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siere ó consulte el alma de Tyresias, que yo no alcanzo otra cosa. Estuvo el Canopo sevillano escondido muchos siglos entre los vestigios y ruinas de antiguos edificios, hasta que, como dicho es, se descubrió el año de 1606, y siendo alcaide de los alcázares Don Fernando de Céspedes, caballero del hábito de Santiago, teniendo noticia de él el conde de Monterrey, lo pidió y se llevó á Madrid y despues se llevó á Italia (donde se hace justo aprecio de estas antiguallas) con sentimiento de los curiosos de Sevilla, y con poco. crédito de la curiosidad española, pues habiendo allá dos de estas estátuas ó efigies que representaban el mismo Canopo, que una tenia el cardenal Pedro Bembo y despues el duque de Mántua, y otra el cardenal Farnesio, estimándolas mas que si fueran piedras preciosas, pidieron tambien esta y se la llevaron, atreviéndose á nuestra poca atencion á las cosas de la antigüedad.

PUERTA DE GOLES.

Al cap. 11, fol. 21, que trata de Hércules y de su templo de Sevilla.

La puerta que los antiguos sevillanos llamaron de Hércules, y el vulgo corrompiendo este nombre llamó de Goles, juzgan los mas atentos haber tomado el nombre de su fundador, y que la causa de esto seria por haber tenido allí eerca algun templo ó ara de los muchos que esta deidad en todo el mundo tenia, ó ya fuese porque en la misma puerta tuvo algun simulacro como ya lo dejamos escrito.

Despues he reparado, que esta puerta está á la parte occidental, opuesta derechamente á la puerta del Sol, que mira al Oriente, lo cual tengo por muy ajustado á la atencion con que aquellos sacerdotes y agoreros antiguos hacian sus ritos y ceremonias, y en esto quisieron dar á entender, que Hércules era el mismo que el Sol, que nace en el Oriente. Por esta causa á nuestro Hércules gaditano lo esculpian con rayos de luz en la cabeza, como á Apolo, y en mu→

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chas de sus antiguas medallas que yo tengo y he visto, ponen los gaditanos por reverso al'sol, que se pone en Occidente. A este mi pensamiento favorece lo que dice Macrobio en los Saturnales, capitulo 20. «Sed nec Hercules à substantia Solis alienus est: quip→ >>pe Herculis ea est Solis potestas, quæ humano generi virtutem ad >> similitudinem præstat deorum». Y como este heróico varon venció y puso en paz el Oriente de donde vino, y el Occidente, donde feneció su vida, y virtud de pacificar, le atribuian la paz de todo el género humano: asi Séneca en el Hércules furens.

«Pace est Herculea, manu auroram inter et Hesperum.»

Y Ovidio en la elegia 10.

« Impleşti meritis Solis utramque domum.»>

Algunos vocablos que en Sevilla se conservan del uso de los

romanos.

A la foja 21, pág. 1. cap. 11, del lib. 1.o

Alguno que leyere esto que aqui escribo, por ventura lo tendrá por superfluo ó de muy poca importancia. Pero el que esto dijese no creo habrá leido en Marco Varron, Nonio Marcelo, ni á nuestro patron San Isidoro en sus Etimologias, que aun descienden á cosas mas menudas, y en materias de antigüedad no hay cosa que para los doctos no sea estimable, y para ellos es toda esta obra como quiera que ella sea.

Los hombres de mar usan comunmente de dos voces, que por usarlas solo en el rio Guadalquivir y no en otra parte del mundo. nuevo y viejo, piden particular atencion. Estas son aguas fusentes ó husentes y aguas montantes. Aguas fusentes ó husentes, llaman cuando el rio entra en la mar en las menguantes, y parece vienen del verbo fundentes, que se derraman, que por eso llaman á los

desaguaderos de la ciudad fusillos ó husillos quasi fusilia del verbo fundo is. Aguas montantes viene del verbo mutuo as, quasi aquas mutuantes, porque cuando el rio crece volviendo por muchas leguas hácia atras, parece que las aguas que dió al Océano se las vuelve, y asi se dice con propiedad aguas mutuantes, quia

mutuo recurrunt.

Del mismo tiempo y lengua son los dos nombres del castillo de Quartos y de Quintos, que estan á la vista de la ciudad. Quartos á quatro millas, que alli, conforme á las ordenanzas de Sevilla, ponen una legua vulgar, y los romanos la cuarta piedra, Quartus lapis; y se ha quedado con la medida todavia el mismo nombre. Hace á propósito el epígrama de Marcial, nuestro español, lib. 1.o, epigrama 13.

Rura, nemusque sacrum, dilectaque jugera Musis
Signat vicina quartus ab urbe lapis.

Quintos porque está á la quinta piedra, y alli ponian cinco millas, se llamó Quintus lapis y persevera todavia la voz sirviendo de nombre al castillo y heredad que alli está.

LABIRINTO DE SEVILLA Ó SUS RELIQUIAS.

