al que se incliná un poco al Oriente, le llamamos aqui Rondin porque viene de hácia Ronda, y con él suele llover. ? Debajo de la línea equinocial á la parte oriental, nace el viento cardinal, llamado de los griegos Apeliotes, que significa cosa que viene del Sol. Los latinos por la misma causa le llaman Subsolanus. A la parte hibernal ó brumal nace el viento colateral que los griegos le llamaron Euros con la misma voz, ó ya le llama. ron asi ab Aurora vel Evo. De él dice Séneca: Eurus quoque iam civitate donatus est. Llamáronle tambien con nombre latino Vultumi, à volvendo, asi le llama Livio en aquella batalla desdichada onde Anibal puso mañosamente contra este viento el ejército romano y le venció. Varron le llama tambien Vulturno. A la parte solsticial ó vernal sopla el viento llamado de los griegos Kaixing y de los latinos Casias. De este dicen tiene tal propiedad, que trae las nubes contra el suelo; llámase tambien Helespontus. En estos nombres va muy diferente Aulo Gelio, ó en él, el filósofo Favorino, porque al subsolano le llama Euro, y al viento que nace de la parte estival, llama Aquilon y Bóreas; y al que nace al otro lado hiemal le llama Euronoto, y dice asi. «Hi sunt tres venti orienta»les: Aquilo, Vulturnus, Eurus, quorum medius Eurus est». Mas es de advertir que este filósofo no hace caso de mas que de ocho vientos, y asi les muda los nombres con mudar los sitios. Nosotros llamamos á todos estos vientos Solano y Levante. A la parte opuesta occidental, nacen los tres vientos restantes debajo de la línea equinoccial del Poniente, de la cual nace el viento cardinal llamado de los griegos asi Zépupo, que significa el que viene del ocaso ó de la noche, ó el que trae la vida. De los latinos es llamado Favonius, à fovendo, vel fovendo, y le suelen muy de ordinario llamar Zephirus. De la parte colateral brumal, nace el viento llamado Libicus porque corre de Libia, ó Africus. De el dice Séneca que es furibundus et ruens, nosotros le llamamos de la misma voz, Abrego, y un poeta nuestro dijo: «Cuando el Cierzo y el Abrego porfian.»> A la parte solsticial estiva nace el viento llamado de los griegos el tempestuoso.. Con este viento huyó Cleopatra de la batalla na>>val de que habla Aulo Gelio». Itaque, Virgilius, Cleopatram à navali prælio in Aegiptum fugientem vento Sapige ferri, ait. Los latinos le llaman Coro, ó Cauro, ó Corruscando. Flavio Vegecio hace los vientos diferentes al Céfiro y Favonio, y dice asi: <«<Occidentalem vero cardinem tenet Cephirus, huic à dextra iun>>gitur Lips, sive Africus, à sinistra Japix, sive Favonius»>; y nuestro poeta Garcilaso como hombre militar, le siguió en la Egloga 3, en tales versos: Cual suele acompañada de su bando Tambien los distingue como vientos diferentes Gaudencio Merula y Gerónimo Cardano contra el comun parecer. Dijimos que Vitruvio, siguiendo nueva sentencia, constituyó ocho vientos y diez seis flatos, y asi es justo que sepamos sus nombres, porque algunos se distinguen de los que hemos dicho, y son los siguientes: Al viento subsolano le añadió á la parte diestra el viento Cabra. A la siniestra le puso Ornithias. A Favonio puso á la diestra á Argeste y á la siniestra á Etesias. Al Septentrion añadió el viento Thrascias y el Galico. Al Austro le puso el Leuconoto, y á la otra parte el Altano. Al Aquilon sobrepuso el viento llamado Sugema, y á la otra parte Bóreas; á el Africo el Libionoto, y Subvéspero. Al Auro acompañó con Cesias y Vulturno. Al Cauro añadió el Ciercio y el Coro. Hasta aqui discurrió la antigüedad; mas nuestros marineros, que audazmente penetran la inmensidad del Océano, venciendo con la obra lo que fabulosamente cuentan los antiguos de los Argonautas, padeciendo muchos mayores peligros y trabajos que