Imágenes de páginas
PDF
EPUB

taban, aunque en corto número, defensores leales del sistema constitucional, distinguiéndose entre estos Posadas, y en Cataluña, donde más contrarios tenia, don Manuel Benito y Tabernero, obispo de Solsona.

En mayo de 1822, condolido éste de la situacion del Principado, presa de las facciones que comenzaban á agitarse, dirigió una pastoral, notable por más de un concepto. «La Cataluña, decia, es atormentada fuertemente por el estravio de una porcion de sus hijos que, oprimidos por su impaciencia, y engañados por algunas ideas mal concebidas, peor aplicadas, y faltas de toda la prevision necesaria en sus consecuencias, se han precipitado y quieren que les sigamos todos en el profundo abismo de la anarquía y de una guerra civil que á todos nos devore..... ¿La religion del Crucificado es compatible con esto? No: mi conciencia me lo aconseja así resueltamente. ¿Dudais acerca del acierto en algunas de las disposiciones del congreso de la nacion? Pues representadle vuestras dudas, vuestros dictámenes ú opiniones; esto es lo que desea él mismo para rectificarlas por las vuestras si fuesen útiles..... esto es lo que dictan de comun acuerdo la razon y nuestra religion divina, que es la más opuesta al desórden y á la anarquía. Los primeros cristianos miraron á esta siempre con tanto horror, que prefirieron una pacífica y dulce muerte á la defensa belicosa de sus derechos, no solo religiosos, sino tambien políticos..... pero ¡cuál ha sido mi consternacion al saber que se han cansado de hacer valer las buenas máximas algunos miembros del clero de esta diócesis, que, puestos al frente de algunas porciones de miembros engañados, se han atrevido á cambiar su pacífico ministerio por el estrepitoso ejercicio de las armas!....

>>> La nacion española..... ha reconocido el impaciente y preocupado celo de esta porcion estraviada, y me ha concedido el honor de ser uno de los anunciadores de la paz y amnistía general que les ofrece..... Escrito está en el sagrado código de nuestra religion santa, que quien contradice ó resiste á la potestad, resiste á la órden ó mandamiento de Dios. Decidles que el perjurio es una de las más graves ofensas que hace el cristiano á su religion divina, y que perjuros son todos aquellos que se oponen de cualquier modo al cumplimiento de una promesa solemne con la invocacion del sagrado nombre de Dios, y en su santo templo por su testimonio.>>

Así hablaba este prelado, terminando por amonestar á todos á la conciliacion.

Profunda sensacion causaron estas palabras, mandadas repetir en la misa mayor de todas las iglesias del obispado; más no contuvieron los disturbios; estaban demasiado arraigadas las ideas de insurreccion al gobierno constitucional, y la sublevacion siguió adelante, siendo cada

vez más imponente la resistencia que presentaba Cataluña al sistema liberal.

El clero, ejerciendo una poderosa influencia en el confesonario y en el púlpito, dirigia las voluntades de los feligreses. Si en todas partes ejercia un poder tan lato, en ninguna eran tantas sus consecuencias como en el Principado, y en especial en la parte de la montaña, donde las costumbres y la tradicion han hecho de cada párroco un verdadero señor de su feligresía. Pueblos hay, y muchos, donde no se realiza una boda en que el cura no intervenga entre los padres y la ajuste, siendo así el intermediario entre ambas familias para este y otros negocios, permaneciendo su consejero y su mentor por toda la vida. Aquel clero tan influyente, en vez de seguir los evangélicos consejos del prelado de Solsona, los contrarió: los párrocos de este mismo obispado dirigieron el 1.o de octubre de 1823 una esposicion á la regencia de Urgel, en la que se anatematizaba la Constitucion, se pedia la quema de libros, devolver la enseñanza al clero, restablecer la Inquisicion, manifestando «que la sola idea de innovaciones les aturdia y causaha estremecimiento, y que dejándose de luces y adelantamientos filosóficos, renacieran los dias antiguos. >>

CONGRESO DE VERONA.

VII.

Humillada la Francia con los tratados de Viena, halló ocasion de conquistar su perdida influencia, interviniendo en España. Pretendió ganar en Verona lo perdido en la capital de Austria, sin respeto á la independencia española, y sin temor á sus consecuencias, por más vivo que estuviese en la memoria de todos los franceses el recuerdo de los seis años, allanado como le daban el camino nuestras intestinas divisiones.

«Desde el congreso de Viena y de Aquisgran (1), los príncipes de Europa no pensaban más que en celebrar otros, pues en ellos se divertian repartiéndose los pueblos. No bien se terminó en Troppau el congreso empezado en Layback, cuando ya se dispuso convocar otro en Viena, en Ferrara ó en Verona, porque los asuntos de España ofrecian la ocasion de apresurar el momento. Cada córte habia ya designado un embajador.

