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Cabrera fué á Culla y contramarchó á Horta, asombrando al liberal la rapidez de sus movimientos y la manera como eludia una persecucion tan activa, con bastantes tropas, no comprendiendo el gobierno como no se habia esterminado ya aquellas gavillas.

Cabrera en tanto se daba á conocer ventajosamente, empezaba á tener influencia y predominio entre los suyos y concepto entre los contrarios; y enorgullecido con tales precedentes, aumentó su osadía y preparó una emboscada á la guarnicion de Horta. La obliga á salir, y al conduciria á donde hubiera sido vencida, un tiro escapado frustró su plan. Tuvo que abandonar aquel sitio, perdiendo diez y ocho hombres en su retirada acosado por una columna liberal.

Nogueras infatigable en sus operaciones, causaba el 30 de mayo pérdidas considerables en Belmonte á Carnicer, que se veia apurado en la ribera del Mijares y se corrió á Valdejarque, viéndose precisado á diseminar sus fuerzas por la activa persecucion que se le hacia (1). Reunido luego con Cabrera, apaleando á los ayuntamientos y amenazando con la muerte á los que diesen noticia de sus operaciones (2), marcharon á los montes de Ariño, donde se batieron el 3 de julio con la columna que salió del pueblo, peleando Cabrera con su palo, con el cual, teniendo cogida con la mano izquierda la cola del caballo del jefe de la columna, le dió de palos, apoderándose Cabrera del bruto, despues de desmontar al jinete y dejarle muerto en el campo. El liberal perdió un centenar de hombres entre muertos y heridos. El carlista nueve muertos y diez y siete de los segundos.

El 21 tuvo Cabrera un encuentro con Santa Cruz entre Zurita y la Pobleta de Morella, ostentando el carlista superiores fuerzas que su contrario; pero le escedia este en bizarría y dos veces estuvo el triunfo indeciso, hasta que un denodado esfuerzo del liberal hizo cejar á Cabrera, que abandonó el campo donde quedó tendido un centenar de españoles, en las seis horas que duró el combate.

Las marchas, los encuentros, siquiera insignificantes, se sucedian unos á otros, y continuando Cabrera infatigable en esta penosa movilidad, lastimó su salud, y sin poblacion donde guarecerse, lo hizo en las fragosidades de los montes de Horta.

No era tan insignificante Cabrera para que dejara de notarse su au

(1) Para que diese mayores resultados se ofreció indulto à los que se presentaran con armas y caballos y lo hicieron mas de cincuenta, en Alcañiz.

(2) En vista de estos esc sos se mandó prender à los padres y hermanos de Carnicer y demás jefes carlistas, esceptuando á las mujeres, previniéndose además al gobernador de Alcañiz fusilase cuatro de los carlistas que hubiese en aquel punto, en represalias de dos paisanos de Valderrobles.-Oficio del Capitan General de Aragon.-Espeleta-del 7 de mayo.

sencia, súpose la causa y se llegó á descubrir su refugio, más solo se halló en él á dos carlistas, pues el enfermo, ya restablecido, salió de allí la noche antes, 1.o de agosto.

Pronto demostró su alivio sorprendiendo al destacamento de Alfara, mientras via misa.

Estos prisioneros le eran muy útiles: queria rescatar á sus dos compañeros apresados en la Barrina, y ofreció al gobernador de Tortosa el cange, ó fusilar á los prisioneros de Alfara. No contestó el gobernador; fusiló á los dos carlistas y prendió á la madre de Cabrera para garantizar así la vida de los sorprendidos en Alfara: al saberlo Cabrera, les dió libertad para salvar á su madre.

Este precedente debió haber hecho más cauto á su hijo, que, proponiéndose continuar ardorosamente la guerra, habia de esponer á su madre á ser, como ahora, objeto de represalias; pues á medida que se fueran encendiendo las pasiones, se relajarian los más respetados vínculos sociales, y ni las mujeres, ni aun las ancianas, se verian libres de ser consideradas como los hombres, ya para contener un esceso, ya para vengar una muerte. Ejemplos tenia Cabrera en Navara, donde en represalia habian sido fusiladas mujeres. Poco previsor anduvo Cabrera en esta ocasion, respecto á asegurar, ya que no la existencia, que no creia atacasen á ella, su tranquilidad al menos.

BECEITE.-INMINENTE PELIGRO DE CABRERA.-DERROTA DE CARNICER.

LXX.