los que finge sábiamente Homero de Ulises, han dado el punto fijo á esta materia de los vientos y del arte náutica, para lo cual constituyen diez y seis vientos principales, y en medio de ellos diez y seis flatos ó cuartas, partiendo el horizonte en otras tantas secciones, y dando á cada uno de los vientos y cuartas sus sitios y lugar cierto. En la tabla ó rueda de los vientos consta mas claramente lo que se ha dicho, y parece que el intento está satisfecho, mas porque algunos de los vientos ya nombrados, en ciertos tiempos y ocasiones del año mudan aquellos nombres que comunmente se les dan, y toman otros, será bien no lo envolvamos en el silencio, pues se trata de acomodar á cada viento su nombre. Plinio dice, que el mismo viento que todo el año se llama Favonio, se llama siete dias antes de las kalendas de Marzo, Quelidonio, y algunos Ornithia, porque entonces seven las golondrinas comunmente. «Favonium quidam a. d. VII kal. >>Martii Chalidonian vocant, ab hirundinis visu, nonnulli vero Ornithian », y el mismo autor dice despues: «Hujus exortum diebus octo ferme Aquilones antecedunt, quos Prodromos appellant». A los mismos vientos Aquilones llaman en otro tiempo Etesias, masdice una cosa digna de advertir, que estos vientos en Asia y España corren del Oriente. «Ab Oriente flatus iste orum», y en el Ponto nacen de! Aquilon y en las demas partes del mundo del Mediodia. Los mismos vientos suelen correr de la parte Brumal, y en esta ocasion se llaman Omithias. Los vientos que corren de tierra mojada, llamaron los griegos Apogeos; los que de algunos senos Encolpias: los que corren furiosos con aguaceros y turbiones de agua, llamaron Exhidrias. Los aires tempestuosos que corren con tumulto y fragor, se llaman Tyellas. Los que corren de abajo para arriba y se vuelven retorcidos en sí mismos, Arobylos y Lalapes. De esta casta son los que llaman Enaphisematas. A los Bóreas que vuelven hácia atras, llamaron Patimboreas. Cuando el viento tempestuoso rompe la nube seca, causando truenos y rayos, es llamado Ecnefias; cuando causan remolino, se llama Turbines y Thiphones. Cuando la exaltacion : ventosa arrebata lo que encuentra y á veces lo enciende, se llama Prester. Cuando vuelve hácia atras se llama Vortex, y cuando se levanta y espesa en humor se llama Columna. Todo esto es de Plinio y Celio Rodiginio, y yo quise ponerlo por digno de advertencia, y no sabido vulgarmente. CARTA DEL LICENCIADO RODRIGO CARO A D. JOSÉ PELLICER SOBRE LOS DIOSES VENERADOS EN ESPAÑA, Sr. D. José Pellicer: Recibi la de V. md. con el cuaderno incluso de mis dioses, y llegó todavia á tiempo que pueda encaminarle á Flandes con persona confidente, y si tal la hallarse para esa córte tambien remitiera á V. md. el original, para que con mas clara noticia se pudiera escoger lo que hiciera á propósito de tan insigne obra como la que V. md. ha emprendido de sus Anales, que no dudo por la mucha leccion y noticias que V. md. alcanza, será de las mayores cosas que ha visto España, bien que como tal quisiera yo con la cortedad de mi ánimo que V. md. se desembarazara de todos los cuidados de obras menores, y mayormente de teger genealogias, cosa cansada, que solo las estiman los que les tocan y nunca las agradecen; mas V. md., alento á hacer bien, menosprecia lo demas. Lo que suplico á V. md. que en su obra no se olvide tanto de Sevilla, como lo hacen todos los historiadores castellanos, para cuyos escritos no hay mas que Toledo; siendo asi que Sevilla en estas provincias últimas, ha sido su mayor admiracion y el objeto de los príncipes. Esto digo como hijo agradecido á esta comun patria. En cuanto á lo que V. md. ahora por la suya me manda, haré lo que pueda en esta breve carta, y pienso que en cuanto al primer |