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todos debian estar de rodillas (1); pues si bien las mitras las aprobaba Su Santidad, era porque las proponia S. M. C.; y-¿recuerda V, S. I. lo que sucedió en el siglo XVI con el obispo de Zamora? Pues aquella escena puede repetirse ahora, si el rey católico lo manda..... (2)

Consternado le contestó el obispo que él no habia podido contener á todos: el conde de España le replicó entonces con energía:

--Pues V. S. I. ha debido hacer lo que manda San Pablo; sacudirse las sandalias, y marcharse del paraje donde estaban los rebeldes á donde estaban los leales. V. S. I. ha faltado al rey como vasallo, como autoridad y como prelado de la Iglesia; lo primero porque se ha mantenido entre sus enemigos; lo segundo, porque no ha trabajado con la influencia de su destino para que se contuvieran los males que se han seguido á los pueblos, y lo tercero, porque no ha predicado la obediencia al César, y dirigido la opinion y las conciencias en provecho de la paz, evitando que se derramara la sangre qae ya ha corrido.

Despidióse el obispo, y salió atravesando aquella apiñada fila de espectadores, recogido en el más profundo silencio. El asombro se veia retratado en todos los semblantes.

El capitan general le acompañó hasta el pié de la escalera, y al separarse en la puerta de la calle, le besó la mano.

Acto contínuo redactó el parte para el ministerio, con la relacion exacta de cuanto habia ocurrido, y le terminó diciendo: «Sírvase Vuecencia decir á S. M. que esto he hecho como su capitan general del Principado, presidente de su real audiencia; y que como católico, he acompañado á S. I. por la escalera, le he besado la mano; pero no he reparado me echara su santa bendicion. Dios, etc. »>

VARIAS OPERACIONES EN CATALUÑA, EL MAESTRAZGO Y PROVINCIAS

VASCONGADAS.

XLI.

El 13 fué el dia de la entrada del conde en Vich: al siguiente envió á Ostalrich un abundante convoy de víveres, y dispuso marchara el brigadier Manso con la vanguardia de su cargo sobre Olot y demás puntos de la montaña en persecucion de los rebeldes. Pasó S. E. el propio dia con una parte de su division á Gerona, y desde allí, dando á varias co

(1) E hincó la rodilla en tierra.

(2) Se referia al obispo Acuña, ahorcado en Simancas.

lumnas diferentes y bien combinadas direcciones, logró envolver y dispersar, casi á un mismo tiempo, hasta la frontera de Francia, en cuyo país se guarecieron, á las partidas que quedaban en el Ampurdan y puntos limítrofes.

Entonces fué cuando Vilella con todos sus oficiales y soldados entregó las armas, sometiéndose al indulto.

Algunas partidas se destacaron de Cataluña para llevar la guerra á Aragon, donde tambiem se conspiraba. Uno de los proyectos fué apoderarse de la plaza de Peñíscola, para lo que se concertaron algunos oficiales indultados del delito de rebelion, que se hallaban acantonados en la villa de Benicarló.

Frustrado su intento, cometieron algunos escesos en Uldecona, la Cénia, Rosell, Godall y Trijinal, á donde se dirigieron con ánimo de hallar segura guarida en las montañas. Estas pequeñas partidas eran capitaneadas por Vicente Colubi, Guardia Vicente Colubi, Guardia y Monteverde.

Encargada á don Ramon de Meer la persecución y esterminio de estos sublevados, salió de Barcelona en la mañana del 21 de diciembre, con ochenta hombres, un capitan y tres subalternos, del regimiento de infantería ligera de voluntarios de Gerona, y cumplió en breve su cometido.

Por el mismo tiempo se trasladaba á Aragon don Joaquin la Guardia: pasó el Ebro, pero alcanzado en Capaces por la columna de don Alonso García, le propuso éste el indulto, y rechazándole se rompió el fuego, trabándose una pequeña escaramuza, en la que perdió Guardia alguna gente, una bandera, siete mil cartuchos y veinte y seis hombres, que quedaron prisioneros.

