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Esta órden, que, como brigadier jefe de la plana mayor, firmaba don Evaristo San Miguel, y cuyos efectos se suspendieron en breve, irritó á Oráa y á sus oficiales y soldados, y pidiendo aquel se sometiese á juicio su conducta, trató de apelar en tanto al del público, irrecusable juez en estas materias cuando por una y otra parte se presentan con exactitud los hechos. Escribió al efecto un notable comunicado en contestacion al periódico La Abeja, que no se publicó entonces por circunstancias especiales (1), que fueron de lamentar, pues hubieran aclarado mucho los hechos, y dejado á cada uno en el lugar que le correspondia. Más si no lo hicieron á la sazon las pasiones, hoy lo hace la historia, superior á ellas.

EVACUACION DEFINITIVA DEL BAZTAN.

CLXXX.

Siempre concertando Valdés planes, sin verse jamás sus resultados, meditaba un nuevo plan de operaciones, para cuya ejecucion dispuso la concentracion de todas las fuerzas del ejército, y la evacuacion del Baztan, cuyas débiles fortificaciones no podian resistir á la artillería enemiga.

Oráa, tenia que efectuar la evacuacion, difícil, arriesgada, y para la que se necesitaba grande habilidad y pericia.

Tenia que levantar las guarniciones de Santesteban, Oyeregui, Elizondo, los tres fuertes de Urdax que confinaban con Francia, y los hospitales, y que conducir á Pamplona los enfermos, el armamento, municiones, víveres y pertrechos, por entre las asperezas y escabrosidades de los montes que separan los vailes de San Esteban, Lerin, Bertizarana y el Baztan, que ofrecian al enemigo una serie no interrumpida de ventajosas posiciones.

Oráa debia efectuar esta operacion auxiliado de don Santiago Mendez Vigo por su derecha, y de Gurrea por su izquierda; y en su consecuencia salió el 2 de junio de Villaba, y al llegar á Lanz, supo que los carlistas ocupaban posiciones más respetables de las que habia calculado, que los fuertes de Urdax, Oyeregui y Santesteban habian sido amenazados, que Sagastibelza ocupaba con dos batallones á Irurita, y que otros dos estaban en Itúren y Zubiéta.

A la aproximacion de las fuerzas de la reina se fueron recorriendo los carlistas á Donamaria, Uroz, Zugarramurdi, Yanci, Lebayen, Saldias,

(1) Véase el documento número 74.

Leiza, y á Lecumberri la caballería, ocupando Oráa á Irurita, para donde estaban citadas las guarniciones y convoyes de los fuertes del valle, y señalado el medio dia del 5 para su reunion.

Tan acertadamente dispuso esta operacion arriesgada, que á las doce del dia prefijado emprendieron la marcha las dos divisiones al puerto de Velate, protegido por Mendez Vigo; y en él, completa ya toda la fuerza se contó segura. Púsolo Oráa en conocimiento del general en jefe, y és te, que habia suspendido los efectos de su terrible órden del 1.o la revocó en otra general del 7, elogiando el movimiento de Oráa, que recibió á poco una injusta ofensa en el nombramiento de general de brigada, habiéndolo sido de division.

Al frente de la brigada de vanguardia de las divisiones que salieron de Pamplona el 8, pasó por Mendigorría, Mendávia, Fuenmayor, Haro y Armiñon, legando el 12 á Miranda, donde se hallaba Espartero con doce batallones, y donde se reunió el 15 el grueso del ejército, que partió el 29 á soco.rer á Bilbao.

ATAQUE DE ZUMALACARREGUI A VILLAFRANCA. - SORPRESA DE DESCARGA.

CLXXXI.

La causa carlista se hallaba en uno de sus períodos más brillantes. Zumalacarregui, que tanto dudaba poco hacia de los resultados, todo lo creia posible ahora.

No era ilusoria tal creencia: los sucesos que dejamos narrados eran bastantes para hacer sonreir á Zumalacarregui con la perspectiva de un éxito seguro y glorioso.

Sin recelo, pues, marchó el caudillo carlista á atacar á Villafranca de Guipúzcoa, en tanto que Valdés continuaba sobre la derecha del Ebro

Es verdad que Villafranca no prometia la resistencia que otros puntos de Navarra; pero de cualquier modo, casi era temerario a vistarla, por estar situada en otra provincia.

