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Mataflorida que, si bien los primeros actos de Podio nada tenian de censurables, no continuaba sucediendo lo mismo, cual luego se comprobó, viéndose las tramas que formara contra la regencia, y aun contra la vida de los mismos co-regentes.

III.

El 14 de agosto de 1822, se instaló la regencia en el cuartel general de Urgel, y dispuso que al siguiente dia se proclamara solemnemente á Fernando VII como restituido á los legítimos derechos de la soberanía de que fué despojado el 9 de marzo de 1820, á cuyo fin se levantase un tablado en la plaza principal, y se usara de la bandera de la regencia que contenia la cruz con el lema de In hoc signo vinces, y concluido el acto se colocara y un estandarte en el balcon con el retrato del rey, bajo dosel y guardia de oficiales, y al lado el retrato de Luis XVIII, rey de Francia. Dirigió el 15 una circular á todos los jefes y autoridades para que se celebraran funciones de rogativa por su instalacion, y el mismo dia publicó una proclama á los españoles, en la que condenando todo lo hecho por la revolucion, ofrece las reformas dictadas por el tiempo para gozar con ellas de la libertad que es posible en las sociedades, aun para la emision del pensamiento: borra el tiempo restituyendo el estado de cosas al 7 de marzo de 1820; ofrece rebaja de servicio y recompensas á los soldados que se presentaran, y ascensos y gracias á los oficiales; devolver los fueros y privilegios de algunos pueblos; reducir las contribuciones; reunir con arreglo á los antiguos fueros y costumbres los representantes de los pueblos y provincias; fomentar la industria catalana con gracias y privilegios, y castigar á los enemigos y premiar á los fieles (1).

Con la misma fecha espuso la regencia al rey su instalacion y su objeto (2); y el baron de Eroles que habia puesto su firma en estos documentos con el marqués de Mataflorida y el arzobispo de Tarragona, publicó en dicho dia, firmada solo por él, una proclama á los catalanes, en la que despues de condenar todo lo existente decia: «Tambien queremos constitucion, queremos una ley estable por la que se gobierne el Estado; pero queremos al mismo tiempo que no sirva de pretesto á la licencia, ni de apoyo á la maldad; queremos que no sea interpretada maliciosamente, sino respetada y obedecida; queremos por fin, que no sea amada sin razon, ni alabada sin discernimiento (3).»

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Siguiendo la regencia sus tratos, nombró su encargado de negocios en París á Martinez Balmaseda, y le envió pliegos para el conde de Artois, para el duque y duquesa de Angulema y la de Berri, para el ministro de Estado, y para las córtes de Europa, en que les participaba su establecimiento en Urgel, é impetraba su proteccion para dar feliz cima á su empresa. Balmaseda avisa entonces á la regencia que pide al gobierno francés:

1.o-Dos millones de francos.

2.°-Orden para el pase de armas en la frontera.

3. Dos regimientos suizos.

Y 4.0-Un buque de trasporte y una fragata para auxiliar á los realistas en España.

Nada, sin embargo, consiguieron sus esfuerzos (1). Denunció no obstante que Eguía y otros consumieron 12.000,000 en Bayona, y que gobernaba á aquel general Hernan Nuñez, íntimo amigo del conde de Toreno.

Estos reveses no entiviaban el celo y la actividad de Balmaseda, y se preparó á sufrir otros. Pide una audiencia particular á las personas reales de Francia, y se la niegan. Tuvo luego una conferencia el 23 de agosto con el general Quesada, Calderon, Erro y Morejon, y en ella averiguó, que el plan de Eguía estaba sostenido por el gobierno francés para sus >>>fines particulares, y que lo ocurrido en Madrid el 7 de julio habia sido >> por haber el rey rehusado firmar lo que habian tratado en París Hernan >>Nuñez, Toreno, Lebal y otros, como Martinez de la Rosa y demás mi»nistros para establecer las dos cámaras y modificar la constitucion.»> Dice despues que el ministro de la Guerra francés y Montmorency, es taban por el plan de dar una Carta á España, como medio de unir las voluntades, y que habia salido un comisionado para Viena con el mismo fin.

