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en manos de sus perseguidores. Algunos, careciendo en sus escondites de toda clase de recursos y aun del alimento necesario, preferian la incertidumbre de su suerte presentándose, á una muerte segura permaneciendo ocultos, y optando por el primer estremo, salvaban la vida y conseguian un completo perdon. El Lobito, Carrasco, el Ventero y otros cabecillas, á quienes sus desmanes aseguraban el castigo, permanecieron en los montes, esperando una ocasion oportuna de reunir sus dispersos.

Proporcionábasela aquella misma seguridad aparente en que se hallaba la provincia; y al retirarse las columnas de tropas á sus cantones, salian los carlistas de sus guaridas, y aun se presentaban nuevos partidarios, como lo hizo Muñoz en Navalmoral, si bien con la mala suerte de ser á poco batido en la dehesa de Don Benito, hecho prisionero, y fusilado el 11 de mayo.

Volvieron á ponerse las columnas de tropa y de urbanos en movimiento. Carrasco se presenta el 19 en la Torre de Estéban Ambran, el Lobito en Valdeseoso algunos dias despues, en cuya escabrosa montaña es batido el 8 de junio, quedando herido gravemente, por lo cual marcha á su casa en Madridejos, á curarse; pero es descubierto y fusilado, terminando así su azarosa vida.

Este fin que iban teniendo otros compañeros, desalentaba á los demás, y en los meses de junio y julio hubo una especie de interregno, ocasionado por el temor de los carlistas. Y cuando en agosto próximo aparece en campaña Froilan Calero, es alcanzado en la Peña Negra, batido y muerto.

Estos resultados tan lisonjeros para las armas liberales, dejaron de ser temidos á fuerza de repetirse, y olvidando el fin de sus antecesores, se decidieron á reemplazarlos Gallego, Recio, Victor y Junco y ya por sus relaciones, ya por el dinero que empezaban á adquirir, pudieron reunir en un principio regular número de hombres. Aprovecharon el respiro que les dieran los liberales retirándose á sus cantones, y empe zaron á recorrer los pueblos para sacar recursos y caballos. Reprodúcese nuevamente la alarma, se mueven activamente las columnas liberales, y el 8 de agosto baten á Carrasco en Lominchar de la Zaga, llevando los carlistas ciento veinte caballos y noventa infantes.

Recio, que procuraba algunas veces ponerse de acuerdo con el anterior, mandaba doscientos hombres, y procuraba unírsele, cuando fué batido; pero no de tal manera que les impidiera concertarse y encontrarse con sus enemigos en Villanueva de la Sagra y Montes del Duque.

De esta clase de encuentros, sin notables resultados, ocurrian diariamente, pasándose los meses de setiembre y octubre sin otra novedad

importante, á escepcion de las escaramuzas habidas en Galvez y en Argamasilla de Calatrava, el 25 del último mes, donde fué batido Junco, y cogido y fusilado su segundo Malavida.

En noviembre, otro nuevo partidario, Parra, entra en Piedrabuena y asesina al alcalde mayor. Corren en su seguimiento algunos urbanos, le alcanzan en el barranco de la Hoz, y le baten, con pérdida de catorce muertos y del segundo Osorio. En Valdeherreros son nuevamente alcanzados y batidos. Volvieron á reunirse los dispersos, que unidos á los nuevos que se presentaban, iban organizándose en los montes.

A principios de diciembre se hallaban en los de Porzuma, á donde acudió á unírseles Sanchez con su gente. Pero una columna liberal los desalojó de la sierra; mas la clase de terreno y la niebla que habia, favoreció á los carlistas para no ser derrotados, haciendo aquellos obstáculos imposible la persecucion.

Así terminó el año de 1834, siendo inútiles los esfuerzos de los carlistas en la Mancha, que sin conseguir halagüeños resultados para su causa, cansaron á los pueblos con sus violentas exacciones, ocasionaron víctimas, y dieron el carácter de vandalismo á aquella campaña, si así puede llamarse lo que acabamos de referir.

ESTREMADURA.

CUESTA.-MUÑOZ.

LXXIV.

Mientras don Cárlos permaneciera en Portugal, la Estremadura necesitaba esquisita vigilancia: formóse más de un plan de invasion por este punto, de acuerdo con los que se proponian llamar la atencion de los liberales, levantando partidas en el interior de Estremadura, y aun en los confines de Castilla y Andalucía.