Eran los últimos dias de mayo cuando se presentaron los carlistas delante del pueblo, colocando El Abuelo y algun otro cañon, cuyos disparos hacian más ruido que daño.

Los sitiados se defendian valientes, y contaban cuatro dias de resistencia, cuando cansado el jefe sitiador de la inutilidad de sus esfuerzos, envió al Baztan á su activo y celoso capellan don Miguel Antonio Legarra, para que dispusiera la conduccion de un mortero, que llegó á Villafranca, venciendo los que para muchos hubieran sido obstáculos insuperables. Acompañóle Reina en esta operacion, el cual reemplazó a Montenegro, herido dias autes.

Prolongábase el sitio con mengua del ejército liberal, y Valdés acordó levantarle, adelantándose desde Pamplona, que Jáuregui lo hiciera desde San Sebastian y Espartero desde Vitoria.

Noticioso Zumalacarregui del movimiento de Jáuregui que se situó en Tolosa, envió á Gomez para observarle, y no se atrevió á salir por entonces de la plaza.

Espartero marchaba por el lado opuesto. Con él iban el baron del Solar de Espinosa, el conde de Mirasol, y el coronel Ulibarri, mandando el primero la division de Alava, el segundo la de Vizcaya, y el tercero la brigada auxiliar de Navarra.

Sin las noticias de Valdés que esperaba en Mondragon, pasó por Vergara, y fué á pernoctar el 2 de junio en el alto de Descarga, eminencia respetable en el mismo camino de Francia, llena de barrancos, sinuosidades, y donde los soldados, despues de una sufrida marcha por un terreno áspero y difícil y bajo una atmósfera glacial, lejos de encontrar alivio, ni tenian medios de guarecerse contra la lluvia, ni podian manejar sus armas, ni encender las hogueras necesarias para secarse.

Lleno de ansiedad Espartero esperaba apareciesen las fuerzas de Valdés, y creyó tales á las que avanzaban hácia Descarga despues de apagado el fuego sobre Villafranca, pero conoció á poco que eran las sitiadoras que se replegaban sobre Villarreal y Zumarraga, para guarecerse, sin duda, del temporal que amenazaba. Arreció este furioso al comenzar la noche, que fué tan oscura que ni á dos pasos de distancia se distinguian los objetos.

Esta circunstancia y el deseo de esperar por más tiempo el concurso de las otras fuerzas isabelinas, inclinaron el ánimo de Espartero á permanecer toda la noche en la eminencia de Descarga; pero cuando ya habia adoptado esta resolucion, supo por un espía de su confianza que Oráa habia sido derrotado en la sierra de Larráinzar, y que no se tenia noticia alguna del general Valdés, lo que autorizaba á creer que este jefe se hallaba aun á considerable distancia.

Cerca del jefe liberal de Vizcaya, acampaba el comandante general carlista de la misma provincia, don Francisco Benito Eraso, y desde el alto de Descarga hasta Villarreal de Zumarraga, donde se hallaba éste, se cuenta muy corta distancia. Sin los rodeos que forma el camino, y sin las desigualdades del terreno, se hubieran avistado; pero ni Eraso ignoraba la llegada de su contrario, ni éste dejaria de saber la proximidad de aquel.

Avisó Eraso á Zumalacarregui de la situacion de Espartero, y recibió órden de permanecer quieto ínterin no se moviese el liberal, dejándole libre el paso hacia Villafranca si avanzaba, y adelantado que fuese más allá de Villarreal, le atacase sin pérdida de tiempo por la retaguar

dia. De esta manera conseguiria Zumalacarregui su intento, que no era otro que el de atraer hácia él á Espartero, y encerrarle entre dos fuegos, á cuyo fin cañoneó sin intervalo á Villafranca.

Tal era el plan de Zumalacarregui; pero una circunstancia casual, deplorable para las tropas de la reina, dió á sus enemigos un triunfo de importancia.

Espartero en tanto que veia el deplorable estado de su gente y comprendia la probabilidad de que Zumalacarregui se arrojara en las gargantas de Salina ó Elgueta cortándole la retirada sobre Vitoria ó Bilbao, que la combinacion habia fracasado de todo punto, y considerando que su permanencia en Descarga solo podia acarrearle un desastre, se apresuró á precaverle, y dió órden para descampar y hacer movimiento retrógrado.

