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maltratado del demonio, que le dejase estar con él :

38 Y llegan á la casa del príncipe de la Sinagoga, y vé el ruido, y á los que lloraban, y daban grandes alaridos.

39 Y habiendo entrado, les dijo:

19 Mas no se lo concedió, sino que le dijo: Vete á tu casa á los tuyos, y cuentales cuan grandes cosas te ha¿Por qué haceis este ruido, y estais hecho el Señor, y la misericordia que llorando? la muchacha no es muerta, contigo ha usado. sino que duerme.

20 Y se fué, y comenzó á publicar en Decápolis cuan grandes cosas le habia hecho Jesus: y se maravillaban todos.

21 Y habiendo pasado otra vez Jesus en un barco á la otra orilla, se allegó al rededor de él una grande multitud de pueblo y estaba cerca del mar.

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22 Y vino uno de los príncipes de la Sinagoga nombrado Jairo: y luego que le vió, se postró á sus pies.

40 Y se mofaban: Pero él echándolos á todos fuera, toma consigo al padre y á la madre de la muchacha, y á los que con él estaban, y entra donde la muchacha yacia.

41 Y tomando la mano de la muchacha, le dijo: Talitha cumi que quiere decir: Muchacha, á tí te digo, levántate.

42 Y se levantó luego la muchacha, 23 Y le rogaba mucho, diciendo: Mi y echó á andar: y tenia doce años: y hija está en los últimos. Ven á poner quedaron atónitos de un grande essobre ella la mano, para que sea salva, y viva.

24 Y se fué con él, y le seguia mucha gente, y le apretaban.

25 Y una muger, que padecia un flujo de sangre doce años habia,

26 Y que habia pasado muchos trabajos en manos de muchos médicos, y gastado todo lo que tenia, sin haber adelantado nada, ántes empeoraba mas:

27 Cuando oyó hablar de Jesus, llegó por detrás entre la confusion de la gente, y tocó su vestidura :

28 Porque decia: Tan solamente con tocar su vestidura, seré sana.

29 Y en el mismo instante cesó su flujo de sangre, y sintió en su cuerpo, que estaba sana de aquel azote.

30 Mas Jesus conociendo luego en sí mismo la virtud, que de él habia salido, volviéndose hacia la gente, dijo: ¿Quién ha tocado mi vestidura ?

31 Y sus discípulos le decian: Ves la gente que te está apretando, y dices: ¿Quién me ha tocado?

32 Y miraba al rededor por ver á la que esto habia hecho.

33 Entonces la muger medrosa, y temblando, sabiendo lo que le habia acaecido, llegó y se postró ante él, y le dijo toda la verdad.

34 Y él le dijo: Hija, tu fé te ha sanado: vete en paz, y queda libre de

tu azote.

panto.

43 Y él mandó con mucha eficacia, que nadie lo supiese, y dijo le dieran de comer á ella.

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3¿No es este el artesano, el hijo de María, hermano de Santiago, y de Joseph, y de Judas, y de Simón? ¿y sus hermanas no están aquí tambien con nosotros ? y se escandalizaban en él.

4 Y Jesus les decia: No hay Profeta sin honor sino en su patria, y en su casa, y entre sus parientes.

5 Y no podia allí hacer milagro al35 Cuando aun estaba él hablando, guno; solamente sanó algunos pocos llegáron de casa del príncipe de la Si- enfermos poniendo sobre ellos las managoga, y le dijeron: Tu hija es muer-nos:

tro ?

ta: ¿para qué fatigas mas al Maes- 6 Y estaba maravillado de la incre dulidad de ellos, y andaba predicando 36 Mas Jesus, cuando oyó lo que de- por todas las aldeas del contorno. cian, dijo al príncipe de la Sinagoga : 7 Y llamó á los doce: y comenzó á enviarlos de dos en dos, y les daba potestad sobre los espíritus inmundos:

No temas: cree solamente.

37 Y no dejó ir consigo á ninguno, sino á Pedro, y á Santiago, y á Juan hermano de Santiago.

8 Y les mandó que no llevasen nada para el camino, ni alforja, ni pan,

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ni

dinero en la bolsa, sino solamente un bordon,

9 Mas que calzasen sandalias, y que no vistiesen dos túnicas.

10 Y les decia: En cualquiera parte donde entráreis en una casa, permaneced en ella, hasta que salgais de allí:

me dés en un plato la cabeza de Juan el
Bautista.

