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Prov., 23.

y los malos por la cabeza. Los malos abrázanse con los deleites, honras y vanidades, no teniendo cuenta con el paradero de estas cosas; y los buenos toman al mundo por el pié, considerando sus amargos fines. El Sabio dice: «No mires al vino cuando tiene buen color, ni cuando resplandece su color en el vidrio. >> Entra blando, pero despues morderá como culebra, y así como basilisco derramará su ponzoña. No mires al mundo en sus principios, porque aunque entra halagando, y con blandura, á la postre morderá tu conciencia. Resplandecen aquí los placeres y prosperidades de esta vida como candela encendida, cuya llama es hermosa, y susténtase en tanto que dura la materia. Pero cuando se acaba, todo pára en humo y en mal olor, cuales son los remates de todas las cosas mundanas. Aunque agora te deleite el resplandor de sus vanidades, no te engañes, que al fin causarán muy

Psal., 67.

grande tristeza y remordimiento. En el psalmo está escrito: «Como falta el humo, así desfallezcan, y como la cera en la presencia del fuego, así perezcan los pecadores en la presencia de Dios.» Si fueres prudente, proveerás en lo porvenir. Lo pasado da doctrina para lo que ha de ser. Acuérdate de las cosas pasadas, y con

Rom., 6.

Psal., 77.

sidera lo que adelante podrá acontecer. El Apóstol dice: «¿Qué fruto sacaste de las cosas de que agora habeis vergüenza? Trae á tu memoria cuan infrutuoso y perdido fué el tiempo que diste al mundo, y guarda de volver á los males pasados. Aunque estés en la mayor gloria del mundo, piensa que muy presto se acabará. Vanos son los bienes de ese mundo, pues tienen tan vano fin. » El real profeta dice: «Aun tenian el manjar en sus bocas, y la ira de Dios descendió sobre ellos. » Aun no comienzan los mundanos á gustar de sus vanidades, cuando es con ellos la justicia divina, castigando sus pecados. Ninguno, por grande sed que tenga, beber de la fuente en cuyo suelo ve serpientes venenosas, y otras suciedades pestilenciales. Así ninguno bebe de la fuente de este mundo, sino aquel que no mira el hondon y fin de las honras, deleites, y vanidades de este siglo. Si los hombres mirasen los gusanos y abominaciones en que estos nuestros cuerpos han de ser resolvidos, y el fin de lo que aman, y todo lo que el mundo posee, huirian de beber de la fuente de este mundo cautivo, del cual no se bebe agua clara, sino tósigo, que emponzoña y mata. Arrójanse pecho por tierra como los que despidió Gedeon, á beber sus venenosas aguas, entregándose á regalos, suciedades y vanas honras, soltando las riendas á sus apetitos, como ciegos y desatinados, no mirando las serpientes y gusanos, que están en el fin y suelo de este mundo. Como el caminante que, segun dice el Eclesiástico, abre su boca, y bebe de toda agua, así los mundanos sin diferencia alguna se entregan á sus vicios y apetitos sensuales. No han comenzado á gustar sus bienes, cuando ya la tristeza y tormento tiene ocupados sus corazones. Pues tan aneja es la tristeza á todas las cosas mundanas, considera en el principio el fin, y no te des á vanidades.

Judic., 7.

Eccli., 26.

CAPITULO VIII.

De la vanidad de los dichos de los hombres.

Psal, 54.

Rom., 13.

<< Pon todo tu cuidado en el Señor, y él te criará, » dice el profeta. Todo tu estudio sea acerca de agradar y contentar á Dios, y no te ensalzarás con las alabanzas humanas, ni recibirás turbacion si de tí murmuraren los hombres. La causa porque te da pena el mal que de tí dicen es porque pretendes contentarlos, y la razon porque te deleitan sus loores, es porque quieres tenerlos contentos. ¡O pluguiese á Dios que del todo en todo te determinases de no desear ni querer otra cosa sino hacer la voluntad de Dios, y estar bien con él, y cuan poca cuenta harias de las palabras de que agora haces tanto caso! Acaba contigo de no querer contentar á otro sino á solo Dios, y vivirás quieto y consolado. Ninguna cosa te daria pena sino su ofensa, y en ninguna cosa recibirias consolacion, sino en la limpia conciencia. Todo el cuidado de los santos era contentar á solo Dios, no haciendo caudal de los vanos dichos de los hombres. El Apóstol dice: «Vestíos de nuestro Señor Jesucristo. » No dice que te vistas de las vestiduras de Cristo, sino de Jesucristo. De sola la vestidura de Cristo, y no de Cristo, se visten los hipócritas, y todos aquellos que quieren contentar á los hombres, porque en lo exterior se muestran espirituales, así en las palabras como en la composicion del cuerpo, siendo dentro llenos de pecados. Vistete de Jesucristo, trayéndole dentro de tu alma y corazon, siendo verdaderamente bueno, y no te fatigues por vender santidad fingida á los hombres, que ven solamente lo defuera, teniendo á Dios ofendido. Muchos son justos delante de los hombres, que no lo son delante de Dios. A Noé que era verdaderamente justo delante de Dios, dijo el mismo Señor : « A tí solo hallé justo delante de mí entre todas las gentes. » De los padres de san Juan Bap- Matth., 21. tista dice el evangelista san Lucas que eran entrambos justos delante de Dios. No como los Fariseos y sacerdotes de la ley, cuyo estudio era ser justificados de los hombres, y ser de ellos alabados. Si tratares de contentar á solo Dios, fácilmente menospreciarás todo lo que los hombres dijeren de tí falsamente. Vanidad es hacer caso de los inicuos juicios y dichos de los hombres, estando bien con Dios. Muchos fueron alabados de los hombres que están agora en el infierno, y muchos fueron tenidos por locos que gozan agora de la gloria con Cristo. «Es alabado el pecador en los deseos de su corazon, y el malo es bendecido: » dice el psalmista. Y el Sabio dice que dirán los condenados estando en el infierno, hablando de los justos: « Estos son los que en algun tiempo tuvimos por cosa de risa, y en vituperio. Nosotros como necios pensábamos que su vida era locura. » Y el Apóstol dice