Dirigióse la Guardia con el resto de su gente á Cornudella, y alcanzado por trescientos infantes y treinta granaderos á caballo, al mando de don Rafael España, que salió de Reus en su persecucion, se rindió la mayor parte de la fuerza insurrecta, y la restante se fué presentando á las justicias de los pueblos.

Don Joaquin la Guardia, á quien ya dijimos preventivamente se fusiló con el doctor don Magin Pallás, era un coronel ilimitado, que hallándose arrestado en el fuerte de Tarrragona, se fugó de él en union de otros compañeros, estimulados como él por un oficial que les trató de cobardes, porque no corrian á defender la causa de los catalanes.

Libre la Guardia, se dirigió á Cornudella, púsose á la cabeza de los voluntarios realistas, á los que se unieron algunos paisanos, y en comunicacion con Saperes, Rafi Vidal y otros, cuyas fuerzas mandó algun tiempo, y con las que operó, hasta que tuvo los fatales encuentros que hemos descrito.

Relirado á Obarca, tuvo ocasion de enterarse luego, cerca de Reus,

de lo malparada que estaba la insurreccion, y se encaminó á la montaña, donde fué preso, sufriendo á poco la muerte, sin poder inculpar á nadie de su fatal destino.

El fuego de la insurreccion cundió tambien á las Provincias Vascongadas.

El 2 de octubre, una pequeña partida al mando de don Asensio Lansagarreta, entró por sorpresa en Ulibarri-Arrazua, á legua y media de Vitoria, se apoderó de las armas de algunos voluntarios realistas, y se encaminó á Guipúzcoa por los montes de Aranzazu. Hostigados los rebeldes por las fuerzas que se destinaron á apagar aquel chispazo que podia propagarse en las provincias, algun tanto predispuestas á ello por emisarios de Cataluña, marcharon á Vizcaya, donde sucumbieron á la activa y constante persecucion que les hacian las autoridades, ayudadas de los realistas, que se mostraron fieles. Los de Aramayona arrestaron á Lansagarreta, y dieron fin á aquel amago de insurreccion, que ni comenzó con los mejores elementos, ni fué acogido por el país.

lo

Cometieron los alzados faltas indisculpables, demostrando en ellas que ya hemos repetido; que la revolucion que se disponia en 1827 carecia de una cabeza organizadora, y por consiguiente, de ese centro de accion que es el alma de las revoluciones cuando les falta un espíritu público decidido y unánimemente pronunciado en su favor.

FIN DE LA INSURRECCION. LOS LIBERALES.

XLII.

Volviendo á Cataluña, acabaremos de reseñar las operaciones militares.

Abrigados en el Ampurdan y puntos limítrofes los restos de las gavillas facciosas, á consecuencia de los encuentros que tuvieron, y de la persecucion que les hizo el brigadier Manso, desaparecieron á poco del Principado todas las bandas de sublevados. La mayor parte de los que las componian se acogieron al indulto, presentando unas armas que no supieron manejar. Castan, Vilella y Rafí Vidal, depusieron tambien las suyas, entregándose así al patíbulo. Busons, tan infatigable como decidido, fué el único que, en union de su asistente, vagaba por las montañas de Berga, acosado por Manso en todas direcciones y por todos los medios posibles.

Algunos que, por crímenes anteriores, no estaban comprendidos en el indulto, recorrian dispersos las escabrosidades de los montes, molestados por pequeños destacamentos.

TOMO I.

12

Tal fué el resultado de la insurreccion de los malcontents, que damos por concluida militarmente.

Las tropas se acantonaron en diferentes puntos para restablecer el órden.

Los gobernadores y comisiones militares recogian al mismo tiempo toda clase de armas para imposibilitar así otra nueva tentativa.

Dicen los militares que operaron entonces en Cataluña, que fué aquella campaña penosísima, ya por la rapidez de los movimientos que tuvieron que ejecutar las tropas para apagar casi al mismo tiempo la revolucion, ya por la escabrosidad del terreno en que obraron; añadiendo á esto que la mayoría de los cuerpos que formaron aquel ejército de operaciones, acudieron de remotas distancias á marchas dobles y sin descansar, se internaron en lo más peligroso del Pirineo por los puntos más difíciles, en los que se refugiaron aquellos sublevados que no tenian valor para combatir; siguiéndoles, sin embargo, las tropas á los abismos donde se escondian, y sacándoles de ellos aun en las noches más tenebrosas.

