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Allí estaban en efecto los carlistas, pero no donde los suponia Espartero, sino ocupando en doble formacion las elevadas y terribles posiciones que desde las márgenes del rio y el pueblo de Villaro se estienden hasta la Peña de Gorbea. Tan formidables montañas las defendian nada menos que tres mil hombres.

Espartero, que descubrió á los carlistas desde las alturas de Lancidana, conoció la superioridad que daba el terreno al enemigo; pero como Espartero no ha vacilado ante el peligro, se decidió á batir á su contrario, y dispuso atacarle por Villaro, donde la cordillera es más baja, y donde un puente le facilitaba sus operaciones. Este lado, que debió haber sido el más atendido por los carlistas, fué el más descuidado, cometiendo así una falta que conoció al instante el jefe liberal, y aprovechó. Dirigió al puente sus fuerzas, y cuando los carlistas conocieron su grave falta, corrieron á impedir el paso; pero llegaron tarde, porque dueño Espartero de Villaro, lo era del paso del rio, y tenia además flanqueada la línea carlista. Dispuso entonces un ataque general, y por el centro y los flancos fueron embestidas simultáneamente aquellas posiciones, que no solo eran formidables, sino valerosamente defendidas.

Allí peleaban todos bizarramente: allí se empeñaban los liberales en ganar las alturas, los carlistas en defenderlas. Espartero entusiasmaba á su gente con los gritos de Isabel II, que repetian los soldados, confundiéndose sus ecos con los de los carlistas, que no aclamaban con menos entusiasmo á su señor.

El caudillo liberal necesitó emplear todos sus esfuerzos para conseguir el triunfo, y los empleó esponiendo su vida, pues fué herido su propio caballo de dos balazos. Pero al fin ocupó las bien sostenidas posiciones, retirándose sus anteriores dueños por escalones con el mayor órden, unos por la Peña de Gorbea y otros hácia Ceberio, sin que lograran desordenarles las fuerzas guiadas por Ozores, que les acosaban por su derecha, y las de Iriarte por su izquierda, quienes cuanto más serena veian la retirada, más se esforzaban por precipitarla, sin poderlo conseguir por completo.

Ansioso Espartero de más decisivos resultados, llegó con Iriarte hasta Orozco, teniendo que guarecerse de una lluvia estraordinaria. Allí pernoctó, y reunidas al dia siguiente, el 3, todas las fuerzas en Miravalles, regresó á Bilbao, conduciendo sus heridos, en número de cuarenta, diez contusos, y unos cuantos soldados que quedaron muertos en el campo. La pérdida de los carlistas fué mayor, porque tuvieron treinta y cinco prisioneros, y la guerra era encarnizada. Se pasaron tres carlistas, se rescataron veinte y seis soldados y se cogieron algunas armas y efectos, entre ellos una bandera negra, con el lema de victoria ó muerte.

TOMO I.

67

MAESTU.

CLX.

Córdova acababa de llegar á Vitoria, llamado al teatro de la guerra por la opinion pública, y cuando más se ocupaba en revolver en su mente su plan de campaña, supo el bloqueo de Maestu, guarnecido por quinientos hombres de Borbon, y estimulado por su arrojo temerario, corrió en su ayuda con unos siete batallones, de los cuales, dos únicamente estaban fogueados.

Con esta tropa se internó en las montañas que circundan á Maestu, y cuando despues de una marcha de diez y nueve horas creyó haber salvado á la bloqueada guarnicion y conseguido su propósito, vió la consecuencia de su temeridad, y el peligro inminente en que se hallaba.

Los carlistas le habian encerrado en aquellos barrancos y desfiladeros, su derrota era segura, la merecia como castigo de su falta, de aquel movimiento atrevido, imprudente, si, como Córdova dice, no lo desconoció al emprenderle, siquiera lo hiciese escusable la generosidad del motivo.

De creer es que tal vez por esto le coronara la fortuna haciendo que Aldama recibiese una comunicacion que le dirigió, y que volase en su auxilio con trece batallones, cuando más crítica era su situacion, de la que salió merced á tan oportuna ayuda.

Salvado Maestu, subió Córdova la sierra de Andia, penetró en los valles de Arana y las Amezcoas, y se dirigió á Santa Cruz, Cabredo, Genevilla y Aguilar incendiando granos, molinos, fábricas y almacenes por todas partes. Esterminio que presenció el carlista impasible, porque no lo podia remediar; pero juró vengarse.

PLAN DE ORÁA.-ACCION DE ESCURRA.

CLXI.

Oráa continuaba su mision en el Baztan consiguiendo ventajosos resultados, hasta el punto de carecer ya de fusiles para tantos como deseaban armarse en defensa de Isabel. Mina se los proporcionó y le felicitó por su acierto, encargándole el restablecimiento de las aduanas en la frontera.

