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HISTORIA DE LA GUERRA CIVIL.

LIBRO PRIMERO.

1821-1826.

REGENCIA DE URGEL.

I.

Cuando una nacion se encuentra en ese estado de terrible crisis, que hace peligroso su presente é incierto su porvenir, basta un pequeño é inesperado suceso, un hombre osado, para decidir sus destinos, así como basta el brazo de un piloto para dar direccion á una nave, vacilante en su rumbo.

Tal era la situacion de España en 1821, cuando se formó la regencia de Urgel. Despreciada por sus enemigos al crearse, llegó á ser un poder, y prevaleció su voluntad en Europa para dar la ley á España.

Hallábase en 1821 en Tolosa de Francia el marqués de Mataflorida, cuando supo que don M. Zea Bermudez pasó una nota al gabinete ruso, atribuyendo la causa de la revolucion á la conducta del rey Fernando desde 1814 á 1820. El marqués para desvanecer la impresion que produciria este escrito, que calificó de horrorosa calumnia, espuso á los emperadores de Rusia y Austria en total contradiccion á lo espuesto por Zea; terminando por pedir su proteccion para «sacar al rey y real familia del cautiverio en que una revolucion militar le habia puesto.»>

Dias antes habia escrito desde Bayona el general don Francisco Eguía al marqués, invitándole á que se redactara un manifiesto sobre el orígen de la Constitucion, sus defectos, etc., pidiéndole el borrador para dirigirle á París, donde se imprimiria sin firma. Ofrecióse Mataflorida á emprender inmediatamente este trabajo, y le remitió á Eguía, que

acusó el recibo, añadiendo su envio á don José Morejon, oficial de la secretaría de la Guerra, y comisionado en París; pero este Morejon ni era tal comisionado, ni recibió el manifiesto, y por consecuencia no se imprimió, á pesar de afirmarse la exactitud de todo esto.

Este misterioso enredo, que se halla en los preliminares de la regencia de Urgel, y en casi todos sus actos, hizo desconfiar á Mataflorida, y al ver que no llegaba el dia de la impresion de su manifiesto, titulado Los amanies de la monarquía á la nacion española y demás de Europa, le imprimió, y remitió ejemplares á todos los soberanos.

Manifestada por este medio la opinion de los realistas, vieron la necesidad de formar un centro de accion para mantener firmes sus principios, adoptando una obediencia activa y una resistencia pasiva: sistema tan fatal para los gobiernos. Dirígense al efecto á Fernando, para comenzar revestidos de su autoridad, y el rey les confia, y en particular á Mataflorida, la defensa y sosten de la causa del altar y del trono. Intervino además en este asunto don José Villafrontin, secretario de las encomiendas del infante don Antonio, de la confianza de la regencia, siguiendo con ella una activa correspondencia por mano de don Manuel Gonzalez.

Formóse la regencia presidiéndola Mataflorida, y se dirige al arzobispo de Tarragona y al baron de Eroles, invitándoles á pertenecer á la misma. Aceptan, declarando «estar decididos á sacrificar no solo su tranquilidad, sino sus intereres y persona por su rey y patria; » pero demuestra el baron que no pensaba en política como el arzobispo, ni aun como sus demás colegas, porque «el ofrecer á la nacion, decia, el mismo sistema á que se atribuyeron las desgracias de 1808 y los infortunios de 1820, me parece un remedio capaz de enagenar muchos ánimos; el ofrecer, pues, á los españoles una Constitucion fundada en sus antiguos fueros, usos, leyes y principios, adaptándoles á nuestras leyes y costumbres, juzgo que sea el lenguaje que en el dia conviene hablar á la nacion.»>

Mataflorida, vislumbrando un próximo conflicto, contesta á Eroles que «los principios de la regencia debian ser enteramente monárquicos, y basados en la proclama del rey en Valencia el 4 de mayo de 1814: que no cabia en las facultades de la regencia ofrecer una Constitucion adaptable á nuestras actuales luces, sin incurrir en el mismo abuso de facultades que las Córtes de Cádiz; que su objeto debia ser salvar al rey del cautiverio y á la nacion de la anarquía; y que bajo estos principios podia continuar la empresa; sin los que, no habia nada de lo dicho en su invitacion.»>