Cuanto más aumentaba el carlista su poder, más avivaba el liberal su persecucion, y por efecto de ella atacó al grueso de las fuerzas enemigas entre Alloza y Verge, matándoles cuarenta hombres y fusilándoles la mayo parte de los prisioneros que les hizo. Recibida por el carlista leccion tan brusca, corrió acosado buscando su salvacion en los montes de Alcañiz. Y á tan deplorable estado quedó reducido que ya se contaba seguro su esterminio y la completa pacificacion del país. Batido Quilez en Fornoles, Forcadell, cerca de Cinctorres, otros en los Olmos y Alcorisa, muertos Peregil y Trones, hostigados todos por todas partes, hubieron de ocultarse muchos, y Carnicer lo hizo en casi todo el mes de setiembre.

Cabrera se dedicó á reunir los dispersos y hacer entrar en la obediencia á las partidas sueltas que, más que de verdaderos carlistas, lo eran de bandoleros, pareciéndose en esto á algunas de Cataluña.

Los liberales, cuando no tenian contrarios á la vista, los daban por esterminados, y esta crédula confianza contribuia á que los carlistas se

rehicieran, y á que, como ahora sucedió, se presentaran á fin de setiembre en disposicion de tomar la ofensiva y sitiando á Beceite, cuya pequeña y valerosa guarnicion fué oportunamente socorrida por Rebollo, que, despues de hacer levantar el sitio, atacó al sitiador al dia siguiente, 1.o de octubre, en las formidables posiciones en que se esperó el combate, las cuales fueron defendidas únicamente á pedradas: tal era su naturaleza. Fueron, sin embargo, tres veces conquistadas y vueltas á perder aquellas alturas ensangrentadas, sin hacerse mucho uso de la pólvora.

Las pérdidas se equilibraron, y contaron ambas huestes unos cien hombres entre muertos y heridos. Carnicer, Llangostera y Cabrera mandaban á los carlistas.

A los cuatro dias conseguia Carnicer un pequeño triunfo en el Mas de Barberans, rindiendo á la guarnicion del fuerte, que escalaron unos cincuenta hombres, y destejándole, batieron á sus defensores con tejas y ladrillos por los agujeros que hicieron. Fueron fusilados los jefes de los rendidos, y los soldados engrosaron las filas del carlista.

Cabrera y Carnicer se volvieron á separar; y unas veces esquivando encuentros, otras atacando á pequeñas partidas, y casi siempre sorprendiendo pueblos y apoderándose hasta de raciones dispuestas para los liberales, como lo hicieron en Bojar con diez ó doce mil, cuando se reunieron casi todas las partidas del Maestrazgo á principios de noviembre, no dejaban de ir prosperando. Contaban mil quinientos infantes, y de veinte y cinco á treinta caballos disponibles para un golpe atrevido.

Así de acuerdo con el Serrador y con los jefes de las partidas más ó menos grandes que merodeaban en los reinos de Valencia y Murcia, formaban planes de invasion y se aprestaban á ejecutarlos; pero Nogueras Valdés, Pezuela y otros, les obligaban con una tenaz persecucion á dividirse, ya batiéndoles en unos puntos, ya interceptándoles el paso en otros. En uno de aquellos encuentros, en el de Abejuela, peligró la vida de Cabrera, que, sorprendido, y sin tiempo para tomar su caballo, huyó presuroso, cayó á la salida del pueblo, y un fusilero de Valencia, que le seguia, le cogió de los faldones, y para librarse Cabrera agarró por las piernas á su contrario, le derribó y siguió corriendo á precipitarse por un derrumbadero, del que salió antes de anochecer, y se unió con Carnicer, que continuaba su marcha por Sarrion á Fortanete y á Val de Algorfa, despues de ser sorprendido y batido en Castellote y Santoba, aunque sin gran pérdida.

Carnicer se entretuvo en atacar á los urbanos de Cortés, que se habian hecho fuertes en una casa, defendiéndose con bizarría. Valdés acude en su auxilio, huye el carlista al ver á su contrario, se precipita por unos barrancos; pero ya tenia preparada en ellos el liberal una embos

cada de urbanos movilizados, que recibieron á balazos la hueste de Carnicer, la acribillaron y derrotaron. Allí dejó el carlista más de doscientos hombres tendidos en los barrancos, casi todos los bagajes, el rico botin hecho en su escursion á Teruel, doscientos reclutas, y varios religiosos y particulares que se afiliaron al carlista, los cuales entraron prisioneros en Valencia para ser deportados unos y empleados otros en trabajos públicos.

El mismo jefe carlista tuvo el 22 de noviembre otro encuentro en Valle las Muelas, y en él se batieron la caballería liberal y carlista con teson, pareciendo decisivas algunas de las cargas que diera el segundo; pero Ramirez y Nogueras supieron estimular una impetuosa resistencia, y la pelea se limitó á carreras y sablazos, pues ningun infante disparó su fusil. La pérdida y los resultados fueron insignificantes á pesar del valor que se empleó, y que se repitió en la accion de Alcorisa, á fin de diciembre, en que el mismo Nogueras y Ramirez batieron á Carnicer.

