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unos, arrojados de España otros, fusilados no pocos, y apresados bastantes, hubiera sido esto suficiente para que los que no tuvieran su entusiasmo y su fé, depusieran unas armas que no utilizaban, y abandonasen una vida rodeada de infortunios, y sin otro porvenir que la esperanza, ese sueño perenne de los hombres despiertos.

Esto les alentaba: los hombres pensadores veian, sin embargo, que no era desesperada ni perdida la causa. Aquellos indómitos catalanes no estaban esterminados. Estaban, sí, dispersos, ocultos, pero su desgracia era una terrible enseñanza que no olvidaban.

Interesaba al carlismo que la guerra se sostuviese en el Principado, no tan solo porque en ello ganaba su causa, sino porque tenia ocupadas tropas, que sin tal motivo, se correrian unas á Navarra y otras al Maestrazgo, donde tanta falta hacian; pues si Mina clamaba por soldados para el ejército del Norte, en Oriente estaban los pueblos abandonados, escepto los que defendian los urbanos, que ya veremos los eminentes servicios que allí prestabaná la causa liberal.

La organizacion de la guerra en Cataluña empezó á preocupar sériamente á los clubs carlistas; trabajaron, y no fué sin éxito.

MAESTRAZGO.-ARAGON.-VALENCIA.-MURCIA.

SORPRESA EN VILLAFRANCA DEL CID.-ACCION DE CASTEJONCILLO.

LXVII.

Si tenáz era el empeño de organizar sériamente la guerra en Cataluña, no lo era menos de hacerlo en la parte oriental de España. No se perdonaba el menor esfuerzo: se esparcian proclamas de don Cárlos para entusiasmar á los adeptos, para alentar á los indecisos y para halagar á todos con el premio y con un porvenir lisonjero, pues no se umitia pintar con los más negros colores el gobierno de Isabel, que llamaban usurpador, cuando menos.

No eran de todo punto ineficaces estas escitaciones: Carnicer iba reuniendo un considerable número de partidarios, y para considerarse más autorizado á conceder premios y garantizarlos, vestirse de mayor autoridad, dar cuenta de sus hechos y saber el estado de la guerra en el Norte, envió á uno de sus oficiales con un oficio para Zumalacarregui (1). Iba Cabrera con Carnicer, y en todas las pequeñas escaramuzas

(1) Division de Aragon en defensa del señor don Carlos V.-Excmo señor.-Decidido, interin exista, á seguir la guerra contra el partido usurpador de la reina supuesta gobernadora de TOMO I.

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que tuvieron, peleó como valiente, distinguiéndose personalmente en la de San Mateo.

Marchando siempre á la vanguardia, era el tortosino el que sobresalia, y parecia Carnicer como oscurecido á su lado. Ardia en deseos de ejecutar arriesgadas empresas, y siempre tenia quien le siguiera, porque confiaban en él.

Trató de hacer una sorpresa en Villafranca del Cid, cuyos habitantes eran liberales, disfrazando para ello á los cazadores que le acompañaron con los uniformes de los soldados que hizo prisioneros bajo los muros de Morella. En tanto que marchaba Carnicer á la Iglesuela, Cabrera con su gente se dirigió á la poblacion, en donde le recibieron en la creencia que cran tropas de la reina, como indicaba su traje. Cabrera al hacer alto, mandó al alcalde reuniese la milicia urbana. Obedeció, y al tenerla formada á su frente, les dijo:

-No he engañado á vds. cuando les he reunido con el objeto de perseguir á los facciosos. Aquí estamos: yo soy Cabrera: empezemos desde el momento el combate; ó si vds. lo juzgan más prudente, vengan las armas y vuélvanse á sus tareas respectivas, que es lo que les conviene, y no atacar los derechos del rey y del Estado, en perjuicio de sus intereses.

