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míanle las autoridades y estrechaban su represion, haciendo á veces la violencia exasperar los ánimos.

En algunos pueblos, como en Pedro Muñoz, Bajá, etc., se entretenia el vulgo en poner pasquines, desahogándose con estas alarmantes manifestaciones.

Los cristinos, partido que se formó en derredor de la reina, se aprestaban á su defensa, y consiguieron armas para rechazar la fuerza con la fuerza. Reuníanse en el café de la Fontana de Oro, de gratos recuerdos para algunos, y en la noche del 16 de marzo acudieron con armas para revistarse secretamente.

Esta precipitacion alarmó al ministerio, que no queria fuesen tan allá los liberales por temor á su energía, y les recogió las armas, autorizando antes á los capitanes generales para hacer lo mismo con todos los realistas que no inspirasen confianza. Fluctuaba de esta suerte entre las embravecidas olas de ambos partidos, temiendo al uno por sus pretensiones contra el trono y su reaccion, y espantándole los principios, que no queria adoptar, del otro, con quien en todo caso podia contar, y á quien tenia siempre en jaque.

El 19 de marzo, dia que en Madrid se ha considerado fatídico muchas veces, y destinado al cumplimiento de muchas esperanzas, fué creido por el vulgo como el llegado para realizarlas. Y como cuando los ánimos están así predispuestos, basta una palabra para conmoverlos y ponerlos en accion, sucedió que los grupos formados por la curiosidad, abultando con sus recelos los temores, no quisieron retirarse sin satisfacerla, esperando el movimiento que se decia. Así los ánimos, bastó un viva dado al rey absoluto para que corrieran todos, desenvainaran el sable los realistas, y se dieran algunas cuchilladas y palos, propagándose la agitacion á todos los barrios estremos.

En el centro en el café de la Fontana, era inmensa la concurrencia y grande la exaltacion: diéronse allí algunos vivas á la Constitucion, se lanzaron á la calle los más osados á repeler el ataque de los realistas; pero intervino la fuerza armada, y á las once de la noche se hallaba completamente restablecida la tranquilidad, sin otro resultado que varios heridos y algunos presos.

Estas manifestaciones aferraban á Zea en su plan de perseguir á los opuestos partidos, creyendo que sin ninguno de ellos podria hacer frente á uno ú otro.

¡Vana ilusion! La cuestion era de vida ó muerte para ambos, y si los unos no podian avenirse á ceder el campo de que se les iba desalojando, la esperanza en los otros, y diez años de amargura, hacian su poder incontrastable.

CIRCULAR ANÓNIMA.

LXXVIII.

Entre las armas que se empleaban contra el ministerio, se distinguian los anónimos impresos, siendo muy notable uno que se circuló por entonces, fechado en Madrid á 29 de marzo, y dirigido especialmente contra Zea, por la separacion de don José Martinez de San Martin de la superintendencia de policía. La manera con que está escrito, su buena redaccion, y la claridad con que presenta los hechos, ie dieron una merecida importancia, y aunque circulado especialmente á los capitanes generales, estos le remitieron al gobierno, quien dictó varias medidas para descubrir los autores.

Es importante una idea al menos, de tan instructiva circular.

«Ninguna calamidad, dice, mayor que el error de un hombre grande. Napoleon y sus consejeros, no serian menos diplomáticos que el señor Zea cometieron un error en el concepto que formaron de la España en 1808. Las consecuencias nadie las ignora.-El señor Ze cree que la España actual es la del año 12 ó del año z2, y se equivoca lastimosamente. No es tampoco la del año 24, ni la del año 27; es la España del año 33, y nada mas. -Existen sin duda en ella despreciables restos de los partidos que la han devorado; pero la España de 1833, amaestrada con las desgracias, no quiere revolucion. Quiere descanso, pero tampoco quiere que se burlen de ella. -La masa del pueblo español, que no quiso ser francesa en 1808, no quiere sujetarse á ningun partido en 1833, ni ser juguete de un nuevo Calomarde. - Lo mismo que en Leon, Toledo y Cataluña, ha sofocado las chispas del atrevido carlismo, sofocará á cualquier demagogo, jacobino, apostólico, usurpador ó revolucionario que osase levantar el grito en cualquier punto.-Los hombres de razon, los moderados de todos los partidos, están bien á su costa harto desengañados de los escesos de aquel mismo que siguieron.

...

