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dora regente de la nueva audiencia de Burgos, de lo que como buen hermano te doy la enhorabuena, pues te deseo de todo corazon las mayores felicidades, y en nada soy menos que ti con respecto á mí, en desearte bienes.

A las reflexiones sobre mis opiniones, no debo contestar, porque en este punto cada uno conservará las suyas. Hoy escribo al general Quesada, mi antiguo jefe, haciéndole presente que para contestar á sus proposiciones, necesito reunir los cuerpos y personas caracterizadas de este ejército, pues que yo para asunto de tanta gravedad, no soy más que un solo indivíduo, y aquí hay muchos sujetos de rango é ilustrados, que deben discutir el negocio. Tú ya sabes el modo con que siempre me he comportado; que el honor ha sido mi divisa, y que para conservarlo en la delicada posicion en que me encuentro, debo pulsar el negocio con el mayor cuidado. Conservate bueno, y manda á tu afectísimo hermano-Tomás Zumalacarregui. P. D. Nada sé de Pancracia desde que me dijeron que la habian hecho presa.

NÚM. 44.-Pág. 262.

Pamplona, 4 de marzo de 1834.

Señor don Miguel Zumalacarregui.—Mi estimado amigo: acompaño á vd. la contestacion de su hermano: la que a mí me ha dado no es tan franca cual debia desearlo, pero da esperanzas de que podremos entendernos: hoy le he vuelto à escribir llamándole à una entrevista, à la que debe venir con algunos de sus compañeros: si accede à ello, espero convencerlos. —A su mujer la puse en libertad (1), y desde el momento que llegué à Estella, la vi en Puente la Reina, y la dí pasaporte para Elizondo en el valle de Baztan, para donde lo pidió; la dije el interés de vd., y que se hallaba en Logroño, manifestó complaciencia y apreciar sumamente la fineza. -Yo creo que es innecesario que vd. se detenga por más tiempo en esa, pues si la cosa se ha de hacer, se realizará en nuestra entrevista, y la determinacion no será entonces tan rápida que lograse vd. verlo en veinticuatro horas, por lo que le será más cómodo aguardar en Burgos; pero vd. hará lo que le acomode en esta parte. Mis espresiones al amigo Ligues, y vd. disponga de su afectísimo Q. S. M. B.-Vicente Quesada.

NÚM. 45.-Pág. 262.

Pamplona, 3 de marzo de 1834.

Mi estimado Zumalacarregui: su carta de vd. del 1.o del corriente, aunque no me ha llenado del todo, me ha causado, sin embargo, cierta satisfaccion, pues me hace esperar que haciéndose vd. y compañeros cargo de la razon conocerán su verdadera posicion, y sabrán apreciar mi amistad y franqueza, y no desearán comprometerla. Ya ofrecí á vd. no se le perseguiria, y esto se verifica; por lo tanto, tienen vds. la facilidad de reunirse los jefes, pues nadie se lo estorba. Los pretendidos derechos del infante ha sido el ridículo pretesto de que se han valido los que han engañado á vds. con la idea de sostener sus miras ambiciosas à costa de la sangre de tanto desgraciado, y de la ruina de este hermoso reino. Dejémonos, pues, de pequeñeces, y arrójense vds. ȧ los brazos de la amistad; media hora de conversacion hará más que cuantas cartas podamos escribirnos. Venga vd., ȧ hablarme con franqueza con Eraso y cuatro ó cinco indivíduos que vd. quiera al pueblo de Noain; todo lo demás es perder un tiempo precioso; si vds. no quedan convencidos, es asunto concluido, y se vuelven vds. tranquilamente; pues yo no puedo faltar á mis deberes por más tiempo.-Deseo á vd. toda felicidad y cuente con el afecto de su amigo y servidor Q. S. M. B.-Vicente Quesada.

(1) Habia sido detenida y puesta en un convento por el general Valdés.

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Mi querido Tomás: quedo impuesto de cuanto me dices en tu muy estimada de 1.o del corriente, y no he dudado jamás de tu buen efecto, ni de la satisfaccion que te habrá causado la noticia de la bondad con que me ha distinguido S. M. la reina gobernadora.

