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martirologio romano celebra á nueve de Abril, y le llama obispo
diense, y Gregorio Turonense, cap. 70, de gloria confes., cuenta
un gran milagro que sucedia en su iglesia. Muévome á creer esto
asi por la identidad del nombre Marcelo como porque la ciudad
Diense ó Idiense y la Soliense eran afines y lindaban la una con la
otra, como consta de la antigua inscripcion que alli traigo, fó-
lio 103, la cual trae tambien Morales en sus Antigüedades, y dice
que se halla en Villanueva de la Jara, que es allá en el obispado
ó reino de Córdoba. En esta dificultad me inclino mas á que aquel
obispado estuvo cerca ó en el mismo lugar donde se halló esta ins-
cripcion, donde hallamos las ciudades Soliense y Adiense, porque
de ambas ciudades hacen obispo á Marcelo, y osaré afirmar que la
ciudad que en Ptolomeo se llama Solia, es esta Solia su obispado,
porque este autor la pone en 9 grados de longitud, 33 de latitud,
que concurren el sitio de Villanueva de la Jara, á que se añade
que tambien estuvo entre los pueblos túrdulos, y nuestra Solia ó
Solucar entre los turdetanos en 7 grados de longitud, y asi que no
fué obispado de San Marcelo; pero no asi osaré afirmar que Eu-
mancio el presbítero fue de aquella iglesia, antes tiene bastante pro-
babilidad de que fué de esta Solia sevillana (1).

La similitud de las dos ciudades llamadas Solias, ambas en la Bé-
tica, nos trae á la memoria que tambien hay en la misma dos ciu-
dades que se llaman Solucar o Sanlúcar, estas son la mayor de que
vamos tratando, y la de Barrameda que está en la costa del
Océano, por donde entra en la mar el rio Guadalquivir: y lo que
mas me admira es, que en el nombre latino son semejantes y con-
formes, pues esta se llama Luciferi fanum, y aquella Hesperi Ara
6 Hesperia, porque el Hespero y el lucero que llaman la estrella
de Venus son una misma cosa. De aqui podiamos conjeturar que
los que fundaron la una, fundaron tambien la otra. Mas pues Solia

.

(1) Véase la citada Censura de historias fabulosas, lib. VI, cap. 1, núms. 30 al 33.

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que se amparó de la luz del Sol no nos da claridad en cosa tan antigua, quedémonos en la luz dudosa del fano ó templo del lucero que se llama lux dubia, como dice Estrabon en el lib. 3.o de la Geografia: To poaqôpou ispov: Luciferae fanum.

Del tiempo de los romanos no hay otra memoria de que aqui la podamos tener: de los godos hay algunas sepulturas que no nos enseñan mas que los nombres de algunos cristianos, cuyos sepulcros se hallan en los campos, de los cuales me remitieron los traslados siguientes de Solucar.

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De mucha estimacion serán sin duda ninguna para los amadores de la sagrada antigüedad los monumentos que en este discurso se han ponderado tocante á esta ciudad: mas para mí ha sido de singular consuelo el que el mismo licenciado Juan Matias Gallegos me trajo, que yo le ví en un mármol negro en la muralla de la iglesia mayor visitándola, pero no la pude leer por no tener descubiertas todas las letras, mas como persona natural de allí lo hizo sacar y lo leyó todo, y dice asi:

¡madre

Curse?

legos me

cubierts

sacar

+

XPS VIVIT.-XPS VINCIT.-XPS IMPERAT.
PER. CRVCIS. BOC. SIGNUM. FVGIAT. PRO... E. MALIGNUM.
EN ERA DE. M.CC L II. TOME. ACABO DE LABRAR ESTA EGLEJIA.

Aquel verso exámetro está borrado en aquella parte, mas no es dificultoso de suplir y asi dice todo. Per crucis hoc signum fugiat procul omne malignum. Por la señal de la Santa Cruz, huya de aqui toda cosa mala.

Fué costumbre de los cristianos desde el principio de la iglesia usar aun en los edificios de la señal de nuestra redencion contra los mágicos encantos y fantasmas, como lo dice San Atanasio en el libro de Incarnatione: «Crucis signo omnia magica compescuntur >>et veneficia ineficacia sunt: solo crucis signo utens homo dolo >>daemonum à se propellit». Conforme la cuenta de la era, esta iglesia que Thomé hizo, se edificó año de la Natividad de nuestro Señor de mil y doscientos y catorce, treinta y cuatro años antes que Sevilla se ganase, y segun esto, hasta entonces habian perseverado en SoJucar los cristianos; y lo que mas es de maravillar, permitirles los moros edificar iglesias. Pedraza en la tercera parte de la historia de Granada dice: que el templo de San Cecilio se conservó en ella tod el tiempo que la tuvieron los moros hasta su restauracion. Véase en el cap. 7, que á este intento es notable. Mas esto no se hará de nuevo á los que dentro de Sevilla han visto otras tales memorias; y yo ví y leí en la iglesia parroquial.de San Ildefonso una losilla como de un pliego de papel estendido en que contenia, que alli estaba sepultado N. beneficiado ó cura de aquella iglesia, y conforme la cuenta de la era que se señala, sucedió su muerte siete ú ocho años antes de la restauracion de Sevilla. Trasladé esta inscripcion con la misma forma que tenian las letras, no muy bien escritas, conforme podia en la angustia de aquel miserable tiempo, y guardé este papel mas de

TOMO I.

