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influyó ó mandó en ocho campañas gloriosas para su nombre. Su hoja de servicios es un timbre de gloria para él.

Despues de la pérdida del Perú se embarcó Valdés en Quilca, repasó el cabo de Hornos, desembarcó en Burdeos, y regresó á España. Señalósele de cuartel en 1825 la ciudad de Vitoria, desde la cual espuso al rey sucesos pasados, y decia:

«Yo me gloriaré siempre de haberme embarcado para España, sin un peso y sin camise, no obstante de no haber tenido vicios, á lo menos de modo que me costaran dinero. »>

Permaneció en Vitoria hasta setiembre de 1827 en que se le mandó pasar en posta á Zaragoza de segundo cabo de Aragon, y que se pusiese á la cabeza de las tropas que pudiera reunir para operar contra los insurrectos de Cataluña. Continuó en Aragon desempeñando su destino, hasta que en 1829 fué separado de él por enemistad de Calomarde. Pasó de cuartel á Madrid, y en 1832 se trasladó á Asturias al seno de su familia, siendo poco despues nombra do gobernador político y militar de la plaza de Cartagena, de cuyo cargo tomó posesion en el mes de noviembre.

De los primeros á reconocer á Isabel II, la proclamó en Cartagena; y al disponerse el desarme de los voluntarios realistas, contribuyó á vencer la resistencia que opusieron los de Murcia, Lorca y Orihuela, y otros pueblos.

El 15 de noviembre de 1833 se le nombró teniente general, confiándole á los pocos dias el mando en jefe del ejército del Norte; en cuyas operaciones ya le hemos seguido, así como en sus posteriores mandos, hasta que fué nombrado ministro de la Guerra el 17 de febrero de este año 35, en reemplazo de Llauder, sucediéndole luego á su vez el marqués de las Amarillas el 13 de junio. Reuniendo Valdés el doble carácter de ministro de la Guerra y de general en jefe, se encargó del mando del ejército del Norte.

MOVIMIENTO DE VALDES. · SUS PROCLAMAS.--ACCION DE ARTAZA.

CLXVII.

Los cuidados de Zumalacarregui, sus apuros á la conclusion del mando de Mina, eran mucho mayores que al comenzar la guerra. Así lo conocia el mismo caudillo, y así lo manifestaba.

La necesidad le indujo á penetrar en Alava y Guipúzcoa, deteniéndose algun tiempo en Mondragon. combinando con los comandantes generales de las mismas, varias operaciones. Recibe en esto la noticia de la llegada de Valdés á Vitoria, donde habia reunidos veinte y cuatro ba

tallones, y variando de plan, trató de escoger un terreno más á propósito para esperar á tan numèrosas fuerzas.

No le convenia conservar reunidos los catorce batallones que habia congregado en aquel sitio, ni llamar otros en su auxilio, y destacó á los guipuzcoanos para que atendiesen á la defensa de su propio país, y se proporcionasen los recursos que necesitaban, haciendo lo mismo con los vizcainos que mandaba Sarasa, esponiendo, por último, á don Carlos, que tenia establecido su cuartel en Oñate, la conveniencia de trasladarle á Segura, por menos espuesto á una invasion.

Así las cosas, Zumalacarregui, con los seis batallones navarros que anteriormente le acompañaban, marchó al instante á la Amezcoa, donde se situó esperando noticias de Valdés, y enviando en tanto cuatro batallones á los valles circunvecinos para que sufrieran menos escaseces.

Valdés formando tres divisiones al respectivo mando de Córdoba, Aldama y Seoane, y poniendo á las órdenes de Bedoya seiscientos caballos, emprendió su campaña, precediéndole en sus movimientos las siguientes alocuciones (1):

(1) «Soldados: llamado por la ilustre reina regente para ponerme à vuestra cabeza, es para mi un deber espresaros mi satisfaccion al verme por segunda vez entre vosotros, y sobre el mismo teatro donde he sido frecuentemente testigo de vuestro noble comportamiento.

>>En medio de la amargura que causa á todo buen español la continuacion de esta guerra desastrosa, he visto con placer el buen espíritu de que estais animados, las pruebas de valor y de constancia que os hacen olvidar las fatigas y las privaciones que os impone la defensa de los derechos legítimos de nuestra amada reina, que están intimamente enlazados á otros derechos tan preciosos para la nacion y que son la garantía de su felicidad, de su prosperidad y de sus libertades.

