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lugar, que tan de propósito declara la Historia general qué entendia por provincia Bética ó provincia de Guadalquivir: mas porque con toda claridad se sepa cuán poca justicia tuvo en su interpretacion Martin de Roa, pondré aqui todos los lugares de aquella Historia, que para solo este punto lei dos veces de verbo ad verbum: en el capítulo ya citado 149, dice asi: «En la era de 467 años. . . . . »aquel Rey Gunderico, desque ovo destroido á Cartagena, fuese pa»ra la provincia de Guadalquivir por destruir los sylingos non ha»viendo piedad dellos, maguer que eran del linage de los vandalos, »é robó toda la tierra, é destroyóla, é llegó á Sevilla, é entró por »fuerza, é mató y mucha gente». En esta conformidad habla Juan Vaseo en el año de 440: «Richila septem regnavit annos, et Hispali >>expugnata Bæticam et Tarraconensem provinciam ditioni suæ subjecit». Lo mismo Joan de Mariana, lib. 5, cap. 3: «Secundum eam >>victoriam Bætica imperio subjecta, Silingis domitis atque Hispali in »potestatem redacta». Mas volvamos á la Historia general de que se vale el contrario, pues ella ha de ser el mayor fundamento de su desempeño. Dice en el dicho capítulo: «En el segundo año del Rey>>no de Riquila Rey de los Suevos en pues que ovo ganado de los Ala»nos la provincia de Lucena (es Lusitania) fué para Andalucia por ga»nar de los Silingos toda la provincia de Guadalquivir, onde era Se>>villa cabeza». Esto es lo que sobresalta á la parte contraria: «é lle»go a Sevilla é prisol: é de si diose toda la tierra, asi que ganó »aquella provincia». No habrá ninguno tan apasionado que este lugar no le abra los ojos para entender la verdad, mas prosigamos con los que estan en el mismo capítulo. «En el tercero año que fué »la era de 480 años quando andaba el reyno de Genserico en trese, >>avino asi que el Rey Riquila despues que obo ganado la tierra de >>>Sevilla, fuese para Cartagena con sus huestes». Aqui le hace mayor honra á Sevilla, pues habiendo dicho que ganó toda la provincia Bética, ó Andalucia ó tierra de Guadalquivir, dice ahora que esta era tierra de Sevilla, sin acordarse de ninguna otra ciudad, siendo asi que entonces habia en ella tantas y tan grandiosas ciudades. 48

ΤΟΜΟ Ι.

En la segunda parte, cap. 24, vuelve á llamar al Andalucia provincia de Guadalquivir: «E venció é quebrantó en la provincia de >>>Guadalquivir á los Vandalos y á los Silingos». En el cap. 78 vuelve á decir que Theodorico, Rey godo, envió á la provincia de Guadalquivir un capitan llamado Cerula. En el cap. 55, hablando del conde D. Julian: «é el Conde D. Illan guió los Moros por la pro>>vincia Betica que es de Guadalquivir be quebrantó hi muchas >>ciudades». Nótese aqui que en esta primera invasion no tomaron los moros á Sevilla, y cuando la tomaron fué no solo perdida toda la Andalucia, sino casi toda España. Siendo, pues, asi que la provincia Bética y la de Guadalquivir es y ha sido una misma cosa, y solo se diferenciaron en la mudanza de las lenguas, y que no estuvo en ningun tiempo dividida, ¿con qué razon el P. Martin de Roa para lograr un intento descaminado la quiere dividir haciendo solo tierra de Sevilla lo que llama la Historia general tierra del Guadalquivir, y no el resto de la demas Bética ó Andalucia? Pero senténciase á sí mismo este autor, que olvidado de lo que habia dicho antes, dice en el cap. 5, fol. 21, estas palabras: «La Andalucia >>siempre fue una sin haver tenido mudanza ni division: desta ma->>>nera vino á poder de los Godos, y estos conservaron la division de >>>Constantino».

El mismo autor en el cap. 5 del dicho libro, al fin de él, hablando que Joan Mariana en la Historia de España latina y de romance constantemente llama á Sevilla cabeza de la Bética, en cierta manera lo censura, como si para decirlo no hubiera tenido bastante fundamento. Repara en que siendo el P. Mariana doctísimo y versado en todas letras divinas y humanas, y especialmente en las cosas de España, cuya historia no solo profesó, sino que glorio samente escribió como severo amador de la verdad, le culpa en que llamó á Sevilla cabeza de la Bética; porque si en un varon consumado é insigne religioso, y nacido en ciudad de España y no muy lejos de Sevilla, de que tan particular noticia tuvo, y tan conocido no solo de los propios sino de los extrangeros, cupo el yerro de que

le hace cargo, ¿cómo hace tan absoluta la verdad de Hircio, que era un soldado forastero y no tan obligado á decir la verdad, y en cuyos escritos se hallan muchas cosas erradas, inconsecuentes, dudosas, y que no se pueden entender como ya lo han observado varones de consumada erudicion y consta de los mismos escritos? Oigamos la censura de Lipsio: «Multa otiosa reperies disjuncta, intrin>>cata, interpollata, repetita, ut omnino non absit quin ad hanc >>>veluti prisci operis statuam novella aliqua accesserit et imperita >>manus». Pero no toquemos en la verdad que ya tiene calificada el tiempo, que yo soy tan amador suyo que antes confesaré ingenuamente en tales dificultades mi rudeza é ignorancia, y venerando la sagrada antigüedad le procuro dar la salida tan honrosa como ya escribí en mi libro de Sevilla, y aunque la autoridad de Joan de Mariana está contestada alli en el fol. 80 y 81 con gran número de graves autores, corroborémosla de nuevo con los que aqui se trujeren.

