peregrinos, de titereros, charlatanes y saltimbanquis, de supuestos imposibilitados, de juglares y truhanes, de provocadoras rameras, y de toda esa plaga de gente parásita, gangrena de la sociedad, y tormen'o y mor

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