No te considero fuera del caso de haber de contestarme à las cortas reflexiones que te hice en el órden å tus opiniones; porque siendo yo, como te lo he manifestado, el más interesado en tu bien y en el de tu familia, pues la tengo como mia, debiste creer que mis indicaciones eran hijas de mi buen deseo, y que descansaban en datos los más positivos: de todos modos creo que no desecharás la opinion de un hermano que te ama, y que siempre te ha considerado como hombre de honor.

No es mi ánimo ni el del general Quesada, tu antiguo jefe, el precipitar un asunto que te parece tan grave: te dije y repito que una entrevista allanaria todas las dificultades, porque haciéndote cargo del verdadero estado de las cosas, no me cabe duda en que aceptarias lo que te propuse. Respeto sobremanera el rango é ilustracion de las personas que te acompañan; pero esto estoy cierto de que esas respetables personas están mal informadas, y de que su posicion no es tan delicada como la tuya, y que por consiguiente, por su mismo honor deben procurar saber la verdad.—Te ruego, querido hermano, que te veas con ese apreciable y digno general: pueden ir contigo los sujetos ilustrados que elijas; se discutirà el asunto, y tomareis el partido de la verdad y de la justicia.-Mañana marcho á Burgos, en donde me detendré dos dias: pasaré à Madrid, y reunido con mi familia regresaré á Burgos: mi venida á Logroño no tuvo otro objeto que el de verte; más la distancia que nos separa lo hace impracticable por ahora, y no me es posible esperar: escribeme por medio del general, y si me necesitas volveré al momento. Deseaba tambien hablar á Pancracia y tus niñas; todo me ha sido imposible por lo delicado de mi salud, pero conservo la dulce esperanza de tenerte en mi compañía despues de darte un abrazo. Adios: sabes cuanto te ama tu afectisimo hermano-Miguel Antonio de Zumalacarregui.

NÚM. 47.-Pág. 262.

Logroño, 7 de marzo de 1834.

Excmo. señor don Vicente Quesada. -Mi apreciable general: en vista de lo que tiene vd. la bondad de decirme en su muy estimada de 4 del corriente, he determinado salir mañana para Burgos, y dando algunas disposiciones para el establecimiento de la audiencia, pasaré à Madrid: mi detencion en la córte será muy corta, porque en arreglando lo que dejé pendiente, regresaré al momento á Burgos: si considera vd. que puedo influir en algun modo á las sanas y benéficas intenciones de vd., con el menor aviso me dirigiré à donde me indique. Incluyo á usted la adjunta para mi hermano; he creido no deber contestar de otro modo; véala vd. y si le parece que es inútil, puede romperla; si tiene vd. à bien dirigirla, es regular que me conteste, y en ese caso, sírvase vd. tener la bondad de dirigir á Madrid la contestacion.--El señor Ligues agradece la atencion de vd., y le devuelve finas espresiones; páselo vd. bien y mande à su afectisimo amigo y servidor Q. B. S. M.-Miguel Antonio de Zumalacarregui.

NÚM. 48.-Pág. 262.

Lumbier, 6 de marzo de 1834.

Excmo. señor don Vicente Quesada. Mi venerado general. El dia 2 del actual me hizo entrega Criz de la fina de V. E., de fecha 13 del pasado, juntamente con las proposiciones que la acompañan, y hoy ha llegado á mis manos la del 3, que han conducido Eraso y Vidondo, á la que por el pronto solo puedo contestar que fiado en la buena fé que es en V. E. característica, y de lo que tenemos pruebas los que hemos tenido el honor de servir à sus órdenes, y deseo

sos de hacer cualquier sacrificio por el bien de nuestra amada patria, triamos desde luego as Eraso como yo y algunos oficiales que elegiriamos, à la entrevista que V. E. desea tener, pero para esto debe preceder alguna deliberacion por parte de las personas à quienes creo necesario consultar; en vista de lo que V. E. me manifiesta en el segundo párrafo de su última, relalativo á que puedo reunir los jefes, doy las conducentes disposiciones, y tan pronto como se verifique daré á V. E. contestacion, cuya operacion haré por todos los medios posibles se verifique à la mayor brevedad.—Desea á V. E. toda clase de felicidades su afectísimo seguro servidor y antiguo subordinado Q. B. L. M. de V. E.-Tomás Zumalacarregui.