26 Y el rey se entristeció: mas por
el juramento, y por los que con él esta-
ban á la mesa, no quiso disgustarla:

27 Mas enviando uno de su guardia, le mandó traer la cabeza de Juan en un plato. Y le degolló en la cárcel. 28 Y trajo su cabeza en un plato: y ni os escucharen, al salir de allí, sacudid la dió á la mozuela, y la mozuela la dió el polvo de vuestros pies, en testimonio á su madre.

11 Y todos los que no os recibieren,

á ellos.

29 Y cuando sus discípulos lo oyé12 Y saliendo, predicaban que hicieron, viniéron, y tomáron su cuerpo: y lo pusieron en un sepulcro. sen penitencia:

13 Y lanzaban muchos demonios, y ungian con óleo á muchos enfermos, y sanaban.

14 Y llegó esto á noticia del rey Herodes, porque se habia hecho notorio su nombre, y decia: Juan el Bautista ha resucitado de entre los muertos: y por eso virtudes obran en él.

Y decian 15 Otros decian: Elías es. otros: Profeta es, como uno de los Profetas.

16 Cuando lo oyó Herodes, dijo: Este es aquel Juan que yo degollé, que ha resucitado de entre los muertos.

17 Porque el mismo Herodes habia enviado á prender á Juan, y le habia hecho aherrojar en la cárcel á causa de Herodías muger de Filippo su hermano; porque la habia tomado por

muger.

18 Porque decia Juan á Herodes: No te es licito tener la muger de tu hermano.

19 Y Herodías le armaba lazos: y le queria hacer morir, pero no podia.

20 Porque Herodes temia á Juan, sabiendo que era varon justo, y santo: y le tenia á custodia, y por su consejo hacia muchas cosas, y le oia de buena

gana.

30 Y llegándose los Apóstoles á Jesus, le contáron todo lo que habian hecho, y enseñado.

31 Y les dijo: Venid aparte á un lugar solitario, y reposad un poco. Porque eran muchos los que iban, y venian: y ni aun tiempo para comer tenian.

32 Y entrando en un barco, se retiráron á un lugar desierto, y apartado.

33 Y los viéron muchos como se iban, y lo conociéron: y concurriéron allá á pié de todas las ciudades, y llegáron ántes que ellos.

34 Y al desembarcar vió Jesus una grande multitud, y tuvo compasion de ellos; porque eran como ovejas que no tienen pastor, y comenzó á enseñarles muchas cosas.

35 Y como ya fuese muy tarde, se llegáron á él sus discípulos, y le dijéron: Desierto es este lugar, y la hora es ya pasada :

36 Despídelos, que vayan á las granjas, y aldeas de la comarca á comprar que comer.

37 Y él les respondió, y dijo: DadY le dijeron: les vosotros de comer. Irémos á comprar pan por doscientos denarios, y les darémos de comer.

38 Y les dice: ¿Cuántos panes te21 Hasta que últimamente llegó un dia favorable, en que Herodes cele-neis? id, y vedlo. Y habiéndolo visto, braba el dia de su nacimiento, dando dicen: Cinco, y dos una cena á los grandes de su corte, á los tribunos, y á los principales de la Galiléa :

82 Y habiendo entrado la hija de Herodías, y danzado, y dado gusto á - Herodes, y á los que con él estaban á la mesa, dijo el rey á la mozuela; Pídeme lo que quieras, y te lo daré :

23 Y le juró: Todo lo que me pidie-
res te daré, aunque sea la mitad de mi
reino.

24 Y habiendo ella salido, dijo á su
Y ella dijo:
madre: ¿Qué pediré ?
La cabeza de Juan el Bautista.

peces. 39 Y les mandó, que los hiciesen recostar á todos por ranchos sobre la yerba verde.

40 Y se recostáron en ranchos, de ciento en ciento, y de cincuenta en cincuenta.

41 Y tomando los cinco panes, y los dos peces, alzando los ojos al cielo, bendijo, y partió los panes, y los dió á sus discípulos, para que se los pusiesen delante y repartió entre todos los dos peces.

42 Y comiéron todos, y se hartáron. 43 Y alzáron lo que sobró de los pe

25 Y volviendo luego á entrar apre-dazos, doce cestos llenos, y de los peces. 44 Y los que comiéron, eran cinco surada adonde estaba el rey, pidió

diciendo: Quiero que luego al punto mil hombres.

42*

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45 Y dió luego priesa á sus discípu- veces, no comen, siguiendo la tradicion los, á que entrasen en el barco, y que de los ancianos: fuesen antes que él á Bethsaida á la otra parte del lago, miéntrás que él despedia al pueblo.