«Las tropas isabelinas recibieron esta órden á las siete de la tarde; las alas debian confluir siguiendo los radios más cortos sobre la carretera, á fin de continuar la marcha iniciada por el centro, que compuesto de la division de Alava, y mandada por el baron del Solar, llegó á Vergara á las diez y media de la noche, sin ser moiestado por los enemigos. El temporal era cada vez más adverso, y multiplicaba los obstáculos de esta triste espedicion: el cielo encapotado y sombrío despedia una lluvia fina y abundante, que impelida por fuertes ráfagas de viento, daba de cara á los soldados: la débil luz de las moribundas hogueras lanzaba sus últimos fulgores, estinguiéndose bajo el golpe del agua, y haciendo más sensible la lobreguez de la noche. Favorecian singularmente estas circunstancias cualquier sorpresa por parte del enemigo.»>

Con el solo objeto de reconocer el camino real hasta el alto de Descarga, destacó Eraso unos cuantos lanceros de Vizcaya con el batallon de guias de Alava, al mando todo de don Martin Bengoechea, y mandó formar en tanto á los batallones en la carretera. Caminando los esploradores con celeridad, aflojaron riendas los jinetes, y se vieron impensadamente en medio del campo contrario: al quien vive del centinela contestan Isabel II, le desarman, y se arrojan impetuosamente sobre las avanzadas de Navarra. Las tropas de esta acostumbradas á desafiar la muerte en cien combates, se desordenan sin poder formar con un precipicio á su izquierda y una altura ocupada por el enemigo á su derecha, y estando en marcha, ora porque aquella atmósfera glacial les impidiera hacer uso de sus fuerzas, ora porque su moral estuviese dolorosamente afectada, segun hemos dicho, por los repetidos desastres que esperimentaban las tropas de la reina, ora finalmente, porque la sorpresa enervara sus brios, lo cierto es que se desbandan, envuelven en la fuga á sus jefes y oficiales, é introducen la confusion y el desaliento en la division de retaguardia.

Espartero, segun vemos en su hoja de servicios, puesto á la cabeza de cuarenta caballos, dió repetidas cargas, mezclándose varias veces entre los enemigos, y batiéndose desesperado cuerpo á cuerpo con ellos.

Sorprendido como hemos visto, queria espiar su desgracia, y le importaba poco hallar la muerte entre los aceros contrarios. ¡Digno comportamiento de un valiente!

Dos mil hombres perdió en aquella noche el ejército de la reina, amontonados al dia siguiente en los pórticos de la iglesia de Zumarraga; y si antes hubiesen acudido los vizcainos, mayor habria sido el número de los prisioneros, porque no se les habrian escapado muchísimos, como el conde de Mirasol (1), de entre las manos.

Espartero y sus restos entraron en Vergara, en deplorable estado.

OCUPACION DE VILLAFRANCA, DE TOLOSA, DE VERGARA, DE EIBAR, DE DURANGO Y DE OCHANDIANO.

CLXXXI.

La sorpresa de Descarga decidió de la suerte de Villafranca. Suspende Zumalacarregui el fuego y envia un parlamento á notificar su fortuna. No la creen los sitiados, y se les permite pasen algunos á Zumarraga para que vean los prisioneros. Convencidos de tan triste realidad, era temeraria la resistencia, y capitularon.

Al mismo tiempo abandonaba Jáuregui á Tolosa, llevándose la guarnicion á San Sebastian, y dejando clavados algunos cañones, y las municiones y víveres que no pudo trasportar.

Algunos partidarios de don Cárlos se armaron al momento en Tolosa, y pidieron á Zumalacarregui la guarneciese. Gomez la ocupó con los batallones primero y tercero de Guipúzcoa, y trasportó á Segura, y de aquí á la Amezcoa, los efectos quedados por Jáuregui.

Dueño ya Zumalacarregui de Tolosa y Villafranca, pasó á Segura, donde se hallaba á la sazon don Carlos rodeado de una córte en la que ya pululaban las malas pasiones é intrigas miserables, empleadas en desvirtuar tan señaladas ventajas.

Pero si la córte no daba al que debia su existencia y tranquilidad toda la consideracion que por sus hechos se merecia, en el campamento

(1) Debemos rectificar aquí lo que cuantos han escrito sobre esta sorpresa dicen respecto al conde de Mirasol, y es que se fingió tambor para que no conociesen su graduacion. El mismo senor conde nos manifestó ser inexacta este anécdota.

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