Casi sin variar de posicion los carlistas que ocupaban los pueblos de Lavallen, Saldias, Erasun, Escurra y Lesaca, donde atendian á la fabricacion de armas y municiones, preparábanse para caer todos sobre San

testeban, que fortificaba Oráa. En la tarde del 3 de abril, practicando un reconocimiento las tropas de la reina, se apoderaron de varios fuelles de fundicion, de un molde de mortero, y de algunas granadas de mano. Al dia siguiente se hallaron otros efectos de valor, principalmente para los carlistas

Condújose todo á Santesteban, cuya fortificacion, bastante adelantada, fué dotada con el tercer batallon de la Princesa á las órdenes de su primer comandante el marqués del Palacio, destinando además Oráa á guarnecer á Oyeregui á un capitan con cuatro compañías.

Mina supo entonces que la junta carlista de Navarra se hallaba el 5 en Huici, la de Guipúzcoa en Leiza, y los armeros en Escurra, de donde salieron por la tarde tres batallones hácia el valle de Larraun; que de los nueve cañones que ocultaron en el monte de Escurra, dejaron tres en este punto, y los restantes entre Leiza y Huici; que los carlistas tenian trigos en Saldias, Erasun y Escurra, y que habian pasado por Galzaron sesenta cargas de granadas y balas. Comunicó todo esto el 6 á Oráa, advirtiéndole que el general Aldama habia marchado hácia Viana, Gurrea hácia Huarte Araquil, Vigo se hallaba en Aoiz, y Zumalacarregui hácia Maestu.

Estas noticias confirmaron las que ya tenia Oráa, que se propuso salir de Santesteban á la madrugada del 6, emprendiendo su division la marcha por distintas direcciones, con objeto de caer al amanecer sobre Lavallen, y sorprender á los carlistas que le ocupaban.

Jáuregui debia emprender un movimiento sobre Goizueta, y realizado el proyecto de Oráa, debia este mismo llegar á Escurra á ocupar los cañones y el depósito de fusiles y salitre entre Saldias y Zubiete. Terminada esta operacion, se proponia reunirse con Jáuregui, cuya maniobra habia interrumpido anteriormente el mal temporal, que le impidió hacer un movimiento acordado, y pasar al momento á Urdax á establecer las aduanas.

El cielo frustró la operacion de Mina. Una noche sobrado oscura y lluviosa, no era la más á propósito para su intento. Esta misma circunstancia hizo que los carlistas no variasen de posiciones, por lo cual se dispuso á efectuarla el dia siguiente en esta forma, segun el mismo Oráa la reseña (1).

«La primera brigada debia emprender su novimiento por Oiz y Urroz hácia Lavallen, á cuyo frente debia encontrarse de cuatro y media á cinco de la mañana, atacando á los carlistas y dirigiendo uno o dos batallones por la izquierda de la misma villa, å fin de cortarles la retira

(1) Memoria histórica de la conducta militar y política del general Oráa.

:

da del punto de Ellue para los valles de Bazaburua, Mayor y Larraun. >>> La segunda brigada debia salir á la una y media por el alto de Topillo-berro, y Ameztia, marchando á ocupar con un batallon la borda de Azcarate y con los dos restantes el portillo de Saldias, para impedir que los carlistas acantonados en este puesto y en el de Erasun socorriesen á sus compañeros de Lavallen, y cortarles la retirada; y en el caso de que el batallon que debia dirigirse por la izquierda de Lavallen no pudiese llegar á tiempo de ocupar la altura de aquel lado, destacase algunas de sus compañías que detuviesen la fuga de los carlistas; y como podria muy bien acontecer que reunidos los batallones de estos, que estaban en Saldias y Erasun, proyectasen algun ataque contra las fuerzas situadas en el portillo de Saldias por el brigadier Barrena, encargó á este jefe le avisase en el acto, indicándole el punto por donde se presentaban los contrarios, para reforzarle si era posible, pudiendo entretanto reconcentrar las fuerzas de la brigada, pero teniendo cuidado de cubrir siempre la derecha de Lavallen por la borda de Azcarate. En el caso de que los carlistas abandonasen los pueblos de Saldias y Erasun, el brigadier Barrena debia dirigirse con dos batallones al último de ellos, donde permaneceria hasta recibir nuevas órdenes, procurando en el ínterin averiguar los depósitos de armas y otros efectos que tuviesen los carlistas en la jurisdiccion de aquel valle. »

Convenimos en que estaba perfectamente combinado este plan, y en que con la cooperacion de los diversos jefes y fuerzas que debian secundarle, los carlistas habrian recibido un golpe terrible. Zumalacarregui hubiera visto, sin duda, frustrados sus planes sobre el-Baztan; sus acopios y disposiciones se inutilizaban; su gente se hubiera mermado por el plomo liberal, y por el pase de un batallon, como se tenia tratado con uno de sus jefes; hubieran regresado á sus casas muchos mozos de los pueblos de la montaña; pero el plan de Oráa no pudo llevarse á cabo en todas sus partes. Reconocemos su importancia, que hubiera tenido terribles consecuencias para la causa carlista; pero no abundamos en la lisonjera idea del autor, de que hubiera sido su ejecucion el golpe de muerte para la causa de don Cárlos. Profunda hubiera sido la herida que la causaria Oráa, pero no mortal, á no aprovechar todos con oportunidad las consecuencias inmediatas del malogrado proyecto.