Cuesta, esperando más de Portugal que de España, seguia en sus correrías, y en el mes de marzo se presenta en la Fresneda; le persiguen los urbanos de Trujillo y Montanchez, y le capturan á algunos. Rute, empeñado en alcanzarle, lo consigue en Descuernacabras, á donde fué Cuesta, despues de haber estado en Carrascalejo. Le bate, le ahuyenta, y tanto le acosa, que le obliga á refugiarse en el vecino reino lusitano. No consigue mejor éxito Muñoz, que recorria la provincia de CiudadRodrigo, y fué batido y deshecho en Garganta la Alta.

Una partida de cien hombres, procedentes de Portugal, atraviesa el pueblo de la Torre de Aliste, hácia el Carrascal y camino de Cabañas y Benavente, con ánimo de introducirse en Castilla.

Томо 1.

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Con algun refuerzo y nuevos alientos, salva Cuesta la frontera, y vuelve á introducir la alarma en Estremadura; pero es tenazmente perseguido por la tropa y urbanos, y precisado el 12 de julio á rendir su espada, que lo hizo besándola, entregándose tambien sus compañeros sin la menor resistencia. Cuesta, su hermano y otro amigo, fueron fusilados, quedando el país estremeño sin carlistas.

Barba, Rodera, y algun otro que trataban de encender la guerra en la Serranía de Córdoba, son batidos en la Jundilla por los urbanos, el 28 de abril, dispersados, y poco á poco fueron cayendo prisioneros, siendo fusilados los jefes.

No era país Andalucía para los carlistas, aunque se trabajó bastante para sublevar la opinion, y dirigió el mismo don Cárlos á los andaluces una proclama (1), ofreciéndoles la reunion de los célebres concilios nacionales.

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Como si fuera efecto de un plan combinado; como si se quisiera formar una cadena de partidas que rodearan toda la Península, se correspondian los carlistas de la Mancha con los insignificantes de la Serranía de Cordoba; éstos con los de Estremadura, y les daban la mano los de Salamanca, Zamora, Leon, Asturias y Galicia.

Pero lo hemos dicho: ningun concierto reinaba entre ellos; de otro modo hubieran dado que temer tantos elementos, que eran nulos por su aislamiento y dispersion.

(1) ANDALUCES: la usurpacion se ha sentado sobre el trono de Recaredo y San Fernando, y lleva consigo, como siempre, las arterías, la violacion y crueldad: à la sombra de aquellas, y con los golpes de estas intenta impedir que yo posea pacíficamente el reino que me pertenece por las Leyes fundamentales; pero vosotros sabeis distinguir la sucesion hereditaria de la sucesion à las coronas que hoy se quiere confundir con un juego de palabras. No ambiciono el cetro que trae anexas tantas desazones y trabajos para el mundo, y muchos peligros para la vida eterna; pero estoy muy distante de renunciar los derechos que Dios me concedió en el dia de mi nacimiento: derechos que solo son para mi lisonjeros, porque mi único objeto es contribuir al sosiego de la Europa, y hacer la felicidad de la España, digna de ser restituida á su antiguo esplendor y poderio, á la paz, y de consiguiente á la union. Se reunirán los célebres concilios nacionales, que bajo la direccion del Santo Padre gobernaron gloriosamente la Iglesia española. Andaluces, vuestras hermosas campiñas, y la naturaleza que se os muestra tan risueña, vuestras dilatadas costas marítimas serán el objeto de mis desvelos; es decir, la agricultura y comercio, las ciencias y las artes. Desco que luego florezcan los tiempos de vuestros antiguos paisanos, los sabios y ricos turdetanos. Andaluces: cuento con vuestra cooperacion de todos modos: tomad las armas y unios à las filas que defiendan mi legítima causa. Palacio de Villa-Real 21 de enero de 1834.-Cárlos Rey de España.

Matas, Villanueva, Wals, Terrero, Noncriba, Sanchez Seoane, Delgado, Valdés, Negruela, Bárcena, Arroyo, Baiña, el Toresano y algun otro que se pronunció para morir, esperimentaron los tristes resultados de su misma insubordinacion. No se presentaban por lo general con el carácter sanguinario que los de la Mancha, pero sí con la misma division; así les veremos obrar aisladamente, correr huyendo, y despues de ser reducidas al último estremo sus partidas, disolverse ó morir.

Siguiendo el órden cronológico, en todo el terreno de este confin de España, desde Salamanca hasta la provincia de Santander, veremos aparecer á Matas con ochenta hombres en la Jarilla, y enseñorearse de este pueblo, que abandona por huir de los liberales que van á su encuentro, y le alcanzan en Gargantalaolla, dispersándole con pérdida de cuatro muertos.

