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Luc., 16.

1. Mac., 4.

con el pié, el cual cuando está sano anda por tierra, y es maltratado : y en estando enfermo trátaslo regaladamente, y tiéneslo en la cama. Así los señores y grandes del mundo, en tanto que viven aquí, son honrados y acatados de todos, y están en lo alto, como los dientes en la boca. Pero cuando enfermaren, y viniere la muerte, serán los soberbios y poderosos tiranos del mundo lanzados en el muladar del infierno. Los pobres y pequeños andan por tierra como los piés, llenos de polvo y trabajos, y llevan toda la carga de la república. Cuando la muerte viniere serán ensalzados y regalados, y tratados con honra. Ejemplo tenemos de esto en el Evangelio, en aquel rico avariento, y Lázaro el pobre, de los cuales el primero, que vestia holanda y carmesí, y comia cada dia opulentísimamente, fué echado en el muladar del infierno cuando vino la muerte, y Lázaro llevado por los ángeles al coro de los justos. Cuando Judas Macabeo queria dar batalla á Gorgias exhortaba á los suyos, diciendo: «No codicieis sus despojos; pero pelead contra vuestros enemigos, y despues saqueareis el campo seguramente. Si os deteneis codiciando sus riquezas y despojos, sereis vencidos: despues de la vitoria habrá tiempo. >> Mira pues lo que dice Job, que la vida del hombre es una continua batalla sobre la tierra. No codicies las riquezas, estados ni señores del mundo contra quien peleas : porque acabada la vitoria en esta vida, podrás despues enriquecerte, y ser grande en el cielo. Trabaja agora, y no quieras estos estados y señoríos del mundo. El que tiene señorío y mando en este mundo tantas cargas trae sobre sí cuantos son aquellos á quien manda. No se pueden contar las culpas de los que desean mandos y señoríos. Aquel es grande señor que se enseñorea de sus malos deseos. Maravillosa cosa es que siendo el subir cosa penosa, y el bajar muy fácil, todos quieren subir á señoríos y mandos, y muy pocos quieren descender y bajar á la humildad. Son los hombres amigos de descanso, y enemigos del trabajo, y con todo esto dejan el estado humilde que hallan sin trabajo, y echan mano de cosas altas y vanas por vivir trabajosamente. Con trabajo subes, y para tu mal subiste,

Job, 7.

Eccl., 8. Judic., 9. 2. Reg., 17.

3. Reg., 2. 4. Reg., 11.

segun aquello que el Sabio dice: «Muchas veces se enseñorea un hombre de otro, para su mal y daño. » Por su mal subió Abimelec al señorío, pues le duró tan poco y acabó tan desastradamente. Lo mesmo podemos decir de Absalon, Adonías, Atalía, y de otros tiranos. Guárdate no te acontezca lo que pasó por Aman, gran privado del rey Asuero, el cual por su grande soberbia y presuncion fué ahorcado en la horca que tenia aparejada para Mardoqueo. Este es el fin de las privanzas, honras y estados del mundo, y el pago que da el mundo á sus servidores. Ama el estado humilde en el suelo, porque Dios te ensalce con sus escogidos en el cielo.

Esther, 7.

CAPITULO XXV.

De la vanidad de los que quieren ser prelados.

Matth., 20.

Num., 10.