NÚM. 49.-Pág. 262.

Pamplona, 7 de marzo de 1834.

Mi estimado Zumalacarregui: su carta de vd. de ayer me ha disgustado bastante, pues me hace presumir que no proceden de buena fe, y que solo tratan de ganar tiempo. Por otra par te veo que ha recibido la que le escribí en Logroño por mano de Uriz; pero como ahora me hallo en otras circunstancias, mis deseos de favorecerlos me estimulan á concederles cuanto sea racionalmente posible; pero para hacerles conocer enteramente mis intenciones, me es preciso hablarles, pues sin esa circunstancia nada adelantarian vds. con su reunion: en esta inteligencia, haga vd. por venir á Noain mañana de doce à dos, con las personas que quiera, y si vd. no puede verificarlo, que venga Eraso y Sarasa solos ó con cualquiera otro.—Si vds. no acceden á esta proposicion, considero que no proceden de buena fé, y empiezo á perseguirlos á todo trance.-Ya toda la Navarra sabe mis buenas intenciones hácia vds.: la opinion pública está por la tranquilidad y la paz, y toda la odiosidad va á recaer sobre vds. si esto no se consigue. Tan humano como he sido hasta aquí, otro tanto seré de inflexible y duro: una de mis primeras providencias será la de que el clero pague una doble contribucion de la que está dando á vds. en el dia y lo mismo se verificará en lo sucesivo con los pueblos é indivíduos que les contribuyan con la menor cosa; en fin, los males que van a caer sobre este país no tendrán límites, y vds. serán los causantes de ello. El ejército francés está anhelando entrar en España, y si yo veo que en la persecucion corren vds. tanto que no puedo alcanzarlos, pediré que eniren ȧ:ocupar el Baztan, Alduides y demás puntos que sean necesarios, para contener sus correrías y dejarlos limitados à un corto rádio, en que me será fácil esterminarlos.-Soy demasiado franco para no decirles que en el momento en que empieze à operar, se acabó toda esperanza de olvido ó lenidad, y las leyes se cumplirán con todo el rigor de su tenor. Espero mañana temprano la respuesta para salir á Noain, y si no acceden vds. á ello, es asunto concluido. Queda de vd. su afecto amigo y servidor-Vicente de Quesada.-Señor don Tomás Zumalacarregui.

NÚM. 50.-Pág. 262.

á

Lumbier, 7 de marzo de 1834.

Excmo. señor don Vicente Quesada.—Mi venerado y antiguo general: no dando V. E. lugar para discutir en la forma que me disponia sus proposiciones en el perentorio término que exige la contestacion à la suya de este dia, la he leido á toda la oficialidad del primero y segundo batallon, y unánimemente conformes me han manifestado que están decididos á vencer ó morir sosteniendo los legítimos derechos del rey nuestro señor don Carlos V de Castilla y VIII de Navarra.- La buena fé es característica en todos los indivíduos de este ejército, y usando de ella se ha procedido en todos los pasos que se han dado. Soldados ejercitados en tres campañas jamás olvidaron su deber: se oyó la voz de V. E. como de un amigo, se le propuso una cosa razonable para satisfacerle, no ha asentido á ella, ¿pues que motivos hay para quejarse? Ganar tiempo nunca fué mi objeto, pero si examinar como merece un asunto cuya gravedad tiende al bien de la patria, y defendiendo la causa que me he propuesto, creo sacrificarme por lla: ast me lo dictan el deber, el honor y la justicia.-En su consecuencia puede V. E. desde luego principiar sus operaciones y reclamar el auxilio de la Francia si lo cree conveniente, pero viva persuadido que los males que se propone causar en este reino, solo servirán para que ga

ne V. E. el renombre de tirano, empleando su saña en los pueblos indefensos, y que à medida de sus rigores se aumentará el número de sus enemigos. Los que desde ahora nos constituimos á serlo, no tememos á otros tantos del partido revolucionario, y si las fuerzas de éste se aumentasen, tambien sabremos suplir la falta de número con el valor, ó perder honrosamente la vida defendiendo la más justa de las causas. Es de V. E. atento seguro servidor y antiguo súbdito Q. B. S. M.-Tomás Zumalacarregui.