Gen., 7. Luc., 1.

Psal., 9.

Sap., 5.

1. Cor., 4.

á los Corintios: «Nosotros somos locos por Cristo. >> De muchos amigos de Dios suelen burlar los hombres, alabando á los malos. Pues si esto es asi, ni por ser alabado te debes gloriar, ni desconfiar entre las opiniones adversas. Si con razon te alabaren del bien que tienes no te ensoberhezcas, pues muchas faltas secretas hay en tí que si los hombres la supiesen no te alabarian. Y si te alaben de la virtud que no tienes, procura por alcanzarla, porque no engañes al mundo. Si con verdad murmuran, procura de enmendarte. Muchos viviendo mal persiguen á los que dellos murmuran, lo cual es vanidad y manifiesta locura. Los que murmuran de tu mala vida, no habiéndolos tú enojado, ¿no está claro que murmurarán mucho mas si los persigues? El verdadero remedio es enmendarte del mal que se dice de tí con verdad, y de esta manera taparás las bocas á los murmuradores. Si contra razon murmuraren de tí, y fueres mal juzgado, conoce que son hombres, y que ningun mal te pueden hacer, sino mucho provecho, teniendo paciencia. Si para darte Dios la gloria, ó alanzarte en el infierno, hubiese de consultar los hombres, y tomar consejo con ellos sobre lo que hará de tí, entonces seria bien que procurases mucho de que todos te alaben y te tengan por santo. Pero como Dios las ha de haber contigo á solas, y tu alma y él habeis de entrar solos al tomar de la cuenta, vanidad es esperar que nuestra vida sea aprobada de los hombres. No les ha Dios de tomar los votos, no les ha de ser preguntado por tí, ni han de dar allí su parecer. Y aunque digan lo que les parece de tí, no se ha de regir Dios por sus dichos, sino por lo que hallare en tu conciencia. Y si todas las gentes te condenaren, siendo tú amigo de Dios, ¿qué perjuicio te pueden hacer, aunque te reprueben? Ni lo que ellos reprueban es delante de Dios reprobado, ni todo lo que aprueban es á Dios acepto. Vanos son sus juicios, no conocen los corazones, no saben los méritos del hombre, ni alcanzan lo interior del alma, y muchas veces son engañados. No dan ellos la gracia, no pueden dar la gloria, ni en su mano está condenarte, ni po

3. Reg., 16.

derte salvar. Dios dijo al profeta Samuel : « No juzgo yo segun el parecer de los hombres. » Aunque tengas por amigos à todos los hombres del mundo, no serán poderosos para te alargar media hora de vida, ni te podrán librar del riguroso juicio de Dios. ¡O cuanto mejor será en el trance de la muerte tener á Dios por amigo que haber gastado la vida en contentar á los príncipes y reyes, los cuales, aunque nos amen, ninguna cosa nos podrán entonces aprovechar. Toma pues mi consejo, y no te congojes, porque haciendo lo que debes se murmure de tí, ni tampoco te fatigues por contentar la gente, ni busques sus loores en este mundo, porque es todo vanidad y perdimiento de tiempo. Mas antes levantando tu corazon á Dios con todas tus fuerzas, procura de contentar á él solo, tapando tus sentidos al estruendo y vanidad de este mundo infelice.

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CAPITULO IX.

Dėl menosprecio de los dichos de los hombres.

Matth, 18.

Rom., 2.