Despues del cap. 12, fol. 23, pág. 1a., añádese por capítulo nuevo.

notable como el que ahora

No es maravilla, que un edificio tan diremos, se haya escondido á los ojos de los sevillanos, aunque sea de los que con particular aficion y gusto inquieren las cosas antiguas; porque si los que se hallan á veces sobre la haz de la tierra ó en despedazadas ruinas se tienen vulgarmente en tan poco precio que los gastan por materiales ó quiebran y deshacen sin mas consi deracion que si fuesen piedras brutas para acomodar en sus edifidios, ¿qué será en aquellos que se esconden á los ojos, ó tienen mudada la forma para que se edificaron? Tales son unas bóvedas

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que se ven en la Vinateria que hoy sirven de bodegas. Estas estan
fabricadas de fortísima argamasa con arcos de ladrillo, por donde
parece se daba tránsito de las unas á las otras. El altura de las que
hoy se pueden ver es de tres varas y media, y de ancho diez y sie-
te pies. A lo que parece pudieron servir de alojamiento militar de
los ejércitos de los romanos, á que llamaban mansiones, de donde
vino la voz castellana mesones. Los soldados que venian de Cádiz
paraban en Sevilla. De aqui iban á Itálica, Carmona, Córdoba,
Mérida y otros muchos lugares, como consta del itinerario de An-
tonino, muchas veces alegado en nuestra corografía. Tambien
servian estos alojamientos para la gente que el pretor, presidente
ó procónsul traia consigo quando en el invierno se recogia en Se-
villa á oir pleitos como en convento jurídico y metrópoli de la Bé-
tica. Vénse tambien en otras partes bóvedas dentro de la ciudad,
y por el mucho estrago del tiempo y mudanza de los edificios sobre
ellas edificados, no se puede conjeturar de qué pudieron servir.
Mas el edificio subterráneo que se ve en Cal de Abades (1), collacion
de la Santa Iglesia mayor, en las casas del licenciado Andres Pi-
chardo canónigo de ella, es tan extraño y tan nunca visto en otra
parte de España (á lo que muchos que lo han visto juzgan), que me
pareció no cumplia con el intento de mi obra, si no lo representase
al lector que no lo hubiere visto, asegurando á cualquiera que lo
viese, que se admirará mas, porque quizá quedaré yo corto en su
descripcion, no obstante que para ella me valí de arquitectos bien
entendidos en su arte. Es la puerta de esta cueva cuadrada de á vara

(1) En la copia de Perez Quintero se lee la siguiente nota marginal: «Segun lo que he oido decir son estas casas en Cal de Abades, como se va por una calleja á salir á la plaza del Conde de Gelves, antes de entrar en la del Atambor, frente á la calle de los Angeles, pasando una casa que hace esquina, y este año de 1686 la vive D. Francisco Levanto, Arcediano de Reina y canónigo de Sevilla.» No se dice de quien sea esta

nota.

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TOMO I.

saben á qué fin se pudo labrar. Solo dicen que les parece obra de mas de tres mil años de antigüedad.

Vénse no muy lejos de estas cuevas y calles otras que en otras casas se han descubierto, que sin duda son dependientes de ellas, porque en la profundidad, forma, ladrillo y fortaleza son las mismas. Como en las casas del duque de Veraguas se vé una que discurre háel corral de Doña Elvira, y otra que sirve en su profundidad de cañeria al Alcázar, y puede por ella entrar un hombre y andar en pié por largos espacios; y en la casa que yo vivo, cerca del Arquillo del Atambor, hay otra cuya boca se cerró, y no dudo han cegado y cubierto otras dependientes Ide estas (1). Gregorio Fiel, maestro carpintero que vive frontero de mi casa, pasado el Arquillo del Atambor, derribando unas atahonas, entre otros raros edificios que descubrió, halló tres estados debajo de la tierra una bóveda de ladrillo, la cual estaba solada curiosamente de masaries, y tiene seis varas y tercia de alto y cinco varas y media de ancho. Corre desde las casas donde vive Juan Rubio, presbítero, bácia la iglesia Mayor, sin saberse donde para. Al tiempo que la descubrieron, rompiendo el cañon de su bóveda salió un vapor espeso, que atafagó los circunstantes y les paró los rostros y los vestidos azules. Dejáronla abierta un año, y despues entró un hombre colgado con sogas, y una hacha encendida en la mano, y miró todo lo que pudo del primor de la soleria y ladrillos de su edificio, y queriendo discurrir por él salieron tantos murciélagos arracimados que envestian con él y le apagaban la hacha, por lo cual hizo señas, y le sacaron, no pudiendo dar mas señas que estas; y las mismas da Fr. Pantaleon de Aveiro del Labyrinto de Creta que él mismo vió, y lo refiere en el Viage de Tierra Santa, cap. 8, y allí dice le sucedió esto mismo de los murciélagos que allí'vió (2).

(1 y 2) Lo inserto entre estas dos notas estaba, segun afirma Perez Quintero, al margen del manuscrito de Caro, y de su letra; pero en el de la Catedral aparece como aquí dentro del párrafo.

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