>> En Londres se preparaba todo el mundo para marchar á Verona, y

(1) Chateaubriand, Memorias de Ultra-tumba.

como siempre han sido las cuestiones españolas mi principal estudio; como tambien tenia yo formado mi plan para el honor de la Francia, creia ser de alguna utilidad en el nuevo congreso, haciéndome al paso conocer bajo un aspecto en que no se pensaba. >>

Consiguió Chateaubriand ser nombrado, y se jactó de que fuese la guerra de España el grande acontecimiento político de su vida, y una empresa gigantesca, porque la legitimidad iba á combatir por la vez primera bajo la bandera blanca y á disparar el primer cañonazo despues de los del Imperio. «Ocupar de un golpe la España; triunfar en el mismo suelo en que un conquistador habia sufrido reveses en otro tiempo; hacer en seis meses lo que él no pudo en siete años: ¿quién hubiera podido aspirar á semejante prodigio? Yo lo pretendí; ¡pero cuántas maldiciones han caido sobre mi cabeza en la mesa de juego en que la Restauracion me habia colocado! Tenia delante de mí una Francia enemiga de los Borbones, y á dos grandes ministros estranjeros, el príncipe de Metternich y Canning. No pasaba dia sin que recibiese cartas anunciándome una catástrofe, porque la guerra con España no era popular en Francia ni en Europa. No tardó ciertamente en verificarse mi caida, poco despues de mi triunfo en la Península (1).»

al

Los diputados de la regencia de Urgel estaban al lado del congreso, que habian dirigido una súplica firmada por el marqués de Mataflorida y por el arzobispo preconizado de Tarragona, en la cual declaraban: «Que habian fijado su atencion sobre las leyes y las antiguas córtes de España; que habian visto que el mayor número de estas leyes se propusieron al rey por córtes libres, reunidas principalmente bajo los reyes de la augusta casa de Austria; que el tiempo indicaba sin duda, reformas que ellos ensayarian, escuchando el voto de la nacion, y ocupándose entre otras cosas de reglar las contribuciones y las cargas que debia soportar el pueblo, sin cuyo concurso nada debia imponerse ni exigirse (2).»>

(1) ¡Buen triunfo, buena empresa gigantesca, buen prodigio, buena lucha estuvo, contando antes de decidirla con los jefes de los tres ejércitos, con liberales traidores, con la guerra civil, alimentada por poderosas influencias!

(2) Los españoles realistas, dice Mr. de Chateaubriand, refugiados en Francia, eran un nuevo manantial de debates. El arzobispo de Tarragona, el obispo de Urgel, los señores Erro y Calderon, que hasta entonces se encontraron à la cabeza de las provincias sublevadas, sostenian que era necesario apresurarse á instalar el gobierno provisional español; pero exigian se colocara á su cabeza al general Eguía. Segun ellos, la voluntad de Fernando, espresada en una órden de 10 de enero, era que el general presidiese toda especie de gobierno, cualquiera que fuese, para procurar la libertad de su augusta persona; esta frase probaba al menos, que el rey constitucional se miraba como prisionero entre las manos de sus amigos constitucionales. Balmaseda y el arzobispo de Tarragona, nos enviaban mamotretos de juntas y de comandantes

INTERVENCION FRANCESA. REACCION.

VIII.

Los acuerdos públicos y secretos del congreso de Verona, tuvieron sus consecuencias (1). Un ejército francés, á cuya cabeza se puso el duque de Angulema, pasó el Bidasoa, y comenzó á ocupar la Península, que dejó sin defensa la imprevision del ministerio.

realistas de Cataluña, que protestaban su fidelidad á la regencia de Urgel, y declaralan no querer reconocer otra autoridad.

>>>Por otra parte, se escribia combatiendo una proclama que el general Eguía creyó deber dar en su nombre. Estos escritos afirmaban que aquella proclama encenderia entre los realistas una guerra más sangrienta que la que afligia á España hacia tres años.

>>Al mismo tiempo Mr. Berryer me enviaba una nota que le exigiera Mataflorida, la cual solo tenia de elocuente y persuasivo la firma de Mr. Berryer.

->>El partido de M. de Mataflorida (así dice la nota), debe prevalecer. Se sabe entretanto en Paris que el general Eguía es un viejo gastado é incapaz, y que el honorable baron de Eroles, despues de defender á Mataflorida hasta el último momento, no ha cedido ni consentido en entrar en el consejo proyectado sin Mataflorida, á quien parece que la Francia prometia socorros que nunca llegaban.»

Esto está muy bien. Mas véase que una carta dirigida por el general Eguía á los señores Erro y Calderon, decia: «He recibido nuevas comunicaciones, por las cuales se me ordena hacerlo al marqués de Mataflorida, que renuncie desde luego à toda idea de conservar el poder que ha usurpado, y no comprometa á S. M. dirigiéndole, como lo ha hecho últimamente, con cartas en las que nombra las personas y las cosas. Haced conocer al gobierno francés la necesidad de contener al marqués de Mataflorida.»

»¿Cómo, pues, nombrar un gobierno provisional, compuesto del general Eguía, del baron de Eroles, del arzobispo de Tarragona, del obispo de Urgel, del consejero Calderon, del intendente del ejército real Erro, si el general Eguía, rechazado por un partido, era calificado por este de viejo gastado é incapaz, y el marqués de Mataflorida, arrojado por Fernando, pasaba en otra faccion por un ambicioso y alurdido?