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diez años, y últimamente él se me perdió y la losilla se despareció; mas aun todavia hay personas vivas que la vieron tan bien como yo, y todo esto digo porque andan tan cortas las historias de la restauracion de Sevilla, que permaneciendo en ella muchas iglesias en que perseveraban cristianos mozárabes, ni una palabra se habla de ellos, y asi estimamos estas memorias que el tiempo preservó de aquella edad, á cuyas cortas luces guiamos los medrosos pasos en la espesura de tantas tinieblas.

ALCALA DEL RÍO ES ILIPA.

Al cap. XI del lib. 3.

Encuéntranse en los geógrafos y historiadores tantos pueblos lla→ mados Ilipa en España ulterior, que á los muy doctos y atentos causa no poca confusion distinguirlos y dar á cada uno su sitio y nombre moderno. Traté de esto en mi Corografia, en los capítulos 44 y 81. Escribió primero Ambrosio de Morales de Ilipa en sus antigüedades. Martin de Roa y Francisco Lopez en tratados particulares, de los cuales y en parte de mi parecer en aquellos capítulos, aqui iré con diferente opinion confesando, que son tan aparentes las razones que da Morales, sintiendo que la villa de Peñaflor, que es del arzobispado de Sevilla y dista de ella doce leguas rio arriba, sea la que se llama Ilipa, que confieso ingenuamente pasé con ella sin escrúpulo ninguno, antes teniéndola siempre por muy fundada. Ofrecióse despues ocasion de visitar el sepulcro y reliquias de San Gregorio, que yace en la villa de Alcalá del Rio, y está dos leguas rio arriba, y con la nueva inspeccion de aquel lugar y volviendo á ver de nuevo á Estrabon, Plinio y Ptolomeo donde hablan de Ilipa, averigué que esta villa es Ilipa, y que aunque Peñaflor puede ser otra Ilipa que se halla en el itinerario de Antonino, no puede ser la Ilipa de que habla Estrabon: lo cual averiguaremos tan claramente, que no pueda ser otra cosa.

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Lo primero que da paso á conocer la antiguedad de un lugar, es ver los vestigios, que tiene de aquellos siglos á donde volvemos á ingerir su conocimiento. Estos los tiene Alcalá del Rio tan notables, que no es necesaria mucha atencion para conocer es antiquisimo lugar. Está edificado en un gran cerro moderadamente alto, cercado casi por todas partes de un profundo valle, que juntamente causan otros cerros que tiene á la redonda, si no es por la parte que lo baña Guadalquivir, que lo baña á lo largo por la parte de Oriente. A la parte de Occidente tiene á dos leguas la Sierra Morena, y en todo su término fértil campiña; de manera que asi por la tierra como por el agua goza de las mayores comodidades de la vida humana, y la poblacion está descubierta gozando de aires regalados y limpios con benignidad y templanza de cielo saludable.

Está cercada de murallas y torres en cuyo sitio pueden caber mil vecinos: á la parte del Mediodia tiene un fuerte castillo; la mayor parte de él es obra de los moros, pero los fundamentos y muchas ruinas que alli estan son sin duda obra de romanos ó españoles antiguos. Tuvo otro castillo á la parte de Septentrion, mas él y toda la muralla que miraba al rio estan caidos en su ribera; de modo que parte de ellos cubre el agua y parte está descubierta, acreditando todavia su invencible material,

Las murallas casi permanecen enteras por todo lo demas del pueblo: son de aquella materia que los arquitectos llaman derretidos de cal fuerte y guijas en proporcion, formado todo entre tablas, de donde los antiguos españoles le llamaron formaceos, y esta voz aun persevera con poca mudanza, pues le llamamos hormazos. Este modo de fábrica juzgo ser propia de los españoles turdelanos, si ya 40 es tambien de los cartagineses; porque de la misma forma y materia eran las alalayas de Anibal, cuyos vestigios vemos en machos montes altos de la Bética. De ellos dice Plinio, lib. 35, cap. 14, que despues de cuajada y seca su materia, ni el viento, ni los aguaceros, ni los fuegos pueden nada con ellos; porque en su du

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