«No sabeis lo que pedís, » dijo el Señor á dos discípulos que querian ser preferidos á los otros. De no conocerte quien eres nace el apetito de querer ser prelado. La honra es premio de la virtud. Si te tienes por merecedor della, y piensas que eres bueno, por la misma razon eres indigno de la honra. Basta creer de tí que eres bueno para saber tú mismo que no eres tal. Y si tienes para tí que la mereces, por solo esto debes creer no ser merecedor. La ambicion es madre de la herejía. Dificultoso es estar en alta dignidad y no tener altivos los pensamientos. Los que quieren ser prelados no saben qué cosa es ser prelado Tanta ventaja ha de hacer el prelado á los súbditos cuanta hace el pastor á sus ovejas. No se da el grado de doctor al que comienza á estudiar, porque dicen que será buen letrado, sino al que ya es letrado. No ha de ser prelado el que comienza á ser virtuoso, sino el que tiene ya resignados todos sus apetitos, y es ya virtuoso. La prelacía es estado de perfectos. Mandaba Dios que á la primera señal que hiciesen las trompetas, saliesen los capitanes al campo, y cuando prosiguiesen, y continuasen mas su llamamiento, saliese la otra gente popular. A la primera inspiracion ha de acudir el prelado, y ser el primero en el servicio de Dios. No obliga Dios á los súbditos tanto como á los prelados, por no tener estado de tanta perfeccion, pero quiere que los prelados sean diligentes en responder á Dios al primero llamamiento. Cuanto eres mas alto en dignidad, tanto has de ser mejor. Si mucho recebiste, mucho debes. Si pecas, mas gravemente pecas: porque tanto es mas grande la caida cuanto es mayor el estado. Todos los discípulos dormian en el huerto, pero Cristo nuestro Redentor á solo san Pedro reprehendió: porque pecando todos, tanto por tanto, mayor reprehension merece el prelado que el súbdito. No ha de dormir el que tiene por oficio de despertar á los otros. No serás ambicioso si consideras que eres obligado á ser mas virtuoso que los otros, y que pecando has de ser mas gravemente punido. En la mas alta region del aire donde el aire está mas puro no hay nubes, ni rayos, ni suben vapores de la tierra; pero toda aquella region está quieta, clara, y serena, y resplandeciente. Pero en la mas baja region del aire se engendran nubes, y rayos, y otras cosas semejantes. Así los prelados, que tienen lugar mas alto, y estado de perfeccion, han de estar quietos y libres de toda turbacion y pasion. Y aunque en los súbditos se hallan estas flaquezas, no las ha de haber en los prelados. Con mucha razon son comparados en el Evangelio á la ciudad puesta encima del monte, lo uno porque es vista de todos, y lo otro por

Marc., 14.

Matth., 52.

que la ciudad ha de ser proveida de los mantenimientos necesarios. No es maravilla que en una aldea no se hallen bastimentos: y así no es mucho que en el súbdito no se hallen virtudes ni letras. Pero el prelado, que es como ciudad, ha de tener provision de prudencia, virtudes, santidad y letras. San Pablo en las epístolas que escribió saluda di

1. Tim., 1. 2. Tim., 1.

Jonas., 3.

