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así descubrieron algunas, causando víctimas la mayor parte de ellas. En su número se contó al párroco de Molins, fusilado en Orihuela el 22 de noviembre por haber sido sorprendido en Bigastro como director y organizador de una partida carlista en la huerta de Murcia.

Fruto de tal insistencia en los liberales fué que ya no pudiese Cabrera subsistir en Aragon y se decidiera á ir á las Provincias. Sin comunicar á nadie su proyecto, llamó al comandante don Francisco García, y le dijo

-Mañana se viene vd. conmigo á Navarra: es urgente dar cuenta á S. M. del deplorable estado de sus defensores en Aragon, y rogarle que envie alguna fuerza para reanimar el abatido espíritu de tantos desgraciados. Si no alcanzamos el objeto, nos alistaremos en aquel ejército de simples voluntarios. Consultarlo con Carnicer, es imposible, porque ignoramos su paradero: el asunto no da treguas, y en la guerra vale mucho el tiempo.

El 20 de diciembre marchaba ya en direccion á Alloza.

El temor y la confianza agitaban su espíritu. En aquel viaje iba á buscar la muerte: en su entrevista con don Cárlos creia hallar el puerto de su salvacion. Confiaba mucho en su entusiasmo, en su conviccion, y sus presentimientos eran lisonjeros. Solo un peligro nublaba el risueño horizonte de su porvenir; el ser descubierto en el camino, porque la muerte era entonces infalible. Mas procuró asegurarse de este fatal incidente y olvidarle.

NUEVOS PARTIDARIOS.-RUDEZA DE ALGUNOS.

LXXII.

La dispersion de las fuerzas de Carnicer, la marcha de Cabrera, y el desaliento general producido en todas las partidas, parecian asegurar el próximo término de aquella guerra; pero como estaba encarnado en la mayor parte de los habitantes de aquel territorio el sentimiento carlista, se vió que antes de terminar el año de 1834 estaban en campaña nuevos defensores del carlismo que, oscuros entonces, iban á ser en breve conocidos. Jefes de insignificantes bandos, sabian aprovechar las circunstancias para engrosarlos. Llenos de ese entusiasmo, hijo de las primeras convicciones, sabian comunicarle á sus soldados, que les seguian obedientes haciendo honrosa abnegacion de su vida.

Entre aquellos jefes se distinguia Forcadell, que era teniente de caballería, y militó en 1823. Vallés, antiguo coronel, se presentó con dos hijos, uno de ellos eclesiástico: tambien lo hicieron Llangostera, capitan graduado de infantería: Arévalo, de la misma graduacion: Polo, teniente

de Provinciales: Arnau, meritorio de escribano en Tortosa: Palacios, voluntario realista de Madrid, que vino del ejército del Norte, habiendo seguido á don Cárlos en Portugal y en las Provincias; y otros de menos nombradía.

Estos fueron introduciendo la disciplina, que era una de las primeras necesidades en aquel punto, y la base de lo que luego habia de ser la guerra.

Por entonces no dejaba de ser asombroso ver un dia á los carlistas reunidos en número de ochocientos, mil y aun dos mil hombres, y al siguiente en partidas de veinte á treinta. Y los que hoy se subdividian así, mañana se reunian en un punto dado para efectuar una sorpresa; y al mismo tiempo que recibia el gobierno la noticia de una completa derrota y dispersion, que eran hechos ciertos, estaban consiguiendo un glorioso triunfo aquellos derrotados y dispersos.

Las mismas fases presentaba Aragon que las Provincias Vascongadas; casi los mismos hechos, si bien variaban los resultados.

Muchos jefes liberales trabajaban con actividad y acierto, y abundaba en su corazon patriótico entusiasmo.

Y aun así, á haber habido más union y menos rivalidades en los jejes carlistas subalternos, y á haber procurado por consiguiente más subordinacion en los soldados, es indudable que hubieran podido aprovechar los primeros dias de la insurreccion, porque la escasez de tropas les ofrecia la impunidad, porque demasiado hacian los urbanos con defender bizarramente sus pueblos, haciendo además salidas atrevidas, y muchas veces contra superiores fuerzas.

Pero eran díscolos la mayor parte de aquellos jefes insurrectos, algunos de muy grosera educacion, y otros ignorantes en demasía. Obraban por impulsos de su corazon, y no creian punibles muchos de los reprobados escesos que cometian.

Las consecuencias de su indisciplina y de su ignorancia, las esperimentaron ellos mismos; pues además del desconcepto que adquirian, sufrian desastres, que hubieran evitado sin aquellos defectos.

Atribuimos tambien á aquella falta de instruccion y educacion, mucbas de las desgracias que se lloraron (1).