>>Pasaban delante de nosotros como sombras, diferentes jefes más o menos oscuros, adquiriendo despues una cierta celebridad, Córdoba, Quesada y otros.»>

Congrès de Vérone.-T. I.

(1) De El Nacional, periódico que se publicaba en París no hace mucho, tomamos la siguiente aclaracion de un punto histórico:

«Hace dos años leimos en el Morning-Chronicle dos artículos de un tratado secreto concluido en Verona. Su corresponsal de Lisboa era el que hacia esta revelacion, que reprodugimos sin garantirla. Mr. de Chateaubriand nos escribió al dia siguiente diciéndonos, que no habia existido tratado alguno en Verona, y que los hechos publicados por el periódico inglés eran controvertibles. El corresponsal del periódico nos escribió algun tiempo despues justificando su dicho: no teníamos gana de prolongar esta polémica, y no nos habian tampoco dado pruebas suficientes para hacernos dudar de la palabra de Mr. de Chateaubriand.

>>El carácter inglés es poco dócil, y su tenacidad solo cede ante la evidencia. Ahora bien, el autor del artículo que reprodujimos hace dos años ha llegado á París, y en el momento nos ha manifestado el testo exacto de los documento sque habian formado su conviccion: nos ha presentado lo primero, un libro que se encuentra en todas las legaciones americanas y en muchas embajadas inglesas, y que goza en ambos paises de una merecida consideracion, mirán

De vanguardia de los franceses venia Merino, el valiente de la guerra de la Independencia, el feroz enemigo de los mismos á quienes ahora precedia en su invasion. Avanzaron, y merced á la defeccion de Labisbal, Morillo y Ballesteros, pronto se les vió en el Trocadero sitiando al poder constitucional.

En vano algunos jefes decididos combatian en Cataluña, en Castilla, en Galicia, en Extremadura y Andalucía, y pretendian con inauditos esfuerzos reanimar el espíritu público. En vano los valientes milicianos de Madrid, modelo de civismo, abandonando sus hogares, sellaron con

dosele como una coleccion de documentos auténticos. Este libro se llama Código diplomático americano; contiene una coleccion de todos los tratados y convenios entre los Estados-Unidos y las potencias estranjeras desde 1778 à 1834, por Jonathan Elliot. Son dos volúmenes en 8.o mayor, y en el segundo, número 24, pág. 199, se lee el testo del tratado secreto de Verona, testo ciertamente curioso, y cuya traduccion literal damos á continuacion:

TRATADO SECRETO DE VERONA.

«Los abajo firmados, especialmente autorizados para hacer algunas adiciones al Tratado de la Santa Alianza, despues de haber cambiado sus poderes respectivos, han convenido en lo siguiente:

>> Artículo 1. Las altas partes contratantes convencidas de que el sistema de gobierno representativo, es tan incompatible con los principios monàrquicos como la máxima de la soberania del pueblo con el derecho divino, se obligan mútuamente, del modo mas solemne, á usar de todas sus fuerzas para destruir el sistema de gobierno representativo en todos los paises de Europa en que pueda existir, é impedir su introduccion en los estados en que es aun desconocido.

D

» Art. 2.o Como no puede dudarse que la libertad de la prensa es el medio más poderosamente empleado por los pretendidos defensores de los derechos de las naciones en detrimento de los príncipes, las altas partes contratantes prometen reciprocamente adoptar todas las medidas propias para suprimirla, no solamente en sus propios estados, sino tambien en el resto de la Europa.

>>Art. 3. Convencidos que los principios de religion contribuyen muy poderosamente á mantener á las naciones en el estado de obediencia pasiva que deben á sus príncipes, las altas partes contratantes declaran, que es su intencion sostener en sus respectivos estados todas las medidas que pueda adoptar el clero con el fin de mejorar sus propios intereses, tan intimamente unidos con la conservacion de la autoridad de los principes. Las altas partes contratantes ofrecen además sus gracias al Papa por lo que ya ha hecho por ellas, y solicitan una cooperacion constante á sus miras para someter à las naciones.

» Art. 4. La situacion de la España y del Portugal reunen desgraciadamente todas las circunstancias con las que este tratado tiene relacion más particularmente. Las altas partes contratantes al confiar à la Francia el cuidado de concluir con ellas, se obligan á asistirla del modo que menos puede comprometerles con sus pueblos y con el pueblo francés, por medio de un subsidio de parte de los imperios, de veinte millones de francos cada año, á contar desde la firma de este tratado hasta el fin de la guerra.

[ocr errors]

Art. 5. Con el fin de restablecer en la Peninsula el órden de cosas que existia antes de la revolucion de Cádiz, y á fin de asegurar la entera ejecucion de los artículos del presente tratado, las altas partes contratantes se dan mútuamente seguridad recíproca, que, cuanto tiempo se necesite para el cumplimiento de sus miras, dejarán á un lado toda otra idea de utilidad ó cualquier otra medida que tuviesen que tomar, dirigiéndose lo más pronto posible à todas las autoridades existentes en sus estados y á todos sus agentes en el estranjero, para establecer

TOMO I.

5

« AnteriorContinuar »