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Bases que deben servir de pauta al gobierno de S. M. la Reina.

1. Ninguna variacion en la forma del actual gobierno.

2. Fundir los partidos políticos, aprovechando los sugetos importantes de todos ellos, empleando á hombres de probidad y de capacidad, sin atender á opiniones.

3. Hacer todo cuanto sea posible para aliviar de un modo positivo á los pueblos, dándoles esperanzas de mejorar de suerte.

.4. Dedicarse con afan incesante á mejorar la administracion, y poner en ejecucion todas las medidas que conduzcan á lograrlo, y en especial las que se dirijan á plantear de un modo conveniente y bien meditado el ministerio del Fomento, que es la clave del edificio administrativo, que está absolutamente sin tocar, y del que depende que los pueblos aprecien sus indudables ventajas.

5. Respetar las opiniones, y castigar severísima y rapidísimamente por los medios legales á todos los individuos perturbadores del órden, y á todos los particulares que juntos ó separados conspiren contra la existencia del gobierno; pero esto personalmente, mas nunca por categorías relativas á partidos políticos anteriores á la época.

6.a Prohibir de un modo terminante y positivo todas y cada una de las sociedades secretas ó públicas, que tengan por objeto directo ó indirecto los asuntos políticos.

7 Entrar de lleno de una manera franca y bien dirijida en la cuestion de sucesion, para adoptar los medios positivos de asegurar de un modo definitivo los efectos del juramento prestado por el reino á la heredera del trono, sin sacudimientos ni riesgos de una guerra civil, cuya cuestion será una de las poquísimas que deben tratarse en las córtes convocadas.

8. Que las córtes se ocupen del menor número de asuntos posible, y en los que puedan prestar apoyo necesario al nuevo gobierno, pero sin que se conviertan en obstáculo á la enérgica y concentrada accion que le es indispensable en tan críticas cir

cunstancias.

9. En la política esterior adoptar la mas severa neutralidad, sin desaprovechar las ocasiones para entablar negociaciones secretas, que al paso que establezcan siempre y dejen á salvo el principio de que la cuestion de sucesion pertenece sola y exclusivamente á nuestro derecho interior, salgan de ella garantes las potencias influyentes de Europa.

Tales fueron las bases del sistema político que yo creí el mas adecuado á la situacion de la monarquía en los momentos que el Rey Fernando desapareciese, y que desenvolví estensamente en la MEMORIA presentada á la Gobernadora del reino tres meses antes de la muerte del Rey, y confirmé en otra entregada despues de su muerte.

Yo no desconocí nunca la inmensa responsabilidad de dar una opinion en momentos tan clásicos, ni hoy la rehuso. Pero ¿cómo no darla, siendo positi

vamente preguntado? ¿Cómo no acercarme á la Gobernadora, si mucho tiempo hacia, desde que puse en sus Reales manos mi MEMORIA HISTÓRICO LEGAL sobre las leyes de sucesion á la corona, la que corrió impresa, me previno en términos positivos y terminantes que la viese á toda ocasion crítica que se presentase? Cumplí, pues, con un deber de obediencia, arrostré los peligros y la responsabilidad que no rehuyen los buenos ciudadanos. Si en esto ó en el fondo de mis opiniones hubo error, perdonárseme debe en verdad en obsequio de la lealtad y desinteres que me guiaban. En todo caso, dado el primer paso, retroceder era deshonra: no retrocedí en efecto, animado, es verdad, por la acogida benévola de la ilustre Gobernadora.

Apenas frios los restos mortales del Monarca, ya la agitacion del pais se presentaba precursora de un porvenir sombrío. En Talavera estalló el primer chispazo carlista; siguió en Valencia, y en uno y otro punto fué sofocado por los realistas, suceso clásico que debió tomarse muy en cuenta, y no se tomó. En Castilla no sucedió lo mismo, y el turbulento cura Merino, faltando á las promesas que hizo un dia al Rey de ser fiel á su hija, enarboló el estandarte de la rebelion, apoyado de treinta mil realistas (1). Santos Ladron la alzó en Navarra, si bien tardó poco en pagar su tentativa criminal. Del 5 de octubre de 1833 fueron las proclamas de Valdespina en Bil

(1) V. documento 6.

bao, y de Verástegui en Vitoria (1). En tan críticos momentos lo primero que apareció evidente fué el desapercibimiento en que el gobierno se hallaba. Sin dinero en el tesoro y en cuadro el ejército, el peligro casi aparecia inmenso. En tal situacion fué cuando mi voz se alzó por la primera vez con calor ante la Gobernadora en mi carta fecha 15 de noviembre de 1833 que corrió por la España, si bien enteramente contra mi voluntad, pues nunca fué mi ánimo darla la publicidad con que la hizo correr un abuso de confianza, hecho, es verdad, con buena intencion y sin designio de arrancar el aplauso universal que la acompañó en su circulacion; aplauso capaz de deslumbrar á quien tuviera ideas menos fijas de lo que vale el aura popular, y que no tuviese siempre presente el dicho célebre de Mirabeau, de cuan cerca estaba la roca Tarpeya del Capitolio. He aquí un fragmento de esta carta que tanto ruido hizo entonces, y que yo no habria impreso nunca, haciéndolo ahora porque su contenido hecho público, no se trasmita alterado. "¿Y en tal caso no deberé yo << esponer á la consideracion de V. M. nuestra ver« dadera situacion? No volveré á repetir á V. M. lo << que mas de una vez he tenido el honor de decirla << de palabra y por escrito: repetiré solo un dicho «< célebre del ministerio en la Gaceta de ayer: Los « hechos hablan. Sí, Señora, en los hechos se han <<< fundado mis opiniones, y los hechos, los que pro

(1) V. documentos 7 y 8.

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<«< ducen la efervecencia pública, la inquietud, la agitacion de los vecinos honrados, precursoras de <«< una crisis próxima y violenta, cuyas consecuen— <«< cias se pueden sentir y llorar mas fácilmente que <«< calcularse: pero existen, y existiendo, la lealtad el honor mandan hacerlas conocer á V. M.

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¿Son raciocinios, Señora, ó son hechos la nu<«<lidad de vuestro ejército en esta crísis, que nadie

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dejaba de preveer, y despues de absorvidos dos<«< cientos cincuenta y tres millones de reales anuales « del presupuesto completo de la guerra? ¿Son he<«< chos cuarenta dias transcurridos sin que se ha<< yan medido las fuerzas con los facciosos, sino en << los pequeños é insignificantes encuentros de los

generales Lorenzo y Castañon? ¿Son hechos la << resistencia del pretendiente conspirando y arman

do á la sombra de la moribunda causa de D. Mi<«< guel, que protegió ardientemente el presidente « del consejo de ministros, y que si no triunfó no << fué por cierto por su culpa, y que si hubiese << triunfado ya no existiria, tal vez, el trono de la «< Reina? ¿Es un hecho que el mismo hombre que despreció la negociacion propuesta por la Ingla«< terra en la embajada extraordinaria de Sir Straf<«< ford Caning, es el que hoy aparece mediador y ne<«<gociador con la misma Inglaterra, y de consi

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guiente en una posicion desventajosa? ¿Son he«chos treinta mil voluntarios realistas armados en <«< contra de vuestra causa, y que no hace dos meses « se les llamaba apoyo del trono, y á los partidarios

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