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las Asambleas en las cuales nada podia hacerse sin su consentimiento y permiso, completando su defensa con las atribuciones de que rodeaba al Justicia de Aragon, magistrado singular á quien concedieron diferentes atributos para que mantuviera su autoridad é influencia contra toda clase de agresores. Esta gran superioridad, creó constantemente el abuso de su poder, y como el Sr. Marqués de Pidal asegura, los nobles aragoneses se hicieron tiranos con sus vasallos y sediciosos con los Reyes. Al mismo tiempo que se les veia defender obstinadamente sus privilegios é inmunidades y reducir el poder Real á los límites más estrechos, estos supuestos defensores de la libertad reducian á sus vasallos á la condicion más deplorable y abyecta, privándoles de todo derecho y de toda la proteccion que pudieran dispensarles las leyes. El resultado de estos abusos fué la doble reaccion que se suscitó contra ellos por parte de los pueblos y del poder Real. Los vasallos con las armas en la mano, obtuvieron algunas veces mejoras en su deplorable condicion, y los Reyes despues de grandes guerras y disturbios, los derrotaron y vencieron en la famosa batalla de Epila, que produjo, como conse

cuencia natural, la abolicion de los Privilegios de la Union.

Otra aristocracia de índole diversa nació al lado de la turbulenta nobleza aragonesa, que era el clero, y su gran poder social, templaba como poder político el de la nobleza y lo corregía en parte, moderando con su intervencion pacífica y de pura razon y autoridad, la crudeza de los poderes, cuya base principal era la fuerza. Tenía riquezas, influencia, jurisdiccion y vasallos, pero nunca el derecho de maltratarlos con la extension que defendian los señores seculares. Formaba uno de los brazos de las Córtes, y durante la Edad Media en Aragon se convirtieron en defensores de los fueros y libertades, hasta el extremo de haber comprometido en su apoyo la libertad y la vida de muchos de sus individuos.

El tercer Estado, que hoy se llama clase media, era muy poco numeroso, y compuesto al principio, de los escasos hombres libres que no pertenecian al clero ni á la nobleza. Fueron aumentando su importancia por las liberalidades de los Reyes y formaron de hecho el estado Ilano, que se abrió paso hasta las Cortes, donde tenia legitima é importante representacion.

Los Fueros municipales eran un dique opuesto al desbordamiento de la aristocracia. Venía desacreditada la justicia señorial, el poder Real era entonces el ménos odiado por lo mismo que habia solido ser hasta allí el más débil, buscábase satisfaccion por la simplificacion del privilegio y la concentracion de la autoridad, y hasta el mismo principio unitario de la religion dominante conducía al absolutismo monárquico, deseado por los certeros instintos de la muchedumbre.

Al lado de las clases poderosas, libres y privilegiadas había en Aragon otra numerosa, desheredada de toda proteccion legal, y sujeta á la arbitrariedad y tiranía más absurda y aborrecible. En capitulo anterior hemos delineado la condicion de los vasallos de los señores seculares, derecho bárbaro que fué defendido por el Conde de Luna en sus Comentarios, llamándolo: «Niñeta de los ojos de los señores aragoneses,» y que su padre D. Martin de Aragon vinculó bajo pena de desheredacion. Los Reyes hicieron repetidos esfuerzos para acabar con esta tiranía, que sólo terminó cuando desaparecieron los Fueros y la organizacion especial del reino de Aragon.

¿Era este un pueblo libre? ¿En qué consistió en la Edad Media el derecho y la ley en Aragon? ¿Estaban allí deslindados los poderes públicos? ¿Sería posible trasladar á la sociedad moderna aquellos recuerdos gloriosos de nuestro valor, pero que tanto dificultaron la unidad de la Monarquía? No; los que afirman que aquellos pueblos eran libres, confunden el verdadero pueblo con la aristocracia, nunca satisfecha de privilegios y de poderío. Los que creen que el derecho y la ley nacen de privilegios como los de la Union, ignoran lo que es la ley y el derecho. Los que hablan de sentimientos de amor y de respeto entre un pueblo libre y un Monarca, celoso de que la ley se guarde para todos, olvidan la precaria situacion de la Monarquía y la fuerza avasalladora de la aristocracia, en la época á que consagramos estas líneas. Y los que desean para España los privilegios del feudalismo y los horrores de la esclavitud, viven de ensueños engañosos y de recuerdos que pasaron para no volver; y al sostener que la mejor forma de gobierno es aquella que mejor asegura y garantiza las libertades de los pueblos, desconocen que el gran problema de la polí

tica moderna es la armonía del órden con la libertad por el cumplimiento de todos los deberes y de todas las prescripciones legales. El gran orador romano había legado á las generaciones venideras, esta gran sentencia: «Omnes sumus sérvi legum.»

Las instituciones aragonesas podrán haber sido en las épocas del combate lo que la guerra consintiera, y el valor y el honor de los caudillos aceptara, mientras la Monarquía fué electiva; mas despues que los Reyes conquistaron con su sangre y su valor probado en cien batallas, el carácter hereditario de la Corona, sólo sancionaron el derecho de insurreccion cuando la fuerza á ello les obligó; pero esta anarquía produjo una reaccion saludable, y los Reyes de Aragon se vieron obligados á destruir el poder de la aristocracia, dando al pueblo participacion en la vida pública, atribuyéndole la consideracion de fuerza social, y cimentando el mecanismo del sistema constitucional de los tiempos modernos. Esta será siempre una de las legítimas glorias de aquel memorable reino.

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