las Españas, con un puñado de tan fieles como valientes compañeros de armas, y en medio de la persecucion atroz á que à fuerza de combates que cuasi diariamente les estoy sosteniendo, en uno de los momentos que aunque cercado de enemigos, bien que batidos por mi en los dias 5 y 6, me dedico á hacer presente à V. E. mi situacion como tambien la de este país; y es que malograda la heróica decision de la fortaleza de Morella, arrostrando impávidamente con los peligros que la perfidia del enemigo me presenta, he podido conservar como conservo una corta devision compuesta de doscientos hombres comandada por mí y por mis oficiales subalternos dependientes del ejército y con Real Despacho, y demás héroes, en cuya fortaleza de ánimo no ha hecho mella los indultos y rateros artificios que con tan buen éxito ha dictado la anarquía masónica de los actuales gobernantes, ha cesado en primer lugar la rigurosa estacion que nos afiigia como tambien la pusilanimidad, que con los diarios triunfos que consigo he desterrado de los leales españoles de esta comarca. Espero ahora que brille la equidad de la justicia engrosando las filas á mis órdenes, de por consiguiente, careciendo de instrucciones del gobierno de S. M. por una parte, de otra de una competente autorizacion para premiar al valiente y castigar al cobarde, hago presente à la superior autoridad de vuestra excelencia, instado por los oficiales que con Real Despacho al márgen van firmados, lo dicho á fin de que por el oficial dador de esta tenga la ocasion de ponerse á las superiores órdenes de V. E. y recibir su beneplácita autoridad y demás circunstancias que V. E. más bien que yo sabe son indispensables al efecto, el oficial dador, más estensamente y con todo conocimiento de cuantos pormenores existen, dará exacta relacion. Besa la mano de V. E. el más buen súbdito y vasallo del señor don Carlos V., rey de España. Manuel Carnicer.-Antonio Valle.-Vicente Chulo.- Francisco Marti.-Miguel Alegre.-José Gil.-Ramon Sanz.-José Bosejuel. -Manuel Ernandez.-Agustin Canalley.-Vicente Bardabuese. -José Torres.-Manuel Anon-Francisco Alixudri -Mariano Domenech.-Joaquin Mezquita.-Enrique Montaños. --José Roca.-Manuel Egea.-Pablo Montañés.-Ramon Cabrera.-Capellan.-Excmo. señor Capitan General del gobierno de S. M.

La sorpresa y el discurso dejó á todos asombrados, y sin resistir entregaron los sesenta urbanos sus fusiles. Con ellos y con los fondos de contribuciones, de que se apoderó Cabrera, fué á unirse con Carnicer, marchando despues juntos por Aliaga á Montalvan y de aquí á Segura, donde aumentada su gente con la de Conesa, fuercn todos por Calamocha á Daroca el 28 de marzo; á cuyas inmediaciones andaban antes merodeando, y hacia donde mandaba fuerzas Ezpeleta. A pesar de todo, sorprendida su pequeña guarnicion, parte de ella se refugió en el fuerte: otros quisieron retirarse á Calatayud, y lo impidió Carnicer, que quedó fuera de la poblacion, entretanto que Cabrera la invadia con diez hombres que se reforzaron con los de fuera.

Hecha prisionera la caballería, ofició Cabrera al gobernador de la plaza, conde de Balbiani, ex-subinspector de realistas, para que si en el término de una hora no se rendia, y la guarnicion, á la que trataria como prisionera de guerra, les batiria, y serian todos pasados á cuchillo sin consideracion alguna, empezando por fusilar al hermano político del gobernador, á quien hizo la noche antes prisionero sin condicion. Se avistó el dean de la colegiata con Cabrera: pasó éste á conferenciar con los sitiados, y estos entregaron el fuerte, armas y pertrechos, quedando en libertad.

A este triunfo siguió el de Castejoncillo. Los carlistas presentaron quinientos infantes y unos cincuenta caballos. Igual fuerza llevaba el gobernador de Calatayud, conde de Mirasol. Esta paridad de fuerzas era un obstáculo para Carnicer, que se oponia á admitir la accion con que le brindaba el liberal; pero Cabrera, que confiaba más en la suerte que en las probabilidades, tomó á su cargo el combate; combinó su plan, y se trabó la lucha, circunvalando el liberal la altura que ocupaba Carnicer. Entonces se deslizó Cabrera por su flanco con veinte hombres escogidos; se situó sin ser visto á relaguardia del conde, cargó repentinamente á la bayoneta, y con un palo, su arma favorita, introdujo la confusion, que aprovechó Carnicer para bajar de la colina, quedando desde entonces decidida la accion en favor del carlista, que hizo prisionera á la mayor parte de la infantería. Un oficial que debió haber sostenido un punto, faltó á su deber, y fué una de las principales causas de la derrota.

Unos ocho soldados y tres urbanos pudieron guarecerse en una casa de Castejoncillo; pero la ven arder, se defienden obstinadamente, y por no ser presa de las llamas se rinden, siendo pasados por las armas en el acto, en venganza, se ha dicho, de haber engañado á Cabrera, acribillado de balazos su levita y matado á uno de los suyos.

Tales hechos y el aumento de los carlistas, llamaron, como no po· dia menos, la atencion de los liberales, y se dedicaron nuevas fuerzas,

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y en particular el activo Nogueras, á perseguir al envalentonado enemigo, que pasó á Castilla á proveerse de armas, caballos y recursos. Próximo á ser atacado en Calamocha, se liberta de un peligro inminente por las estrategias de Cabrera, que fué en recompensa nombrado el 31, primer comandante.