Indignos de vencer eran los insurrectos de 1827, que así cedieron, teniendo treinta y tres batallones en campaña, y casi otros tantos sobre las armas en las poblaciones; abundando en recursos, contando con la proteccion de elevadas influencias, con el fanatismo religioso de la parte bruta del país, y con lo mentido de su pública enseña.

Pero todo se desvaneció como el humo.

A este éxito contribuyó no poco el partido liberal. Los servicios que prestó fueron importantes para el rey, y pagados con perfidia por el conde de España. Las autoridades de Cataluña solo podian valerse confiadamente de los liberales, y así lo hicieron.

Los insurrectos predicaban la cruzada, contra los negros; y estos, para su propio interés, obraron bien poniéndose al lado de sus enemigos.

RAFÍ VIDAL.

XLIII.

Entre los jefes de la insurreccion y sus más valientes adalides, figura el teniente coronel don Juan Rafí Vidal, que instaló y presidió la junta de Reus, compuesta de dos eclesiásticos y tres oficiales de voluntarios realistas.

Desempeñando estaba Vidal la ayudantía de la subinspeccion de aquellos cuando el gobernador de Tarragona le nombró para formar una columna de los mismos, que, ejecutando varios movimientos, procurara la disolucion de unas partidas rebeldes, que engrosándose diariamente,

recorrian la Cornudella, Alforja, Valls y otros puntos. Al recibir Vidal esta comision, convocó al ayuntamiento y á los voluntarios realistas, y participándoles la órden del gobernador de Tarragona, les dijo que iba á manifestarles su proyecto.

Escuchándole todos con religioso silencio, empezó á decirles con más entusiasmo que elocuencia:

-Señores.... yo perseguiria con teson á los que ocupan Cornudella, Valls, y cualquiera otro punto y toda partida ambulante, siempre que pudiese penetrarme no fuesen las ideas de los que componen la fuerza muy amenizadas á favor de Fernando VII, rey absoluto y religion antigua; pero he resuelto morir antes que verificarlo, como espero lo harán todos los voluntarios del distrito, y procurarán vds. por su parte no se verifique. Desde ahora me quito la máscara, y digo: que soy partidario de aquellas columnas, me declaro á su favor, y continuaré, siempre que sea su fin separar á todo infame que haya sido constitucional, ó pertenecido á la milicia nacional voluntaria, de cualquier destino que ocupe y le hayan confiado sugetos que es probable ocultan al rey nuestro señor todo cuanto se les antoja, y se divierten sin dar cumplimiento á sus sábias disposiciones.

Espero, pues, que esta corporacion cooperará en cuanto se le ordene para el fin que me propongo, y que los señores jefes y oficiales contribuirán para que tomen sus voluntarios parte en ello; y cuando no, sí debo prometerme quedarán pasivos sin ofender á sus compañeros de armas y estarán de parte del órden, que tanto anhelo (1).

Esta declaracion de guerra que hacia Vidal, causó profunda sensacion por la importancia que tenia en el país. Jóven, lleno de entusiasmo y con todo el vigor de sus pasiones, se le hacia aparecer como un adalid temible que combatiria con denuedo, siquier reprodujera todos los horrores de una guerra civil; y no porque Vidal fuera sanguinario, sino porque era valiente, y solo queria vencer ó morir.

Declarada Reus en insurreccion, publicó Vidal la siguiente proclama:

Viva la santa religion. Viva el rey nuestro señor, y el tribunal santo de la Inquisicion.

. Habitantes del campo de Tarragona: Ya va serenándose la atmós

(1) Estas palabras se publicaron con esta nota.-«El secretario del magnifico ayuntamiento real de esta villa, certifica: Que la copia que antecede concuerda con su original, que queda en poder del magnifico ayuntamiento. Y para que conste, y de órden de su magnificencia, lo Irmo en Reus, á 7 de setiembre de 1827. — Por indisposicion del secretario, — Francisco Baduell. »

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