1

Tal sucedia en muchos encuentros, por más que se pintaran en los partes oficiales con recargados colores y se decantaran sus efectos. Y no desvirtuamos por esto el mérito que contrajeran los combatientes; le reconocemos y le declaramos: otra cosa seria lo mismo que apreciar las batallas por el número de sus muertos.

DEPLORABLE SITUACION DE LOS CARLISTAS.MARCHA CABRERA A NAVARRA.

LXXI.

En todo el final de 1834 fueron activamente perseguidos los carlistas, lo cual ocasionó multitud de bajas en sus filas; pues no pudiendo resistir los soldados tantas penalidades, y entiviado su entusiasmo, se acogian á los indultos que se publicaban de contínuo. Habia además muchos que, huyendo de la quinta, se afiliaron á los carlistas creyendo las promesas de sus jefes y aun del mismo don Cárlos (1) que les decian

(1) En una de las proclamas que circularon se leen estos párrafos.

»ánimo, pues, valerosos españoles, armaos en masa contra esa turba de malvados, los cuales siendo reos de lesa majestad, se hallan ocupando los mas distinguidos empleos de la nacion por debilidad de una mujer, que sin discrecion os gobierna y sin derecho os manda. No ignoro la quinta que se halla publicada de veinte y cinco mil hombres y que con tanta actividad se quiere llevar á efecto por ese gobierno intruso; y en su consecuencia mando á todos los mozos que se sorteen y les cupiese la suerte de ser soldados, se presenten inmediatamente y reunan á las columnas ó partidas que en mi nombre se hallen formadas en esas provincias y å las que en adelante se formasen: pues si así lo hicieren, tan luego como yo me halle colocado en el trono

TOMO I.

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que en breve se terminaria la guerra, porque así lo queria toda la España, y cada uno volveria á su casa.

Al ver defraudadas estas lisonjeras esperanzas, no se separaba de su imaginacion la suerte que les cabia, viendo con dolor que no poseian una poblacion importante, cuando los liberales eran dueños de todas las capitales y plazas fuertes.

No bastó á contener tan justo desaliento la comunicacion que recibió Carnicer de don Cárlos, nombrándole brigadier de caballería, y segundo comandante general de Aragon, quien á su vez nombró coroneles á Cabrera y á Añon.

Los carlistas, cuando no podian aventurar choques, apelaban á su sistema de dividirse en partidas, para que cada uno obrara de su cuenta. No era este el medio de conseguir ventajas; pero era el de sostenerse. Más llegó tiempo que ni aun esto podian hacer, y se subdividieron esas mismas partidas en pelotones de ocho y diez hombres, viéndose todos tan acosados, que pocos jefes sabian el paradero de sus compañeros, y ninguno podia aproximarse á un pueblo de regular vecindario; pues aunque no hubiera tropas, los urbanos se aprestaban valientes á rechazarlos.

Grandes, importantes servicios comenzaba á prestar la milicia urbana, aquella masa imponente de ciudadanos armados en pro de Isabel II, y grandes é importantes los prestaban los milicianos de aquella parte de Aragon y Valencia; siendo tanto más notable su patriotismo cuanto les era muy contrario el espíritu público del país, por más que algunos escritores hayan querido demostrar lo contrario. Y en efecto, si los pueblos hubieran estado tan entusiastamente decididos por la causa liberal, ¿habria adquirido allí la carlista las colosales proporciones que adquirió? Ya veremos más adelante la proteccion que les dispensaban muchos pueblos, los mozos que se les afiliaban, y el abandono en que quedaban las columnas liberales.

Todas las ventajas que en aquel país se conseguian eran debidas al celo y actividad de algunas autoridades, y al patriótico entusiasmo de los armados defensores de la reina. Rodeados contínuamente de asechanzas, de conspiraciones, necesitaban vigilar incesantemente, y solo

de mis mayores, que sin disputa me corresponde, mandaré sean licenciados los que no quieran continuar en el servicio de mis reales armas; pero si desobedeciesen mis voces, do quiera que se hallen, serán destinados à diez años de presidio. No querais seguir la cruel suerte que han esperimentado los quintos del último reemplazo, pues la mayor parte se hallan muertos, heridos ó prisioneros en poder de mis ejércitos; unios, pues, á las filas de mis defensores si quereis esperimentar las benevolencias y favores de nuestro legítimo soberano.-Carlos.- Es copia. -Mariano.-Es copia.-Joaquin Quilez.-Es copia.»>

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