la

Sea el primero Fr. Juan Gil de Zamora en la Crónica de España, que se vé escrita en pergamino de letra muy antigua en el convento de S. Francisco de aquella ciudad, dice asi en el cap. 79, hablando del Santo Rey D. Fernando: «e mientra que esto diese el >>Rey con grande folganza é todo su Reyno se gobernase pasifica>>mente, vino aquel Pelai Correa sobredicho por que le contara nue»vas de Andalucia, el qual recibió el Rey, é le plogo con su venida: >>mas entre las otras cosas que le dixo al Rey aconsejol que con su >>hueste cercase la cibdad de Sevilla que era cabeza de España y en »otro tiempo fuera morada de christianos; lo qual como oyese el >>Rey plogol mucho». El traslado de buena parte de esta historia hubo el P. Juan de Pineda, de la Compañia de Jesus, tan conocido en todas partes por sus letras y erudicion, y lo tuvo tambien el licenciado Antonio Moreno, cosmógrafo del Rey N. S. El cardenal Margarite ó Gerundense en su Paralipomenon, lib. 1.°: «Quarum Bætica >>>continet flumen Bætis dictum Guadalquivir, à nova Carthagine à cujus montibus defluit Occeanum atlanticum, cujus regionis et

»provinciæ caput est Hispalis et metropolis Betica». Francisco de Castilla en el tratado de los Reyes de España y sus buenas virtudes en verso de arte mayor, dedicado al Emperador Cárlos V, é impreso en su tiempo, hablando del Rey Santo.

Pues callo las villas, que en propia persona
Ganó de los moros del Andalucia,

Diré las ciudades de mas nombradia,
Segun que el prelado Rodrigo pregona,
A Córdoba y Ecija, Palma y Carmona,
Ubeda, Andujar, Jaen y Baeza,
Jerez y Sevilla que fué la cabeza

De aquellos tres reynos primera corona.

Mario Arecio Siracusano, en los diálogos de España, tratando del rio Bétis; «Hic ergo et mediam Bæticam influit Cordubam tot »claris viris insignem et Hispalim ejus provinciæ caput expulsis >>barbaris à Ferdinando Rege». El bachiller Luis de Peraza en una historia que escribió mas ha de cien años, cuyo original MS. tiene el licenciado Sancho Hurtado de la Puente, oidor de la Real audiencia de Sevilla, y en él se contienen muchas antigüedades de esta ciudad, en muchas partes de ella le llama cabeza del Andalucia; y en el cap. 8, fol. 45, tiene escrito por lema, este título: «De la no>>bilisima provincia Bética ó Andalucia, cuya cabeza es la imperial >>ciudad de Sevilla». Ferreolo Locrio en la obra que intituló: Mariæ Augustæ, lib. 4, cap. 20: «Hispalis celebre Emporium Hispaniæ et » Bæticæ caput». Georgio Braunio en su insigne Theatro en la prefacion. «In Hispania Bætica sive Andalucia tantum illud comme>>morabimus quod cum Hispalis ejus provinciæ caput, expulsis >> barbaris à Ferdinando Rege ». Gerónimo Brioso in compendio rerum memorabilium, cuyo ejemplar MS. estuvo en la libreria del Sto. arzobispo D. Pedro de Castro mi señor, y ahora lo tiene el licenciado Alfonso Gordillo Sanchez, abad mayor de la universidad, cap. 16, hablando de la epístola del Papa Anteros, dice asi:

Rescribens autem Romanus ipse Pontifex Prælatis Bæticæ et To>>>letanæ provinciæ quæ inter cæteras Hispaniæ provincias nitore >>fidei catholicæ elucebant Bæticam aperte visus est prætulisse, et >> nostram civitatem, quæ cum omnibus aliis multum præstaret, >> plurimis de causis, sicut Bæticæ totius, et caput extitit et prin>>ceps ita sedis primatum debuit, procul dubio tenuisse». Habla aqui en particular de Sevilla y sus grandezas y despues tratando de los silingos: « quorum nimirum regia sedes, præcipuumque >>>regni caput Hispalis». Joan Olivario sobre Pomponio Mela, lib. 2: <«<In Bætica vero primas tenet Hispalis quæ nunc Sibilia vocatur». Joan Mariana, aun despues de interpelado por el P. Martin de Roa, no se retractó de su opinion, antes en el lib. 6, cap. 15, no habiéndolo dicho en este lugar en la Historia latina lo añadió en la de romance, y en el prólogo de esta última edicion, que fué la cuarta de su obra, dice: Que como autor añade y quita á la historia latina, y que esto último quiere que sea y se tenga por su opinion. <«< Las ciudades sufragáneas al arzobispado de Sevilla, eran » la primera Itálica, que hoy es Sevilla la vieja, legua y media » de aquella ciudad nobilísima, cabeza del Andalucia». Alonso Sanchez en el Anacephaleosi de rebus Hispaniæ, lib. 5, cap. 7: «Interea Ferdinandus Rex hispalense bellum urgere cum in una >> principe civitate caput regni, Maurici restare videretur, quo >>sublato reliquum corpus concidere necesse erat ». La historia del Santo Rey D. Fernando en la prefacion. «Estando el Rey D. Fer>>>nando en Córdoba aparejando los instrumentos bélicos para su » guerra, vino á besarle las manos Remon Bonifaz, é era hombre >> muy sabio para regir una flota de armada por la mar, y él tenia >> acordado de hacer naos y galeras de armada para aprovecharse >> por la mar para quebrantar ese fuerte y alto capitolio del coro>>> namiento real». Habla aqui de la espedicion que prevenia para conquistar á Sevilla, á quien llama alto capitolio y coronamiento real. La Corónica del Rey D. Alonso el Sábio, cap. 44, tratando de la diferencia que los grandes tenian con él, que el noble Don

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