Así crecia en grados y osadía aquel valeroso caudillo, cuyos hechos hicieron entonces más activa la persecucion del liberal.

RASGOS DE VALOR.

XLIII.

Embarazábale al carlista el considerable número de prisioneros que llevaba, y se puso á discusion su muerte. Muchos querian vengar en ellos los contínuos fusilamientos de sus compañeros; pero Cabrera se opuso, porque le horrorizaba la sangre fuera del campo de batalla, y los prisioneros fueron puestos en libertad (1). Tan honrosa humanidad habia de ser luego desmentida.

Quilez, Miralles y otros, se unieron á Carnicer, con la condicion de repartirse el botin y las armas. Esta union era solo aparente, pues cada uno trataba de tener afectos á su persona á sus partidarios, lo cual ocasionaba rivalidades hasta en los mismos jefes; rivalidades que habian de producir funestos resultados.

Todas estas fuerzas marcharon sobre Betea, á donde llegaron el 2 de abril. La milicia urbana les opuso obstinada resistencia, encerrándose en un punto fortificado. En su auxilio acudieron los urbanos de Gandesa con algunos soldados: les sale el carlista al encuentro; se chocan en Cruz de la Saboya; se baten; cede el liberal á la superioridad de las fuerzas contrarias, y se retira. En aquel crítico momento una compañía de urbanos y de tropa, cuyo arrojo adelantó, se vió rodeada; y en la cruel alternativa de rendirse ó morir matando, prefirió lo último, y murieron como valientes sus indivíduos. ¡Sublime rasgo de heroismo!

Vuelven los carlistas vencedores á Betea, donde aguardaban impacientes sus defensores el éxito del combate; y aunque saben la derrota, cobran con ella ese aliento que infunde la desgracia comun, y tomando por ejemplo á los que supieron morir con honra y con grandeza, se aprestaron á imitarles.

La fortuna acudió en su ayuda. El carlista recibió una comision in

(1) Vida de Cabrera, por don B. de Córdoba.

vitándole á pasar á Cataluña para auxiliar su pronunciamiento, ya preparado. La proposicion era tan importante como lisonjera; levantó el sitió de Betea, y fué á pernoctar el 5 á Mora de Ebro, cuyo rio pasó el 6, y entró en el Principado, batiéndose Cabrera con una columna liberal que no le impidió reunir gente para sufrir á poco la derrota de Mayals, que ya referimos.

El biógrafo de su paisano el caudillo de Tortosa dice, que si Carnicer hubiera hecho caso del plan de Cabrera, que era el de hatir á Breton en las montañas desde Tivenys á Ginestas, en vez de internarse, para despues caer sobre Carratalá, y si no era posible esta operacion, merodear en terreno ventajoso y burlar la persecucion de las tropas liberales, el éxito habria sido otro. Es probable; pero es preciso para afirmarlo saber si Breton y Carratalá hubieran combinado sus operaciones tan á gusto de sus contrarios, que se prestaran á ser batidos y á no impedir el objeto del carlista, conocido de antemano por el liberal. Pero no pasa todo esto de ser una hipótesis, y no se estriba en ellas la historia.

La derrota de Mayals se culpó á Quilez, á quien se prometió fusilar.

Para reunir los dispersos fué comisionado Cabrera, en tanto que Carnicer lo hacia por los montes.

Caragol, que recorria la parte de Jaca, fué batido el 17 en Piedrafita, y se dirigió por Panticosa al valle de Broto, y la caballería de Montañés fué tambien batida en la Cevollera pocos dias despues.

TRIUNFOS DE CABRERA.- PRIMERA PRISION DE SU MADRE.

LXIX.

Conesa, que contaba entonces unos cien infantes y cuarenta caballos, fué batido en Lidon el 25 por Ayerbe, perdiendo treinta muertos y cuarenta prisioneros; entre ellos dos oficiales fusilados en el mismo pueblo al dia siguiente.

El derrotado carlista marchó al comun de Huesa á rehacerse; y en su seguimiento el coronel Rebollo, que le alcanzó y batió el 27 en Anadon.

Cabrera, que iba ya formando una respetable columna con los dispersos, con nuevos reclutas, y con las partidas de Torner, Miralles y Mestre, se batió el 17 de mayo con Mazarredo en Benasal; y á no acudir Nogueras, mal lo hubieran pasado los liberales que se hallaban en el mayor apuro. De todos modos no fué muy considerable la pérdida, y el liberal pudo atribuirse la victoria por quedar dueño del campo.

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