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de las Conchas, por donde, como lo preveyó, pasó el carlista: falta en Rafecas que no disculpa su credulidad á lo que le dijeran los vecinos de Tirso de que eran invadeables las Conchas, pues los resultados comprobaron lo contrario.

Esta inexactitud en el cumplimiento de algunas órdenes, inutilizaba á veces las mejores combinaciones, que destruia un simple subalterno ó por su desobediencia ó por su confianza.

Tolrá volvió á Maestu para guarnecerle. Era importante este sitio, y exigia una contínua vigilancia. Cada descuido era grave para el liberal.

Por este mismo tiempo se fraguaba á bordo de un buque anclado en el puerto de Santander, y que conducia carlistas prisioneros, una conspiracion que fué descubierta, y fusilados sobre la proa del buque los tres que resultaron en el proceso ser los motores.

ATAQUE Á VITORIA. — -HORRIBLES FUSILAMIENTOS.

LIV.

Espartero sorprende el 15 en las calles de Ceanuri á La Torre y Luqui, que, defendiéndose como pudieron, se dispersaron con pérdida de muertos, heridos, efectos de boca y guerra, y veinte y seis prisioneros.

Don Fernando Butron al mismo tiempo en acertada combinacion con Jáuregui y el baron del Solar, desalojaba valerosamente al carlista de las formidables posiciones de Aralar, y le obligaba á dirigirse á Navarra por Azcarate y San Miguel.

Y á la vez que Butron podia lisonjearse de arrojar al carlista de aquel reino, salia de él por otro lado Zumalacarregui, para invadir no solo la provincia de Alava, sino aun su misma capital, llevando tres mil quinientos hombres, inclusas las fuerzas alavesas que mandaban Uranga y Villareal.

El ejército carlista carecia de armamento y de toda especie de recursos, y sabiendo Zumalacarregui que en Vitoria habia poca guarnicion, se decidió á atacar á aquella ciudad y sacar de ella los elementos necesarios para continuar la guerra.

A este fin se puso en marcha el mismo Zumalacarregui con los batallones navarros el 15, para desde los confines de Navarra llegar al amanecer del 16 á las inmediaciones de Vitoria, ordenando á los batallones alaveses que se hallaban en las Amezcoas, concurriesen al rayar el citado dia al pueblo de Otazu, media legua de la capital.

Reunidos navarros y alaveses en aquel pueblo y á la hora indicada, tuvo Zumalacarregui una conferencia con los jefes principales, y luego

distribuyó el ejército en tres columnas para atacar á Vitoria. La de la derecha que debia hacerlo por el portal de Betoño y San Ildefonso, se componia de tres batallones al mando de Iturralde: la de la izquierda, formada con el 1.o de Alava y 1.o de Navarra, con órden de atacar por el portal de Castilla, la guiaba Villarreal, y Zumalacarregui dirigia el resto de la fuerza, que estaba en la ermita de Santa Lucía, para acometer por el centro.

Al moverse las columnas salió un paisano de Vitoria, avisó á Zumalacarregui que doscientos tiradores de Alava se hallaban en Gamarra, y dispuso que el comandante de caballería don Antero Dancausa, marchase con su escuadron y dos compañías de infantería á batir á los tiradores, los cuales al verse vigorosamente acometidos cedieron, quedando unos cincuenta muertos y ciento veinte prisioneros.

En tanto que esto tenia lugar, las compañías de cazadores de la columna de Villarreal entraron en la ciudad; pero fueron rechazadas por la guarnicion, quedando algunos prisioneros.

La captura de los tiradores de Alava y la noticia que llegó en aquel momento de que Espartero acudia con su columna por la parte de Vizcaya, obligó á Zumalacarregui á ordenar la retirada hácia Salvatierra.

Retirados los carlistas de las inmediaciones de Vitoria, Osma, comandante general de la provincia, mandó fusilar á don Domingo Retana, teniente de caballería carlista, natural de Vitoria, juntamente con otros dos indivíduos que tenian carácter de oficiales, los cuales cayeron prisioneros dentro de la ciudad al invadirla en la misma mañana, y Zumalacarregui, con arreglo al decreto de don Cárlos de 24 de enero, que mandó usar de represalias, como dice en el parte, sin citar para nada el hecho de Retana, que si no fué simultáneo fué posterior, ordenó poner en capilla á los ciento veinte tiradores para fusilarlos al dia siguiente. Villarreal al saberlo corrió á Narvaja, para esponer á Zumalacarregui las tristes consecuencias que ocasionaria tan terrible órden; pero inflexible el caudillo carlista en su horrible propósito, mandó que inmediatamente fueran pasados por las armas.

