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corriente, y la memoria del castigo ejemplar que espera á los obstinados, durará por mucho tiempo.

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» Dado en el palacio arzobispal de Tarragona, á 28 de setiembre de 1827.-Yo el rey.-Como secretario de Estado y del despacho de Gracia y Justicia, Francisco Tadeo Calomarde.»>

Aumentó además la energía del ejército poniendo á su cabeza al conde de España, leal servidor del rey, azote que fué de los insurrectos, y que ahogó en lágrimas y sangre la sublevacion del Principado.

DON CARLOS ESPAÑA.

XXXI.

Hijo el conde de España ó de Espagne, de la antigua nobleza de Francia, la vió subir al cadalso con su rey. En vano luchó toda su vida por restaurarla.

Natural en 1775 del condado de Foix-Francia-, contando en sus ascendientes príncipes soberanos; poseyendo á Cominges y el país de Couserans, su padre, el marqués de Espagne, teniente general, le destinó á las armas, siguiendo el uso de aquellos tiempos, en que los segundones optaban entre el claustro y el campamento.

Servia en la célebre compañía de la Casa Roja de Luis XVI, cuando comenzó la revolucion que llevó al cadalso á su rey, y á sus parientes y amigos, por lo cual concibió un odio mortal á la revolucion, y corrió á combatirla bajo los pendones de Condé. Humillados estos, marchó á Inglaterra, cuyo servicio abandonó por el de España, comenzando á servir en nuestro ejército de segundo teniente graduado de capitan, en el batallon de la Reina, en 11 de enero de 1792. Combatió á sus compatriotas y á los ingleses en las dos guerras que tuvimos con ellos: derramó su sangre por defender nuestra independencia nacional; y cuando despues de la paz de París le invitó Luis XVIII á que regresara á Francia y entrara á su servicio, respondió rehusándolo y diciendo: «Que la sangre francesa que tuvo en sus venas habia sido ya derramada por los mismos franceses en el suelo español »

Esto no fué obstáculo para que en 1822, obedeciendo una órden reservada del rey constitucional de España, saliera de Menorca, esponiendo su vida, á desempeñar una comision secreta cerca de las córtes de París y Viena, y del congreso de Verona, en cuyo último punto trabajó «activando la ocupacion de España, para conseguir el restablecimiento »del gobierno legítimo del rey.»>

Premiados le fueron estos servicios. Conde, general, tenia grandes cruces, y se hallaba identificado con un sistema que seguia con la

misma fé que el buen soldado á su bandera. De fuertes y arraigadas convicciones, el conde de España jamás retrocedia. Cualquier órden del rey la obedecia y ejecutaba como un soldado; y el que tenia la costumbre de mandar tropas, y de que fuese ciegamente obedecida una insinuacion suya, no admitia ni contradiccion ni duda. Mandaba, y era preciso obedecer. Las afecciones no tenian entrada en su corazon: amaba á su mujer y á su hijo, y les castigaba inexorable.

De gallardo aspecto, de finos modales y trato afable, sabia ocultar su sonrisa los sentimientos de su firme corazon. En su semblante se leia la astucia de un hombre de mundo, pero no la insensibilidad de su alma.

Hallábase el conde al frente de la guardia real, cuando fué nombrado capitan general, y general en jefe del ejército y principado de Cataluña.

PRIMERAS PROVIDENCIAS.

XXXII.

Don José Clará, comandante de los realistas de Vich, se mostró en sus públicos sentimientos algun tanto más moderado que sus correligionarios; y en una alocucion, 30 de agosto, esponia los agravios que sufrian los ultra-realistas, agravios de los que solo debia culparse á las circunstancias. Pero ya vimos que no eran estas la única causa que les impulsara á tomar las armas.

El rey debia mostrarse fuerte, y fueron oportunas las enérgicas providencias que adoptó. Más por el pronto eran impotentes.

Para combatir á más de treinta batallones de voluntarios realistas, apenas contaba con la mitad de la fuerza de tropa de línea, escasa caba llería y artillería, y el cuadro de suizos, teniendo que cubrir con esta fuerza las plazas de Gerona, Tarragona, Lérida, Tortosa y los castillos de Cardona y Hostalrich.

Habíase generalizado la revolucion, y faltaban tropas para contrarestarla. Apurado el capitan general, que lo era á la sazon el marqués de Campo Sagrado, se limitó por el pronto á asegurar las plazas de guerra, dotándolas con la indispensable guarnicion y víveres,

En algunos puntos, una columna de novecientos infantes y algunos caballos, al mando del brigadier Manso, contuvo con pequeñas operaciones el torrente de la revolucion; pero era esta fuerza la única que po. dia operar entonces, y esto servia para alentar á la rebelion, que contaba con la impunidad. La marcha del rey á Cataluña, y las nuevas tropas que se destinaron al teatro de la guerra, fueron las primeras provi

TOMO I.

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dencias que contribuyeron á ir cambiando el triste aspecto que presentaba el Principado.

Aquella situacion incalificable pasó entonces por una de esas crísis que deciden el porvenir de un pueblo.

PELIGRO DEL REY.

XXXIII.

En una tarde del mes de setiembre, se encontraron en las inmediaciones de Reus dos personas que, dándose las manos, entablarou este diálogo:

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-Oígalo vd.....

Se agarraron del brazo, y se alejaron de Reus concertando el plan que procuraron poner en ejecucion á los pocos dias.