(1) Entre la multitud de hechos que pudiéramos citar, y documentos que pudiéramos trascribir, lo haremos únicamente de dos de los últimos, que, además de ser una muestra de cultura, sirve el primero para demostrar la insubordinacion de su autor, como comprobante de lo que mas adelante hemos asentado.

A un oficio que dirigió Carnicer à Miralles (a) el Serrador, prescribiéndole un movimiento, le contestó lo que literalmente reproducimos.

«Comandancia de Guerrilla del Reino de Valencia.-Asu debido tiempo recibi el oficio de VS de fecha 16 del actual en el que me prevínome Reuniese á la division de su digno man

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Inauditos esfuerzos se hacian en la Mancha para organizar la guerra, y aunque á ello se prestaba fácilmente la naturaleza del terreno, los hombres, que le escogian para teatro de sus jhechos era más bien para sus particulares intereses que para los de la causa de que se llamaban defensores.

En nombre de Cárlos V levantaban partidas de ciento y doscientos hombres, y su primera operacion era apresar á los más pudientes de un pueblo, exigirles gruesas cantidades, y repetir tales hazañas á su paso.

do. y no habiendolo Berificado Por mi parte ejuzgado conveniente darle Conocimiento a VS de las causales queme obligaron a no (borrado) lo impidieron y son el aber esperimentado en mi Batallon un descontento General. a consecuencia de la Penosa marcha que se abia llevado. y verse escasos en ella de los mas precisos recursos que motivaron la desercion de alguna fuersa que aesta fecha aun nohe conceguido su Reunion. Siendo tan ynteresante al mejor Servicio del Rey N. S. y conociendo que de dilatar este servicio faltaba al cumplimiento delas Ordenes que el Gobierno me ha comunicado (borron) me fue Preciso llenar el servicio que es de mi ynstituto y me ympone Responsabilidad es cuanto pongo en conocimiento de V.S. á fin se Penetre del contenido del Presente y conozca que sin embargo de no aber obedesido al sitado oficio de V.S. ellenado el deber demi obligacion. Sirviendole de Gobierno Para lo sucesivo que ynterin opere VS. en esta Provincia me devo poner à sus órdenes y no en otro caso. y por los deseos que me animna à que Por mi Parte no se atrase Servicio alguno Consultaré à la Superioridad (esto casi borrado) lo ocurrido á fin seme prevenga lo conveniente y Por mi Parte dejar cumplido cuanto se me mande.>>

Despues hizo circular la siguiente proclama:

«Comendancia general D. José Miralles Comendante General de este ejercito y Reynos por su M Sere D. Ge. el Sor Dn Carlos V de Borbon; á las Justicias del citado Reyno dice que el gobierno hosurpador ha ynpuesto pena de la vida á todos los de hedad posible para tomar las harmas y de no verificarlo sufrirán la pena citadas prometo en nombre del Rey que el que las tomare desde hoy dia de la fecha ha delante sea prisionero ó no lo sea sufrirá la pena de muerte y el que tuviere y se presentare con las armas; será perdonado sin maltratar su persona ni bienes y de no verificarlo dentro del termíno de ocho dias sufrira la pena.

>>Pues el Rey como ha tan piadoso y Justo no quiere la perdida de su Reyno ni la dictruccion de sus vasallos sino que vivamos como ha ermanos con la tranquilidad y quietud posible y dejarno de querer cosas ynjustas como el Gobierno que estais aclamando ha infelis españa como te degas Gobernar nar por una muger estrangera que pronto llegará tu Reyna y que pronto se vesra tu fin.

»Ea valeroso españoles Coronar á buestro piadoso y legitimo Rey que el hos hará felices a Vosotros y a nosotros sin caberla menor duda en vuestros corazones de lo arriba dicho todo lo cual se pone en Vuestro conocimiento para vuestro Gobierno y inteligencia.

»Esta circular E indulto las justicias le darán curso y de no verificarlo serán castigados con pena de muerte. Campo de honor 28 de noviembre de 1834.-El Comendante General José Miralles.»

Su menor cuidado era batir á las fuerzas liberales, siquiera fuesen pequeñas. Les importaba que no les impidieran sus correrías: huian de los pueblos guarnecidos, y si alguna vez se veian perseguidos, corrian á esconderse en lo más escabroso de los montes. Por esto se cuidaban poco de aumentar su gente: cuantos menos fueran, eludian con más facilidad las persecuciones. Así que la guerra de la Mancha lo era de vandalismo, y surgian diariamente nuevos partidarios que, obrando por su cuenta cada uno, se oponian á toda union que llevara consigo la subordinacion á un jefe.

Los habia que se pronunciaron con estos sentimientos; pero sin bastante fuerza ni autoridad para hacerse obedecer de otros jefes de partidas, verdaderos cabecillas, tuvieron que sucumbir.