>>La augusta reina regente, deseando haceros saber por cuantos medios están á su poder, cuan preciosos son vuestros servicios, me ha revestido de los más amplios poderes para recompensarlos segun su importancia y como exige la justicia.

»Nada será más agradable para mí, que satisfacer los sentimientos de S. M., confiriendo recompensas y distinciones al valor y al talento, y á todas las cualidades que caracterizan al mérito militar tan digno de la estimacion de S. M. y de la gratitud de la nacion entera. Para proceder segun mis instrucciones hago saber lo siguiente:

1. >>Todos los oficiales del ejército de operaciones que antes del 1.o de enero del presente año, han hecho la guerra à esta parte del Ebro y han dado pruebas de constancia, aplicacion y asiduidad, sin haber recibido grado ni distincion, obtendrán el grado inmediato superior si ya no tienen un grado mayor que el de su empleo efectivo. Los que se hallen en este caso, serán preferidos para los empleos inmediatos.

2. >>Obtendrán el grado de subteniente todos los cadetes y sargentos primeros que hayan hecho el mismo servicio, con las mismas circunstancias espresadas en el articulo precedente. El sargento segundo más antiguo de cada compañía, será promovido al grado de sargento primero.

3. >>Serán condecorados con la cruz de San Fernando de segunda clase, todos los oficiales, y con la de Isabel II los demás indivíduos de las guarniciones de Olazagoitia y Maestu, sin perjuicio de las demás recompensas à que puedan tener derecho, ya en virtud de los articulos anteriores, ya por otros servicios que hayan prestado.

4.o »Obtendrán su licencia absoluta aquellos á quienes falten dos años de servicio al fin

El 19 salió Valdés de Vitoria, y en la tarde del dia siguiente se presentó á la vista de Contrasta, que evacuó Villarreal al instante, cumpliendo con las órdenes que tenia, y replegándose con sus dos batallo

de la campaña: los que en esta época estén mas distantes de su empeño, aun cuando no lleven más que un año de servicio, tiempo que se juzga necesario para hacer una nueva quinta y poner á los reemplazantes en estado de hacer el servicio convenientemente.

>>Soldados, no necesito deciros que la mano que recompensa el valor y los sacrificios del guerrero, castigará severamente las infracciones à la subordinacion y á la disciplina, y que será inexorable cuando se trate de otros delitos que no quiero nombrar, que degradan una profesion, cuya base es el valor, y para la cual es indispensable la resignacion en las privaciones.

>>Compañeros de armas: la reina regente, la nacion entera, esperan que terminaremos tan pronto como sea posible una guerra deplorable que compromete intereses tan sagrados. Vuestro valor y vuestro patriotismo me inspiran la justa confianza de que llenarcis los deseos de todos los amigos de la legitimidad y de la justicia, que se interesan en los progresos de una sabia libertad, condicion indispensable de la civilizacion y de las luces.-Cuartel general de Vitoria.-18 de abril de 1835.-Valdés.»

«Habitantes de Navarra y de las provincias Vascongadas. S. M. la ́ ́reina regente en nombre de su augusta bija nuestra legítima reina Isabel II, se ha servido confiarme la direccion general de todas las fuerzas empicadas en la pacificacion de vuestro país, y de las que se haIlan en Aragon y Castilla. Mi mision es esencialmente pacífica y de vosotros solos depende el que no pierda este carácter. S. M. deplora los males que os abruman tanto tiempo hace, y ve con profundo dolor, los campos regados con vuestra sangre, la ruina de vuestras fortunas, y la devastacion de vuestros hogares. Es indispensable para nuestro bien y para la tranquilidad de la nacion, de que formais una débil parte, poner prontamente término á la guerra cruel y fratricidia que han encendido en medio de vosotros algunos hombres desmoralizados, à quienes nada importa vuestra total destruccion, con tal de que ellos satisfagan su ambicion y sacien su sed de sangre y rapiñas.