El ayudante de estado mayor don Juan José de la Fuente, marchó en el acto á Heredia con la órden para que el jefe de brigada don Juan Areitio, que quedó al frente de los batallones alaveses, ejecutase la de Zumalacarregui. Villarreal permaneció en Narvaja con Zumalacarregui, á quien acompañaban los generales Eraso, Iturralde y Uranga, no queriendo ser espectador de tan horrible, de tan indisculpable carnicería, que lamentaba en el fondo de su corazon. Dos le debieron, sin embargo, la vida; el oficial don Estéban Garrido, que era no ha mucho capitan en el regimiento de la Reina, y habia servido con Villareal en el de Saboya, y un jóven de diez y siete años, previniendo al coman

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dante que los custodiaba que, bajo la responsabilidad del mismo Villarreal, los ocultase sin que nadie lo supiera.

Los ciento diez y ocho tiradores perecieron: nada justifica la muerte de todos. Pelearon como soldados, se resistieron como valientes, cedieron á la necesidad; el inmolarles fué un acto de inhumana crueldad, la horrible satisfaccion de una venganza, á la que no se entrega el que quiere aparecer como un héroe, como un genio. Dejó de ser héroe para ser hombre; desoyó la razon para oir las pasiones, y arrojó sobre su frente una mancha de sangre que empañaba el brillo de su gloria, y que sobre todo nada hacia necesaria.

SALVACION DE PORTUGALETE.- ACCION DE SOLLUBE.

LV.

El 18 sorprende Espartero en Marquina á Larrascuain y al batallon de su mando, causándole algunos muertos y prisioneros.

Corre luego á rescatar á unos cuarenta soldados prisioneros que tenian los carlistas ocultos en el monte Acherri, y lo consigue de noche, matando al capitan que mandaba la escolta y á varios soldados.

El 22 hallándose en Durango, supo que la corta guarnicion de Portugalete estaba rigorosamente atacada por mil carlistas mandados por Castor. Acude, y sin detenerse apenas en Bilbao, sigue á la poblacion amenazada. En vano se le oponen los carlistas en el puente colgante de Burceña: derriba las puertas, acomete al contrario con cuatro compañías y unos cuantos caballos, lo arrollan todo á su paso, y entran en Portugalete, salvado á costa de la sangre de Espartero, herido levemente de un balazo.

Ochenta carlistas quedaron muertos en el campo, y perdieron además varios prisioneros, armamento, caballos y equipajes. El liberal perdió poca gente.

Castor, sin embargo, no temia á Espartero, aunque solia sacar lo peor en la pelea. Con seiscientos hombres se hallaba en Sodupe el 28, cuando midió nuevamente las armas con el herido, vencedor en Burceña, y tambien le costó pérdidas á Castor, que en su retirada se vió en peligro de ser batido por Iriarte.

El infatigable Zabala, aquel entusiasta diputado que le vimos perorando en Bilbao con el mismo ardor con que solia pelear en el campo de batalla, hallábase con el marqués de Valde espina á la cabeza de dos mil hombres que la actividad del uno y el prestigio del otro reunieran.

Estaban en Aulestia cuando Espartero acampaba en Durango, de donde salió el 6 á la cabeza de dos mil hombres, y se dirigió á chocar

con el enemigo, que le recibió en las brillante posiciones de las alturas que coronan á Aulestia, las cuales no defendieron debidamente. Se corrieron á Rigoitia, siguióles Espartero y les desalojó igualmente de este punto. Buscaron nuevas posiciones en Morga, y tambien fué allí el liberal, anheloso de batir además á La Torre y Luqui, que procedentes del valle de Arratia, se presentaban con tres mil hombres.

Ganosos todos de medir sus armas, tomaron los carlistas ventajosas posiciones y ocuparon el formidable desfiladero del camino de Arratia. Pero aquí no podia atacarlos Espartero sino muy desventajosamente: habia elegido muy bien el carlista el terreno, por lo que el contrario procuró llevarles á otro, é hizo un movimiento que creyó el carlista una retirada; y lo era en efecto; más no para huir, sino para conseguir por medio de una estratagema el fin que se propuso el liberal. Vióse éste como lo preveyó, atacado, y mientras Espartero sostenia el choque, mandó á Benedicto que tomara posiciones en el cerro de Sollube para proteger su retirada por escalones, haciendo frente al mismo tiempo al denuedo del carlista.