De acuerdo con estos principios estaba Chateaubriand, creyendo que los gabinetes de Europa no permitirian que el rey de España volviera á ser absoluto; lo mismo pensaban los ministros Villele y Corbiere, y aunque un consejo, al que faltaron estos, acordó dar á la regencia los socorros posibles, el rey se inclinó á la opinion de los dos ministros que se oponian. Influia tambien la Inglaterra en que la Francia no prestase auxilios contra los liberales, y á la par que se dificultaban los empréstitos para la regencia, se facilitaban para el gobierno constitucional, que hipotecaba los conventos. Achacábase á los ingleses el deseo de aumen

(1) La Francia ofrecia al mismo tiempo á los comisionados de la república de Colombia cinco mil fusiles.

Томо 1.

tar nuestra crítica situacion, para dar tiempo á que se efectuase la independencia de las Américas.

Don Carlos España habia formado tambien su plan de contrarevolucion, que elevó á la aprobacion de los emperadores de Austria y de Rusia, ofreciéndoles una parte del Perú, siempre que coadyuvasen á su objeto. Asintieron los emperadores, y solo esperaron la ratificacion de Fernando.

IV.

Los constitucionales que no ignoraban estos conciertos, obraban activamente en Francia é Inglaterra, y Toreno en el primer punto, tenia frecuentes entrevistas con Villele, conviniendo al fin ambos en la modificacion de la constitucion, que era el caballo de batalla, con las dos cámaras ó la carta francesa, en una amnistía general para liberales y realistas, en reconocer la deuda contraida por las Córtes, y en coronar en América á un príncipe de la familia real de España.

Pero si muchos eran los esfuerzos de los liberales, no quedaban en zaga los de la regencia, que ya reunido el congreso de Verona, se hace oir de él, haciendo intervenir al Papa, á la duquesa de Luca y á otros soberanos, y le inclina á su favor. «Parece, pues, en nuestro concepto, dijo la regencia al congreso, que el primer paso conviene que sea restablecer las cosas, por ahora, al estado que tenian en 7 de marzo de 1820; despues por disposicion de S. M. y con su intervencion, podrá ser oida la voz verdadera de la nacion; y examinando si hay vicios en el sistema ó defecto accidental, podrán adoptarse por S. M. las medidas más oportunas y que puedan curar cualquier mal y no aumentarle.»

Los acontecimientos de la Península obligaron entonces á la regencia á salir de España (1), y se estableció en Tolosa, 10 de diciembre, donde trabajó con la misma actividad que en Urgel, marchando luego á Perpiñan para estar más cerca de España. Desde aquel punto comenzó á organizar los cuerpos realistas de Cataluña, que se presentaron decididamente á combatir en su favor.

Pero á estos esfuerzos de la regencia se oponian sus enemigos del mismo partido, como Eroles, Erro, Calderon, Quesada, Alvarez de Toledo, y sobre todo Villele, á quien apoyaba Chateaubriand. Procuraban estos inutilizar la decision del congreso de Verona, á pesar de haber te

(1) Vió entonces desarmar por el ejército francés á los realistas que la siguieron, y por más reclamaciones que hizo no pudo lograr la restitucion de las armas; pero furtivamente fueron regresando algunas.

nido alguno tanta parte en ella, cosa por cierto original, y no perdonaban medio de destruir de cualquier modo la regencia. Esta, viendo tan formalmente amenazado su poder, acudió á un medio cierto de asegurarse, demostrando así su popularidad; y al efecto, recibió el ministerio francés esposiciones en favor de la regencia, de la junta provincial de Cataluña, declarando además que no reconoceria otra autoridad; del arzobispo de Tarragona; de la junta apostólica del reino de Galicia; de las provincias de Alava y Guipúzcoa; del arzobispo de Valencia; de los obispos de Urgel y Pamplona; de la junta de Navarra; del marqués de Feria; del Inquisidor general; de don Cárlos O'Donnell y de don Francisco Longa; dirigiendo además Mataflorida una notable protesta al duque de Angulema.

No fueron por entonces atendidas estas manifestaciones, sin que por esto se desanimara la regencia, la cual se trasladó á Ortes, y allí continuó obrando, resistiéndose al nuevo gobierno provisional que pretendia formar Villele, y en el cual no quisieron tomar parte los prelados de Urgel y Tarragona, ni otros prelados á quienes se dirigió el mismo Angulema.