Salamanca, país clásico de lealtad y honradez, ve con disgusto que se turbe su tranquilidad, y sus inofensivos habitantes se proponen destruir á los que pretenden introducirles la guerra, y se arman y les ayudan las mujeres de algunos pueblos. Las de Cabezuela cogieron á un carlista, le ataron, y le entregaron á los liberales: las de Aldea del Camino y Baños, por estar los hombres persiguiendo al enemigo, iluminaron las casas, y se aprestaron á recibir á los carlistas con agua caliente y piedras.

Así en la provincia de Salamanca, más que la persecucion, acabó con los carlistas el espíritu público.

Lo propio aconteció en Galicia, cuando el 9 de marzo se pronunció Villanueva en el concejo de Langreo con ciento treinta hombres, que, hostigados por la persecucion que se les hizo, se dispersaron, abandonando á su jefe. Lo mismo sucedió á las partidas que aparecieron en las jurisdicciones de Sobrado de los Monjes, Castroverde y Meira, siendo además de destruida la de Sanchez Seoane, prisionero éste, y fusilado.

A este descalabro se añadió el haber sido apresada el 17 en las aguas de Vigo la balandra Expres-Paket, que salió de Plymouth con dos mil quinientos fusiles, doscientos barriles de cartuchería de fusil, ciento ochenta barriles mayores de pólvora, y zapatos; todo para los carlistas.

En combinacion con estos armamentos, estaban organizándose gruesas partidas en Portugal, á los respectivos mandos de Delgado y Valdés; pero observada cuidadosamente la línea por las autoridades de Galicia, les impedian penetrar, llevando su celo hasta el punto de traspasar los liberales la frontera y batirles en territorio lusitano.

Solo aprovechándose del abandono en que necesariamente tenian que dejar las tropas liberales algunos puntos por acudir á otros, se presentaban nuevos partidarios, como lo hicieron Wals, Terrero y Noncriba, que, con doscientos hombres de ambas armas, ocuparon á Pedralva

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-Castilla-; pero acuden tropas, les persiguen, y les llevan por delante, acabándoles.

En el propio territorio de Castilla se presentan Negruela, Bárcena y Arroyo: son perseguidos hasta Potes, en el valle de Liébana; los arroja de aquí Menendez, y se corren á Asturias y Leon.

En el mismo mes, abril, son batidos Baiña y Sanchez en el escabroso terreno de la parroquia de Blincea, concejo de Langreo. Baiña entra luego el 8 de mayo en la Pola de Labiana, y se lleva los presos; pero es alcanzado por una partida en Cordal, inmediaciones de Lena, y el carlista hace frente, recibiendo al liberal con una descarga. Trábase la accion, cuyo fuego bastante empeñado dura media hora, perdiendo el carlista tres muertos, y teniendo cinco heridos, segun el parte oficial.

Siguió Baiña valiéndose de su prestigio para sostener la guerra; pero no le eran favorables los ánimos, y en agosto le batieron en los montes de Morein, le destrozaron, y murió á manos de los urbanos de Mieres y de unos indivíduos de la compañía de seguridad.

Sin que este resultado sirviera de escarmiento al Toresano, aclama á don Carlos en las inmediaciones de su pueblo; es arrojado hácia Palencia, en cuya provincia encuentra la misma activa persecucion, y se ve precisado á refugiarse en Vizcaya.

Vióse, pues, la imposibilidad de establecer la guerra en el Occidente de la Península: fueron inútiles todas las tentativas, y aquí, aunque hubiera reinado toda la union necesaria, y surgiera un jefe á propósito, no habria conseguido los resultados que deseara : haria lo mismo que Merino, defenderse esquivando encuentros, y sufrir toda clase de privaciones.

CASTILLA.

MERINO.

LXXVI.

El cura Merino recibió en Portugal, de don Cárlos, algunas condecoraciones, y en el primer mes de 1834 una comision para don Miguel, con objeto de que cediera algunas tropas para entrar con ellas en nuestra Península; pero el príncipe, cuya causa se hallaba más en el caso de necesitar auxilios que de prestarlos, accedió para cuando concluyese su conquista; sin que la insistencia de don Cárlos, que envió además á Cuevillas y á Merino otra vez en febrero, consiguiese mejor resultado. Como en la ambulante córte de don Cárlos en Portugal todo eran esperanzas, y estas lisonjeaban poco á Merino, se decidió á regresar á Es

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