NÚM. 51.-Pág. 263.

Manifesto de Zumalacarregui.

NAVARROS:-Quesada, hombre conocido entre nosotros por haber combatido contra el sistema constitucional en este reino, y en lá actualidad principal caudillo de la revolucion que hoy aflije à nuestra patria, ha tenido la audacia de remitirnos varios mensajes, todos ellos reducidos à que (con infamia de nuestra reputacion) entreguemos las armas que empuñamos para colocar en el trono de San Fernando al virtuoso y amado Cárlos V. de Castilla y VIII de Na

varra.

A sus primeros escritos contesté que en la resolucion de materia tan grave, no estaba yo autorizado para darle una respuesta decisiva, pues que en ella consideraba con derecho à la votacion, tantos cuantos voluntarios pertenecen á este ejército, y que por lo tanto, si habia de obtener una contestacion decisiva, era preciso que consintiese que todas nuestras fuerzas se reuniesen en un punto, y que al mismo tiempo las columnas enemigas se acantonasen en otros distantes.

Luego que los enviados por Quesada marcharon à llevarle esta contestacion, me dediqué à esplorar los ánimos de los jefes y oficiales de la division, á los que se les informó de todo lo ocurrido desde el principio de las negociaciones, siendo mi objeto que todos supiesen cuanto habia en el particular, y aun me indicasen su parecer en materia tan grave.

Sin dar lugar Quesada à la reunion que le proponia, y mucho menos à la junta solemne que debia verificarse para contestar con unánime resolucion á su estravagante pretension, con fecha de ayer 7 del actual, vuelve á escribir proponiéndome salgamos á avistarnos con él á las dos del dia en el pueblo de Noain, yo, el segundo comandante general don Francisco Benito Eraso, y algunos otros jefes; y que, de no verificarlo, principiará sus operaciones, haciéndonos la guerra con el mayor furor. Allí vomita veneno contra el clero, contra los pueblos, y contra los particulares; allí, dejándose llevar de la impetuosidad de su carácter violento, amenaza con los franceses, con incendios y saqueos; y allí, finalmente, se manifiesta como el mayor tirano de la tierra.

Navarros, al verme en el inevitable caso de contestarle sin contar con la plenitud de votos de todos nuestros compañeros de armas, de comun consentimiento de los jefes y oficiales hoy reunidos en este cuartel general; me he revestido de todo el carácter y firmeza con que debe hacerlo aquel que es el órgano de los sentimientos del pueblo navarro. No es en Noain, como pretende el sanguinario Quesada, donde ha de avistarse con los jefes del ejército de Navarra, sino en el campo de batalla: tampoco es á la cabeza del puente de Lodosa ó de Logroño, rindiendo las armas como hombres que no supieron sostenerlas, sino despues que centenas de revolucionarios, y aun él mismo, sean despojo de la muerte. Arroyos de sangre, incendios y saqueos, son la imágen que su feroz carácter nos presenta; pero ¿qué vale todo esto si las naciones todas cuantas habitan en el globo admirarán vnestro valor y decision? El nombre de héroes no se gana sino á costa de sacrificios: los paises son respetados solamente á roporcion de sus virtudes. Nosotros todos sabremos morir antes que sucumbir à un gobierno cuyos principios elementales son la impiedad y la tirania; las armas nos darán lo que las human s teorías quieTen usurparnos; y finalmente Carlos V, destinado por el cielo à ocupar el trono español, no dirá que ha puesto en vano su principal confianza en los navarros.

