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haciéndoles buen número de prisioneros, y quedando entre los muertos el esforzado Mourás, que mandaba los cazadores de montaña (1).

En tal estado se hallaban las operaciones de la guerra en uno y otro campo, cuando llegó á ellos la noticia de haberse firmado en Basilea (22 de julio, 1795) la paz entre Francia y España. Las bases y condiciones para este concierto no habian sido ajustadas sin prévias pretensiones, reparos y cesiones mútuas, como acontece casi siempre en tales tratos. Pretendia la Francia conservar hasta las paces generales las plazas que habia conquistado en España. Rechazó el gobierno español esta propuesta, y por su parte á la condicion de sacar á salvo la absoluta integridad del territorio invadido, sin ceder ni una sola aldea, añadió la de que el gobierno francés habia de mostrarse justo y generoso con los dos huérfanos y desgraciados príncipes que aun gemian en las prisiones del Temple, y que habian de ser entregados á España. Mostróse irritado de esta respuesta el gobierno de la républica; mas como quiera que la paz entraba en el interés de ambas naciones, vínose sin gran dificultad á un comun acuerdo, tanto más, cuanto que la Francia accedió á restituir todas las plazas y paises conquistados en territorio español durante la guerra, pidiendo por única indemnizacion la parte española de la isla de Santo Domin

(1) Partes de Irigoyen desde lio, 1795. Pancorbo, Gaceta del 28 de ju

go,

á lo cual, habida consideracion al estado de anarquía en que dicha isla se encontraba, siéndole por lo tanto á la España mas gravosa que útil, ni el rey, ni el ministro, ni el consejo tuvieron dificultad en aceptar tal proposicion, y sobre estas dos principales bases se procedió al ajuste definitivo de la paz

(1).

Ciertamente ninguna potencia de las que en aquel tiempo, antes ó despues de este ajuste, concertaron paces con la república francesa, lograron hacerlo con menos sacrificio y con condiciones menos gravosas que España; porque sacrificio no podia llamarse la cesion de la parte española de la isla de Santo Domingo, que estaba siendo una carga para la nacion, y de hecho se podia ya considerar como abandonada por los principales colonos; y esto á cambio de la evacuacion completa del territorio de la península, con la devolucion hasta de los cañones y pertrechos de guerra que existian, en las plazas que habian de restituirse, al tiempo de firmarse el tratado. No hallamos por lo mismo la razon en que pudieron fundarse los que calificaron esta paz de vergonzosa para España. No la consideran así los historiadores franceses de mas nota. La Francia, dice uno de ellos, concedia mucho, por una ventaja ilusoria, porque Santo Domingo ya no pertenecia á nadie: pero estas condiciones las dictaba la mas profunda política (2).» «Fué recibida la noticia

(1) Véase en el Apéndice el testo literal de este tratado.

(2) Thiers, Historia de la Revolucion, IV. c. 10.-Véanse tam

de esta paz, añade el mismo escritor, con el mayor regocijo por cuantos amaban la Francia y la república. »

El rey Carlos IV., en recompensa de este servicio, confirió á su primer ministro don Manuel Godoy, duque de la Alcudia, el título de Principe de la Paz (1): cuya elevacion é inusitada merced provocó nuevas y más ágrias murmuraciones y críticas de parte de los que odiaban, que eran muchos, al que llamaban favorito de la reina valído del y

bien Lacretelle, Marcillac, y la obra titulada: Victoires, conquétes, désastres, etc. des Francais de 1792 á 1815.

(1) Gaceta del 11 de setiembre de 1793, donde se insertan todas las gracias y mercedes que el rey otorgó con motivo de la paz, que en verdad fueron dispensadas con admirable profusion.

rey

(2).

(2) Acerca de la conveniencia o inconveniencia de esta paz, y de las ventajas ó daños que resultaran à la nacion, así como de la guerra que la había precedido, juzgarémos mas adelante, cuando hayamos de emitir nuestro juicio sobre la política exterior e interior de este reinado.

CAPÍTULO III.

MEDIDAS DE GOBIERNO INTERIOR.

De 1789 1796.

Falta de un sistema de adn.inistracion uniforme, y sus causas.-Fomento de intereses materiales.-Providencia contra los acaparadores y moropolistas de granos.-Arreglo y gobierno de pósito.— Aprovechamiento de las dehesas de Extremadura. Comercio y marina mercante.- Muselinas y tejidos de algodon. - Libertad de fabricacion y de industria. — Abolicion de privilegios gremiales.Minas de carbon de piedra. -Fomento de la cria caballar.-Estado de la hacienda. -Gastos é ingresos: déficit.-Arbitrios y recursos. -Empréstitos: vales. -Medios para su extincion y amortizacion.— Memoria del ministro de Hacienda. Ideas notables. — Alivio de cargas públicas.-Medidas contra la vagancia.- Escuelas.-Plausible providencia sobre niños espósitos.-Policía y órden público.Disposiciones sobre fondas y cafés.-Sobre teatros y casas de baile. Vigilancia sobre la moralidad. Celo por la comodidad pública. Estado de la opinion en política.

Aunque la paz de Basilea no dió á España el reposo que necesitaba, ni por el tiempo que habria sido de desear, como verémos después, justo es que nosotros hagamos un alto en este período para volver la vista, hasta ahora distraida con los acontecimientos de fuera, hacia el estado interior del reino, para observar la marcha que el gobierno seguía, y el giro

que daba á sus resoluciones administrativas, y píritu que en ellas dominaba.

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Fuera en vano querer descubrir en estas medidas un sistema uniforme y constante un plan regular de gobierno, al cual aquellas se ajustáran y subordináran como las partes de un todo. Por un lado no lo consentia la diferencia de ideas y de carácter de los tres personages que en este primer período del reinado de Carlos IV. se sucedieron en la primera secretaría de Estado. Floridablanca, Aranda y Alcudia uo podian tener, ni un mismo pensamiento político, ni un mismo pensamiento económico, como no tenian ni las mismas aspiraciones ni las mismas condiciones personales. Por otro lado eran circunstancias demasiado borrascosas, preocupaban demasiado á los hombres de gobierno los grandes sacudimientos y vaivenes políticos, y las gravísimas cuestiones de compromiso y aun de existencia nacional, para que pudieran consagrarse á combinar y ejecutar un sistema ordenado de administracion interior. Y era adem's dificil que hubiese fijeza de ideas en hombres que tenian que luchar entre el temor y el deseo, entre los inconve nientes del progreso y del retroceso, y los peligros de la actividad de la inaccion, del estancamiento y de las innovaciones.

Y sin embargo, á pesar de la falta de unidad y coherencia, y á veces hasta de la contradiccion entre unas y otras medidas, consiguiente á la fluctuacion y

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