>>>Es indispensable, lo repito, que se termine esta funesta guerra, y que vuelvan para vosotros los dias de tranquilidad y ventura de que gozabais antes que la perfidia y la traicion os los arrebatasen. Tal es, habitantes de Navarra y Provincias Vascongadas, la noble tarea que S. M. me ha confiado, y que llevaré à cabo á cualquier precio. Conocido de vosotros hace mucho tiempo, sabeis por esperiencia que soy humano é indulgente; pero si bien es cierto que siempre sabré seguir los impulsos naturales de mi corazon, tambien sabré sacrificarlos sin vacilar al deb r que me impone la mision de que estoy encargado.

»S. M. en su inagotable clemencia, concede un completo y absoluto perdon y pone desde este momento bajo el amparo de las leyes y de las autoridades encargadas de ejecutarlas, á todos los indivíduos, sin distincion de clases ni de personas, que en el término de quince dias abandonen las filas rebeldes y se presenten con sus armas á los jefes que mandan las divisiones ó brigadas que componen el ejército de operaciones, y á los comandantes de las localidades en donde haya guarnicion. Igualmente redime S, M. de las penas corporales establecidas contra el crímen de rebelion, á los que se presenten å las autoridades espresadas.

»S. M. espera que los padres, las esposas, los parientes y los amigos de aquellos à quienes la seduccion ha conducido à las filas rebeldes, se apresurarán á hacerles conocer este nuevo rasgo de su maternal solicitud, exortándoles à no dejar escapar este medio de salud que se les ofrece, y S. M. no duda que las poblaciones corresponderán á él, manifestando su reconocimiento por un cambio de conducta; pero si no se someten en el término prefijado, declaro desde este momento, y de la manera más positiva, que entregaré à las llamas sin miramiento, todas las poblaciones de ciertos valles que sirven ordinariamente de refugio á los rebeldes, en donde hallan una acogida criminal y nuevos recursos. Sin embargo, respetaré las personas y las propiedades de los que se retiren á los puntos donde haya guarnicion ó á las

nes hácia Eulate, donde estaba Zumalacarregui. Este mandó entonces con premura venir los batallones que descansaban en los valles de Ega y Berrueta, y el 21 tenia ya diez en su rededor.

Sabedor el jefe liberal de la posicion de su contrario, marchó en su busca y á socorrer de paso á Estella, cuya guarnicion lo necesitaba y víveres y pertrechos. Al efecto se dirigió desde Contrasta por dos diferentes caminos á Eulate, que evacuaron los carlistas, marchando á San Martin de Amezcoa, cuyo terreno se prestaba admirablemente á entorpecer la marcha de las tropas de la reina por aquellos estrechos caminos que les obligaban á ir muchas veces en hileras.

Llegados á San Martin los carlistas, emprendieron sus guerrillas un tiroteo bastante animado, al que apenas contestaron sus contrarios, que siguieron sus movimientos por los puertos de Aranarache y Eulate á la sierra de Urbasa, lo cual desorientó á Zumalacarregui respecto á los proyectos de Valdés. Para observar su direccion, envió á Carmona con su batallon á lo alto de la sierra, donde las guerrillas de unos y otros cambiaron algunos disparos, yendo los soldados de la reina á formar en la elevada planicie de la sierra, donde acamparon.

Sabido por Zumalacarregui, tuvo la precaucion de hacer subir al puerto algunas compañías del cuarto batallon al mando de García, y dispuso que el resto de sus tropas se alojasen en Zudaire, Baquedano, Gollano, Artaza, Barrudano, San Martin y Ecala. El caudillo carlista

provincias tranquilas, Esta medida es dolorosa, pero cuando habla el bien de la patria, deben callar todos los sentimientos humanos. El incendio de Moskou salvó à la Rusia.

>>>Habitantes de Navarra y de las Provincias Vascongadas, os traigo el perdon y la paz, ó la persecucion y el esterminio. De vosotros depende la eleccion.