La fidelidad navarra, constante siempre en sus empresas, conserva ileso su bien merecido renombre: las naciones de la tierra celebrarán de mil modos nuestra unánime resolucion, y antes de poco, en union con nuestro soberano, romperemos la cabeza á la hidra revolucionaia. Pueblos de Navarra, personas de todas clases que ansiais à Cárlos V, respetables prela

dos, todos, todos unios á mí; tiempo ha llegado en que ya no podreis disfrutar del reposo de vuestros hogares, pues que impunes é indefensos sereis víctimas desgraciadas del mónstruo sanguinario que pisa nuestro sagrado suelo. Jóvenes navarros, venid todos, engrosad nuestras filas, sed compañeros de las glorias militares y fatigas de los demás, y contribuir á acabar pronto con cuantos cristinos han venido, los que en ninguna manera han sido, son, ni serán tan esforzados como vosotros.

Repetid el juramento conmigo ¡Carlos ó la muerte! ¡vencer ó morir! esta es la divisa de vuestro comandante general.-Tomás de Zumalacarregui.-Cuartel general de Lumbier, 8 de marzo de 1834.

NÚM. 52.-Pág. 264.

Manifiesto de Quesada.

NAVARROS.-Nombrado virey interino de este reino, y general en jefe del ejército de operaciones, he llegado à esta capital para dar cumplimiento à la mision que se me ha encargado. Mi afecto á un país á que me unian antiguos recuerdos, no podia mirar con indiferencia los males que está sufriendo, ni á hombres en el dia desgraciadamente estraviados, que en otro tiempo sostuvieron bajo mis órdenes los legítimos derechos del trono: para volver à estos á la razon y evitar à aquel nuevas calamidades, les he recordado amistosamente nuestras antiguas relaciones, y sus verdaderos deberes; ofreciéndoles mi mediacion para que pudiesen obtener de nuestra augusta soberana, si deponian las armas, un generoso olvido de lo pasado sin limitacion alguna Mi lenguaje ha sido tan franco y sincero para con ellos, como en todos los pueblos que he recorrido hasta llegar å esta capital: inútiles todos mis esfuerzos para evitar la destruccion de un pais que aprecio, y la infalible ruina de aquellos pertinaces, es llegado ya el caso de que Navarra sepa cuanto he hecho por libertarla de los horrores de la guerra civil: así como la obstinacion de sus hijos espúreos que prefieren á la felicidad de su patria la continuacion del pillaje y demás escesos à que se han acostumbrado: obligado muy ȧ mi pesar á hacerles conocer la energia de mi carácter, aseguro que en lo sucesivo seré tan imperturbable en el castigo de sus enormes delitos, como severo en hacer ejecutar literalmente los bandos y providencias que vaya dictando.

El valiente y decidido ejército solo tardará en vencer á los rebeldes los dias que no logre' alcanzarlos: esta es la sola dificultad que ofrece su destruccion.

Cuartel general de Pamplona, 9 de marzo de 1834.-El marqués de Moncayo.

NÚM. 53. Pág. 269.

ARAGONESES.-La muerte de mi augusto hermano, sin sucesion varonil, me llamó al trono de mis abuelos: sensible à los heróicos sacrificios de mis pueblos, y dócil á la voz del cielo, no vacilé un momento en secundar los esfuerzos de la lealtad, à pesar de los obstáculos que con anticipacion me habian opuesto sucesos demasiado conocidos, y cuyo desenlace necesariamente debia ser crear nuevas pasiones, y concitar todos los intereses, abusando de la debilidad de mi sobrina la reina viuda: sus conatos empero serán vanos: la España entera está dando al mundo nuevas pruebas de su juicio y amor à sus reyes, á cuya sombra solo sabe bien puede hallar su verdadera dicha. Esas inmortales provincias defienden con un denuedo digno de los mejores tiempos de nuestra restauracion, el derecho de agnacion en la sucesion del trono tan solemnemente proclamado en los antiguos fueros de Aragon, que han sido siempre el númen tutelar de esta parte tan preciosa de mis dominios, y que hoy os quiere arrancar la usurpacion. ¡Aragoneses! la España necesita paz para curarse de males inveterados que la oprimen; oid sus gritos, acordaos de vuestro reciente heroismo, y no dudeis que con vuestra enérgica cooperacion, la veremos en breve contenta y feliz en lo interior, y respetada en lo esterior, objeto constante de mis paternales desvelos.-Palacio de Villarreal, 9 de marzo de 1834.

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