46 Y despues que los hubo despedido, se fué al monte á orar.

4 Y cuando vuelven de la plaza, no comen, si ántes no se bañan: y guardan muchas cosas que tienen por tradicion, lavatorios de vasos y de jarros, y de vasijas de metal, y de lechos :

5 Y le preguntaban los Fariséos, y

47 Y como fuese tarde, estaba el barco en medio del mar, y él solo en los escribas: ¿Por qué tus discípulos tierra.

no andan conformes á la tradicion de ancianos, sino que comen pan sin lavarse las manos?

48 Y viéndolos remar con gran fati-los ga, porque el viento les era contrario; y cerca de la cuarta vigilia de la noche vino á ellos paseando sobre el mar: y queria dejarlos atras.

49 Mas ellos, cuando le viéron andar sobre el mar, pensáron que era fantasma, y comenzáron á gritar.

50 Porque todos le viéron, y se turbáron. Mas luego habló con ellos, y les dijo: Tened buen ánimo, yo soy, no temais.

51 Y subió á ellos al barco, y cesó el viento y mas y mas se pasmaban en su interior:

52 Porque todavía no habian entendido lo de los panes; por cuanto su corazon estaba ofuscado.

53 Y cuando estuviéron de la otra parte, fuéron á tierra de Genesaret, y arrimáron.

54 Y en saliendo del barco, luego lo conocieron :

55 Y recorriendo toda aquella comarca, le traian de toda ella los enfermos en sus camillas, luego que oyéron que estaba allí.

56 Y donde quiera que entraba, en aldeas, ó en granjas, ó en ciudades, ponian los enfermos en las calles, y le rogaban, que permitiese tocar siquiera la orla de su vestido: y cuantos le tocaban, quedaban sanos.

CAPITULO VII.

Los Fariseos calumnian á los discípulos porque
comian sin lavarse las manos: y el Señor re-
prende á los calumniadores, haciéndoles ver,
que violaban la ley de Dios por observar sus
tradiciones. Declara el Señor, qué es lo que
hace impuro al hombre. Fé grande de la
Sirofenisa, por la cual libra el Señor a su
hija del demonio. Cura á un hombre que.
era mudo y sordo.

Y
VINIERON á él los Fariséos,
y algunos de los escribas, que
habian llegado de Jerusalém.

2 Y cuando viéron comer á algunos de sus discípulos con manos comunes, esto es, sin habérselas lavado, vitupe

ráron.

3 Porque los Fariséos, y todos los Judíos, sino se lavan las manos muchas

6 Y él respondió, y les dijo: Hipócritas, bien profetizó Isaías de vosotros, como está escrito: Este pueblo con los labios me honra, mas su corazon está léjos de mí.

7 En vano pues me honran, enseñando doctrinas y mandamientos de hombres.

8 Porque dejando el mandamiento de Dios, os asis de la tradicion de los hombres, el lavar de los jarros, y de los vasos, y haceis otras muchas cosas semejantes á estas.

9 Y les decia: Bellamente haceis vano el mandamiento de Dios por guardar vuestra tradicion.

10 Porque Moisés dijo: Honra á tu padre, y á tu madre. Y: El que maldijere al padre, ó á la madre, muera de muerte.

11 Mas vosotros decis: Basta que el hombre diga á su padre, ó á su madre, cualquier Corban, esto es, el don que yo ofreciere, á tí aprovechará:

12 Y no le permitis hacer ninguna otra cosa mas por el padre, ó por la madre,

13 Invalidando la palabra de Dios por vuestra tradicion, que enseñasteis : y haceis otras muchas cosas semejantes

á esta.

14 Y convocando de nuevo al pueblo, les decia: Escuchadme todos, y entended.

15 No hay cosa fuera del hombre, que entrando en él, le pueda ensuciar; mas las que salen de él, esas son las que ensucian al hombre.

16 Si hay quien tenga orejas para oir, oiga.

17 Y luego que dejó la gente, y entró en casa, le preguntaban sus discípulos de la parábola.

18 Y les dijo: ¿Qué vosotros tambien teneis tan poca inteligencia? No comprendeis, que toda cosa que de fuera entra en el hombre, no lo puede hacer inmundo.

19 Porque no entra en su corazon, sino que pasa al vientre, y despues se echa en lugares excusados, purgando. todas las viandas.

20 Y les decia: Las cosas, que salen

del hombre, son las que ensucian al hombre.

21 Porque de lo interior del corazon de los hombres salen los pensamientos malos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios,

22 Los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, las deshonestidades, el ojo maligno, la blasfemia, la soberbia, la locura.