Al mismo tiempo don Martin Balmaseda y don Francisco Longa, acusaban en París á Eroles de estar unidos á los españoles afectos al

sistema representativo para destruir la regencia, y así lo avisó el mismo Balmaseda desde París. - Eroles participaba desde el propio punto á Mataflorida, la resolucion del gabinete francés de formar un consejo supremo de gobierno para España, compuesto de Eguía, el arzobispo de Tarragona, el obispo de Urgel, Erro, Calderon y Eroles: resolucion fundada en la voluntad del rey de España, declarada por una carta ó escrito, que el ministro de Dinamarca en Madrid se supone haber presentado él mismo en París, y en otra carta llevada al rey de Francia Instituyóse en efecto este consejo en París, pero los prelados españoles, mejor informados de la voluntad del rey, se negaron constantemente á aceptar el cargo de indivíduos de tal consejo supremo, como opuesto á lo que convenia á Fernando. Los que admitieron fueron considerados como vendidos á los liberales.

Nombróse en París, además, á los generales españoles que habian de mandar en las provincias, conforme lo fuesen exigiendo las circunstancias, y en su virtud pasó Eroles á Perpiñan, y de aquí á Cataluña, organizando las fuerzas realistas.

II.

Indisponíanse en tanto entre sí los mismos indivíduos de la regencia, y estos con sus comisionados: ya era objeto de discordias el nombramiento de don Cárlos O-Donnell para jefe de las armas de Navarra; ya el general Quesada prorumpia desde París en invectivas contra la regencia, suponiendo que esta era la que por su capricho le habia separado, y que solo habia confirmado lo que habia hecho Eguía. Este escribe tambien desde Bayona á Mataflorida; y al mismo tiempo que recomienda á la regencia á los comandantes Imaz y Gaston, como sugetos de la mayor confianza, dice que estos le enterarian del modo con que se le habia desobedecido y se trataba de denigrarle, sabiendo la particular deferencia que habia merecido y merecia del rey; concluyendo con pedir á la regencia confirmase los destinos que Eguía les diera. Nuñez Abreu insultaba al mismo tiempo á Eguía sobre mal manejo de fondos; y otros anunciaban al marqués, la imprudencia con que todo se conducia, y que la publicidad que se daba á algunos actos comprometeria á Fernando, mayormente sabiendo que la capacidad de Eguía se hallaba en un estado lamentable, que los que le rodeaban no pensaban como verdaderos realistas, que no querian emplear el dinero en defensa de su causa, y que el general, alojado en un pequeño cuarto de una pastelería de Bayona, no daba audiencia á nadie sin estar delante la pastelera, mujer locuaz y sin reserva; procediendo esta conducta de que se le habia hecho creer que con los gritos de esta mujer en cualquier

apuro se salvaria, ya trataran de envenenarle, ó hacer uso del puñal con que le habian amenazado.

Todo esto produjo fundados recelos en Mataflorida, y usó de cautela en su correspondencia con el general.

Quesada, Corpas, Alvarez de Toledo, Podio, Bessieres, el padre esculapio Martinez, y otros, eran á la vez amigos y enemigos de la regencia. El primero queria el nombramiento de un jefe supremo. Corpas ayudaba á éste, y era el ayudado á la vez por el presbítero Solera, capellan, segun se nombraba, de unas monjas comendadoras de Madrid. A Alvarez de Toledo se le formó causa por la regencia. Podio, con otros, conspiraba sériamente contra ella, ó se le denunciaba por ello. Bessieres, despues de salvarse del patíbulo en Barcelona, atentaba contra la regencia, y el prior de los esculapios de Madrid, aconsejaba á Eguía contra el poder de Urgel.

Don Domingo Queralt, vecino influyente de Mataró, emigrado en Perpiñan, solicitó del marqués de Mataflorida recursos y armas para levantar una partida de realistas. Esperaba el marqués ver realizadas las ofertas del gabinete francés para acceder á la peticion de Queralt, más viendo lo ilusorio de ellas, facilitó de su propio peculio los recursos pedidos, y comenzó á obrar en 15 de abril, 1822, hasta el establecimiento de la regencia el 15 de agosto del mismo año.