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Atónita la fiel España por las traidoras tramas de la Granja, que el mismo soberano se dignó manifestarla, y alentada por el lenguaje consolador, cariñoso é ilustrado de sus buenos reyes, ha demostrado en inocentes desahogos el gozo natural de un pueblo digno de mejor suerte, que sale de las garras de una estúpida tiranía á respirar cultamente el aura de la civilizacion. Los monarcas mismos y todos los publicistas del mundo, han conocido la indispensabilidad de una amnistía completa, con olvido de todo lo pasado. Los generosos vasallos se han prestado francamente á ella, y han vuelto á abrazarse con los espatriados y amnistiados de todas clases y partidos. Estos infelices, vueltos á sus

hogares, ni en lo más mínimo han dado que decir, y seria una vil imprudencia querer tildar su conducta despues de entrados en España..... ... El señor Zea acaba de echar con escandalosa sorpresa de todo ente de razon, tres ministros y el superintendente general de policía, sugetos contra quienes nada tenia que pedir. La España ignora y respeta los motivos que haya habido para los tres primeros; pero en honor de la verdad debe decirse, que ni una sola persona sospecha remotamente en España, que San Martin haya sido, ni podia ser infiel al rey. La España del año 33 necesita que sus ministros sepan distinguir de colores, y ser atentos con el pundonoroso carácter español. Un error conduce á otro, y así no seria de estrañar que mude tambien los más de los capitanes generales, gobernadores, regentes y demás que francamente se hayan lanzado á sostener al rey y su familia; ¿y por qué? Porque acostumbrado á ver la España siempre alternativamente dominada por una ú otra faccion, sin piés ni cabeza, no puede S. E. comprender que en el año 33 pueda ser dirigida por la razon y la justicia. He aquí el lastimoso error de nuestro sabio diplomático. En todo español ilustrado, ve el pobre señor un jacobino; y así se ha llenado de un miedo cerval que le hará hacer mil disparates, desacreditando á la virtuosa reina, perdiendo á Fernando, y esponiendo toda la dinastía.

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... ¡Desgraciado el hombre público que se deja dominar por un terror pánico! Los dedos se le figuran enemigos; sueña conspiraciones, y solo halla reposo en el terrorismo y la opresion ajena. Así es que las calles y plazas de Madrid se ven, con mengua, dia y noche inundadas de gruesas patrullas y retenes. Los habitantes, confusos y celosos de la tranquilidad de sus familias, se preguntan simultáneamente, ¿qué hay? ¿Qué sucede? ¿Quién se opone á la augusta voluntad del rey? ¿Qué teme el gobierno? Algo más calamitosos, críticos y arriesgados eran los momentos en que se tramaban las maquinaciones de la Granja, y no se vieron, no, los preparativos que en el dia. Sin embargo, la faccion. usurpadora no se atrevió á romper; y si lo hubiese verificado, los fieles vasallos del rey, aunque ni tantos, ni tan unidos, ni con tantos motivos de gratitud á SS. MM., no hubieran escusado el combatir, como tampoco lo escusarán cuando convenga.

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... Desean mejoras, sí; pero las quieren emanadas del trono de Fernando, servido por ministros ilustrados y prudentes, firmes, pero comedidos. Por esto seria muy aplaudida de toda la gente sensata la providencia de que solo las tropas tengan las armas en la mano. Es verdad que en un principio hicieron buenos servicios los realistas, pero en el dia ya no son tan necesarios. Realistas eran los revoltosos de Leon, Toledo y Cataluña. Esta propension descubierta, produjo el armamento de la briosa, leal juventud, á la que despues un lenguaje poco meditado, le

Томо 1.

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ha dado el nombre de faccion. Ya están aquellos jóvenes desarmados, y la parte sana de la poblacion lo aplaude, pero siguen con las armas los que tanto se han manifestado á favor del partido de don Cárlos contra el rey Fernando y su augusta primogénita. ¿Qué quiere decir esto? ¿Tratan acaso los ministros de jugar con la vida y el honor de trece millones de españoles? Cuando una nacion se halla amenazada de partidos, dicta la prudencia imparcial, desarmar á unos y á otros. Si solo desarma á uno, y es casualmente quien tiene á su favor el prestigio de la lealtad, claro está que no queda bien puesta la del ministro que tal aconsejase. Si existen aun desleales ó seducidos (ya lo entendemos), que quieren renovar la conspiracion de San Ildefonso, ¿por qué no se prenden y se entregan á la ley? ¿Por qué no han salido aun al patíbulo los conspiradores de la Granja, los revoltosos de Toledo, los alzados de Leon, los cabecillas de Cataluña?.... ¡Qué chasco tan completo se van á llevar los incautos diplomáticos que se lisonjean de engañar á la noble nacion española! De una península agradecida y fiel, van á hacer una nacion descontenta y exasperada. Por esto únicamente ansiamos el momento de que se verifique la solemne jura de nuestra princesa Isabel, con todas las formalidades y etiquetas de costumbre antigua española, sin que falte requisito alguno, para que otro dia no vengan usurpadores con nuevas pretensiones.