23 Todos estos males de dentro salen, y hacen inmundo al hombre.

24 Y levantándose de allí, se fué á los confines de Tiro y de Sidon: y entrando en una casa, quiso que nadie lo supiese, mas no se pudo encubrir.

riséos. Da vista à un ciego. Exámina ta fe de sus discipulos. Confesion de S. Pedro. Les revela su muerte y su resurreccion. Exorta á su imitacion, á los que quieran seguirle,

EN

N aquellos dias como el pueblo hubiese concurrido otra vez en grande número, y no tuviesen que comer, llamando Jesus á sus discípulos, les dijo:

2 Compasion tengo de estas gentes: porque tres dias ha que están conmigo, y no tienen que comer:

3 Y si los enviáre en ayunas á su casa, desfallecerán en el camino: pues algunos de ellos han venido de léjos. 25 Porque una muger, que tenia una 4 Y sus discípulos le respondieron : hija poseida de un espíritu inmundo,¿De dónde podrá alguno hartarlos de cuando oyó hablar de él, entró, y se pan aquí en esta soledad ? echó á sus pies.

26 Y la muger era Gentil, Sirofenisa de nacion. Y le rogaba, que echase de su hija al demonio.

27 Jesus le dijo: Deja primero hartarse los hijos: porque no es bien tomar el pan de los hijos, y echarlo á los

perros.

28 Mas ella respondió, y dijo: Así es, Señor, porque los cachorrillos comen debajo de la mesa, de las migajas de los hijos.

29 Entonces le dijo: Por esto que has dicho, vé, que el demonio ha salido de tu hija.

30 Y cuando llegó á su casa, halló á su hija echada sobre la cama, y que habia salido de ella el demonio.

5 Y les preguntó: ¿Cuántos panes teneis? Ellos dijeron: Siete.

6 Y mandó á la gente que se recostase sobre la tierra. Y tomando los siete panes, dando gracias, los partió, y dió á sus discípulos para que los distribuyesen, y los distribuyeron entre la gente.

7 Tenian tambien unos pocos pececillos: y los bendijo, y mandó, que tambien se los distribuyesen.

8 Y comiéron, y se hartáron, y alzáron de los pedazos que habian sobrado, siete espuertas.

9 Y eran los que habian comido como cuatro mil: y los despidió.

10 Y entrando luego en el barco con sus discípulos, pasó al territorio de Dal

31 Y saliendo otra vez de los con-manutha. fines de Tiro, fué por Sidón á el mar de Galiléa, atravesando el territorio de Decápolis.

32 Y le trajéron un sordo y mudo, y le rogaban que pusiese la mano sobre él.

33 Y sacándole aparte de entre la gente, le metió los dedos en sus orejas: y escupiendo, le tocó su lengua:

34 Y mirando al Cielo, gimió, y le dijo: Ephphetha, que quiere decir: Sé abierto.

35 Y luego fuéron abiertas sus orejas, y fué desatada la ligadura de su lengua, y hablaba bien.

36 Y les mandó que á nadie lo dijesen. Pero cuanto mas se lo mandaba, tanto mas lo divulgaban :

37 Y tanto mas se maravillaban, diciendo: Bien lo ha hecho todo: á los sordos ha hecho oir, y á los mudos hablar.

CAPITULO VIII. Con siete panes, y cuatro peces da de comer á cuatro mil hombres. Encarga á sus discipu los, que se guarden de la doctrina de los Fa

11 Y salieron los Fariséos, y se pusiéron á disputar con él, pidiéndole una señal del Cielo por tentarle.

12 Mas Jesus gimiendo en su interior, les dijo: ¿Por qué esta generacion pide señal? En verdad os digo, que no se dará señal á esta generacion.

13 Y dejándolos, volvió á entrar en el barco, y pasó á la otra orilla del lago.

14 Y se habian olvidado de tomar pan: y no tenian consigo sino un pan en el barco

15 Y les mandó, diciendo: Mirad, y guardaos de la levadura de los Fariséos, y de la levadura de Herodes.

16 Y discurrian entre sí, diciendo: Porque no traemos pan.

17 Lo que habiendo conocido Jesus, les dijo: ¿Qué estais pensando, sobre que no teneis pan? ¿aun no conoceis, ni entendeis? ¿ todavía teneis ciego vuestro corazon ?