Las circunstancias habian ido fortaleciendo el poder de la regencia; habíanse establecido juntas que la reconocian y secundaban sus planes, obrando activamente, además de las que hemos espresado, la de Aragon, constituida en Mequinenza, la de Sigüenza, cuyo presidente era el doctoral don Felipe Lesmes Lebulla, y secretario don José Moxases; y entre otros personajes, los generales Laguna, Grimarest, Romagosa, el general de capuchinos, Merino, Saperes, Barrafon, Corpas, marqués de Feria, y por último, tantos militares y empleados civiles, que estando alistados en las filas liberales, prestaban obediencia á aquel poder contrario, y le servian, viéndose que tambien algunos prestaban á la par servicios á la causa liberal.

al

Mr. Oubrard, banquero de París, bien célebre despues, propuso fin á la regencia de Urgel un empréstito bajo condiciones que parecieron sumamente onerosas, como la de cargar á la nacion con una deuda de 2,080.000,000 de francos sobre la que tenia, y el pago de 80.000,000, cuyo débito no constaba, sin que despues de todo apenas pudiese disponer la regencia de unos 15.000,000 de reales. Escandalizada de tales exigencias, se negó á tan gravoso empréstito, á pesar de los esfuerzos de los emisarios del gobierno francés para que se aprobara, y solo pudo decidirse la regencia, en fuerza de la absoluta necesidad en que se hallaba, á crear una especie de valores reales ó acciones, en cantidad de 80.000,000 de reales de rentas al 5 por 100, cuyas acciones serian únicamente enajenadas segun la necesidad lo requiriese. Acudieron pocos en demanda de tales acciones, y quedó todo en proyecto.

:

V.

Habia sufrido la regencia grandes vicisitudes; pero aun la restaban mayores, y cuando vislumbraba un porvenir más próspero, recibió una órden de S. A. R. el duque de Angulema, confinando á sus indivíduos, y aun á sus secretarios, á distintos pueblos de Francia, cuya órden se les comunicó en 3 de abril de 1823. Al dia siguiente recibieron otra del gobierno francés instándoles á pasar á París, para tenerles así más alejados de España. Permitióseles al fin regresar á su país, pero se trasladaron á Tours, hasta que vino á Madrid el arzobispo de Tarragona.

Los indivíduos de la regencia hubieran evitado estas persecuciones, si se hubieran prestado á formar parte del gobierno que se queria dar en España; pero firmes en su propósito de devolver al rey su autoridad absoluta, sin restriccion ni límites, molestaban sus adversarios á los ministros franceses, y todo eran planes contra la regencia. Halagaban al rey los principios de esta, y así parecia que se le hacia saber por conducto de emisarios, como don José Villafrontin, don Felipe Alvarado y otros, que si bien al principio la estimulaban á proseguir constante, iban luego á París y modificaban sus opiniones, declarándose partidarios del establecimiento de un nuevo gobierno.

En medio de tan poderosas contrariedades, constituia la regencia juntas en todas las provincias de España, armaba á los realistas en Cataluña, sacaba á campaña al Trapense (1), Merino, Cuevillas, Capapé, Juanito Zaldivar, y á otros partidarios del absolutismo, vendia Mataflorida sus bienes para sostener la guerra en el Principado, distraian algunos arzobispos y obispos las rentas de sus iglesias con el mismo objeto, y en la primavera de 1823 tenia ya minado en toda España el poder constitucional.

CLERO LIBERAL.

VI.

Pero si habia prelados y eclesiásticos tan decididos por el absolutismo, como hemos visto al tratar de la regencia de Urgel, tambien se con

(1) Don Antonio Marañon (a) el Trapense, trocaba con pasmosa facilidad el uniforme por los hábitos, los claustros por el campamento. En campaña, pendia de su hábito franciscano un crucifijo, de su cintura un sable, dos pistolas y un rosario. A caballo solia llevar siempre un látigo en la mano: y andando el tiempo le acompañó una mujer, hermosa, jóven, y célebre, que tiene consignadas tambien sus páginas en esta obra.

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