La causa de desgraciarse fué el retardo de Barrena en acudir al sitio designado. Bien conoció su falta, y tanto le preocupó, que le acometió un ataque cerebral, que acabó con su vida.

A pesar de este contratiempo consiguió realizar Oráa una parte de su plan, con favorables resultados.

«La segunda brigada, dicen sus Memorias, que debia ocupar el portillo de Saldias, retardó algun tanto su movimiento: esta circunstancia salvó á los carlistas que se fugaron por el citado punto mientras Oráa practicaba en Escurra el reconocimiento de los cañones, y tenia divididas sus fuerzas en Erasun y Saldias, donde se ejecutaba igual operacion;

sin embargo, además de la pérdida que tuvieron en los pequeños choques á que dió lugar este movimiento, se les cogieron quínce cajones. de cartuchos, el botiquin, un arca de fondos, la mayoría de un cuerpo, los equipajes de algunos jefes y oficiales, trece caballerías, la herramienta de los armeros y parte de la imprenta.

>> Como además de la sorpresa indicada, tenia esta operacion el objeto de hacer un escrupuloso reconocimiento en los puntos donde se le habia asegurado hallarse ocultos seis cañones de á cuatro, quinientos fusiles y noventa y tres sacos de salitre, dejó Oráa dos batallones en Saldias, uno y medio en Erasun, y pasó á Escurra con los tres restantes por ser este punto el más inmediato á los carlistas y el más interesante. Acababan de repartirse á los soldados los cartuchos de los carlistas, y estaba Oráa dando órdenes para recoger los efectos encontrados en la última villa, é inutilizar los que no podian conducirse, cuando fueron atacadas las partidas de observacion que estaban en las avenidas de Leiza, ocupadas por tres batallones carlistas. Dejando entonces en el pueblo dos compañías para proteger el reconocimiento y la escavacion que se hizo para encontrar los cañones, mandó salir algunas fuerzas de cazadores y tiradores, sostenidas por un batallon sobre el frente atacado, otro por la derecha con direccion á la altura de Uzateguieta, y seis compañías por el centro. Los cazadores se arrojaron decididamente sobre los carlistas, cuyos puestos ocuparon persiguiéndoles hasta el boquete de la montaña citada; pero reforzados con dos batallones de reserva, y protegidos por tres que desde la cresta de la eminencia iban destacando guerrillas y envolviendo el ala derecha, se vió precisado el batallon de granaderos de la Guardia Real, que sostenia el frente, á entrar en accion, en la cual conservó denodadamente su puesto el tiempo necesario para reconocer donde estuvieron los cañones. Concluida la operacion, y conocido el empeño del carlista, de colocarse á la retaguardia de Oráa, dispuso éste la retirada por escalones, empleando tres batalloner, sosteniéndose y protegiéndose mútuamente hasta la altura de la tejería de Erasun, donde mandó con anticipacion posesionarse á cuatro compañías de Sigüenza y al batallon de Avila. Una guerrilla mandada por Cruz Alvarez cubrió la izquierda de la villa de Escurra, para proteger la retirada del último escalon; pero se detuvo haciendo fuego, aun despues de recibida la órden para retirarse, y fué víctima de su bizarría. Zumalacarregui en tanto, que habia llegado la víspera á Lecumberri con dos batallones, y á quien se le incorporaron en aquella mañana los cuatro que le seguian, quiso aprovecharse de la situacion en que Oráa se hallaba, y concibió el proyecto de cogerle en las gargantas de Saldias á Erasun y Escurra; pero descubierta su columna, cuando se asomaba por el camino de Berruete á la cresta de la montaña de Erasun, y sin detenerse Oráa más que lo preciso para la reunion de los cuerpos, continuó su marcha á Saldias, dejando para cubrirla sobre aquel pueblo cuatro compañías de granaderos provínciales y otras cuatro de cazadores y tiradores. Cuando la retaguardia de Oráa llegaba á Saldias, entraban en Erasun los batallones de Zumalacarregui. El jefe liberal despues de dar un pequeño descanso á su gente, viendo que la contraria marchaba con todas sus fuerzas sobre él, y destacaba dos batallones por el camino de Zubieta, para tomar las posiciones de su retaguardia, al propio tiem

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