Si hubieran tenido union los manchegos, si hubiera salido de entre ellos un jefe como Zumalacarregui ó Cabrera, la guerra habria adquirido en las orillas del Tajo las colosales proporciones que en las del Nervion, del Deva, del Ega, del Segre y del Ebro.

Pero no solo perjudicaron á la causa carlista los que en su nombre levantaron pendones en la parte Sur de Castilla la Nueva, sino que vejaron á los pueblos y ocasionaron víctimas deplorables.

Uno de los principales partidarios de la Mancha era el Locho, cuyo verdadero nombre era D. Manuel Adame; nació en Ciudad-Real á fines del último siglo, de padres muy humildes, siéndolo tanto su juventud, que á los once años era porquero, y cuando creció en años y en fuerzas, se dedicó á jornalero, hasta que en la invasion francesa sentó plaza de soldado, separándose ó desertando á poco, para volver á la Mancha á hacer la guerra sin sujecion á la disciplina. De espía del gobierno, prestó importantes servicios á la causa nacional; no prestándolos menos por su valor y audacia en la partida de don Ventura Jimenez, de cuyo mando se encargó al fin. A la conclusion de la guerra tenia el grado de alférez, y se retiró con una pension de 10 rs. diarios.

En 1821 volvió á tomar las armas en favor del absolutismo, logrando por el prestigio de su nombre y por las ideas políticas de sus paisanos, reunir mil quinientos caballos, con los cuales más que el defensor de un sistema, era el autor de punibles escesos, que le dieron una triste celebridad, y le conquistaron el empleo de coronel con una pension de 12,000 reales.

A la muerte de Fernando, conspiraba contra Isabel, y logró fugarse de la prision y formar partida, á cuyo frente se presentó en los montes de Toledo, aclamando á Cárlos V. A la sombra de su estandarte, é invocando el puro y sacrosanto nombre de la religion, dió rienda suelta á sus brutales instintos, retratados en su feroz carácter, y en su tosca y grosera fisonomía.

Aquellos partidarios se desentendiau de tomar la ofensiva contra las tropas liberales; y estas les perseguian en todas direcciones, consiguiendo al fin alcanzarles, como lo fué el 12 de marzo el Locho en las sierras de la Tejera y Hoya del Tamaral, causándole cuatro muertos. Con sus doscientos hombres corre por los montes, pasa al fin de marzo por Valdibañez, y tiene que abandonar la Mancha, dirigiéndose á Fuenlabrada -Estremadura,-donde le salen al encuentro los urbanos de Villanueva de la Serena y algunas tropas de la provincia. Su infatigable actividad le hace eludir la persecucion con que se le hostiga, y trasponiendo sierras y montes aparece donde menos se le espera, sorprende pueblos indefensos, y sacrifica á siete urbanos de Villarrubia de los Ojos de Guadiana. Juran sus compañeros vengar su muerte, y cuando pretende penetrar en el pueblo, le rechazan valientes aquellos ciudadanos armados, teniendo que retirarse el Locho hácia Margara y montes de la villa de Arenas de San Juan.

Síguesele persiguiendo, y le alcanza Bessieres el 14 de abril en Ruidera y le bate, ocasionándole una pérdida de sesenta muertos y diez prisioneros, rescatando además nueve urbanos de Carrizosa que se llevaba á los montes, despues de haber fusilado á uno.

Importante fué este triunfo para aquellos pueblos consternados, celebrándole la villa de Manzanares con entusiastas demostraciones.

Mientras el Locho corre destrozado por las sierras y se dirige al reino de Córdoba, el Lobito con su partida se presenta en los Hoyos, y entra en Urda.

Palillo, Tercero, Rompe, Ventero y Barba, merodean por los montes, obrando aisladamente cada uno; pero sin sumision á un plan concertado.

Locho penetró en efecto en la provincia de Córdoba por la parte que confina con el valle de la Alcudia, pero fué acometido al subir la cuesta de la Trapera el 19 de abril, con pérdida de seis caballos y algunos efectos; y á fin de no darle tregua ni descanso, los urbanos de los Pedroches, Pozoblanco y otros pueblos, se movilizan en su persecucion, llenos todos del mayor entusiasmo. Bien es verdad que en todos los urbanos se veia el mismo ardimiento; y dedicándose los de los pueblos de la Mancha á recorrer sus respectivos distritos, obligaban á los carlistas á guarecerse en los montes, y aun en estos á diseminarse para eludir mejor tan tenaz persecucion. Así en las batidas que hacian las tropas no encontraban enemigos, y pudo muy bien anunciar á principios de mayo el comandante general de la Mancha que la provincia estaba libre de carlistas.

Quedaban, sin embargo, grupos de cuatro, seis ú ocho hombres, ocultos entre las jaras ó en las cuevas, librándose de este modo de dar

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