Hallábase de cónsul en Burdeos don Isidro Montenegro, y en su correspondencia con Mataflorida, aparecen denuncias contra varios españoles refugiados en Francia. Consta además que viéndose el marqués sin fondos para realizar el establecimiento de la regencia y el levantamiento de fuerzas realistas, por no haber cumplido el gobierno francés sus ofertas, encargó á Montenegro le buscase en Burdeos un préstamo considerable, hipotecando, con el consentimiento de sus hijos, todos sus bienes; operacion que impidió el radicar estos en España.

Don Antonio Calderon y don José Morejon, fiscal, el primero del Consejo de Indias, y secretario de S. M. el segundo, estaban tambien en correspondencia con Mataflorida, y trataron con él de redactar una nueva constitucion, cual deseaba Mr. Villele, ministro francés, quien eligió á Calderon para instrumento de sus planes en España, y comenzó dándole 12,000 francos para el viaje, como á Erro.

Morejon se presenta en París como un delegado del rey: insta con tenacidad á Mataflorida para que acuda á la capital de Francia á formar de acuerdo con él y Calderon, las nuevas bases de gobierno para España, manifestando ser esta la voluntad del rey, más se niega el marqués no creyéndola así, de lo que se convence despues; y cuando comunica á Morejon la instalacion de la regencia con la aprobacion de Fernando,

le contesta reconociendo aquel poder, cuya oportuna instalacion, dice, hará infructuosas las maquinaciones de españoles hipócritas que desean desaparezcan para siempre las antiguas y sabias leyes del reino, y que solicitan desde fuera el que haya entre el trono y sus encarnizados enemigos una transaccion, que, salvándolos ahora de la terrible crísis que les amenaza, les proporcione más adelante el término de su obra criminal. La regencia, en vista de los anteriores hechos de Morejon, y los que despues tuvieron lugar, le colocó en esta clase, que él mismo espresaba, cual se confirmó con el impreso que publicó en Tolosa, y con ciertas cartas que fueron conocidas de la regencia.

y

En abril de 1822 marchó á Francia don Fermin Martinez Balmaseda, allí supo, que viendo el gobierno francés que el general Eguía con su secretario Abreu, nada adelantaban, ni obraban con acierto en cuanto convenia hacer, comisionó al vizconde de Boisset para pasar á Burdeos, á saber de Balmaseda y de otros, qué español seria capaz de ponerse al frente de la contrarevolucion en España, y de contestar á las preguntas que de órden del gobierno debia hacer sobre tal asunto. Reconocido Mataflorida como el único capaz de tal empresa, fué encargado Balmaseda de pasar á Tolosa á tratar con el marqués sobre las preguntas del gobierno francés, desenvolviendo entonces aquel su plan de regencia, que fué aprobado por el vizconde y por el ministerio; pero no cumplió éste sus ofertas de facilitar fondos.

Culpaban algunos de esto á Morejon, empeñado en dar una nueva constitucion, y decia Balmaseda al marqués que habia sabido por él la resolucion del Congreso de Layback con relacion á España, y la comision dada á Saldaña de formar, poniéndose de acuerdo con el rey Fernando, el plan de salvarle, para lo cual se formaria un nuevo código constitucional.

Niégase Mataflorida á todo lo que no sea volver las cosas al ser y estado que inauguró el manifiesto del 4 de mayo de 1814, retira el gobierno francés todo apoyo á la regencia, y esta se ve entregada á sus propios recursos. Insiste, sin embargo, en obtenerlos de la Francia, que los ofrece al fin, siempre que fuese tomada una fortaleza importante, y se estableciese en ella la regencia. Se apodera entonces el baron de Eroles de Urgel, y constituye allí su poder Mataflorida; más no por esto consigue de la Francia los socorros ofrecidos, y de que tanto necesitaba. Entonces comprendió el infatigable marqués la mala fé con que procedian los legitimistas y el gobierno francés, confesándolo así el vizconde de Boisset. Sin embargo, no desiste: forma la regencia, y envia á don Pedro Podio con recursos para Queralt, y con los nombramientos de regentes para el arzobispo de Tarragona y el baron de Eroles, que aceptaron. Dió luego otra comision para el obispo de Urgel, quien avisó á

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