Reunidos aquellos dos jefes liberales, bajaron rápidamente de Sollube, tomaron la altura de Sarraya, estendió Espartero la línea de batalla, acometió entonces el carlista á la bayoneta y siendo este el momento que deseaba el jefe liberal, resiste el ímpetu del enemigo, y se traba una formal accion.

El desenlace fué glorioso para Espartero: consiguió la victoria. El campo quedó ensangrentado y lleno de cadáveres. La pérdida fué considerable en los dos bandos: de uno y otro murieron muchos, y quedaron exánimes en el campo oficiales y aun jefes, y uno de los carlistas, el brigadier Armencha, fué fusilado. Prisioneros hubo algunos, no muchos; era grande el encarnizamiento, y se preferia el matar á dar cuartel, la muerte á la rendicion. Así se hacian más sangrientas las acciones, así estas se asemejaban más á combates de fieras, que á luchas de hombres.

Espartero ganó en esta accion la faja de mariscal de campo, con la antigüedad de 17 de febrero, en que tuvo lugar la accion de Guernica.

MOVIMIENTOS.

LVI.

La actividad que desplegaba el comandante general de Vizcaya, era secundada por el de Guipúzcoa, su vecino, quien habiendo casi limpiado de carlistas su distrito, mandó una especie de batida hácia Navarra por Zárate y Aralar, yendo todos á reunirse al pueblo de Arriba, al cual se dirigió Butron.

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Las columnas cumplieron su cometido. La de voluntarios de Guipúzcoa, llevó en retirada desde Leiza, á Guibelalde é Iturriza: rindió en la casa de Gorriti á catorce carlistas, entre los que estaban el alcalde de Ataun y un oficial, que fueron fusilados.

Pero como ya hemos visto otras veces, si el carlista salia de un territorio por un lado, entraba por otro.

Se vió, pues, nuevamente invadida la Guipúzcoa, é Iturriza y otros jefes sacaban raciones, prendas de vestir y otros efectos, de Astigarraga, Oyarzum, Hernani y Andoain. Jáuregui, yéndoles al alcance, les batió en las alturas entre Astigarraga y Oyarzum, y se dispersaron.

Sopelana y don Basilio, que corrian al mismo tiempo por Guipúzcoa, quieren penetrar en Castilla; más Iriarte y Cosío se lo impiden, cuando ya pisaban el suelo castellano.

ACCIONES DE CEBERIO Y URIGOITI.—INDISPOSICION DE LA TORRE CON ZABALA.

LVII.

Espartero se hallaba el 4 de marzo en Zornoza: el carlista en el valle de Arratia, corriéndose hácia Ceberio, mientras el liberal se situó en Miravalles para estar pronto á acudir sobre Bilbao, si la necesidad lo exigiese. Luqui trató de interponérsele; dejó á Cebeiro para que lo ocupase Espartero y se emboscó en una posicion que le permitia batir favorablemente al liberal, como lo ejecutó.

La intrépida serenidad de Benedicto, Frias y Olloqui, secundando las disposiciones de Espartero, no dió al carlista el triunfo que esperaba fundadamente, y le llevó en retirada hasta la cordillera que divide los valles de Orozco y Arratia. Pero reforzado el carlista, volvió á sus anteriores posiciones, en las que se trabó una reñida pelea, cuyo éxito estuvo muchas veces indeciso, así como comprometida la existencia de Espartero, á quien casi á quema ropa le tirotearon desde una emboscada á la cual se acercó.

Las fuerzas que presentó en accion no bastaban á vencer al carlista, y hubo de emplear Espartero la reserva, que cargó á la bayoneta, y se vió comprometida, porque acometieron con tal valentía los contrarios y oponian tan empeñada resistencia, que le hubieran arrollado sin el auxilio de Benedicto, que fué tan oportuno y decisivo, que rechazó al carlista.

Desde las cuatro de la tarde hasta las nueve de la noche duró esta accion, al fin de la cual quedó Espartero dueño del campo en el que vivaqueó.

En este mismo dia 4 marchó Espartero á Bilbao. Salió el 7 para Oroz

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