El 27 del mes citado se reunian en Reus más de cuatro mil voluntarios realistas. Su objeto aparente era formar en el camino real para hacer los honores á S. M.; más ninguna autoridad legítima les habia comunicado tal órden: antes, por el contrario, para evitar esta operacion de los realistas, se colocó el jefe de E. M. don José Carratalá, con su columna y dos piezas de campaña en Villaseca, como punto más inmediato á Reus, conteniendo así el designio de los voluntarios, que no era otro que el de apoderarse del rey. La mayor parte de los insurrectos se retiró entonces á los altos de Villaseca; algunos se dirigieron al rey con ánimo de cometer varios escesos, que hubieran tenido lugar á no interponerse dos compañías de cazadores y una mitad de caballería, que arrojaron de las calles á los realistas, trabándose un pequeño tiroteo que ocasionó pérdidas á ambos combatientes.

El mismo rey pudo oir los tiros, que casi á su presencia se disparaban: lo veia y apenas podia creer tanta audacia. Fernando, aunque no era pusilánime, no dejaba de conocer lo crítico de las circunstancias, porque sabia quienes eran los autores de la rebelion.

-¿Qué se dice por aquí? preguntó el rey á uno de los jefes que le salieron á recibir en Tarragona.

—Señor, le contestó, dicen que algunos frailes.....

-Ya, ya lo sé, añadió riéndose; y tambien hablan de Calomarde, ¿eh? por eso le traigo conmigo.

Frustrado el plan de apoderarse de Fernando, solo quedaba el recurso de combatir, y á él apelaron. Con las fuerzas que contaban pudieron haber conseguido su primer objeto; pero carecian de una direccion enérgica y entendida. Si el plan no se hubiera divulgado le habrian realizado; más la mayor parte de los realistas, que miraban en el rey la verdadera representacion de la Divinidad, que acataban su soberanía como de derecho divino y la veneraban, se horrorizaban á la sola idea de coartar su voluntad. Aprisionarle seria para ellos la mayor herejía. Por eso odiaban de corazon á los que en la anterior época constitucional se atrevieron á destituir al rey y hacerle salir de Sevilla.

Las tropas que protegian el viaje de S. M. eran escasísimas: solo el prestigio que rodeaba al monarca, y la actividad y decision de los jefes y soldados leales, fué lo que le salvó.

PLANES.

XXXIV.

La marcha del rey á Cataluña atemorizó á los autores de la rebelion. Posteriores sucesos les hicieron conocer que no podian contar con todos los que se llamaban sus servidores. Fernando llegó á poseer algunos nuevos secretos; y esto, que se supo en el comité revolucionario de Madrid, dió márgen á la siguiente carta é instrucciones, interceptadas en Cataluña por el coronel don Manuel Breton, conde de la Riva.

Madrid, hoy 26 de setiembre.

>> Amigo: Si los valientes sucumben sin que el rey nuestro señor les cumpla esas condiciones, todos irán al palo unos tras de otros. Si fian en palabras, son perdidos. Si Calomarde logra engañarlos, desgraciados, y desgraciada España: se establecerán las cámaras, se reconocerá la independencia de las Américas, y el imperio masónico se radicará. No fiarse, amigo mio; el rey es masa; los masones le han hecho salir; todos los que van con él lo son: Merás, Albudeite, Castelló, Calomarde, y los que van de incógnito un dia despues que S. M.-Romagosa es traidor: vino aquí en dos sentidos: comió con el traidor Calomarde, y le dieron 40,000 duros para seducir, engañar y dividir á esos infelices.-Alerta, y no fiarse.»

Condiciones con S. M.

1. «Que se mande la rigurosa observancia del real decreto de 1.o de octubre de 1823.

:

2.

3.

»La estincion de las sectas por cuantos medios estén al alcance. La organizacion, fomento y proteccion de los voluntarios realistas, y separacion de Villamil.

4.a »>La estincion del ejército actual, y la formacion de otro enteramente realista, minorando ó reduciendo el número menor posible.

5.a »Separacion de dicho ejército de todos los oficiales á quienes los inspectores y ministros han colocado siendo conocida mente constitucionales.

6. Igual medida con respecto á los demás empleados constitucionales en todos los ramos del Estado.

7.a » Anulacion de todas las corporaciones y establecimientos nuevamente creados y no conocidos en la nacion, como policía, instruccion pública, junta reservada de Estado, y otros de otra clase.

8. >>Nueva clasificacion de empleos y grados, en que no intervengan sino personas notoriamente realistas, conocidas por hechos positivos, prefiriendo á los que hayan estado entre las filas realistas contra la Constitucion.

9. >> Esclusion total de empleo y mando de todo voluntario nacional, mason, comunero y sectario.

10.

Formacion de causa al ministerio actual.

11. »>Juntar un concilio nacional para fijar las verdaderas máximas religiosas.

12. »>Establecer una junta con solo el objeto de velar sobre la observancia de las leyes y órdenes de S. M., é informarle sobre las que de algun modo contrarien su real servicio; cuya junta podrá ser de personas selectísimas por su probidad y realismo entre todos los consejos.

13. >> Restablecimiento del santo tribunal de la Inquisicion; pero con esclusion de los jansenistas que en él habia; y prohibicion de entrar en él los Monteros, Perez y otros de este jaez.

14. >> Estincion absoluta y perpétua del consejo de ministros; reforma ó separacion de algunos indivíduos del consejo de Estado, como Castaños, Peralta, Erro, Elizalde, etc.»

CALOMARDE.

XXXV.

Importantísimo es este documento. Prescindiendo del contenido de la carta, no dejaremos de observar que la equívoca y misteriosa conducta de Calomarde, aquel ministro predilecto, más diestro cortesano què político, y con más ambicion que talento, justificaba la conviccion que se tenia respecto de su poco honroso proceder.

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