EMPRESA I. HINC LABOR ET VIRTUS Ace el valor no se adquiere. Calidad intrínseca es del alma, que se infunde con ella, y obra luego. Aun el seno materno fué campo de batalla á dos hermanos valerosos (1). El mas atrevido, si no pudo adelantar el cuerpo, rompió brioso las ligaduras, y adelantó el brazo pensando ga (1) Sed collidebantur in utero ejus parvuli. Gen. C. 25. 22. Tom. I. A ganar el mayorazgo (1). En la cuna se exercita un espíritu grande. La suya coronó Hércules con la victoria de las culebras despedazadas. Desde allí lo reconoció la invidia, y obedeció á su virtud la fortuna. Un corazon generoso, en las primeras acciones de la naturaleza y del caso descubre su bizarría. Antes vió el Señor Infante Don Fernando, tio de V. A. en Norlinguen la batalla, que la guerra; y supo luego mandar con prudencia, y obrar con valor: L'età precorse, é la speranza, é presti Pareano i fior, quando n' usciro, i frutti. Siendo Ciro niño, y electo Rey de otros de su edad, exercitó en aquel gobierno pueril tan heroycas acciones, que dió á conocer su nacimiento real hasta entonces oculto. Los partos nobles de la naturaleza por sí mismos se manifiestan. Entre la masa ruda de la mina brilla el diamante, y resplandece el oro. En (1) Instante autem partu, apparuerunt gemini in utero: atque in ipsa effusione infantium unus protulit manum. Gen. c. 38. 27. Torquat. Tass. Gofr. En naciendo el Leon reconoce sus garras, y con altivez de Rey sacude las aun no enxutas guedejas de su cuello, y se apercibe para la pelea. Las niñeces descuidadas de los Príncipes son ciertas señales y pronósticos de sus acciones adultas. No está la naturaleza un punto ociosa. Desde la primera luz de los partos asiste mas diligente á la disposicion del cuerpo y á las operaciones del ánimo, y para su perfeccion se vale de los padres, infundiendo en ellos una fuerza amorosa que los obliga á la nutricion y á la enseñanza de los hijos; y porque recibiendo la substancia de otra madre no degenerasen de la propia, puso con gran providencia en los pechos de cada una dos fuentes de candida sangre, con que se sustentasen. Pero la floxedad, ó el temor de debilitarse induce á las madres á frustrar este fin con grave daño de la República, entregando la crianza de sus hijos á las amas. Ya, pues, que no se puede corregir este abuso, sea cuidadosa la eleccion en las calidades de ellas (1): Esto es (palabras son de aquel sa (1) Lib. 3. t. 7. part. 7. sabio Rey Don Alonso que dió leyes á la tierra y á los orbes, en una ley de las Partidas) en darles amas sanas, y bien acostumbradas, é de buen linage, ca bien así como el niño se gobierna, é se cria en el cuerpo de la madre fasta que nace otro si se gobierna, é se cria del ama desde que le da la teta, fasta que gelá tuelle, é porque el tiempo de la crianza es mas luengo que el de la madre, por ende no puede ser, que non reciba mucho del contenente, é de las costumbres del ama. La segunda obligacion natural de los padres es la enseñanza de sus hijos (1). Apenas hay animal que no asista á los suyos hasta dexarlos bien instruidos. No es ménos importante el sér de la doctrina, que el de la naturaleza; y mas bien reciben los hijos los documentos ó reprehensiones de sus padres, que de sus maestros y ayos (2), principalmente los hijos de Príncipes, que desprecian (1) Filii tibi sunt: erudi illos. Eccli. 7. 25. (2) Educati siquidem rectè à Parentibus, per sanctos & justos mores meritò boni evadent. Arist. Eth. lib. 2. cian el ser gobernados de los que son inferiores á ellos. Pero porque no siempre se haIlan en los padres las calidades necesarias para la buena educacion, ni pueden atender á ella conviene entregarlos á maestros de buenas cos tumbres, de ciencia y experiencia (1), y á ayos de las partes que señala el Rey Don Alonso en una ley de las Partidas: Onde por todas estas razones deben los Reyes querer bien guardar sus hijos, é escoger tales ayos, que sean de buen linage, é bien acostumbrados, é sin mula saña, é sanos, é de buen se SO, é sobre todo, que sean leales derechamente amando el pro del Rey, é del Reyno. A que añado, que sean tambien de gran valor y generoso espíritu, y tan experimentados en las artes de la paz y de la guerra, que sepan enseñar á reynar al Príncipe, calidad que movió á Agrippina á escoger por maestro de Neron á Séneca (2). No puede un ánimo aba ti (1) Quaerendi sunt liberis Magistri, quorum inculpata sit vita, & mores: Plutarch. de lib, educ. 1. 4. t. 7. part. 2. (2) Ut ipsius pueritià tali Magistro adolesceret, & consiliis ejusdem ad spem dominationis uteretur. Tac. 1. 12. An. |