« A mí muy poco se me da por ser juzgado de vosotros. El que me juzga es Dios. No juzgueis antes de tiempo, hasta que [1. Cor., 4. venga el Señor, que alumbrará las cosas escondidas en tinieblas, y manifestará lo intrínseco de los corazones. Entonces será cada uno alabado de Dios. » Esto decia el Apóstol despreciando los dichos y pareceres de los hombres. Pues Dios es el que conoce los corazones, y el que nos ha de juzgar, no te debes vanagloriar cuando eres alabado, ni entristecerte por ser vituperado, porque ser detraido no es injuria, ni puede coronar la alabanza ajena. En la hora de la muerte se verá quien es bueno ó malo. No hagas mucho caso de los inicuos juicios dichos de los hombres, mas antes procura de contentar á solo Dios. Los que justan aunque sean alabados ó condenados del pueblo ignorante, no tienen cuenta sino con los jueces, que han de dar la joya, y premiar al mejor justador. Así no debes hacer caso de las alabanzas de los hombres, ni de sus vituperios, sino tener todo tu pensamiento en contentar á solo Dios, que te ha de juzgar, que pagará cada uno, como dice el Salvador, segun sus obras. Si bien trabajas, él lo ve todo, y de su mano recibirás el galardon. Ama la verdad, y no los dichos de las gentes, que muchas veces se mueven por odio, ó por amor, no sabiendo lo que hay en el hombre. No dejes el bien, por el dicho de la gente. El oso, que lleva la colmena llena de miel, no se le da mucho que le piquen las abejas. Así tú haciendo lo que debes, y llevando á Dios contigo, no hagas caso de los dichos y murmuraciones de los hombres, porque son picaduras que te pueden hacer poco daño. Muy presto se apartará de la justicia el que en las cosas que hace tiene mas cuenta con los dichos de los hombres que con Dios. Este tal muchas veces dilata el poder del pecar, pero no la mala voluntad. No es sin alabanza y honra el que por amor de Dios desprecia las alabanzas y houras. Los malos, que juzgan nuestras buenas obras á mala parte, muestran no saber el arte de bien obrar. Así no debes hacer caso de sus malos juicios y perversos dichos. Como despreciamos los dichos de los que hablan en el oficio, que no entienden, así debes no hacer cuenta de lo que los tales dicen. No se le da nada al pintor aunque oiga decir á un rústico pastor que no está bien pintada la imágen que hizo : bienaventuradas serian las artes si solos los maestros y artífices dellas las juzgasen. No te indignes, ni recibas pena, aunque algunos tengan de ti mala opinion. ¿Por ventura eres tú mejor que Jesucristo? Lee el Evangelio, y hallarás escrito que decian unos que era Cristo samaritano y endemoniado, y otros dijeron no ser hombre de Dios, pues

Joan., 8.

Joan., 9.

no guardaba la fiesta, y otros respondian que cómo podia siendo pecador hacer tantos milagros, de manera que dice san Juan que habia cisma entre ellos, diciendo unos una cosa, y otros otra. Pues si del Salvador del mundo, siendo la misma santidad y bondad, habia tan diferentes opiniones, & porqué eres tan soberbio que siendo tú lleno de mil imperfecciones quieres que todos aprueben lo que haces? Si del inocentísimo Señor habia contrarios pareceres, ¿porqué quieres tú que todos hablen por una boca canonizando tus obras? Vanidad de vanidades, y esta es grande vanidad. Si tantos son los que te alaban siendo tú vaso de flaqueza y iniquidad, no te enojes ni recibas pena porque algunos digan mal de tí. Ninguno es tan santo que su vida sea en este mundo loada de todos, ni es alguna obra tan justificada que los malos no murmuren della. Gran error es no usar de la virtud, por lo que puede decir el mundo. Por santo que sea el camino que tomas, no ha de faltar quien lo contradiga : y si tú eres tan liviano que haces caso de todo lo que los hombres dicen, nunca harás obra que buena sea. Aquel ciego que estaba asentado en el camino de Jerico llamaba á Cristo en su ayuda, pero no faltó quien lo reprehendiese. Mas él cuanto mas le contradecian mas perseveraba llamando. Imposible es faltar las lenguas de los maliciosos. Allégate á Dios, sigue el camino de la virtud, y persevera en el bien que comenzaste, y no haciendo caudal de palabras de ociosos, que teniendo por oficio glosar las intenciones, y interpretar las obras de sus prójimos. Perderás el seso si hicieres cuenta de todo lo que la gente dice. Trabaja continuamente por estar bien con Dios, y en todo hacer su voluntad, porque todo lo demás es vanidad muy grande y aflicion del espíritu.

Luc., 18.

Psal., 58.

CAPITULO X.

De la vanidad de los que detraen de los buenos.

<< Los que dan males por bienes detraían de mí, porque seguia la bondad,» dice el psalmista. Muchos en el mundo como viven ociosos sin andar por el camino de Dios son impedimento á los virtuosos, detrayendo y murmurando de ellos. Son estos enemigos de Cristo, y sus contrarios, porque aborrecen á los que siguen á Cristo, y con sus lenguas los persiguen. Como ningun sacrificio tanto agrada á Dios como el zelo de las ánimas, así ninguna cosa tanto le desagrada como impedir la salud de ellas. Por eso dijo el Apóstol que estos detraedores eran aborrecibles á Dios. A san Pedro llamó Cristo Satanás, porque impedia la pasion y salvacion de las ánimas, no queriendo que el Salvador las redimiese derra― mando su sangre por ellas. Pues si lo que el santo Apóstol hacia con

Rom., 1. Matth., 16.

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