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... Dentro de pocos dias verá S. E. el resultado en las provincias, de las poco meditadas disposiciones últimamente adoptadas por instigacion de S. E. Pasos tan bruscos, raros y tortuosos, pueden hacer sospechar si es que traen orígen de combinacion estranjera; y en tal caso, nos afirmamos más que nunca en ser inevitable una guerra civil y muy sangrienta. La nacion, que ahora marcha obediente, unida y confiada, se ha parade sorprendida, vacilante; y desconfiará primero de S. E. que de otro, porque le cree incapaz de dirigir con acierto los intereses de la causa de la legitimidad, en razon á su terror, ó como miserablemente vendido á una intriga diplomática estranjera, enemiga de la reina, á quien la agradecida España no dejará atropellar. — Corren voces de que el señor Zea alarmó al rey con la descubierta de un plan constitucional. Da rabia y hace reir al mismo tiempo impostura semejante.

... La honradez española no es tumultuaria, pero ha resuelto no dejarse insultar más, y defender á su reina á todo trance. ¡ Ay de los malvados que se atreviesen á oprimirla! Heririan en lo más vivo su pundonor y el entusiasmo, que no respetaria más á ministros cobardes y traidores en 1833, que respetó en 1808 á un potente favorito y á un orgulloso dominador de Europa Es de creer que no sean estos los deseos del señor presidente del consejo de ministros, aunque malas lenguas le atri

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buyen ya ciertas ideas que no harian mucho favor á su lealtad, y podrian esponerle á una catástrofe irreparable.

... Su lealtad, patriotismo y union, está igualmente comprometido que el de todo español hombre de bien á hacérselas conocer á S. E., y con este fin se les envia la presente circular, para que sus virtudes se ejerciten en influir por su parte al pronto desengaño de S. E. y del rey. Porque si en estos críticos momentos en que el señor Zea tiene tan vacilante y disgustada la opinion general, aconteciera, por desgracia, que en cualquier punto de la Península fuese proclamado Cárlos V y lograran sus partidarios las primeras ventajas, ¿qué haría el señor Zea con sus ideas erróneas? ¿Quién, entonces, sino los que ahora tilda y desune, serian capaces de defender á nuestro rey y á su familia? No quiera Dios llegue este caso; pero los partidarios de don Cárlos debian aprovechar esta oportunidad de indecision y desavenencias entre el resto de los españoles. Si los que pueden desde sus altos puestos proporcionar tan feliz desengaño, no se deciden á hablar claro, con noble energía castellana, tal vez podrá llegar un dia en que se les exija muy justamente su parte de responsabilidad por un silencio tan vergonzoso y cobarde. - Nosotros, tan leales y tan honrados á lo menos como los primeros magnates, damos este paso de patriotismo y previsora lealtad, porque no estamos en posicion de hacerlo verbalmente....."

ESPULSION DE DON CARLOS.

LXXIX.

El partido carlista crecia en gente y en bríos, y el gobierno consideró peligrosa la presencia de don Carlos. Creyó necesario alejarle de la córte, y al afecto, dijo que: -Habiendo condescendido S. M. con la justa solicitud del rey de Portugal, de 3 de febrero próximo pasado, en que su augusta hermana la señora princesa de la Beira se restituyese al seno de su familia, por los motivos que allí se espresan, y dignándose S. M. condescender igualmente con que los señores infantes don Cárlos y don Sebastian, con sus respectivas familias, acompañasen á dicha señora por el término de dos meses, mandaba á los capitanes y comandantes generales de Castilla la Nueva y Estremadura, etc., dispusiesen lo necesario al viaje, las escoltas, etc., incluyéndoles el itinerario.

Se avisó á todos los demás capitanes generales que el viaje de Sus Altezas no tenia carácter alguno estraordinario; encargóseles que impidiesen la propagacion de rumores con este motivo, y velasen por la tranquilidad, castigando con mano firme á los que la perturbasen.

En la víspera de su salida, don Cárlos se presentó al rey, y despues

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