>>Si desimpresionados de las ilusiones con que los verdaderos enemigos de vuestra felicidad os engañan y os estravian, desechais sus pérfidas intrigas y os unis à mi de buena fé para que el orden legal y la obediencia legítima se restablezcan en vuestro país, como lo están en el resto de la monarquía, hallareis en mí apoyo y proteccion, y un amigo, un defensor en cada uno de los que sirven bajo mis órdenes. Si al contrario, persistis en vuestra funesta ceguedad, y despreciais las palabras que os dirijo en nombre de la reina nuestra señora, con el sincero deseo de vuestra felicidad y bienestar futuros, seré inflexible en mi deber y no descuidaré ningun medio de llenarle, por rigoroso que sea: abandonad las vanas esperanzas con que os embaucan los que pretenden levantar su fortuna sobre vuestra ruina: volved los ojos á las demás provincias que, en la península y al otro lado de los mares, componen la vasla monarquía española y vereis la felicidad y la nueva existencia de que goza bajo el pacifico gobierno de nuestra legítima reina, situacion dichosa garantida por la union de los ánimos. contra la cual no podrán prevalecer vuestros limitados recursos.

>>>Cese por fin esta lucha tan desigual como desastrosa para vosotros. Las naciones de Europa la contemplan con horror é indignacion, interesándose en su terminacion las mas poderosas, como la Francia y la Inglaterra, que se han unido à la justa causa de la reina nuestra señora, por los tratados más sinceros y solemnes que han resuelto sostener irrevocablemente. >>La bondad de S. M. es vuestro único recurso, invocadla con confianza. Yo os la ofrezco sinceramente en su real nombre. Dado en el cuartel general de Vitoria à 18 de abril de 1835. -El ministro de la Guerra, Valdés.»>

hizo notar entonces el contraste que ofrecia el que cinco mil hombres faltos de recursos, estuviesen alojados con toda comodidad, y Valdés, con triplicadas fuerzas, y en buena posicion, acampase á la inclemencia, sufriendo los rigores de una noche fria, y en un terreno árido, don · de ni agua se encontraba.

El 22 prosiguió Valdés su marcha para el puerto de Artaza, cuya posesion le interesaba más que descender á la Amezcoa por el cómodo puerto de Zudayre, donde le aguardaban los carlistas; Valdés atendia más á ir sobre Estella que á batir á Zumalacarregui. Pero éste ansioso de medir sus armas con su enemigo á quien veia trepar de puerto en puerto en vez de descender á batirle, corrió á su encuentro enviando antes un batallon á lo alto, el cual empezó á tirotearse con los soldados de Valdés cuando estos aparecieron.

Al oir los primeros tiros, envió Zumalacarregui á Iturralde con dos batallones de guias para que avanzase, y acudió él mismo en su auxilio.

En la superficie de una peña de muy difícil subida, que dominaba á medio tiro de fusil el sitio del combate, colocó Valdés algunos batallones que hicieron un fuego horroroso á los carlistas que se presentaban á cuerpo descubierto, pasando estos á su vez á cuchillo á cuantos intentan bajar de aquella posicion formidable.

Los liberales van aumentando el número de sus combatientes y la accion se hace tenaz y sangrienta. Un mismo terreno es varias veces perdido y conquistado; y por fin se abre paso Valdés, arrollando á los carlistas, á pesar de su tenaz resistencia. Seoane, Córdova y los demás jefes se portaron como valientes, siendo herido el primero á la cabeza de su columna, puesto de honor de los bravos.

Habia en tanto pedido Zumalacarregui refuerzos, pero faltos sus soldados de municiones, tuvieron que estenderse por la sierra en direccion de los puertos de Valde-Aillin. Interpuestos los liberales, quedó incomunicada la línea y dispuso Zumalacarregui que los batallones mandados venir se retirasen al pié del puerto, y subsistiesen allí reunidos con los demás para atacar al enemigo en caso de que intentase bajar á la Amezcoa, mediante á que el puerto de Artaza estaba espedito.

Pero Valdés, firme en su propósito, solo pretendia ir á Estella, y conociéndolo Zumalacarregui organizó una columna móvil, para que, á las órdenes de Sanz, saliese por el flanco á atacar nuevamente la vanguardia contraria. El comandante general de Alava, don Bruno Villarreal, que con seis batallones quedó en reserva en el fondo de la Amezcoa baja, cansado de esperar, siendo ya las cuatro de la tarde, é ignorando la suerte del general y de sus tropas, envió con Iriarte una guerrilla de infantería y algunos caballos, y en su apoyo á Carmona, con el batallon de su mando, cuyas fuerzas al tropezar con los liberales, traba

TOMO I.

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