18 Teniendo ojos, no veis? y teniendo orejas, no oís? Y no os acordais,

19 Cuando partí los cinco panes entre cinco mil, cuántas espuertas

alzasteis llenas de pedazos? Doce, le de mis palabras en medio de esta respondiéron. generacion adúltera y pecadora: el 20 Y cuando los siete panes entre Hijo del hombre tambien se afrentará cuatro mil, ¿cuántas espuertas alzasteis de él, cuando viniere en la gloria de su de pedazos? Siete, le dijeron. Padre acompañado de los santos án

21 Y les decia: ¿ pues cómo no en-geles. tendeis aun?

22 Y viniéron á Betsaida, y le trajéron un ciego, y le rogaban que lo tocase. 23 Y tomando al ciego por la mano, lo sacó fuera de la aldea: y escupiéndole en los ojos, y poniendo las manos encima, le preguntó, si veia algo.

24 Y él alzando los ojos, dijo: Veo los hombres como árboles que andan.

25 Y le puso otra vez las manos sobre los ojos, y comenzó á ver y fué sano, de modo que veia claramente todas las cosas.

39 Y les decia: En verdad os digo, que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que vean el reino de Dios, que viene con poder:

CAPITULO IX.

Transfiguracion del Señor. Cura à un ende moniado mudo. Enseña á sus discipulos, quién es verdaderamente el mayor. Les da una instruccion sobre uno, que lanzaba al demonio, y no seguia à Cristo. Dice, que debe cortarse el escándalo, y la causa de él.

26 Y lo envió a su casa, diciendo:Y

SEIS dias despues tomó Jesus

consigo á Pedro, y á Santiago, y Vete á tu casa: y si entrares en la al-á Juan: y los llevó solos á un monte dea, á nadie lo digas. alto en lugar apartado, y se transfiguró

27 Y salió Jesus con sus discípulos en presencia de ellos. por las aldeas de Cesaréa de Filipo: y 2 Y sus vestidos se tornáron resplanpreguntaba por el camino á sus discípu- decientes, y en extremo blancos como los, diciéndoles: ¿Quién dicen los hom-la nieve, tanto, que ningun batanero bres que soy yo? sobre la tierra los pueda hacer tan blancos.

28 Ellos le respondiéron diciendo: Juan el Bautista, otros Elías, y otros como uno de los Profetas.

29 Entonces les dijo: ¿Y vosotros quién decis, que soy yo? Respondió Pedro, y le dijo: Tú eres el Cristo.

30 Y les prohibió con amenazas, que á ninguno dijesen esto de él.

3 Y les apareció Elías con Moisés: y estaban conversando con Jesus.

4 T tomando Pedro la palabra, dijo á Jesus: Maestro, bien será, que nos para tí una, para Moisés otra, y para estemos aquí: y hagamos tres tiendas: Elías otra:

pues estaban atónitos de miedo.

5 Porque no sabia lo que se decia :

81 Y comenzó á declararles, que convenia que el Hijo del hombre padeciese muchas cosas, y que fuese desechado 6 Y vino una nube, que les hizo por los ancianos, y por los príncipes de sombra: y salió una voz de la nube, que los sacerdotes, y por los escribas, y que decia: Este es mi Hijo el muy amado, fuese entregado á la muerte, y que resu-oidle. citase despues de tres dias.

7 Y mirando luego al rededor, no 32 Y claramente decia esta palabra. viéron mas á nadie consigo, sino solaEntónces Pedro tomándole aparte, co-mente á Jesus. menzó á reñirle.

8 Y cuando bajaban del monte, les 33 Mas él, volviéndose, y mirando á mandó, que a nadie dijesen lo que hasus discípulos, amenazó á Pedro, dicien-bian visto: hasta que el Hijo del homdo: Quítateme delante, Satanás, porque bre hubiese resucitado de entre los no sabes las cosas que son de Dios, sino las que son de los hombres.

34 Y convocando al pueblo con sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere seguirme, niéguese á sí mismo: y tome su cruz, y sígame.

muertos.

9 Y tuviéron el caso en secreto, preguntándose entre sí, qué seria aquello Cuando hubiere resucitado de entre los muertos.

10 Y le preguntáron, diciendo: ¿ Pues 35 Porque el que quisiere salvar su cómo dicen los Fariséos, y los escribas, vida, la perderá: mas el que perdiere que Elías debe venir primero? su vida por mí y por el evangelio la 11 El les respondió, y dijo: Elías, cuando vendrá primero, reformará todas 36 Porque ¿qué aprovechará al hom-las cosas: y como está escrito acerca bre si grangeare todo el mundo, y pier-del Hijo del hombre, debe padecer mude su alma? cho, y será despreciado.

salvará.

370 qué recompensa dará el hom

bre por su alma?

12 Mas digoos, que Elías ya vino, é hicieron con él cuanto quisiéron, como

38 Y quien se afrentare de mí, y está escrito de él.

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