2. Paral., 26. Exod., 4.

ciendo: «Gracia y paz sea con vosotros. » Pero en las epístolas que escribió á Timoteo dijo: « Gracia y paz, y misericordia. » Añadió misericordia escribiendo á Timoteo, porque Timoteo era obispo y la misericordia y piedad que deben tener con los pobres los prelados es virtud muy encomendada á ellos. Mas piadoso y perfecto has de ser tú, si eres prelado, que tus ovejas. En todas las cosas has de ir delante, y ser en la virtud el primero. El primero que en Ninive hizo penitencia fué el rey. Él fué el primero que se levantó de su trono, y se vistió de cilicio, á quien imitó toda la ciudad. Todos tienen los ojos puestos en tí, y así eres obligado á vivir mas santamente. La lepra del rey Ozias estaba en la frente; pero la de Moisen estaba en las manos, que con meterlas en el seno la podia esconder. Así la lepra y culpas de los reyes y prelados está en la cara, y todos la ven; pero la lepra de los súbditos está en las manos, que se pueden encubrir. Conviene que no sean leprosos, sino que vivan bien, pues todos miran al rostro, y tienen puesta la vista en ellos, y se les van las lenguas tras los ojos. Si uno tiene medidas falsas en su casa, venlas dos, ó tres, y cuando mucho sábenlo los vecinos; pero las medidas falsas que están en la picota, velas todo el mundo. Así los pecados de los prelados de todos son vistos, porque son personas públicas, y están á vista de todos, lo cual no acontece á los súbditos. Todos tienen puestos los ojos en tí, y no haciendo lo que debes escandalizas á muchos. El mal prelado de tantas muertes es digno cuantas ocasiones dió de pecar á los flacos con su mal ejemplo. En casa del hermano mayor murieron los hijos de Job, porque los súbditos mueren con el mal ejemplo del prelado, que es su mayor hermano. Siguen los súbditos los ejemplos de los prelados. Segun las varas que el pastor Jacob ponia á sus ovejas, así concebian ellas los corderos manchados, porque segun los ejemplos que los súbditos ven en sus pastores, conciben las obras buenas ó malas. No carecerá de mácula la obra del súbdito, que ve con los ojos el mal ejemplo del prelado. Tus obras buenas ó malas son las varas, que pones delante los ojos de tus ovejas : conviene que ellos vivan como tú vives. Cuando andaba la nube que guiaba á Israel, andaba el pueblo y cuando la nube paraba, estaban quedos. Andando el prelado por el camino de las virtudes, andan y aprovechan los súbditos, y parando ellos ociosamente están quedos los súbditos, sin pasar adelante. Anda tú, que eres prelado, y guia de los otros y seguirtehan tus súbditos. ¿Estás tú quedo, y dices á los otros que vayan? Las obras mas semejantes son con las obras que con las palabras. Mas se persuade el hombre á obrar con ejemplos de obras que con palabras. Bebiendo el médico el amargo brebaje, mas

Job, 1 Gen., 30.

Exod., 13.

persuade al enfermo que diciéndole que lo beba. Mejor harás andar á los súbditos, diciendo vamos, y andando tú delante, que diciéndoles que vayan, estando tú quedo. Del Señor como buen prelado dice san Lucas que comenzó á hacer, y á decir: «No quiebres la ca- Act., 1. beza con grandes sermones, siendo en tu vida relajado :

Matth., 4.

porque cosa es monstruosa tener un hombre la lengua mayor que la mano. » Menor es la lengua que cabe en la boca que la mano, porque quiere Dios que tengas pequeñas pláticas y grandes obras. Muchos de los prelados y predicadores tienen grande cuenta con hablar bien, y muy poco cuidado de vivir virtuosamente. Los que venden el atriaca primero hacen la prueba en sí mismos, porque de otra manera nadie quiere comprarla. Así el que á los otros enseña la virtud debe hacer la experiencia primero en sí mismo viviendo virtuosamente, si quiere que los otros hagan lo mismo. Primero que Cristo nuestro Redentor saliese á predicar penitencia al pueblo, ayunó cuarenta dias con sus noches en el desierto. Siendo tu vida despreciada, resta que la doctrina sea tenida en poco. Sé el primero en el servicio de Dios, y verás cuanto mas provecho harás en tus súbditos que con largos y elegantes razonamientos. Pues mira cuanta vanidad es desear ser prelado, pues te obligas á dar cuenta de las almas ajenas, y á ser mejor y mas perfecto que los otros. Loco eres si quieres tomar sobre tus hombros tan grande carga. No debes desear estado en el cual andan los hombres engañados. Los prelados nunca oyen sino lisonjas y mentiras y muchas veces de boca de aquellos que murmuran dellos en su ausencia, y detraen de sus vidas y costumbres. ¿Qué mayor mal que nunca oir verdad? Los prelados y príncipes siempre andan cercados de aduladores, que aprueban sus yerros, y alaban todo cuanto hacen. Entre estos peligros debes considerar el riguroso juicio y residencia que tomará Dios á los prelados, segun aquello que está escrito en el libro de la Sabiduría: «Juicio durísimo se hará á los que mandan á los otros.» Aunque no hubiera otra cosa sino solo decir Dios que serán los prelados durísimamente juzgados, solo esto debria bastar para huir de prelacías y dignidades. Mañana morirás, y la Escritura Divina, que no puede mentir está diciendo que serás juzgado rigurosamente. ¿Qué cosa mas para temer? ¿Qué cosa mas espantosa y terrible? ¿Crees esto, ó tienes lo que dice el Espíritu Santo por cosa de burla? Si eres cristiano, y crees á Dios, ¿cómo eres tan desalmado que quieres ser juzgado durísimamente? ¡ Extraña ceguedad, y error intolerable, que quiera un hombre flaco y pecador entrar con Dios en la cuenta rigurosa de su terrible justicia! Esto quieres, si quieres ser prelado, y preferirte á los otros. Quita de tu corazon toda ambicion y vano deseo de mandar, imitando á Jesucristo nuestro Señor y Redentor, el cual no vino á ser servido, sino á servir, por enseñarte la humildad y sujecion;

la cual tú debes amar, porque goces despues de la verdadera honra y perpetuo descanso en el cielo,

Sap., 6.

Matth., 20.

Luc., 22.

Matth., 5.

CAPITULO XXVI.

Del ejemplo de los prelados.

«Resplandezca vuestra luz delante de los hombres, para que viendo vuestras buenas obras glorifiquen á vuestro Padre, que está en los cielos, » dice Cristo nuestro Redentor á los prelados de la Iglesia. Grande obligacion tienen los prelados de dar buen ejemplo á sus súbditos, pues el pueblo imita á los mayores. En meneándose la rueda grande del molino, se menea el rodezno, y la piedra, y las otras ruedas menores. Así en meneándose el prelado para el bien, ó para el mal, se menean los súbditos, y aun muchas veces la rueda mayor está queda, y las otras no dejan de menearse: porque acontece que ya el prelado está enmendado de su pecado, y los súbditos no cesan de murmurar y escandalizarse. Como muchos de los prelados y grandes andan acompañados de gente, así entran acompañados en el infierno, llevando tras sí mucha gente, que escandalizaron con su mal ejemplo: como acá no andan solos, así tampoco quieren ir solos al infierno. Cuando un pequeño arroyo sale de madre, hace poco daño; pero si sale de madre un rio caudaloso, lleva puentes, y huertas, y casas, y molinos, y hace mucho daño. Cuando el súbdito peca hace poco daño á los otros; pero si el prelado sale de sí, haciendo lo que no debe, hace grandes daños y males con su mal ejemplo. De tal manera siguen los súbditos los ejemplos de los prelados, y así los imitan, que los de Siquen hasta en la fe y religion que tenian imitaron á su príncipe Emor, y se circuncidaron, porque vieron que su señor se circuncidaba. Mira cuan fácilmente siguió el pueblo al señor y prelado, y en cosa de tanta calidad como era mudar la adoracion y religion que tenian. En matándose el rey Saul, luego se mató su criado, que le llevaba las armas porque veas cómo el mal ejemplo del príncipe lleva tras sí á los otros. El pontífice Caifas con su sentencia condenando á muerte al Autor de la Vida, llevó tras sí á los otros de su consejo los cuales vinieron á decir lo mesmo, movidos con la autoridad del pontífice. Cuando una pequeña piedra cae del monte quédase luego donde cayó; pero si cae un peñasco grande de una montaña, lleva tras sí otras muchas piedras y árboles. Así cayendo el súbdito no daña mucho á los otros; pero cuando cae el prelado, lleva tras sí á muchos. Así tambien aunque en la fábrica caiga una piedra no hace mucho daño; pero si cae la clave, que es la piedra vasal, destruye todo el edificio, porque caen otras muchas piedras con ella. Mira pues, si eres prelado, la obligacion que tienes de vivir bien, y el daño que haces con tu mal ejemplo. Josué y Caleb no solo espiaron la tierra de promision, pero aun trajeron un grande rácimo de uvas, en

Gen., 34.

1. Reg., 31. Joan., 11.

Num., 13.

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